Historia de la
Música
Al éxito no se lo encuentra
se lo busca incansablemente.
Alex Orihuela
Vestigios Musicales en la Prehistoria
Cantabria es una región española poseedora de gran
cantidad de yacimientos arqueológicos de la prehistoria..
Los vestigios prehistóricos de Cantabria aparecen frecuentemente
citados en las investigaciones que relacionan la cultura material
con la actividad musical. Es muy difícil encontrar información
fidedigna y concreta del estudio de la actividad musical en la
prehistoria. Tan solo Ismael Fernández Cuesta y Adolfo
Salazar ofrecen algunos datos de los que podría haber
sido una actividad musical en las cuevas y yacimientos de nuestro
país.
En la cueva del Castillo (Puente Viesgo) aparecen grandes raederas,
raspadores y útiles en material óseo como el marfil
que bien pudieron haber sido utilizados como idiófonos
de rascado.
En la cueva de Morín de Cantabria tenemos un ejemplo de
yacimientos del Paleolítico Medio en los que se evidencian
enterramientos y prácticas mágico-religiosas. La
constatación de unas prácticas rituales en las
inhumaciones hace pensar en l a utilización de un acompañamiento
musical ya sea instrumental o vocal. En la cueva del Castillo
se encontraron útiles que, además del fin para
el que fueron creados pudieran tener una significación
musical. La evidencia de prácticas rituales de contenido
mágico-religioso hace suponer que la danza y la música
formaban parte del mundo simbólico del hombre prehistórico.
Cantabria, con el gran número de yacimientos prehistóricos
que posee, es una zona de gran interés para el estudio
de la música en la prehistoria, un estudio que, por otra
parte, está lleno de suposiciones e interrogantes.
DIÁLOGO SOBRE MÚSICA
REPÚBLICA
PLATON
EUDEBA, BUENOS AIRES, 1968
Si comprendo bien tu pensamiento, hay una manera de expresarse
y relatar de qué se sirve todo hombre de bien cuando tiene
algo que decir, y otra del todo diferente de ella que emplea
siempre en sus relatos aquellos que por su naturaleza y educación
es lo contrario del hombre de bien.
- ¿Cuáles son estas dos maneras? -preguntó.
- Creo -respondí- que un hombre de bien, cuando las circunstancias
lo llevan a relatar lo que ha dicho o hecho otro hombre de bien,
consentirá en ello de buena gana y no se avergonzará
de imitarlo, sobre todo si se trata de alguien que obra irreprochable
y cuerdamente; en cambio, lo hará menos a gusto si el
personaje sufre los efectos de la enfermedad, el amor, la embriaguez,
o se encuentra en cualquier otra situación desdichada.
Pero si las circunstancias lo llevan a imitar a un hombre inferior
a él, nunca lo hará seriamente, sino muy de pasada,
y siempre que el personaje en cuestión realice alguna
acción digna; más aún, sentirá vergüenza,
no solo porque no está acostumbrado a imitar a esa clase
de gente, sino porque le repugna tomar por modelos a quienes
valen menos que él. En el fondo, desdeña imitarlos
y sólo lo hace como un mero pasatiempo.
- Es natural -dijo.
- Por lo tanto, hará un relato semejante al que hablábamos
hace un momento a propósito de los versos de Homero y
su estilo será en parte imitativo y en parte simple. Pero
mucho menos imitativo que simple. ¿Es acertado lo que
digo?
- Por cierto -respondió-, tal debe ser la manera de expresarse
de un narrador como ése.
- Y bien -proseguí-, un narrador de carácter opuesto,
cuanto más ordinario sea, más dispuesto estará
a referirlo todo y no considerar nada indigno de sí, de
forma que imitará seriamente y en presencia del público
los ruidos que antes señalábamos: el del trueno,
del viento, del granizo, de los ejes y poleas, el son de las
trompetas, las flautas, las siringas y de toda clase de instrumentos
y hasta el aullar de los perros, el balar de los corderos y el
canto de los pájaros. Imitará voces y gestos, reduciendo
al mínimo la parte narrativa.
- Por fueras -dijo- también ha de ser así.
- Tales son -proseguí- los dos estilos de que hablaba.
- En efecto -contestó.
- El primero comporta muy pocas variaciones, y una vez que se
ha encontrado el ritmo y la armonía que le son propios,
no queda, para expresarse bien, sino atenerse a ésta,
pues apenas admite cambios, y también el ritmo es más
o menos igual.
- Ciertamente -dijo.
- Pero la segunda especie exige todo lo contrario. ¿No
le son acaso necesarios todos los ritmos y armonías para
expresarse justamente, puesto que son tantas sus variaciones?
- Desde luego -contestó.
- Pues bien, ¿no emplean todos los poetas y narradores
ya el primer estilo, ya el segundo, o un tercero que es mezcla
de los dos?
- Necesariamente -dijo.
- ¿Qué haremos, pues, en la ciudad? -pregunté-.
¿Hemos de admitirlos todos, o uno u otro exclusivamente,
o la mezcla de los dos?,
- Si ha de prevalecer mi criterio -contestó-, aceptaremos
la narración simple, propia del hombre de bien.
- Sin embargo, Adimanto, la forma mixta de narración puede
ser muy agradable. Y el más agradable de todos, según
el criterio de los niños, los preceptores y la mayor parte
de la gente, es precisamente el tipo opuesto al que tú
eliges.
- En efecto, es el que más agrada.
- Acaso pudieras alegar -proseguí- que no se adapta a
la organización de nuestra ciudad, ya que no hay entre
nosotros ningún hombre con una doble o múltiple
ocupación, pues cada uno se dedica a una sola cosa.
- En efecto, no se adapta a nuestra ciudad.
- ¿Y no es por ello por lo que nuestra ciudad es la única
en que el zapatero sea exclusivamente zapatero, y no piloto al
mismo tiempo que zapatero, y el labrador, labrador, y no juez
al mismo tiempo que labrador, y el soldado, soldado, y no comerciante
al mismo tiempo que soldado, y así todos los demás?
- Es verdad -dijo.
- De suerte que si un hombre capaz de adoptar todas las formas
de imitarlo todo se presentara en nuestra ciudad para hacer escuchar
sus poemas, le rendiríamos homenaje como a un ser divino,
maravilloso, encantador, pero le diríamos que no hay en
nuestra ciudad ningún hombre como él y que no puede
haberlo, y lo enviaríamos a otra después de haber
ungido con perfumes y coronado con cintas de lana su cabeza.
Nosotros hemos menester de un poeta o un narrador más
austero y menos agradable, pero que sea útil a nuestro
propósito y solo imite la manera de ser y los modales
del hombre de bien, que ciña su lenguaje a las normas
que establecimos al principio, cuando empezamos a trazar un plan
para educar a nuestros soldados.
- Sí -contestó-, de tal manera procederíamos,
si estuviera en nosotros hacerlo.
- Me parece, querido amigo, que ya hemos estudiado por completo
esa parte de la música que se relaciona con los discursos
y las fábulas, puesto que hemos hablado de lo que hay
que decir y de cómo hay que decirlo.
- A mí me parece lo mismo -opinó.
- ¿No debemos examinar ahora -proseguí- el carácter
del canto y de la melodía?
- Sin duda.
- ¿Y no podría cualquier determinar cómo
han de ser, si nos ajustamos a lo dicho anteriormente? Entonces
Glaucón, echándose a reír, dijo: - Me temo,
Sócrates, que yo sea la excepción. No estoy en
condiciones de
responder de inmediato cómo han de ser uno y otra, aunque
lo sospecho.
- En todo caso -repliqué- hay un primer punto sobre el
cual bien puedes responder, y es que la melodía se compone
de tres elementos: letras, armonía y ritmo.
- En cuanto a eso -contestó-, no cabe duda.
- Por lo que hace a la letra, cantada o no, debe componerse de
acuerdo
con las mismas normas que prescribimos antes.
- Es verdad -dijo.
- Es preciso también que la armonía y el ritmo
se adapten a la letra.
- Desde luego
- Ahora bien, determinamos que había que eliminar de las
palabras las quejas y lamentaciones.
- En efecto.
- ¿Y cuáles son las armonías lastimeras?
Tú puedes decírmelo, porque eres músico.
- La lidia mixta -respondió-, la lidia aguda y algunas
otras similares.
- ¿Habrá pues que suprimirlas? -pregunté-.
No me parecen apropiadas para las mujeres, que deben ser discretas,
y mucho menos para los hombres.
- Sin duda.
- Hay que decir también que nada es menos conveniente
para los guardianes de la ciudad que la embriaguez, la molicie
y la pereza.
- Estoy de acuerdo contigo.
- ¿Y cuáles son las armonías muelles y propias
de los festines?
- La jonia y la lidia -contestó- que suelen llamarse laxas.
- ¿Y crees tú, amigo mío, que convengan
a los guerreros?
- De ningún modo -contestó-. Y ya no quedan sino
la doria y la frigia.
- Yo no entiendo de armonías -proseguí-, pero déjanos
aquellas que imite convenientemente el tono y el acento de un
hombre valeroso, comprometido en una acción de guerra
o en cualquier otro esfuerzo denodado, y que cuando se encuentra
en una situación desgraciada, cuando es herido, o se ve
expuesto a morir, o es víctima de algún accidente
desdichado, se enfrenta en toda circunstancia con su suerte sin
desconcierto y con entereza. Y déjanos otra armonía
para imitar el tono y los acentos del hombre que emprende una
acción pacífica y por completo voluntaria, que
trata de convencer o suplicar a los dioses con preces y a los
demás hombres con enseñanzas y consejos. O que
se muestra sensible a los ruegos, a las lecciones o a los consejos
de sus semejantes, logrando alcanzar la realización de
sus deseos sin enorgullecerse jamás adaptándose
a las circunstancias y conduciéndose con moderación
y prudencia. Éstas son las armonías que debemos
reservar, enérgica la una, tranquila y apacible la otra,
y que mejor pueden imitar los acentos del infortunio, a dicha,
la prudencia y la valentía.
- Pues son ésas -dijo- las armonías que yo citaba
hace un momento.
- Entonces -proseguí- para nuestros cantos y melodías
no tendremos necesidad de instrumentos de muchas cuerdas ni que
produzcan todas las armonías.
- Me parece que no -dijo.
- Ni tendremos que sostener fabricantes de triángulos,
plectros y todos aquellos instrumentos de muchas cuerdas y diversas
armonías.
- También me parece que no -dijo.
- ¿Y admitirías en nuestra ciudad a los fabricantes
de flautas y a los flautistas? ¿No es la flauta el instrumento
que tiene más sonidos? Y los instrumentos que reproducen
toda clase de armonías, ¿no son acaso imitaciones
de la flauta?
- No son otra cosa -dijo.
- No quedan, pues -afirmé-, sino la cítara y la
lira para la ciudad, y en el campo una especie de siringa para
los pastores.
- A lo menos -dijo- es la consecuencia de nuestro razonamiento.
- Por lo demás, amigo mío, no hacemos nada extraordinario
prefiriendo a Apolo y sus instrumentos más que a Marsias
y los suyos.
- ¡Por Zeus! -exclamó-, opino lo mismo.
- ¡Y por el perro! -exclamé a mi vez-. Sin darnos
cuenta de ello, nos hemos dedicado a purificar nuevamente a la
ciudad, que estaba llena de lujos, según decíamos
hace un momento.
- Y hemos procedido sensatamente.
- ¡Pues bien! -Exclamé-, terminemos de purificarla!
Después de las armonías, hablemos de los ritmos.
No para buscar ritmos variados ni de toda clase de pies, sino
para determinar cuáles son los que mejor expresan la vida
de un hombre ordenado y valeroso y, una vez hallados, ajustar
la medida y la melodía al lenguaje de tal hombre, y no
sus palabras a la medida y la melodía. Te corresponde
a ti, como lo has hecho con las armonías, determinar cuáles
son esos ritmos.
- ¡Por Zeus! -replicó-, no sé qué
decirte. Solo sí, por haberlo estudiado, que hay tres
especies de ritmo que sirven para componer las medidas, así
como hay cuatro especies de tono de donde proceden todas las
armonías, pero no podría decirte qué carácter
de vida representa cada ritmo.
- Sobre este punto -repliqué- consultaremos a Damón
para saber qué metros corresponden a la vileza, la soberbia,
la demencia y otros defectos, y qué metros se han de reservar
para las virtudes opuestas. Creo haberle oído hablar vagamente
de un metro compuesto que llamaba enople, de un dáctilo
y de un heroico, que no sé cómo él disponía,
igualando arsis y tesis y haciéndolo terminar ya en breve,
ya en larga. Hablaba también, si mal no recuerdo, de un
yambo y de otro troqueo, que hacía constar de sílabas
largas y breves. Me parece también que en ciertas ocasiones
censuraba o alababa tanto el metro como el ritmo mismo, o algún
detalle común a ambos. No sé exactamente qué
era. Pero remitámonos en esto a Damón, porque la
discusión nos llevaría mucho tiempo, ¿verdad?
- ¿Sí, por Zeus?
- Pero al menos podrás decirme que la gracia o la falta
de gracia dependen de la perfección o de la imperfección
del ritmo.
- Sin duda.
- Pero el ritmo bueno y el malo se ajustarán al buen y
al mal estilo, respectivamente, y lo mismo sucederá con
la buena y la mala armonía si, como decíamos antes,
el ritmo y la armonía han de ajustarse a las letras y
no ésta a aquéllos.
- En efecto -dijo-, ambos han de ajustarse a la letra.
- Y la expresión -proseguí- y las palabras mismas,
¿no dependen del carácter del alma?
- Sin duda.
- Y todo lo demás, ¿no depende acaso de la expresión?
- Sí.
