Sadelas

(Sociedad Amigos de la Salud)

 Manuel C. Martínez M.

SOLEDAD, ANHELADO TESORO

Es un decir popular que la soledad representa uno de los problemas contemporáneos que suelen acompañar al hombre de las sociedades de corte burgués.

La soledad tendría como causa   diversas incompatibilidades,  relaciones humanas mal encausadas, desconfianza entre los hombres, la marginación y subestima para el caído , la acumulación de decepciones y frustraciones insalvables, el desprecio hacia *feos* , viejos y económicamente pobres, todo lo cual arrastra a quien la sufre hacia un estado de negación de su naturaleza social, o gregaria en el peor de los casos, y consecuencialmente haría del hombre solitario un ser contranatural, hipocondríaco en el sentido lato de esta voz.

Ahora bien, en la medida que la división social del trabajo quebró la estrechas fronteras hogareñas y feudales, y cada miembro de la familia vio dilatado su radio  de relaciones sociales con sus colegas, sus marchantes  y servidores públicos, con sus condiscípulos , maestros, patronos y supervisores, con sus líderes religiosos, políticos y gremialistas, en esa medida , digo, el hombre vio robustecida su esencia social, manifiesta en una más extensa y más  intensa carga de interdependencia personal para trabajar y satisfacer sus necesidades físico-espirituales.

Dado que el régimen obrero-patronal,  científicamente llamado capitalista, se afirma en el individualismo exacerbado de cara a que el libre albedrío prive  sobre la conciencia social y colectiva, mientras más se perfeccionan las personas para sí con arreglo a logros aparentemente individuales, pero con la participación inevitable de muchos, entonces el resultado  no aleatorio de esa asociación creciente entre los hombres es la paradójica autonomización del individuo que se desmiembra del grupo sin que este lo haga de aquel.

Bien todo lo dicho no es más que el esquema abstracto revelador del divorcio contranatura entre el hombre como ser social y usufructuario individual, a la vez, monstruosamente engendrado  por este sistemita.

De esa manera nos encontramos con un individuo que, muy lejos de estar solo ni por un breve instante, más bien se halla permanentemente súperacompañado, hípercargado de recuerdos buenos y malos; le hacen compañía sus preocupaciones de hombre responsable, sus variopintas ataduras   sociales, políticas, religiosas, económicas, culturales, deportivas, jurídicas, laborales, familiares y de ese cúmulo de nexos derivados de todas estas, además de las que suele mantener con sus mascotas y jardines que de alguna manera con él socialmente conviven.

Así las cosas, la soledad para a ser un bien o una situación muy preciosa de difícil alcance, en un mundo inhóspito por excelencia y que nos plantea un problema de salubridad, habida cuenta que, nuestro organismo corpóreo y espiritual necesita ciertas dosis de tiempo para la el relajamiento, descanso y encuentro consigo mismo, con su verdadera individualidad perdida y absurdamente defendida.

Tal sería el estado hipotético del que tan urgidos estamos para desprendernos temporalmente de tanta correlación de variables interdependenciales, de compromisos sociales adquiridos que nos han convertido en entes para quienes la soledad representa su más anhelado tesoro.

           

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