PETRÓLEO y MANO de OBRA PETROLERA
Econ. Manuel C.
Martínez M.
En los numeritos, aunque muy bien
hechecitos, de todas las tablas contables donde se pretenda recoger la
composición del valor de cualquier mercancía, suele valorarse al producto
final, tanto procesado como por procesarse. Y esto pasa con toda normalidad y
toda la racionalidad del mundo. Pero, dichos numeritos <<esconden>>
subrepticiamente que ellos, a fin de cuentas, son valores procedentes y
derivados del valor agregado, es decir, del valor añadido por la mano de obra
humana, valga la redundancia.
Y más grave aun: En materia de
recursos naturales, suele minimizarse, interesadamente o no, la mano de
obra involucrada, debido a una vieja, sostenida y defendida interpretación
metafísica y mecanicista de los procesos productivos en general.
El verdadero y principal componente de
todas las mercancías es la mano de obra aplicada, habida cuenta que los demás
costes del costo de producción (medios de producción, franquicias, etc.), son
valores perfectamente intercambiables, endosables y recuperables en todo
momento; no así la mano de obra de sus productores de facto porque,
sencillamente, en cada segundo, de toda jornada, parte de nosotros se consume
irreversiblemente.
Digamos que la riqueza es la mano de
obra que moldea los recursos naturales. Los fisiócratas tenían un concepto
invertido, cuando identificaron riqueza con Naturaleza, y al trabajador
campesino y artesano, como simples facilitadores y no creadores. Por supuesto,
semejante concepción ha pasado limpiamente al régimen vigente capitalista, para
el que los recursos naturales son su gran atractivo y fuente aparente de
riqueza, como lo puede ser el oro o los metales y piedras preciosas en general.
Cuando los países se guerrean por las
posesiones territoriales del suelo y subsuelo, pelean por la tenencia de una
riqueza que sólo es potencial sin el imprescindible aporte creativo de la mano
de obra.
Y es que el conocimiento que
aplicamos, vale decir: nuestro potencial nervomuscular, etc., es lo que
finalmente <<vendemos>> bajo la moderna figura del salario.
En consecuencia, por ejemplo: Las divisas
obtenidas por el Estado venezolano, con la venta <<del petróleo>>,
son las divisas que nos pagan por la venta de nuestros trabajadores petroleros.
Este es el meollo del asunto. Todo lo demás responde a esa interesada
literatura petrolera que los propios gringos, holandeses e ingleses, han
divulgado en sus acicaladas e infatuadas oficinas de conferencias, en lustrosas
y coloridas revistas y en los consabidos manuales de la historia de este
recurso natural que jamás ha valido un <<dime>> ni un
penique, independientemente de los obreros que su explotación ha
insumido.
Que dichas transacciones de compraventa de la mano de obra petrolera sea o no ventajista para una de las partes es, si a ver vamos, lo menos importante, puesto que en nuestra sociedad los trabajadores humildes jamás han recibido buena paga. A veces pienso que las pujas por vender a mejor precio nuestro petróleo es una bandera de quienes finalmente recibirán la mejor parte de la torta en cuestión.