- Luego, la belleza del lenguaje, de la armonía, de la
gracia y del ritmo provienen de la simplicidad así llamada
por eufemismo y que no es más que necedad, sino de la
verdadera simplicidad de un carácter dotado de nobles
y hermosas cualidades.
- Es verdad -dijo.
- ¿No han de proponerse nuestros jóvenes adquirir
estas cualidades en toda ocasión que se les presente si
quieren cumplir con su deber?
- Desde luego.
- A mi juicio, de estas cualidades están llenas la pinturas
y las artes análogas a ella, y también la tejeduría,
el bordad, la arquitectura y la fabricación de los objetos
de que consta nuestro moblaje. Las encontramos, asimismo, en
la naturaleza de los cuerpos y de las plantas. Todo ello revela
gracia o falta de gracia. La falta de gracia, de ritmo y de armonía
se halla estrechamente ligada a la fealdad del lenguaje y a la
perversión del carácter, y las cualidades contrarias
son las hermanas gemelas y las fieles imágenes del carácter
opuesto, el del hombre sensato y bueno.
- Nada más cierto -dijo.
- ¿Bastaría vigilar a los poetas y obligarlos a
que nos presenten en sus poemas modelos de buenas cualidades
y, de lo contrario, a que renuncien a la poesía entre
nosotros, o deberemos vigilar también a los demás
artistas para impedirles que imiten el vicio, la intemperancia,
la vileza o la indecencia en la imagen que nos dan de los seres
vivos en la arquitectura, o en cualquier otra clase de arte?
Y en caso de que no sean capaces de adaptarse a lo que les pedimos,
¿no deberemos prohibirles que trabajen entre nosotros?
¿No debemos temer, en efecto, que las imágenes
del vicio influya sobre nuestros guardianes, como si vivieran
entre hierbas venenosas que recogieran y comieran todos los días
en dosis pequeñas, con lo cual, sin darse ellos cuenta,
introducirían la corrupción en sus espíritus?
Antes bien, ¿no será necesario buscar a los artistas
naturalmente dotados para seguir las huellas de la belleza y
de la gracia con el fin de que nuestros jóvenes, como
os habitantes de una comarca saludable, saquen provecho de todo
y que de todas partes los efluvios de las obras hermosas acaricien
sus ojos y sus oídos, a semejanza de la brisa de un clima
benigno que les aporta la salud, y los induzca desde la infancia
a imitar, amar y sentirse en perfecto acuerdo con la bella razón?
- No podría educárselos mejor -respondió.
- Y si la música es la parte principal de la educación
-proseguí-, ¿no es acaso, Glaucón, porque
el ritmo y la armonía son especialmente aptos para llegar
a lo más hondo del alma, impresionarla fuertemente y embellecerla
por la gracia que les es propia, siempre que esta educación
se dé como conviene, pues de otra manera produciría
efectos contrarios? ¿No es éste también
el motivo por el cual un joven que ha recibido una educación
musical conveniente percibe con claridad lo que hay de imperfecto
y defectuoso en las obras del arte y de la naturaleza y mientras
más le desagradan, mejor advierte y elogia la belleza
que encuentra a su alrededor, dándole asilo en su alma
y nutriéndose de ella, por así decirlo, y haciéndose
un hombre de bien? Al paso que sentirá desprecio y aversión
por todo aquello en que observe fealdad, y esto le ocurrirá
desde la edad más temprana, antes de poderse dar cuenta
de ello por la razón, y más adelante, cuando llegue
al uso de la razón, ¿no habrá de acogerla
con alegría porque la educación que ha recibido
establecerá entre él y la razón un vínculo
estrecho y familiar?
- En efecto -dijo-, tales son las ventajas que uno espera de
la educación por la música.
- De igual modo -proseguí- cuando aprendimos a leer no
nos hallábamos en disposición de hacerlo hasta
no reconocer todas las letras, que son pocas, por cierto, y en
todas sus combinaciones, y no desdeñamos ninguna por considerarla
innecesaria, aunque fuera grande o pequeña, sino que nos
aplicamos a distinguirlas en todas las palabras, persuadidos
de que no sabríamos leer hasta que no lo consiguiéramos...
- Es verdad.
- ¿Y no es acaso verdad que si no conociéramos
las letras en sí mismas tampoco podríamos reconocer
su imagen reflejada en el agua o en un espejo, pues todo ello
forma parte del mismo arte y del mismo estudio? - Sin duda alguna.
- De igual modo, ¡por los dioses!, ¿no podría
yo decir que no llegaremos jamás a ser músicos,
ni nosotros, ni los jóvenes guardianes que nos hemos propuesto
educar, sien presencia de la templanza, de la valentía,
de la generosidad, de la magnanimidad y de las demás virtudes
que con ellas se hermana, así como de los vicios opuestos,
no fuéramos capaces de reconocerlos en todas las combinaciones
en que aparecen, ellos o sus imágenes, sin desdeñar
ninguno, sea cual fuere el lugar que ocupen, pequeño o
grande, persuadidos de que forman parte del mismo arte y del
mismo estudio?
- Es imposible decir otra cosa.
- Por lo tanto -proseguí-, un hombre que reúne
a la vez un hermoso carácter en su alma y en su exterior
rasgos que se ajustan a su carácter y armonizan con él,
porque participan del mismo modelo, ¿no será el
más hermoso espectáculo para quien pueda contemplarlo?
- El más hermoso que pueda pedirse.
- ¿Y no es lo más hermoso lo más amable?
- Sin duda.
- Entonces, el hombre educado en la música amará
a los hombres que reúnen estas cualidades en todo lo posible,
y no habrá de amarlos si advierte en ellos algo discordante.
- Convengo en ello -replicó- si su efecto proviene del
alma, pero si ese defecto no existe sino en el cuerpo, no por
ello dejará de amarlos.
- Te comprendo -dije-. Hablas así porque amas o has amado
a personas de esa condición, y no te lo reprocho. Pero
dime: ¿puede haber algo en común entre la templanza
y el placer excesivo?
- ¿Cómo podría haberlo -contestó-
si el placer excesivo tumba menos al alma que el dolor?,
- ¿Y se lo encuentra unido a la virtud en general?
- No.
- ¿Y al desenfreno y la incontinencia?
- Más que a ninguna otra cosa.
- ¿Y puedes citar un placer más grande y más
vivo que el placer del amor sensual?
- No -respondió-, y no hay otro más violento.
- Pero el amor verdadero ¿no es, por lo contrario, un
amor sensato y armónico del orden y de la belleza?
- En efecto -dijo.
- Por lo tanto, ¿podemos dejar que este amor verdadero
se mezcle con la locura o con la incontinencia?
- No.
- ¿Y no deberá ser ajeno a este amor el placer
sensual? ¿Debemos dejar que se mezcle en las relaciones
del amante y del joven que sienten uno por otro un amor verdadero?
- ¡No, por Zeus! -dijo-. No debemos dejar, Sócrates,
que el placer sensual se mezcle con el amor verdadero.
- Por consiguiente, en la ciudad que estamos organizando, deberás
ordenar por ley que el amante pueda convivir con el joven a quien
ama, besarlo y acariciarlo como si fuera su hijo, llevado por
un noble fin, siempre que haya conquistado su corazón,
y que sus relaciones no hagan suponer que habrá llegado
a extremos mayores que éstos. De otra manera habrá
de incurrir en el reproche de ser un hombre sin educación
ni delicadeza.
- Así debe ser -dijo.
- Pues bien -añadí-, ¿no te parece que podemos
poner término a nuestra discusión sobre la música?
Por lo menos acaba donde debe acabar, pues la música ha
de tener por objeto el amor a la belleza.
- Estoy de acuerdo contigo -dijo.
La Actividad Musical en los Pueblos Prerromanos
En la época prerromana Cantabria estaba poblada por
un grupo de tribus a las que se les dio el nombre genérico
de Cántabros. Es sabido que, junto a otros pueblos del
norte de la península, adoptaron una postura de resistencia
ante la expansión del Imperio Romano. De sus costumbres,
su lengua y sus orígenes se sabe muy poco. Los cántabros
eran un pueblo más atrasado que otros que habitaban en
la península, aunque de similares características
culturales a sus vecinos astures y vascones. Su estructura social
era de carácter tribal y dominada por el matriarcado.
Poco se sabe de su música. La única fuente escrita
nos viene del geógrafo Estrabón. Vivió aproximadamente
entre el año 63 a.C. y el 19 a.C. Parece ser que Estrabón
utilizó los Archivos del Estado de Roma para elaborar
su obra. Dedica un espacio considerable a los cántabros,
describiendo su situación geográfica, las guerras
con Roma y sus costumbres. Las referencias musicales de la vida
de los cántabros en la obra de Estrabón nos indican
que utilizaban aerófonos de distintas clases. La práctica
musical estaba ligada a las celebraciones festivas de carácter
tribal. La música estaba ligada a ritos religiosos y a
la danza; tenía un carácter funcional, purificador
y mágico, cosa muy frecuente en muchas de las culturas
de la época. Por último, Estrabón señala
que los cántabros, cuando eran sacrificados morían
entonando himnos de victoria en un gesto loco de heroísmo.
Estos serían sin duda, cantos épicos, transmitidos
por la tradición oral y muy similar a los de otros pueblos
de la península como los lusitanos y celtíberos.
En la actualidad, Fernando Gomarín Guirado da noticias
de un hallazgo arqueológico en el yacimiento de Celada
Marlantes que identifica con un idiófono muy simple: el
instrumento construido en material óseo, sería
muy similar a una ocarina.
La Música durante el Periodo Románico
Durante el románico predomina el canto gregoriano, caracterizado
por cantinelas litúrgicas de diverso tipo de origen paleocristiano.
Estas cantinelas fueron reformadas por San Gregorio a finales
del siglo VI extendiéndose por toda la cristiandad occidental
y llegando a España en el último tercio del siglo
XI.
Es importante en la evolución de la música de esta
época la aparición de Guido de Arezzo, el "padre
de la música", en la primera mitad del siglo XI;
él fue quien dio nombre a las seis primeras notas musicales,
inspiradas en las sílabas iniciales de unos versos dedicados
a San Juan; ideó el pentagrama que en un principio era
tetragrama, sólo constaba de cuatro líneas.
En esta etapa se inicia la polifonía y comienza también
a desarrollarse la música de juglares y trovadores.
La palabra liturgia deriva del griego leitos o latos (público)
y ergon (trabajo, función). Para los cristianos griegos
era sinónimo de misa, el más importante de los
oficios celebrados en público, mientras que entre los
romanos abarcaba todos los actos del culto: misa, oficios, sacramentos,
etc., y todo el ceremonial, desde los cantos a las oraciones
rezadas y a los colores de los ornamentos, los cuales variaban
según los días y las funciones. También
se ha definido la liturgia como "la fórmula de nuestras
relaciones con Dios". Con ello constituyó la iglesia
un reglamento de aquellos actos con los que manifiesta cada creyente
su fervor. Junto a la íntima plegaria de cada fiel, el
coro representa la solidaridad de los espíritus y la fusión
de sus aspiraciones universales. La entonación musical
es algo así como unas alas añadidas a la palabra
para expresar el sentimiento y elevar el alma. Por lo tanto,
lirismo. En este aspecto el arte musical de la oración
entra plenamente en la historia de la música.
En esta primera época se distinguen varios focos:
- La música en la iglesia bizantina
- La música en la iglesia romana (El Canto Gregoriano)
- El drama litúrgico
- El arte profano
- Orígenes de la polifonía. Hasta el siglo XIII
- El siglo XIV. Ars Nova
- Principales Autores
Durante la Iglesia Bizantina
A la exposición bastante amplia de la musicalidad católica,
debe preceder un resumen de lo que hasta ahora es ya seguro en
la relación con las formas musicales bizantinas. De Oriente
vino el formulario y se adaptó con transformaciones en
la Europa occidental.
La musicalidad bizantina es una reciente y magnífica adquisición
de la musicología, porque además de descubrir un
mundo desconocido, ilumina los orígenes de la musicalidad
occidental. El cristianismo encontró en la mentalidad
bizantina elementos propicios para arraigar y florecer.
Debe tenerse en cuenta que si en nuestros días es dificilísimo
ejecutar coralmente los cantos bizantinos, probablemente tampoco
esto sería fácil en la época en la que nacieron
y se propagaron esos cantos.
Las bibliotecas de diversos países europeos conservan
numerosos códices bizantinos. En la refinadísima
educación y cultura de todo bizantino, la música
figuraba entre las ciencias del cuadrivio, con la aritmética,
la geometría y la astronomía.
Según parece, hacia el siglo IV, un coro infantil participaba
en las fiestas litúrgicas en Jerusalén. El texto
procedía de los libros sagrados, especialmente del Salterio.
Ya entonces el coro solía intercalar un versículo
de libre intención entre cada dos versos del salmo. Por
tanto la intercalación denominada troparion, antecedió
en muchos siglos a la invención del tropo, atribuida a
Tutilo.
Es cierto que la iglesia cristiana recogió de la Sinagoga
el patrimonio bíblico y continuó utilizándolo;
concedió preferencia al salterio, como un cancionero espiritual
que daba fortaleza y consuelo y afirmaba la fe teocrática,
en oposición a la idolatría.
Las formas del culto y la predicación del Evangelio pasaron
desde Jerusalén a las ciudades donde sucesivamente se
fundaron comunidades cristianas. El Evangelio y las Epístolas
se tradujeron al griego. Al mismo tiempo las melopeas de procedencia
hebraica, sufrieron influencias análogas. El origen de
la entonación de las plegarias en las iglesias orientales
o sea, en los primitivos cantos cristianos, deberá buscarse,
ante todo, en las melopeas de Israel y además, en las
influencias helénicas y orientales.
Los cantos cristianos procedieron con evolución apenas
perceptible, de las salmodias sinagogales, por recoger en ellas
el ámbito vocal, la acentuación, el estilo recitativo,
las fórmulas cadenciales, el gusto melismático
y el empleo de las aclamaciones (por ejemplo, Hosanna, Alleluja,
Adonai, Kyrie, Amén) a la vez que repudiaron el acompañamiento
musical.
