Damos
gloria a Dios por el crecimiento
que la iglesia evangélica
está experimentando en los
últimos años, crecimiento
que ya no pasa desapercibido para
los políticos y la prensa
nacional, la que cada vez presta
mayor atención a la participación
de los cristianos evangélicos
en la vida pública de nuestro
país. A inicios del año
2003, el Congreso de la República
inició una discusión
dentro del marco de la reforma constitucional,
acerca de las confesiones no católicas.
A fines de ese mismo año
el Estado comenzó a dar Disposiciones
Legales con un notorio sesgo; confirmando
que, a pesar de los grandes avances
en la Constitución en cuanto
a libertad religiosa se refiere,
aún no existe una verdadera
igualdad de derechos en la legislación
y en el trato que se da a las diversas
confesiones religiosas.
Este hecho hizo imperativo a que
el pueblo evangélico pueda
ser representado en organismos que
expresen el sentir de sus diversos
sectores e instituciones, además
de tener capacidad de diálogo
con el Estado Peruano velando el
interés de todos. Es así
que muchos pastores y líderes
eclesiásticos sintieron la
necesidad de crear una entidad representativa
del pueblo evangélico que
complemente la representatividad
y labor que se venía realizando
en nuestro país con mayor
compromiso y entrega.
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