Al distinguirse en el siglo IV la liturgia cristiana oriental
de la occidental, también se distinguió la de la
música de ambas iglesias.
Los nuevos cantos tuvieron muchísimo éxito. Todas
las iglesias de Alejandría resonaban con ellos en el siglo
V. No faltan nombres de poetas-músicos, ni otros testimonios
posteriores al siglo IV. Se recuerda muy especialmente al sirio
San Romano, que vivió entre los siglos V y Vl, entre los
himnógrafos del siglo Vl figuraron también el emperador
Justiniano y San Simeón.
San Juan Damasceno defensor de la ortodoxia, teólogo,
poeta místico y músico, fallecido hacia mediados
del 700, fue muy alabado por sus cánones métricos,
de los que se conservan los de Navidad, Epifanía y Pentecostés.
También conservamos su octoichos, antología de
himnos ordenados en ocho grupos, los cuales guardan relación
con los ocho modos, siendo utilísima por lo tanto, en
la práctica y en la teoría.
Se registra una corriente poética y musical procedente
de Sicilia, conquistada por los bizantinos en el siglo Vl y quedando
especialmente vinculada a la iglesia oriental tras su adhesión
oficial al rito de Oriente en 732.
Dos sucesos habían contribuido a imponer el sello oriental
sobre la poesía y la música sicilianas: uno, la
emigración a la isla de religiosos sirios, egipcios y
palestinenses que huían ante la invasión árabe;
otro, la emigración de monjes que se refugiaron allí
durante la época de los iconoclastas.
Sicilia recuerda muchas melodías de los siglos en los
que se presenta más oscura la historia musical de Bizancio.
En el siglo X sin embargo, decae la sustancia poética
y musical.
Durante la Iglesia Romana
La Iglesia católica ha prescrito un oficio especial para
cada día del año litúrgico. Este año
no concuerda con el solar. Dividido en cuatro períodos
corresponde cada uno en cierto modo a una estación del
año. El primero, otoñal va desde la primera dominica
de Adviento, a la quinta dominica después de la Epifanía;
el segundo desde la Septuagésima a la Pascua; el tercero
desde la Pascua a la tiesa de la Santísima Trinidad y
el cuarto desde la Trinidad al Adviento. Para cada día
del año se prescribe la elocución de textos literarios
y musicales que celebren o recuerden algún acontecimiento
de los períodos mencionados y también la fiesta
de un apóstol, Santo, mártir, etc... En el primer
caso el oficio se llama Proprium de tempere; en el segundo, Propium
o Commune de Sanctis. Cuando se ha de celebrar un santo u otra
festividad para la cual no hubiese textos propios, la letra y
la música se sacan de la parte del repertorio Commune
Sanctorum, precisamente porque sirve para diversas festividades.
El Oficio de cada día abarca diez momentos, los cuales
se cuentan desde de la noche a la tarde siguiente y se suceden
en el siguiente orden: maitines (por la noche), laudes (después
de los maitines), prima (en el alba), tercia (aproximadamente
a las nueve de la mañana), sexta (al mediodía),
nona (a las tres de la tarde), vísperas y completas (al
atardecer). Maitines, laudes y vísperas se denominan horas
mayores; las restantes se llaman horas menores. Todas esas horas
recuerdan aquéllas establecidas por lo hebreos para las
oraciones públicas y que se consagraron en los Hechos
de los Apóstoles. La misa es la parte principal de la
liturgia y generalmente se intercala entre la hora tercia y la
sexta.
Los cantos de la iglesia cristiana de Occidente se denominan
gregorianos, en sentido amplio, debido al pontífice que,
por primera vez entre los siglos Vl y VIl, coleccionó
las preces cantadas que habían nacido y venían
siendo transmitidas hasta entonces.
A partir del siglo Xll o XIII, el canto gregoriano se llamó
cantas planus, canto llano, es decir no sujeto a compás,
y se le distinguía del canto figurado, música mensurada,
cuyos sonidos tenían variada duración.
Debe recordarse que en la iglesia latina se afirmaron tres liturgias
y con ello, tres gustos musicales diferentes del romano, correspondiendo
respectivamente a la música milanesa o ambrosiana, la
galicana y la española, que se denominó mozárabe
o visigodomozárabe.
El canto ambrosiano, circunscrito en la Lombardía, se
conservó durante el medievo sin perceptibles alteraciones;
el romano se transformó con la expansión y actividad
de la Schola Cantorum, instituida por Gregorio Magno. El canto
y la liturgia galicanos florecieron y se practicaron hasta los
tiempos carolingios.
Sobre el canto visigodo mozárabe, es necesario tener presente
que España fue una colonia romana en los primeros siglos
del cristianismo. Este hecho, podría demostrarnos a priori,
que así como la música profana en España
quedó influida por la Roma pagana, así también
la música religiosa de su iglesia fue un recuerdo más
o menos fiel de la Roma cristiana.
Si observamos el desarrollo de la vida eclesiástica y
una vida litúrgica floreciente en España durante
los siglos IV y V, podemos admitir también que la iglesia
española hubiera tenido ya una liturgia y una música
espléndidas hacia el año 400.
Para poder señalar el caso musical hispánico con
conocimiento de causa, hemos de remontarnos a los siglos Vl y
VIl. Dado que antes del siglo Vl no encontramos una unidad eclesiástica
en España, tampoco encontramos una unidad litúrgico
musical.
Desde la conversión de Recaredo al catolicismo en el 587,
y principalmente desde el Concilio del 589, fue la iglesia de
Toledo el centro de la vida musical de la España visigoda.
A partir del Concilio IV de Toledo en el 633, todas las provincias
eclesiásticas de la península sacrificaron su liturgia
y su canto particular en pro de la liturgia y de la música
nacional.
Durante los años 550 al 660 se destacaron especialmente
tres centros musicales en España. Por una parte la escuela
de Sevilla, fundada por San Leandro, fallecido en el 599, compositor
de melodías eclesiásticas muy suaves, y San Isidoro,
fallecido en el 636 que fue el tratadista musical enciclopédico
de su época.
La iglesia de Africa fue una de las primeras iglesias latinas
que practicó una notación musical y sus vestigios
se encuentran ya a principios del siglo V. Pues bien Sevilla
cultivó un intercambio artístico y cultural con
la iglesia africana desde muy antiguo, y por este contacto, y
gracias a su obispo Isidoro, pasó pronto a ser una de
las iglesias más renombradas de Europa.
En la escuela de Toledo, floreció San Eugenio, godo de
nacimiento, Obispo de dicha ciudad. De él sabemos que
reformó los cantos eclesiásticos corrompidos y
viciados por el tiempo y enriqueció el repertorio litúrgico
musical de la iglesia visigoda. Figuró San Eugenio como
autor de ciertos cantos profanos, los más antiguos de
su género que se conocen en Europa.
Zaragoza fue asimismo otro centro irradiador de cultura musical.
El fundador de esta escuela fue Juan, abad de Santa Engracia
y después obispo de aquella diócesis. Su hermano
y sucesor, San Braulio fue también muy erudito en la ciencia
musical y educador de San Eugenio de Toledo. En la Provincia
Eclesiástica tarraconense, de la cual formaba parte la
iglesia de Zaragoza, hubo otras personalidades eminentes; basta
recordar los nombres de los obispos Protasio de Tarragona, Quirico
de Barcelona, Juan Biclara de Gerona, artistas, poetas y hombres
ilustres de la España del siglo VIl.
Con la fundación del reino visigodo católico, España
y especialmente Toledo, alcanzan pronto una preponderancia indiscutible
en todos los asuntos eclesiásticos del occidente latino.
No tenemos informes tan explícitos sobre la música
sagrada en España durante la época mozárabe
(711-1085); más con todo, a falta de noticias históricas,
podemos presentar la serie de códices musicales copiados
por los cantores y músicos mozárabes de Toledo,
San Millán de la Cogolla en la Rioja, Santo Domingo de
Silos en Burgos y de San Juan de la Peña en Aragón,
y sobre todo el Antifonario de la Catedral de León.
El canto de los himnos se granjeó pronto el fervor popular
también en la iglesia latina. Después de haber
penetrado el canto himnódico en Milán por obra
de San Ambrosio, fue San Benito el impulsor definitivo de su
práctica en Europa, desde el siglo Vl, al ordenar en su
Regla el canto de los himnos para cada una de las horas canónigas
del oficio. Gregorio Magno nació en Roma antes del año
540. Convencido defensor de la liturgia emprendió la organización
sistemática de la música eclesiástica; imprimió
nuevo vigor a las relajadas instituciones y acogió las
normas fijadas por Justiniano para la iglesia de Santa Sofía
en Constantinopla. Instituyó la Schola Cantorum y redactó
el Antiphonarium, siendo éstas sus principales iniciativas
para la propaganda musical de la iglesia.
La propagación europea de los cantos cristianos en los
siglos posteriores al VII no se efectuó tan solo por los
cantores de la escuela romana, si no también por los monjes
benedictinos, por los fratres hellenici y por los primeros soberanos
carolingios. En efecto, Pipino impuso en sus dominios el uso
del canto romano. De ahí que se fundara durante su reinado
la famosa escuela de canto de Metz. También recibió
análogo impulso por parte de Carlo Magno cuya preocupación
cultural fomentó una tendencia durable en el campo de
los estudios musicales. El apoyó la tradición romana
de los cantos litúrgicos, fomentó el estudio del
canto en las escuelas inferiores y la enseñanza musical
como disciplina del quadrivium, en las superiores. La academia
cortesana que alrededor de Carlo Magno reunió en Aquisgrán
doctores y escritores longobardos, francos, anglosajones, irlandeses
y escoceses, fue presidida por el anglosajón Alcuino (hacia
730-804). Alcuino está reputado como el mayor erudito
de su tiempo. Finalmente el emperador proporcionó códices
neumáticos a las catedrales de numerosas ciudades alemanas.
El impulso carolingio dado a los estudios musicales prosiguió
tras la muerte de Carlos y durante la decadencia del imperio,
no sólo en las escuelas imperiales, sino en numerosos
monasterios entre los que sobresalió el de Saint-Gall.
Hubo dos formas musicales vinculadas a los nombres de Notker
y de Zutilo: las secuencias y el tropo. Ambas enriquecieron el
canto litúrgico y abrieron nuevos caminos a la música
medieval, tanto profana como religiosa. Famoso autor de secuencias
fue Adam de Saint-Víctor.
El tropo literariamente hablando no es otra cosa que un comentario
a un texto litúrgico. Tales tropos o comentarios precedían
al texto litúrgico que parafraseaban, o bien se intercalaban
dentro, o bien se añadían al fin. Algunos tropos
pertenecían al Ordinarium de la Misa, otros se relacionaban
con el propium de la Misa.
Por el mismo procedimiento evolutivo, desde el siglo X, algunos
oficios adoptaron forma rítmica. Sobre la sustitución
de la prosa por el verso en los oficios, después del siglo
X, influyó mucho la frecuencia con que se encontraban
nuevos cantos para celebrar a Santos y Patronos.
Gran parte de tales oficios quedaron excluidos de la liturgia,
pues era contrario a los mismos el Concilio de Trento. Por lo
demás, los himnos prevalecieron sobre los oficios rimados.
El Drama Litúrgico
Este punto de la evolución experimentada por la música
medieval, ofrece los primeros textos y las primeras noticias
del texto religioso, es decir, de composiciones literarias y
musicales basadas en argumentos, e inspiración religiosa,
que se desarrollaron primero al servicio de la liturgia, y después
alcanzaron una creciente independencia.
El teatro nacía ahora de la práctica y de la emoción
religiosa. Su ambiente y su fermento fueron el Cristianismo y
el Catolicismo.
Cuando aparecieron los primeros ensayos (o lo que en el actual
estado de conocimientos parecen ser los primeros) de un arte
teatral tal como nosotros lo entendemos, hacía muchos
siglos que estaban presentes y más o menos desarrollados
en la liturgia los cuatro elementos del teatro: el literario,
el musical, el mímico y el escénico. En efecto,
la más antigua liturgia muestra estos elementos mediante
la forma dialogada de los responsorios, las canciones correspondientes,
la ceremonia simbólica y los aparatos alusivos. La historia
del arte musical no puede precisar aún, y tal vez no lo
consiga nunca, de qué modo evolucionaron durante el primer
milenio aquellos elementos, virtualmente artísticos de
la liturgia, preparando así el camino para que en los
primeros siglos del segundo milenio resultasen más o menos
destacados o ligados a la liturgia, ya como dominadores ya como
siervos de la misma.
En la evolución histórica del teatro religioso
Cohen establece las siguientes etapas:
1ª.- El drama litúrgico representado junto al altar
o en la nave, en catedrales o monasterios, por sacerdotes o monjes,
durante los diversos oficios, en los siglos X, Xl y primera mitad
del Xll, con algunas intercalaciones francesas en el texto latino.
2ª.- El drama semilitúrgico, de los siglos Xll y
XIII, predominantemente en lengua francesa, representado por
sacerdotes o monjes, por sus monaguillos y por seglares, en el
templo, en el sagrario o en los monasterios.
3ª.- Misterios producidos desde el siglo XIV, representados
pro seglares en calles, plazas o circos y hostilizados rudamente
por la iglesia. A los fieles compungidos y conmovidos, sucedieron
los espectadores deseosos de divertirse más que en meditar.
Esta diversión tripartita muestra exactamente la evolución
del teatro en Francia, Alemania y España, pero no refleja
el curso de los acontecimientos en suelo italiano. Aquí
al verdadero oficio litúrgico le sucedieron dos formas
escénicas contemporáneas y elementales: la una
es el drama litúrgico, directamente derivado del oficio
en latín, como en Francia; la otra es la laude o loa,
divulgada en idioma vulgar, originariamente italiana, constituida
por discursos directos que se desarrollan en la laude colectiva
y provista solícitamente de personajes, escenas y, en
ciertos casos, quizá de música, pues no podían
faltar las cantinelas litúrgicas, ni otras nuevas formas
introducidas para acrecentar la emoción y el arte de la
plegaria.
Constituyó un gran acontecimiento en la historia musical
de la lauda el movimiento espiritual de los flagelantes, iniciado
entre 1259 y 1260. La cruenta flagelación pública
poseía cantos que excitaban al mayor fervor, auguraban
el final de los laudos, la tregua de las armas y la paz cristiana.
En España el caso de las Cantigas de Alfonso X el Sabio
presenta un problema de máxima importancia para la cultura
musical española. Aunque España no tuviera otro
movimiento musical, bastaría éste para colocarla
entre las naciones musicalmente más privilegiadas de la
Europa medieval. Ahora bien, el refinamiento artístico
- musical de la corte alfonsina no podía improvisarse;
aquella floración lírico-musical presupone unos
antecedentes cuya existencia había pasado hasta ahora
casi inadvertida.
A medida que va investigándose este punto, resulta más
obvio que la lírica cortesana tuvo asimismo una floración
portentosa en la España de los siglos Xll y principios
del XlIl. Tales precedentes no debemos buscarlos en el pueblo
ni en las iglesias, sino en el ambiente literario musical de
las casas señoriales existentes en aquella época.
El Arte Profano
En una historia del arte musical parece indispensable hacer referencia
a la música profana del primer milenio. Pero este deber
se cumple sin convencimiento, porque ¿dónde está
la correspondiente música?, no existe. Únicamente
subsiste algo correspondiente a los últimos siglos. Existe
un tema no aclarado por completo, y que, a pesar de todo, debe
citarse por su importancia en la estética: el del "canto
oscuro". Es una locución y pensamiento predilectos
de Cicerón y los discutió Quintiliano apasionadamente.
Cicerón y Quintiliano distinguían netamente el
canto melódico, introduciendo alusivamente en el discurso,
de aquel otro cuya base podemos hallar en la naturaleza misma
del lenguaje acentuado. Los acentos, por una parte y por otra
la cantidad, constituyeron, tanto en el latín como en
el griego, la armazón rítmica y melódica
del canto. A este subestrato musical - dice Machabey- nuestros
autores lo denominan cantas, pero considerándolo como
un canto no tan evidente, ni tan sensible, ni tan claro como
aquel que consiste un cantar, poco más o menos, lo que
se recita; y éste es un exceso de la declamación,
detestado por los grandes oradores y frecuentemente señalado
por los clásicos.
Machabey juzga evidente que la percepción en el canto
oscuro y de ritmo oratorio influyó en la sensibilidad
musical de aquella época, o mejor dicho, que se derivó
de esta sensibilidad. Las lecciones de elocuencia prodigan las
alusiones a la música, y ésta parece estar presente
sin cesar en el espíritu de los maestros. Al tratar de
los números, del ritmo y de la melodio, Quintiliano considera
en especial al orador cuyo arte requiere los mismos procedimientos
que la música.
Para Cicerón, el discurso permaneció vinculado
con la música hasta que los músicos fueron también
poetas. Cicerón preguntaba ¿cabe oír una
canción más agradable que un discurso bien equilibrado?
Hacia fines de siglo, Tácito criticó violentamente
la exagerada tendencia de los oradores a transformar sus discursos
en una especie de obra teatral "que se cantaba y bailaba".
El mismo Quintiliano y numerosos escritores confirman que la
musicomanía estaba extendida en Roma y en otras partes
durante los primeros siglos. En todos los banquetes resonaban
cantos a menudo obscenos, no sólo se ata esa música,
excesiva y licenciosa en los convites, sino también en
el teatro.
El pueblo poseía su propio repertorio, que de haberse
conservado, ilustraría sobre el principio de la canción
popular en el occidente latino. El pueblo y los soldados se burlaron
ásperamente de algunos emperadores. Surgieron canciones
contra Nerón. Este, a su vez, compuso versos satíricos
contra Galba. Desgraciadamente se ha perdido aquel repertorio,
que se transmitía oralmente por Roma y por todas las partes
del Imperio.
Si examinamos el estado social en los músicos y la musicomanía
de los romanos, deduciremos de los escritores antiguos que los
patricios protegían a los artistas talentosos; que las
asociaciones de los músicos habían obtenido un
estado legal y un puesto legítimo en la organización
social; que los histriones - cantores, instrumentistas, bailarines
y mimos gozaban ampliamente del favor del público.
La teoría acústica no interesó a Quintiliano
ni a los contemporááneos suyos. Los principios
musicales se examinaban sobre todo desde el punto de vista rítmico,
idéntico fundamentalmente en el discurso oratorio, poesía,
canto, danza y música instrumental.
No subsiste documento alguno de las músicas de inspiración
profanas nacidas antes del siglo IX.
La noticia de que en la Schola cantorum lateranense se escribieron
cantos para las fiestas en las calendas de enero, ayuda teóricamente
a conocer la historia de los orígenes literarios y musicales.
Como esta Schola lateranense y también las de Saint Gall,
Reichenan y Falda, solían celebrar ceremonias jocosas
y burlescas, mezclando lo sagrado con lo profano, de aquí
se deduce que la parte musical de los himnos se ponía
al servicio de tales regocijos.
Detestada por la iglesia la música profana, no encontró
quien la recogiese y la transmitiera.
Abundan las noticias referentes a las costumbres y la actividad
juglaresca, más no así de las músicas que
los juglares cantaban o tañían, cuyo carácter
osciló probablemente entre lo religioso y lo profano.
Herederos y continuadores de los mimos y de los histriones romanos,
hasta el siglo Xll solazaban al público como bailarines,
instrumentistas, charlatanes, saltimbanquis y además cantaban
y declamaban; más tarde, fueron especialmente cantores
de gesta y de aventuras.
Con los trovadores se inicia la historia documentada de la música
profana. Produce grata y gran sorpresa la aparición de
una canción en lengua romance, ya bien organizada, varia
y rica de sensibilidad.
Se denominan trovadores los poetas de la Francia meridional,
que aproximadamente entre los años 1059 y 1200 escribieron
canciones en lengua provenzal (lengua de oc, lemosin), puestas
destinadas al canto.
Por el contrario, se llaman trouveres (troveros) a los poetas
de la Francia septentrional, que entre 1145 y 1300 aproximadamente,
escribieron canciones en idioma francés e igualmente las
cantaron. Trovador y troveor indican el truve, o sea, el que
inventa las notas, los motz, provenzal, los song, lo más
francés.
Ahora ya se conoce bien esa lírica provenzal cortesana,
áulica y caballeresca. La poesía culta, que celebraba
a la mujer y al amor, se difundió desde Provenza y se
renovó durante los siglos Xll y XIII en Inglaterra, España
(Cataluña y Castilla), en Portugal y en Sicilia; despertó
ecos en los minnensanger alemanes, y seguía palpitando
en el arte grandioso de Petrarca. Por el contrario, la poesía
épica quedó oscurecida en las regiones meridionales.
Hoy se acepta la hipótesis de que se mantuvo sin interrupción
la cultura clásica medieval, gracias a la cual el latín
desembocó en las lenguas romances. Desde el punto de vista
histórico musical puede admitirse que la musicalidad de
los trovadores representa el último límite de la
melopea latina y el primer signo de la latinidad monódica,
o sea, que se deriva de la música profana medieval, de
la secuencia y del tropo más recientes y del canto popular
conservado en el folklore tradicional de los pueblos. Entre los
poetas provenzales hay que destacar a Adam de la Halle.
En Alemania los cantos transmitidos de los siglos Xll y XIII
tuvieron sin duda varias fuentes musicales: la música
gregoriana en sentido lato, incluyendo las múltiples formas
litúrgicas y extralitúrgicas medievales, el Volkslled
(canción popular) y las canciones de trovadores y troveros
que acabamos de ilustrar. Esta variada y abundante confluencia
desembocó en la tendencia artística del Minnesang.
En los Minnesang no entraban solamente los cantos amorosos, sino
también los cantos didascálicos, sentenciosos,
polistilos, moralizantes, y, por otra parte, los cantos amenos
festivos y danzarios.
Aludiendo a la terminología minne no significó
precisamente amor, sino más bien recuerdo amoroso, pensamiento
amoroso, casi simbólicamente. Eran Minnesinger los cantores
de tal amor.
En cuanto al liad, liet y luego lied significaron canción,
bajo el doble aspecto literario y musical. Así también
durante la época de los Minnesinger el vocablo lied, en
singular, indicaba una composición de una sola estrofa
y su plural lieder designaba una composición constituida
por varias estrofas. El lied era una poesía destinada
al canto y no a la lectura.
Una de las obras más conocidas de esta época es
la colección de poesías Carmina Burana.
Al extinguirse el Minnesang, originó en parte el Meistersang
y en parte el Volkslled (canción popular).
El más antiguo y completo Volkslled que se conoce hoy,
pertenece al Epos de los Nibelungos.
Los magistri, Meistensigner, establecieron una rigurosa retórica
de los lieder en las tabulaturas. Los textos se inspiraban en
la Biblia, en las oraciones cristianas y también en ciertas
obras literarias. Los Meistersinger florecieron desde el siglo
XIV al XVI. Numerosos corales ulteriores del culto luterano se
derivaron de las melodías de los Meistersinger y tomaron
vigor.
Los Trovadores
Durante los siglos XII y XIII, floreció, en las tierras
que bajo el Imperio Romano se denominaron Aquitania y Galia Narbonense
(es decir, la zona sur de Francia, parte del norte de Italia
y del norte de España) una poesía lírica
cuya influencia, en la literatura occidental, sería decisiva.
Me refiero a la poesía de los trovadores.
El aporte de esta nueva poesía a las jóvenes literaturas
románicas no se limitó a una renovación
temática (la jerarquización del tema del amor como
centro de la creación poética). En realidad, la
poesía trovadoresca implicó un replanteo del papel
del poeta así como una indagación de los procedimientos
compositivos, en particular, una preocupación por los
aspectos formales de la poesía.
La Métrica
Las composiciones de los trovadores revelan una intensa inquietud
por los aspectos formales de la poesía así como
un deseo de explorar los recursos y posibilidades de la métrica.
La construcción de los versos, rimas y estrofas dan cuenta
de una elaboración de gran complejidad.
A esta tendencia estética corresponde también,
en el plano teórico, la intención de sistematizar
las búsquedas formales. De aquí que la poesía
provenzal posea un extenso vocabulario técnico original,
así como diversos tratados de poética en los que
se ordena la preceptiva de la época. Uno de ellos, Las
Leys d'amors, define y ejemplifica nada menos que treinta y nueve
especies de rimas y setenta y dos tipos de estrofas.
Pero los siguientes datos, aportados por Henri Davenson en su
libro Les Troubadours, resultan aún más apabullantes:
"un filólogo alemán había relevado
ochocientos diecisiete tipos de estrofas utilizadas por los trovadores;
uno de sus sucesores, de origen húngaro, catalogó
(si he contado bien) muy exactamente mil y una fórmulas
de rimas y mil cuatrocientas cuarenta y dos fórmulas silábicas,
variedad extraordinaria si se piensa que no poseemos más
que un total de dos mil setecientas piezas líricas de
esos mismos poetas."
La métrica de los poemas de trovadores está basada
en el número de sílabas del verso y en la rima.
En esto coincide con la restante poesía románica
que difiere de la versificación latina.
La manera de contar los versos presenta cierta diferencia, como
señala Martín de Riquer en la "Introducción"
de su importante antología La lírica de los trovadores.
Explica Riquer que: "el cómputo de las sílabas
se hace de acuerdo con el número de la última sílaba
tónica, en oposición al uso italiano y castellano
que cuenta una sílaba más tras la última
acentuada."
La rima es casi siempre consonante (coinciden, a partir de la
última sílaba tónica del verso, vocales
y consonantes). La rima asonante (en la que coinciden, a partir
de la última sílaba tónica del verso, solo
las vocales) es muy poco frecuente y recibe el nombre de sonansa
borda. Según la acentuación de la última
palabra de cada verso, la rima se clasifica como masculina (si
recae en palabra aguda) o femenina (si recae en palabra grave).
En cuanto a las estrofas, llamadas coblas, cuya gran variedad
hemos apuntado, nos limitaremos a señalar algunos ejemplos
de los tipos empleados.
Una cobla podía ser:
cafinida: cuando la palabra final del verso es retomada en el
inicio del verso siguiente.
capdenal: si todos los versos comienzan con la misma palabra.
recordativa: cuando la misma palabra se repite al inicio y fin
de cada estrofa.
retronchada: si una misma palabra o verso reaparece de estrofa
en estrofa en la misma posición.
Como se puede apreciar, esta clasificación de coblas
depende de la reiteración, en ciertas posiciones, de palabras
o versos.
Pero las coblas también se clasifican de acuerdo con la
disposición de las rimas y la medida de los versos. Así,
hay coblas:
unisonans: mantienen el mismo juego de rimas y versos de igual
medida a lo largo de toda la composición.
singulares: aquellas cuyas rimas cambian en cada estrofa.
doblas: las que presentan idénticas rimas cada dos estrofas.
Las composiciones de los trovadores suelen concluir con una cantidad
variable (en general, entre una y tres) de estrofas denominadas
tornadas. Estas estrofas poseen ciertas características
que las diferencian de las demás coblas. En general, el
número de versos es menor al de las demás estrofas
y, en cuanto a su contenido, el poeta suele incluir alguna consideración
final: dirigirse al juglar que interpretará su canción,
mencionar el nombre de algún protector o incluir el senhal
de su Dama (palabra o frase clave que la designaba en forma encubierta).
Esta intensa inquietud por explorar y sistematizar las posibilidades
métricas revela sin duda un replanteo de la posición
del poeta, que se afirma como el poseedor de las reglas de un
arte complejo, con plena conciencia y orgullo de su oficio.
Pero, además, está indisolublemente ligado a la
concepción de una poesía que se mueve en el doble
plano de las palabras y la melodía, en los términos
de la época, motz e son.
La Música de los Trovadores
El arte de los trovadores se desarrolla sobre esos dos planos
conjuntos:
palabras y melodías, motz e son. [...] Si de los dos elementos
uno
debiera primar sobre el otro, sería más bien la
música, puesto que se
nos dice, de tal o de cual, Geoffroy Rudel o Albert de Sisteron,
que sus
canciones fueron celebradas por la belleza de sus aires, aunque
sus
versos tuvieran poco valor.[...]
Hay que confesar ahora que si la música de los trovadores
no es para nosotros un libro totalmente sellado, es sí
un libro apenas entreabierto y que muy pocos entre los doctos
se puede jactar de saber descifrar. [...] Esas dificultades provienen
de la insuficiencia del
sistema de notación empleado: salvo rarísimas excepciones
(algunas ediciones de mano más recientes, por ejemplo,
en el cancionero W), nuestras melodías no fueron transcriptas
en la notación mesurada, susceptible de una interpretación
rítmica rigurosa que, elaborada en el curso del siglo
XIII, se volver de uso general a fines de la Edad Media. Los
manuscritos de los trovadores no utilizan normalmente más
que las "notas cuadradas", las mismas que sirven para
el canto gregoriano (y sabemos bien que la restauración
de éste plantea también muchos problemas): pese
a que indican con bastante precisión la altura de los
sonidos, esos neumas nos dejan en la más completa incertidumbre
en lo que concierne a las duraciones. [...]
El punto más delicado es la interpretación de las
"ligaduras", grupos de notas que se deben cantar sobre
la misma sílaba y dotados de cierta unidad.[...]
Melisma complejo, lento, sinuoso tal es el arte de los trovadores,
un arte refinado, sabio, elaborado, de una altanera insolencia.
Su música es la que se podía suponer, conociendo
sus versos, entre los maestros del trobar clus.
Henri Davenson, Les troubadours.
Los Subgéneros de la Poesía
de Trovadores
Las preceptivas provenzales no se limitan a la descripción
de normas de versificación y combinaciones estróficas
sino que caracterizan también subgéneros, incluyendo
explicaciones acerca de la temática y las formas métricas
de cada uno de ellos. A continuación, daremos algunas
referencias de los subgéneros más importantes.
La cansó es el subgénero típico de la poesía
trovadoresca.
Su temática es el amor y, según Las Leys d'amors
tiene entre cinco y siete coblas. Una de las formas más
frecuentes en este tipo de poemas es el monólogo de la
mal casada que expresa su desprecio hacia su marido y acoge,
más o menos favorablemente, las proposiciones galantes
de un caballero. La descripción estilizada y bastante
convencional de los encantos de la naturaleza (renacimiento de
la primavera, canto de los pájaros, etc.) suele acompañar
a estas composiciones.
El alba es una composición cuyo centro temático
es el fastidio o la tristeza que ocasiona a los amantes separarse
al amanecer tras haber pasado la noche juntos. Estos poemas tienen
a veces un desarrollo casi dramático y ponen "en
escena" siempre a los mismos personajes: los amantes y un
cómplice, en general amigo del caballero, quien actúa
como vigía (se lo llama gaita).
El vigía debe advertir a los enamorados de la llegada
del alba y montar guardia para evitar que los murmuradores maliciosos
(lausengiers) o el marido, llamado gelos (es decir, celoso) los
sorprendan. La acción de las albas es en general siempre
la misma: despertados por el vigía, los enamorados se
lamentan de la brevedad de la noche y maldicen el amanecer. Este
texto de Raimbaut de Vaqueyras permite ejemplificar el subgénero:
1. Vigila bien, vigía del castillo, cuando tengo para
mí hasta el alba el
objeto que es para mí el mejor y el más bello,
el día llega sin fallar.
Juego nuevo me arrebata el alba, el alba, sí, el alba!
2. Vigila, amigo, vela, grita, aúlla, yo soy rico, tengo
lo que más
deseo, pero soy enemigo del alba. La tristeza que nos causa el
día me
abate aun más que el alba, el alba, sí!, el alba!
3. Cuidáos, vigía de la torre, del celoso, vuestro
mal señor, más
fastidioso que el alba; acá abajo hablan nuestros corazones,
pero miedo
nos causa el alba, el alba, sí!, el alba!
4. Dama, adiós! No puedo quedarme más: a pesar
de mí debo partir;
cuánto me entristece el alba! Con qué pena la veo
alzarse! Burlarse de
nosotros quiere el alba, el alba, sí!, el alba!
La Pastorela es un poema en el que se describe el encuentro de
un caballero y una pastora. El caballero le pide su amor y su
petición origina un diálogo que se resuelve de
modos diversos. La joven puede acceder tras hacerse rogar o haber
obtenido la promesa de una retribución, puede rechazar
de mal modo los avances del galán, llamar a sus parientes
para que la socorran, etc. Los lectores de poesía española
reconocerán fácilmente los ecos de este subgénero
provenzal en las Serranillas del Marqués de Santillana
y los poemas de serranas que el Arcipreste de Hita incluye en
su Libro de Buen Amor.
Los siguientes fragmentos de una pastorela de Marcabru permiten
apreciar las características de este subgénero.
En primer lugar, se describen las circunstancias del encuentro:
1. El otro día, cerca de un seto, hallé a una
humilde pastora, repleta
de alegría y discreción. Era hija de villana: vestía
capa, saya y
pelliza, y camisa de terliz, zapatos y medias de lana.
Entablado el diálogo, el caballero hace su propuesta:
11. "Moza, toda criatura vuelve a su naturaleza. Vos y yo,
villana,
debemos formar una pareja, de escondidas, lejos de los pastos,
donde
estéis más segura para hacer la cosa dulce."
La respuesta de la moza da lugar a la respuesta del galán:
12. "Señor, sí; pero, como es justo, el necio
busca la necedad, el
cortés, la cortés aventura, y el villano, a la
villana. Dice la gente
vieja: allí el juicio hace falta, donde no se guarda la
mesura."
13. "Hermosa, no vi [nunca] otra de vuestro talle tan bellaca
como vos
ni de corazón tan traicionero."
14. "Señor, la lechuza os augura que mientras uno
se emboba ante las
apariencias, otro espera el provecho." (Trad. de Martín
de Riquer)
El sirventés, que se cantaba con la melodía de
alguna cansó ya existente, es una composición de
carácter político, de discurso moralizador o el
vehículo de ataques personales. Afirma Riquer: "El
nombre sirventés hace creer que la razón de este
tipo
de poesía estriba en el hecho de que era compuesta por
el servidor (sirvens) de un señor poderoso con el fin
de atacar a sus enemigos o de defenderle de las críticas
de que pudiera ser objeto por parte de éstos". Las
estrofas que siguen, tomadas de un sirventés de Bertran
de Born, muestran la virulencia que adquirían estas composiciones:
1. Ahora he tendido mi trabuco, con el que suelo disparar contra
los
malvados barones; y dispararé contra uno, falto de ánimo,
vacío de
honor, lleno de insolencia, maldiciente, burlador, chocarrero,
lleno de
engaño, vil en batalla.
2. Es malvado desde los pies hasta la coronilla, y flojo desde
la cabeza
hasta los talones; su consejo es miserable; su corte, de pobre
vitualla;
su conversación, pesada e irritante; sus regalos, pobres
y escasos; y
sus hechos van como fuego de paja. (Trad. de Martín de
Riquer)
Otro tipo de composición es el planh. Estos poemas consisten
en lamentos fúnebres, la mayoría en ocasión
de la muerte de algún gran personaje. Se conservan algunos
dedicados a la muerte de parientes o amigos del poeta y solo
tres consagrados a llorar el fallecimiento de la amada. Es frecuente
que el lamento esté acompañado por la mención
de las virtudes de la persona difunta.
Una estrofa de este planh, atribuido a Bertran de Born, en el
que se lamenta la muerte de Enrique, hijo del rey Enrique II
de Inglaterra, nos muestra el tono de este tipo de poemas:
3. Muerte destructora, llena de amargura, bien puedes envanecerte
de
haber robado al mundo el mejor caballero que hubo jamás
entre todas las
gentes, pues nada de lo que precisa para el [cabal] mérito
se echaba de
menos en el joven rey inglés. Mejor hubiera sido -si Dios
hubiese
escuchado [mis] palabras- que él viviera en vez de tantos
otros
fastidiosos que sólo causaron dolor y quebranto a los
nobles.
(Trad. de Martín de Riquer)
Otro subgénero importante de la poesía provenzal
es el debate, que consiste en un diálogo entablado entre
dos trovadores en el que se discute alguna cuestión. A
veces, un trovador escribe una composición acerca de un
tema determinado y es respondido por otro que emplea el mismo
esquema de estrofa, rimas y melodía. Pero el tipo más
extendido de debate es el que incluye preguntas y respuestas
en una misma composición: uno de los poetas compone las
estrofas pares y el otro las impares.
Los debates de este segundo tipo se subclasifican en tensó
y joc partit. La primera modalidad permite que cada contendiente
elija el punto de vista que desee defender. En la segunda, en
cambio, el trovador que inicia el debate plantea el problema
(que suele tener dos posibles alternativas de solución)
y ofrece al otro que elija el punto de vista que prefiera sustentar,
comprometiéndose a sostener la opinión contraria.
En estas composiciones tiende a prevalecer el juego de ingenio
y la sutileza del razonamiento, pero los problemas planteados
son artificiosos o insignificantes. Gran parte de ellos se refieren
a la casuística amorosa y cortés. Como ejemplo
de las cuestiones formuladas, podemos citar el tema de un debate
ente Jean Bretel y Adam Le Bossu: "¨Qué encuentran
los amantes leales más a menudo en el amor, el bien o
el mal?"
No obstante, también la preocupación por formular
una poética se manifestó en este subgénero,
como, por ej., en el debate que se conserva entre Raimbaut d'Aurenga
y Giraut de Bornelh acerca de las dos grandes modalidades estéticas
de la poesía provenzal: el trobar clus y el trobar leu.
Otros subgéneros de la poesía de trovadores son
las canciones de cruzadas, el devinahl o adivinanza, el gap o
fanfarronada (en que el poeta se jacta de hazañas a menudo
inverosímiles), los enuegs (en que el trovador enumera
las cosas que le molestan), los plazers (en que, por el contrario,
el poeta cita las cosas que le agradan).
* * *
Entre fines del siglo XII y comienzos del XIII, la particular
sociedad en que había madurado el arte refinado de los
trovadores fue escenario de uno de los hechos de mayor violencia
e intolerancia. La cruzada contra los albigenses, ordenada a
la vez por el rey de Francia y el Papa, ahogó en sangre
el esplendor de la Provenza. No obstante, el canto de los trovadores
había tenido la vitalidad suficiente para irradiarse mucho
más allá de las fronteras occitanas: desde la Renania
de los Minnes"nger, hasta la península ibérica
donde florece la escuela galaico-portuguesa y, muy especialmente,
en Italia. A través de la scuola siciliana y, más
tarde, los poetas del Dolce Stil Nuovo, sus ecos, transformados
y enriquecidos, llegarían a la lírica de Petrarca,
que renovaría a su vez la poesía renacentista europea.
El Canto Gregoriano
Llamamos canto gregoriano al repertorio musical constituido por
cantos que se usan en los oficios litúrgicos de la Iglesia
católica romana. La tradición litúrgica
de la Iglesia nos ha legado un conjunto de piezas vocales y monódicas
compuestas a partir de palabras latinas de los textos sagrados.
Por eso, el canto gregoriano ha recibido a menudo el nombre de
Biblia cantada. Intimamente relacionadas con la liturgia, las
melodías gregorianas tienen como finalidad ayudar al desarrollo
espiritual del hombre para comprender mejor y vivir más
intensamente el don de Dios y la coherencia incomparable de le
fe cristiana.
En los orígenes del canto gregoriano, se encuentra el
repertorio romano compuesto esencialmente durante los siglos
V y VI por la schola cantorum.
En la segunda parte del siglo VIII, el soberano del reino franco
decreta que se adopten las costumbres litúrgicas romanas
que él ha podido apreciar en la ciudad eterna.
El texto manuscrito de los cantos romanos fue tomado como texto
de referencia. En general, el canto romano y su arquitectura
modal fueron aceptados por los músicos galicanos, pero
éstos lo vistieron con una ornamentación completamente
diferente.
Este resultado híbrido de los cantos romanos y galicanos
es lo que llamamos hoy canto gregoriano.
Con el tiempo, se va disminuyendo el papel y la capacidad de
la memoria en la civilización europea, y este fenómeno
tiene consecuencias desastrosas para el canto, puesto que sin
tradición oral, la música hay que escribirla. La
decadencia es total a fines de la edad media: en esta época,
los manuscritos están llenos de "una pesada y fastidiosa
sucesión de notas cuadradas". El Renacimiento le
da el golpe final: las melodías son "corregidas"
por los musicólogos oficiales y las largas vocalizaciones
reducidas a unas cuantas notas.
En 1833, un joven sacerdote de Le Mans, Dom Prosper Guéranger,
se decide a restaurar la vida monástica benedictina en
el priorato de Solesmes, después de cuarenta años
de interrupción debido a la Revolución francesa.
Entre sus proyectos está el abordar la restauración
del canto gregoriano. Esto lo hace con entusiasmo. Empieza por
la ejecución y pide a sus monjes que respeten en su canto,
sobre todo el texto: pronunciación, acentuación,
y atención. Todo esto para mejorar la inteligibilidad
del canto, lo cual hace posible una verdadera oración.
Las Formas Musicales Gregorianas
EL PROPIO DE LA MISA
El Propio, lo constituye las piezas en que los textos varían
según las circunstancias.
Las piezas principales del Propio son
o el introito ,
o el gradual ,
o el alleluia ,
o el canto del ofertorio ,
o el canto de la comunión .
El Introito
El introito acompaña la procesión de entrada del
celebrante y de sus ministros, procurando ayudar a los fieles
a entrar en el misterio celebrado, dando el tema del día
o de la fiesta.
El Gradual
El gradual es el canto de las lecturas. Es un tipo de salmodia
con estribillo. Al principio, la asamblea respondía con
una fórmula sencilla al canto del solista que cantaba
los versículos sucesivos del salmo, pero durante los siglos
V y VI, al enriquecer la ornamentación, el texto se abrevió.
El Aleluya
"Dad alabanzas al Señor", es la traducción
literal de esta palabra hebrea. En la misa se cantaba originalmente
solo el día de Pascua; de allí se ha extendido
al Tiempo de Pascua. Luego se empezó a cantar también
los domingos, celebraciones semanales del misterio de la Resurrección.
Finalmente, se extendió el uso hasta a los días
de semana, fuera de cuaresma.
El Ofertorio
No se trata de un canto "funcional" sino de un acompañamiento
de las ceremonias, un tipo de ofrenda musical suntuosa.
La Comunión
La función de este canto es acompañar la procesión
de los que se acercan a la comunión. El tema del canto
de la comunión está casi siempre en relación
con el sacramento que se distribuye en ese momento. Trata de
sintetizar la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarística.
EL ORDINARIO DE LA MISA
Al lado de los cantos del Propio con textos que varían
según las circunstancias, la celebración de la
Misa comporta cantos con un texto fijo, independientemente del
día o de la fiesta.
El Kyrie
Kyrie eleison (Señor, ten piedad) es una fórmula
griega con el cual los fieles aclaman a su Señor implorando
su misericordia. Este canto, hoy día situado al principio
de la Misa como rito penitencial, prepara los fieles a la celebración
del misterio eucarístico.
El Gloria
Himno de origen oriental, el Gloria remonta al siglo II.
En la liturgia romana, fue al inicio el canto de entrada de la
Misa de Navidad, puesto que conviene perfectamente por la inspiración
original del base del texto. Progresivamente fue utilizado en
las grandes fiestas del año y en los domingos.
El Sanctus
Al comienzo de la plegaria eucarística, el canto del
Sanctus introduce el gran recitativo del Prefacio. Se llama "el
himno de los Serafines" que oyó en el templo de Jerusalén
el profeta Isaías. Invita a la Iglesia de la tierra a
unirse a la liturgia del cielo.
El Agnus Dei
Es el canto que acompaña la fracción del Pan
que acaba de ser consagrado, la cual fracción interviene
algunos momentos antes de la distribución de la comunión
de los fieles. Así los asistentes se aprovechan del espacio
que hay entre la consagración y la comunión "para
saludar con homenaje y súplica humilde a El quien se ha
hecho presente para nosotros bajo la apariencia del pan".
EL OFICIO DIVINO
Esta gran plegaria cotidiana de la Iglesia consagra el conjunto
del tiempo humano para la alabanza divina. Siete veces al día
y una vez durante la noche, la comunidad cristiana se une para
celebrar esta liturgia que en el fondo está constituida
esencialmente por el canto de los salmos.
Las Antifonas
El canto del salmo está casi siempre envuelto en una pieza
breve llamada "antífona". Aunque se canta por
su valor propio, introduce y concluye la salmodia.
Los Responsorios
Los responsorios son los cantos que responden a las lecturas
de la Biblia y de los Padres durante el oficio de la noche. Es
ante todo un canto de meditación, un comentario contemplativo
del texto sagrado.
Los himnos
Las piezas más populares del oficio son, sin duda, los
himnos. Su importancia en la liturgia occidental ha sido recordada
por el concilio Vaticano II. El himno da el tono y ayuda los
fieles a entrar en el tiempo litúrgico o en el misterio
celebrado. A menudo es una composición sencilla y melodiosa.
Al principio, el canto gregoriano puede parecer monótono.
En verdad, es algo desconcertante para nuestros oídos
modernos, acostumbrados a otras músicas quizás
más espectaculares, pero a menudo menos profundas. En
realidad, el repertorio gregoriano es un mundo complejo que reúne
varios siglos de la historia de la música. Es un mundo
contrastado que va uniendo misteriosamente el entusiasmo casi
delirante y la interioridad más delicada. Un mundo de
paradojas donde la música se dilata y llega a su perfección
en el silencio.
Orígenes de la Polifonía
en el siglo XIII
Han terminado ya las discusiones a cerca de si la antigüedad
conoció o no la polifonía. En términos generales,
polifonía significa ejecución simultánea
de varias partes musicales. La composición polifónica
aparece por primera vez en las funciones religiosas de la iglesia
carolingia, y esto no sucedió antes de la segunda mitad
del siglo IX. El importantísimo tratado Música
Enchiriades (manual de la música) puede considerarse como
la más antigua fuente de noticias directas sobre aquella
polifonía primitiva conocida con el nombre de organum
o diafonía.
Indudablemente, al principio, la polifonía solamente conoció
una forma integrada por dos voces, la cual se constituía
con la asociación de un determinado canto litúrgico
(vox pincipalis) y de una voz superior improvisada (vox organalis).
Las formas organalis más antiguas nacieron de la afición
primitiva de cantar simultáneamente partes diversas y
se desarrollaron en el ámbito de la técnica denominada
"nota contra nota", la cual consiste en la marcha sincrónica
de varias voces, una contra otra. Tal modo de andar a tientas
no podía producir obras de arte, pero la ciencia musical
moderna lo ha seguido con interés para descubrir documentalmente
el filón de esta nueva orientación del gusto musical.
Se alcanzará un primer momento de verdadero interés
artístico al superar el estilo "nota contra nota",
por presentar la parte organal un lírico floreo melódico.
Este aparece como un tropo musical, o sea, como una parte de
libre invención, contrapuesta el canto dado, el cual podía
desarrollarse también libremente como un tropo, ofreciendo
una melodía rica en melismas y en matices rítmicos
animados, llenas de color. Sucede esto en el periodo que podría
llamase de la polifonía provenzal, el cual floreció
en la abadía de de San Marcial de Limoges, foco de la
cultura musical de la Edad Media. Tendría ese arte rápida
y amplia difusión, por cuanto hallamos notables huellas
de su escuela literaria y de su estilo original en un manuscrito,
redactado hacia el año 1140 y regalado al Santuario de
Santiago de Compostela, famoso lugar de peregrinación.
El rasgo propio del arte polifónico cultivado en la abadía
de San Marcial de Limoges y que tendrá un brillante continuador
en Leonin durante la segunda mitad del siglo Xll, consistirá
en el pleno contraste rítmico de ambas partes: la superior,
o nueva melodio organal, se mueve de una manera suelta, flexible,
florida y se la denominará duplum, por ser la segunda
voz añadida al canto preexistente; la otra, precisamente
la que tiene el canto dado (de aquí la palabra tenor)
se desarrolla en sonidos extensos, que resuenan ampliamente,
como notas pedales.
A la conquista de la independencia melódica y rítmica
de la voz de nueva invención, llámesela tropo,
duplum o melodio organal, hay que añadir la de la independencia
del texto. El elemento coral litúrgico constituía
una consagración ritual del sentimiento religioso. Nace
de la fe, que es revelación y afinidad pero la fe implica
un comentario, una explicación. La música polifónica
une ambos aspectos del estado de ánimo religioso. Son
dos voces en una que, incluso con diversa orientación,
tienen el mismo fundamento espiritual.
En Leonin constituye un rasgo fundamental de su arte el magnifico
floreo sonoro del duplum. Esas largas cadenas de sonidos se desgranan
en armoniosos bordados que se apoyan sobre las notas del tenor
o canto dado, sostenidas como amplios pedales. La forma musical
presenta dos aspectos distintos: o bien se agrupan los sonidos
en periodos medidos correspondiendo con toda precisión
los valores de compás, nota contra nota, entre ambas voces,
los cual constituye aquello que se llamó discante, o bien
la voz superior se entrega libremente a caprichosas improvisaciones
sobre los amplios sonidos del tenor, originando así un
tipo de composición al cual se le sigue aplicando la antigua
denominación de organum, aunque con significación
distinta.
Debemos fijarnos en otra nueva orientación de la estructura
rítmica que da el primer serial de una evolución
radical en las formas musicales. Surge esta orientación
del fenómeno denominado "rítmica modal"
y que ya empezó a notarse en las composiciones de Leonin.
Los sonidos comienzan a alternar valores más largos y
más breves, hasta constituir series homogéneas,
ordenadas por un fluido rítmico que las sostiene y las
anima.
A juzgar por numerosos indicios, la rítmica modal se formó
en el norte de Francia y allí alcanzó su apogeo
en el siglo XlIl. Se difundió rápidamente por toda
Europa, casi al mismo tiempo que la arquitectura francesa del
norte.
La figura musical de mayor relieve fue Perotin cuya actividad
se extiende durante la primera treintena del siglo XlII, mientras
que la composición del Magnas Liber de Leonin podría
remontarse al período que va desde el 1160 al 1180. Es
interesante observar que el florecimiento de este arte, desde
Leonin a Perotin, coincide en su desarrollo pleno con la construcción
de la catedral del Notre Dame (1163 - 1235).
Perotin abrió nuevos horizontes expresivos al canto para
varias voces. El entrevió varias formas, asoció
y compuso períodos musicales sustentados por una nueva
armazón rítmica y articuló en armoniosa
variedad los movimientos melódicos. Sabemos que compuso
clausulae y puncta, verdaderas piezas musicales; aquellas más
amplias y completas; éstas, más breves y divididas.
Las clausulae de Perotin marcan una etapa de la invención
musical; el éxito que alcanzaron y su gran profusión
durante generaciones enteras atestiguan su importancia. Las formas
del conductas y del motete difieren del organum y del discanto.
En el conductus, la melodía del tenor es inventada por
el compositor. Pero el conductus de Notre Dame muestra ya una
fusión de todos los elementos que la fantasía sonora
concibió gradualmente, en las formas de la polifonía
primitiva.
La primera aparición del conductus parece remontarse a
la segunda mitad del siglo Xll y llegó a ser la forma
del arte sacerdotal.
Con el arte del conductus y con los órganos de Perotin,
que tienen hasta cuatro voces (en sus quadrupla su arte alcanza
el apogeo), se abren camino otras nuevas combinaciones de la
polifonía medieval hasta culminar en la forma del motete.
En realidad, el primer tipo de motete apareció ya con
las clausulae de Perotin.
La palabra motete deriva del francés mot y se explica
fácilmente en sentido: que el texto (mot) del tema dado
(tenor) se renueva en las otras voces, con variantes y diversos
desarrollos, como un tropo. La voz nueva, añadida al tenor
con un texto nuevo, toma el nombre de motetus; la segunda, que
en realidad es la tercera de la composición, se llama
triplum. Cuando hay un primero y un segundo triplum, éste
último se llama quadruplum.
Es condición esencial del motete que sus voces canten
simultáneamente al menos dos letras. Aunque nacido en
el seno de la liturgia, después penetra en los ambientes
mundanos; mezcla lo profundo y lo religioso, se alía con
los rasgos melódicos de las canciones trovadorescas; marca,
en suma, la primera aparición de un arte polifónico
profano lleno de vida.
El motete francés, igual que el latino, viene a ser un
vástago de la cláusula de Perotin.
El Ars Nova
El siglo XIV aporta una radical renovación del espíritu
musical. La técnica sonora ensaya nuevos experimentos
armónicos recogidos y ordenados por una caprichosa imaginación
rítmica. El sonido deja de tener un fin exclusivo propio
y se convierte en el centro de una sensibilidad subjetiva. Junto
al compás ternario aparece el binario, grupos en tresillos
y seisillos, toda una escala de valores largos y breves, de síncopas
y ligaduras. El nuevo arte forja sus exteriorizaciones coincidiendo
cronológicamente con la afirmación de un nuevo
ideal expresivo. La teoría formula sus planes y normas
junto a la práctica.
Philippe de Vitry fue quien dio nombre con un trabajo suyo al
Ars Nova.
En este nuevo arte las voces alcanzan una vivacidad pintoresca,
penetrante y llena de color. Introduce la construcción
isorrítmica, considerada como una de las conquistas más
notables de la nueva forma. Las voces inferiores y las superiores
aparecen con análoga estructura rítmica, y proporcionadas
en correspondencia perfecta. El alma de la estructura rítmica
es siempre el tenor, en el sentido tradicional, o sea, un fragmento
melódico del canto gregoriano, pero ahora el tenor aparece
construido, proporcionado, simétrico y estrófico.
Al Ars Nova le caracterizan el melisma cantable, airoso e impregnado
de melodio.
En cuanto a los instrumentos musicales ayudaron a su difusión
y empleo los contactos con Oriente en tiempos de las Cruzadas
y la dominación árabe en España. Entre los
instrumentos de cuerda punteada se mencionan principalmente el
arpa y la lira, de las que derivaron el laúd, la guitarra,
el salterio y el medio salterio; entre los instrumentos de cuerda
frotada el monocordio, la giga o ravel, la viella o viola. El
clavicémbalo aparece en el siglo XIV; adquieren difusión
el órgano pequeño y el grande. Entre los instrumentos
de viento predominan las trompas, las trombas, las cornetas,
los pífanos, las plantas y el chalflmeau. Tienen uso común
y popular la cornamusa (gaita de los árabes españoles)
y la zanfonia.
Los motetes de Guillaume de Machaut encierran una afirmación
puramente lírica de una sensualidad melódica y
fascinadora que les permitió a algunos hablar de romanticismo.
El movimiento del Ars Nova alcanzó amplia resonancia en
Italia. La música italiana en el siglo XIV fue una resonancia
de la literatura; al "dulce estilo nuevo" de la poesía,
siguió el "dulce estilo nuevo" musical, algo
menos reflexivo y profundo.
El más antiguo monumento de la polifonía italiana
en el siglo XIV, se remonta al 1340. La forma literaria más
antigua es el madrigal, constituido métricamente por dos
o tres estrofas de tres versos y dos versos al final. Predominaban
los asuntos amorosos y abundaban los satíricos y políticos.
El estilo musical de los madrigales mostró una notable
afinidad con aquel del "conductas" que prodigó
amplios floreos melismáticos.
Otra forma denominada "caccia" también tuvo
entonces singular importancia y difusión en el terreno
literario. El asunto representaba escenas de caza o cualquier
otro suceso de carácter idílico. Adoptaba la forma
musical de canon a dos voces, las cuales, figuradamente, daban
la impresión de que una siguiese a otra, como en la caza;
de aquí provino la palabra fuga.
La tercera forma es la balada, que corresponde al francés
Virelai, si bien se distingue de éste por el espíritu
y la frescura del canto.
Entre todos los compositores italianos del Ars Nova sobresale
la figura de Francesco Landino.
España conoció así mismo y practicó
las formas nuevas de la música del siglo XIV. Surge en
Castilla uno de los más grandes poetas medievales de Europa.
Nos referimos a Juan Ruiz, el celebérrimo Arcipreste de
Hita. Su "libro del buen amor" nos da una idea muy
clara de cómo se cultivaba el arte musical profano en
las tierras castellanas.
Por lo que se refiere a la música religiosa, el celebrado
códice musical de las Huelgas ha conservado varias composiciones
de principios del siglo XIV.
Volviendo a la música profana es necesario anotar que
los archivos de la Cancilleria Castellana de aquel tiempo han
desaparecido y las melodías de las cantigas "para
judias e moras e para instrumentos" mencionadas por el arcipreste,
nos son desconocidas.
Principales autores
Adam de la Halle ocupó un puesto singular entre los poetas
provenzales en especial por su mentalidad y por su conducta.
En las comedias no dudaba en mostrarse cual era; vecino del ambiente
burgués de Arrás no vacilaba en satirizar algunos
aspectos de aquella aristocracia convencional. La corte angevina
encontró distracción y deleite en las agudas bellezas
literarias de su obra Jeu de Robin et Marion (1283 - 1284). Esta
comedia, al parecer, inició el género pastoril
y, según ha podido comprobarse, adoptó melodías
preexistentes en gran parte.
Fue notable la múltiple participación de Adam de
la Halle al estilo de los troveros, al desarrollo de la polifonía
y al del teatro lo mismo religioso que profano.
Francesco Landino (1325-1397). La melodio de Landino posee una
dulce melancolía sensual. Difunden una fascinación
nueva y atractiva las volutas de un cantar florido, pero tranquilo,
en su recogimiento, del cual se irradia una delicada armonía
en consonancias. Sus madrigales son admirables.
Fue llamado el "ciego de los órganos", "ciego
del cuerpo pero con el alma iluminada, el cual sabía tanto
la teoría como la práctica de este arte y en su
tiempo nadie mejor modulador de dulcísimos cantos, de
todo instrumento musical y sobre todo de órganos."
La gloria de Landino se sustenta sobre el testimonio concreto
de varios códices musicales, sobre todo el magliabechiano,
que en medida proporcionada medía los valores de los compositores
del Ars Nova.
Guillaume de Machaut (1300 - 1377) es uno de los mejores ejemplos
del Ars Nova francesa, de quien se conserva buena parte de la
obra. Fue secretario de el Rey Juan de Bohemia; canónigo
en la catedral de Reims. Fue un gran viajero del arte y de la
política.
La producción de Machaut es múltiple. En su
tiempo cosechó alabanzas, no sólo como poeta, sino
como músico. Sus manuscritos, numerosos y bien esmerados,
por estar destinados a personas augustas, contienen las composiciones
poéticas y musicales. Machaut fue el primer compositor
que intentó cantar motetisticamente y a cuatro voces la
misa, o, más concretamente, las seis partes de la misa
"Notre Dame". Se trata de seis amplios motetes en los
cuales aparece de cuando en cuando un diseño, que está
considerado por algunos como la célula generadora de esa
producción, que dio motivos para escribir futatos, repeticiones,
respuestas. El Kirie lleva el tenor de Cunctipotens y no en la
parte del bajo, sino en el taille, desarrollándose ampliamente
con abundantes melismas. El floria y el Credo se desarrollan
con acentuado carácter armónico y confiando frecuentemente
al contralto la cantinela, mientras quedan subordinadas las demás
voces. El tema del Sanctus deriva de la Misa XVII de la edición
vaticana, así como el Agnus, cuya primera innovación
se halla dispuesta isorrítmicamente. Fue el músico
más genial del siglo XIV.
Philippe de Vitry (1291-1362) figura entre las personalidades
más sólidas y sugestivas de este movido período
de la historia musical. Poeta y músico, todos sus contemporáneos
coinciden en considerarlo como una de las revelaciones atrayentes
de su tiempo. A un trabajo suyo lo tituló Ars Nova, y
la ciencia musical moderna se ha apropiado de esta locución
para designar todo el movimiento artístico de aquel siglo.
Con Vitry la composición musical aparece sostenida por
un íntimo equilibrio constructivo.
Sus contemporáneos le llamaron con imaginación
e hipérbole " flor de gema de los músicos
de todo el mundo".
De su producción han llegado muy pocas cosas hasta
nosotros.
Alfonso X el Sabio de Castilla y León (1230 - 1284).
Por su madre conocía a los compositores alemanes y en
su corte se reunieron músicos de distintos lugares. Se
rodeó de sabios de todas las procedencias y fue un gran
impulsor de las artes y las ciencias. Su principal obra son Las
Cantigas de Santa María. Fray Gil de Zamora, educador
del hijo del rey, Sancho IV, es quien nos dice expresamente que
Alfonso X compuso muchas y bellas Cantigas, apareciendo en algunas
de ellas él mismo como trovador, como tantos otros reyes
y nobles de la época.
Pese a ello, no podemos asegurar que esta obra sea en su totalidad
obra suya, sino que él colaboró en la creación
junto con otras personas a su servicio.
El Renacimiento
La importancia ejercida por el ducado de Borgoña como
centro de civilización y de cultura artística,
en tiempos de Felipe el Bueno y de Carlos el Temerario ha salido
a la luz en las más recientes investigaciones.
Guillaume Dufay puede considerarse como la figura musical más
destacada en este período.
Es preciso tener en cuenta otro elemento de origen inglés.
El tipo de la armonía inglesa, refinada y sentida, se
diferencia del tipo de motete francés. En los músicos
ingleses el elemento típico y decisivo está representado
por el empleo de consonancias de tercera y sexta, lo cual constituye,
precisamente, la técnica del Fabordón.
Pronto se advierte este carácter en las obras de John
Dunstable, que resaltaba en la música inglesa de su tiempo.
La contribución de los músicos ingleses fue importante,
no tanto por el conjunto de las formas musicales, derivadas en
gran parte de las francesas, como por su estilo sonoro y melódico.
Especialmente los trozos a dos voces permiten reconocer el predominio
de la fuerza melódica; después, con Juan Okeghem
se reforzará mucho este elemento expresivo.
Ahora vemos asociadas en feliz síntesis las corrientes
estilísticas de procedencia variada. Junto al fabordón,
la técnica del canon y de la imitación que habían
difundido los italianos del siglo XIV, dan solidez estructural
a la forma de la arquitectura sonora. La Italia septentrional
abre las puertas a los músicos franceses, los cuales son
influidos e influyen a su vez.
A principios del siglo XV Padua fue un centro importante y esta
ciudad proveía a Venecia musicalmente. Giovanni Ciconia
fue el músico más notable en Italia. Al principio
del XV aparece ya Ciconia como un símbolo viviente de
aquella fusión del espíritu italiano con el flamenco
que se operará lentamente en la península italiana.
Las misas del siglo XV muestran, ante todo, un gran desarrollo
de cada voz. Con frecuencia el canto dado surge de una canción
popular más o menos profana, la cual servirá también
para titular la obra. Comenzando por Dufay y siguiendo por los
mayores maestros de los siglos XV y XVI y aún del XVII
abundan los compositores que produjeron misas sobre este tema
profano.
El arte flamenco se afirma con Johannes Ockeghem. Fue un compositor
de una técnica nutrida pero esencial y en quien tuvo su
principal base aquel movimiento que hallaría nuevos rumbos
y que en el siglo siguiente produciría dos cumbres: Palestrina
y Orlando de Lasso. La expresión sagrada y la profana
encuentran en las voces, aquellos modos que se les consagran
en pureza y realidad de sonidos; y así brotó una
floración continua y lozana de misas, motetes y canciones.
En este período aparecen numerosos músicos de primera
importancia como Jacob Obrecht, Antonie Busnois, Loyset Compire
y sobre todo Josquin Després, compositor admirable especialmente
en sus misas. La personalidad de Josquin, por su lirismo, correspondió
al ambiente renacentista. Lo mismo que sus contemporáneos
y sus continuadores, afirma cada vez más los procedimientos
de la imitación y del canon.
De esta suerte, las voces se anonadan en una unidad cantable
que produce complejidad y firmeza. Con las partes rigurosamente
polifónicas alternan las homófonas. Desde entonces
las unas no podrán separarse de las otras. La composición
deja de ser absolutamente polifónica u homófona.
La corriente vocal circula en un armonioso ambiente que constituye
la atmósfera de la forma. El sentido armónico se
constituye al entrelazarse las móviles líneas cantables
o se extiende en un canto transparente y tranquilo, tal como
lo había afirmado ya la música italiana en las
manifestaciones popularizantes de la loa y de la copla.
La música de los maestros flamencos fue conocida y practicada
durante el siglo XV en Castilla y Aragón. Por desgracia,
está perdido el repertorio de la música hispánica
que se practicó en la Corte castellana durante los dos
primeros tercios del siglo XV; en cambio es numeroso y muy rico
el conservado de la época de los Reyes Católicos.
En su Corte se cantaba una canción polifónica amorosa
típicamente española. Los precedentes de esta canción
cultivada en aquella corte y acogida con tanto amor en los Cancioneros
castellanos conservados, deben buscarse en la corte napolitana
a mediados del siglo XV.
La música profana, vocal e
instrumental
El siglo XVI
La música teatral
Principales Autores
Música Profana, Vocal e Instrumental
Al correr el siglo XV floreció en Italia un rico movimiento
musical de carácter popular, cuyo principal centro de
irradiación era Florencia. Frottole (coplas), Villanelle
o Villote (villancicos, villanescas), Canzonetas y estrambotes
son las formas típicas de la música popular que
floreció en Italia entre los siglos XV y XVI.
La frottola muestra en germen los rasgos de la superviviente
literatura madrigalesca.
Los once libros de Frottrole impresos por Petrucci constituyen
la fuente clásica de la literatura musical que floreció
por el suelo italiano en el siglo XV. En todo caso, siempre tal
frottola, difiere algo de la antigua frottola del siglo XIV.
Esta mezclaba sentencias, hilvanándolas sin íntima
conexión, mientras que las de Petrucci son verdaderas
composiciones líricas. Presentan la forma de la balada
en versos octosílabos, agrupados estróficamente
y constituidos por repetición, mutación y vuelta.
Sin embargo, la forma preferida para poesías amorosas,
camino del siglo XV, fue el strambotto, constituido por estrofas
de ocho endecasílabos.
Al elevarse gradualmente el tipo literario de la frottola, se
dio un paso decisivo hacia una forma más refinada artísticamente:
la del madrigal.
En el siglo XVI las canciones populares italianas recibían
diversas denominaciones, pero coincidían por su significado
común, especialmente desde el punto de vista de la composición
musical. Canzoni villanesche, villanelle y villote, eran lo mismo
en todas partes.
Dentro del marco de la música popular, ofrecen particular
interés las manifestaciones espirituales y religiosas
del siglo XVI; forma típica la lauda. Felipe Neri solía
reunir fieles y peregrinos en su casa en San Gerónimo
de la Caridad. De esta suerte se creó allí el primer
oratorio y más tarde se trasladará a San Juan y
a Santa Maria de la Vallicella. Las lauda filipenses tienen un
carácter meditativo y exhortatorio, animándolas
un fervoroso espíritu de oración. Sus caracteres
esenciales son la sencillez y la popularidad, debido a una presentación
musical fácil y cantable.
La canción arraigada en Francia durante el siglo XVI debe
considerarse una derivación de los moldes populares italianos.
El creador más sobresaliente, por las actuaciones artísticas
a que se aplicó fue Clement Jaunequin, discipulo de Josquin
y autor de una famosa Batalla de Marignano, que le otorgó
fama europea.
De música polifónica en España de finales
del siglo XV y comienzos del XVI, se conoce hoy una gran cantidad
de manuscritos conservados en España y en el extranjero.
La fuente española más rica para el estudio de
la música profana de la época de los Reyes Católicos
la tenemos en el Cancionero de Palacio. Este nos ofrece nada
menos que 460 composiciones, generalmente profanas, escritas
por músicos puestos al servicio de la reina Isabel y del
rey Fernando, siendo tanta su riqueza que contiene villancicos
amorosos, estrambotes, romances y villancicos religiosos. Estas
composiciones presentan características hispánicas
muy pronunciadas y algunas de ellas demuestran que a finales
del siglo XV hubo un intercambio musical muy intenso entre España
e Italia.
Entre los músicos españoles de aquel tiempo, la
figura de Juan del Encina ha sido la más comentada, tanto
por los literatos como por los musicólogos.
El Siglo XVI
Al separarse Lutero de la iglesia romana, se rompió la
unidad religiosa en la Europa Occidental. La reforma no fue tan
sólo un movimiento religioso, sino una revolución
espiritual cuyas repercusiones históricas alcanzarían
la economía, la política y el arte. La música
en particular, quedó afectada de lleno. Constituye un
factor decisivo la incorporación de la canción
popular alemana a las funciones de culto. Como el alemán
sucedió al latín, la canción, o el lied,
pasó a ser el primer elemento de la expresión musical.
Según la concepción religiosa de Lutero, melodio,
palabra, acento y gesto debían brotar naturalmente del
alma del pueblo alemán.
El nuevo régimen del canto coral con la participación
de los seglares; la ampliada función del cantor, que se
convirtió en maestro de capilla sui géneris; la
activa contribución de los feligreses con sus cánticos,
todo ello dio por resultado una nueva ordenación musical
de la iglesia evangélica, la cual debía diferenciarse
netamente de la iglesia romana, incluso en esto.
El espíritu musical de la Reforma, por su carácter
democrático y racionalista y su tendencia a lo popular,
evitó el peligro en que había incurrido la iglesia
católica de corromper la polifonía sagrada, inaccesible
para la masa de los profanos. Giovani Perluigi da Palestrina
no es sólo una gran firma musical; tampoco es únicamente
un dominador de la técnica y del artificio; es además,
el representante de una época. Figura en el grupo de esos
artistas trascendentales que pueden aspirar al derecho de dar
su nombre a su propio tiempo.
La vida musical de Palestrina comienza en Roma, donde la encontramos
en 1537 en al Capilla liberiana en Sta. María la Mayor,
entre los pueri chortales. En 1554 Julio III le nombra maestro
de la Capilla pontificia.
Eran los tiempos de la Contrarreforma. La polifonía sagrada,
aunque nutrida con savia gregoriana, había modificado
su aspecto; se tornaba monumental y complicadísima. La
palabra pierde la fuerza del habla, queda sumergida en la música,
se convierte en el elemento que sostiene la construcción;
es un factor de sonoridad como cualquier otro.
A la iglesia se le planteaba un problema difícil: restaurando
los puros valores religiosos en el sentido cristiano, se encontraría
en el espíritu artístico de que estaba saturada
la vida de aquel siglo, acogido y utilizado por la misma iglesia
para crear las imágenes de sus santos y las cúpulas
de sus basílicas. Era un ideal de la Edad Media, el que
se quería restaurar en pleno Renacimiento. Un dilema:
por una parte, una cuestión de índole práctica
relacionada con la liturgia católica, que había
tenido en la música un factor necesario desde tiempo inmemorial;
por otra, un problema de carácter exquisitamente teórico
e interior: el del arte, para el cual no cabe tomar disposiciones
ni invocar reformas. Había que poner de acuerdo la belleza
con la religión; unir en un abrazo armónico, lo
sagrado y lo profano, el cielo y la tierra; renovar el milagro
de Rafael. Y esto se encarnaría en la música de
Palestrina.
Tras la reapertura del Concilio de Trento en 1562 se afrontó
el problema práctico, poniendo a la orden del día
la cuestión de la música sacra. Una comisión
de cardenales se encargó de examinar el asunto mediante
investigaciones directas. El punto difícil era hacer oír
la palabra sagrada. Cuando los cardenales oyeron la música
de Palestrina, quedaron encantados.
El más sobresaliente entre los discípulos de Palestrina
fue Francesco Soriano. Es, entre los músicos de la Escuela
romana, quien recuerda como ningún otro el vigor del contrapunto
flamenco. Una de sus mejores misas, la del hexacordio, se distingue
por lo espiritual y poderosa, usada y original. Las voces, siempre
ricas de motivos, revelan una fantasía inextinguible;
con él la antigua técnica del cantus firmus se
mueve en una esfera ideal. Además, sus motetes muestran
signos de nueva elaboración, presentando atrevidos y expresivos
cromatismos, tanto en pasajes a solo, como en otros a varias
voces, con bajo continuo.
El único gran compositor comparable con Palestrina en
aquel siglo, y que tal vez le supera por la poliédrica
variedad del ingenio creador y por el espíritu de actualidad
que ofrece su vasta y viva cultura musical, fue Orlando de Lasso,
nacido en Mons (Bélgica) entre 1530 y 1532 y fallecido
en 1594.
Músicos como los ya citados son hermanos gemelos de Santa
Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, de Fray Luis
de León. Ellos inscriben con su música el sentimiento
músico realista, dramático y a la vez estético,
como en su tiempo lo expresaran en sus telas El Greco, Zurbarán
o Rivera. Tan convencidos estaban los compositores hispánicos
de la misión que tratan en sus manos al escribir música
sagrada, que desde el 1520, raramente toman una canción
profana como tema de sus misas o motetes.
La música sagrada de los polifonistas de la época
imperial de Carlos V y Felipe II fue otra afloración portentosa
del alma española del siglo XVI, inflamada por la llama
religiosa que movía los actos de reyes y obispos, de ascetas
y artistas españoles, maestros en la estética humana
y espiritual. Y con ser ello así, se presenta un problema
hasta ahora insoluble en la historia de la cultura hispánica.
Mientras que los místicos, literatos, historiadores y
hombres de ciencia hallaron en España una imprenta generosa
y bastante evolucionada para la edición de sus obras,
mientras que los artistas, pintores escultores y arquitectos
hallaron mecenas dadivosos y entusiastas, los polifonistas, como
si tuviesen categoría inferior, no dispusieron de imprenta
bien preparada ni de próceres que se interesaban por la
edición de sus obras maestras, tampoco sintieron el mecenazgo
para mandarlas a las imprentas extranjeras. Por tal causa se
perdió irreparablemente gran parte de la música
clásica española. Sin embargo, la falta de obras
impresas, se compensa con la riqueza de manuscritos conservados
en algunos archivos catedralicios y en bibliotecas nacionales
y extranjeras.
Los estudios realizados hasta hoy permiten afirmar que en la
España de Carlos V y de Felipe II florecieron principalmente
tres escuelas de polifonía sagrada: la andaluza, con su
centro en Sevilla; la castellana con la capilla de Ciudad Real,
Toledo y Burgos; y la catalana, cobijada en sus catedrales.
La polifonía de la Escuela andaluza respira austeridad
y nobleza, ternura y misticismo. El más eximio músico
de esta escuela fue Cristóbal de Morales.
Si bien la escuela andaluza resplandece con genios preclaros,
su arte no es tan maduro ni tan esplendoroso como el de algunos
maestros de la escuela castellana. Los dos nombres más
ilustres de Castilla fueron el organista Antonio de Cabezón
y Tomás Luis de Victoria.
La escuela catalana también aparece con características
propias y bien definidas, si bien subsisten hoy muy escasos monumentos
musicales y la falta de ediciones modernas impide su estudio
definitivo. Son sus mejores representantes Mateo Flecha el viejo,
Mateo Flecha el joven y Pedro Alberch Vila.
Otro gran centro musical del siglo XVI fue la escuela veneciana.
El primer compositor a quien se puede considerar como auténtico
producto del movimiento veneciano y con verdadera representación
artística fue Andrea Gabrieli, nacido en Venecia en 1510
y fallecido allí mismo en 1586.
Las modalidades artísticas de Andrea Gabrieli aparecen
compendiadas en el elogio hecho por su sobrino Giovanni, también
gran músico, en una carta: "Podría ensalzar
su arte, sus raras invenciones, sus nuevas formas, su deleitable
estilo, pues no solamente ponderado y docto en sus composiciones,
sino que, al mismo tiempo, las construyó de un modo elegante
y variado, por lo que quien ha gustado el sonido de sus conciertos
y la armonía de sus contrapuntos puede decir que ha probado
lo que es mover los afectos y sabe qué es gozar de la
música con su verdadera e inusitada dulcedumbre.
Podría decir que sus composiciones muestran abiertamente
cuánta personalidad tuvo en la imitación al encontrar
sonidos que expresasen la fuerza de las palabras y de las ideas."
Giovanni Gabrieli fue uno de los músicos más importantes
de esta época.
En el siglo XVI el movimiento musical profano adquiere capital
importancia, tanto por el valor intrínseco de las obras
de arte como por la contribución a la cultura y a la evolución
del gusto en general. Los orígenes de este movimiento
deben buscarse en motivos de cultura general, y más bien,
en el ambiente artístico y literario.
En el siglo XVI el espíritu musical recibe aquellos mismos
estímulos poéticos y literarios que tanto influyeron
en la literatura para determinar el movimiento llamado petrarquista.
El madrigal se convirtió en el símbolo de este
gusto y de esta tendencia. En música, el madrigal es más
bien un término genérico que muestra la disposición
del ánimo para resolverse musicalmente en una forma vocal,
con predominio de elementos descriptivos y melódicamente
expresivos. Madrigal y motete representan la música vocal
de aquel siglo y poseían un fondo vocal común,
la homofonía y la polifonía, la armonía
y el contrapunto, se compenetran allí en una especie de
ósmosis que determina la estructura y la articulación
del período musical. Entonces lo profano se distingue
de lo sagrado en la acentuación de los elementos expresivos,
la coloración y la marcha del giro melódico.
El principal indicio físico de aquello que aportará
una radical transformación del gusto, de la técnica
y de la expresión musical, se muestra en el fenómeno
del cromatismo. Con el cromatismo, en música, se introducen
nuevos sonidos, alterando los ya existentes en la seria diatónica,
la cual da al oído la misma impresión que el color
a los ojos. En la composición polifónica el semitono
cromático va estrictamente vinculado a la armonía
y a la modulación. Por otra parte, a estos elementos se
agrega el desarrollo de la disonancia que implica el empleo de
intervalos aumentados y disminuidos formando acordes.
Aún hay más. Adquieren paulatinamente mayor importancia
el carácter descriptivo y la aspiración a lo pictórico
y al colorido, en íntima relación con el significado
e incluso los valores onomatopéyicos del texto. Las palabras
que revelan mayor fervor de sentimiento y agudeza de sensibilidad
inspiran un especial juego sonoro con el que se acentúa
el relieve musical de un modo más claro y penetrante.
Constanzo Festa puede figurar como un músico precursor
del madrigal, pero éste alcanza la fase culminante de
su importancia artística con Cypriane da Rore, Andrea
Gabrieli, Orlando de Lasso, Luca Marenzio y el mismo Palestrina.
El madrigal de Palestrina revela un nuevo aspecto de su naturaleza
musical. El músico cede al gusto del tiempo, como es natural;
se deja dominar por el género, sin enseñorearse
de él, y manifiesta una sorprendente inclinación
a la pintura sonora.
Cyprian da Rore ocupa el otro extremo. Siente el sonido líricamente,
lo anima con el sentimiento y lo dramatiza. Como su espíritu
constructivo quedaba subordinado al sensitivo, por eso tiende
a superar aquel gusto sonoro, bastante difundido entonces, que
se solazaba con el adorno exterior y aparente. Se propone transfigurar
la palabra de acuerdo con el espíritu y el sentido y encuentra
en la armonía el misterioso y secreto poder que da la
vida musical a la palabra. El tejido vocal se ilumina de colores
y nuevos sonidos que brotan al establecer como finalidad expresiva
el anhelo de acentuar, de hacer cálido y penetrante el
gesto expresivo, de reunir y representar el fervor afectivo del
texto literario.
La mayor figura artística en el campo de la lírica
porfana fue Luca Marenzio. A la elegancia de la forma une la
eficacia expresiva. El sentimiento se derrama en su música,
reanimándolo una fuerza creadora que determina la zona
sonora de cada estado del alma.
Los madrigales de Marenzio son deliciosas poesías musicales,
cuyo elegante juego jamás cae en lo superficial ni en
lo afectado. La misma pintura sonora, en él tiene el valor
de genuino y sensata musicalidad. La expresión musical
utiliza los elementos técnicos homofónico y polifónico
en estrecha e íntima penetración. Los elementos
predominantes están siempre subordinados a los fines de
la representación artística.
El cultivo del madrigal y de la canción profana polifónica
en la España de Carlos V y de Felipe II, es otro de los
problemas poco investigados hasta ahora. La música conservada
señala que, en lo concerniente a la canción profana
polifónica, hubo dos corrientes en España: por
una parte Castilla continuó practicando las formas típicas
del villancico, la canción y el soneto, siguiendo la técnica
simplísima y la estética tan característica
del villancico y de la canción polifónica amorosa,
cultivada en la Corte de los Reyes Católicos; por otra
se presentó Cataluña cultivando de lleno la música
programática y descriptiva de los franceses y la forma
madrigalesca de los italianos.
La Música Teatral
Según se deduce de las crónicas, la unión
de la música con la tragedia fue más frecuente
en Ferrara y en Venecia, mientras que los intermedios durante
el siglo XVI en Toscana y en el Mediodía. Tiene importancia
esta observación, puesto que el texto cantado constituía
evidentemente un elemento primario en el desarrollo de la música
teatral, desde el intermedio al melodrama. En tal aspecto, y
por sus méritos intrínsecos, son memorables las
piezas musicales que Andrea Gabrieli puso al Edipo Re, de Sófocles,
representado en Vicenza el año 1581.
Gabrieli escribió piezas a seis voces para las cuatro
partes de la tragedia, hizo alternar los pasajes solésticos
con agrupaciones de dos, tres, cuatro, cinco y seis voces.
Estos coros tienen importancia si se considera la fecha y la
expresión. Merece señalarse la primacía
de la homofonía y de la recitación, como factores
más adecuados a una tragedia, en aquel tiempo de investigaciones
monódicas y de discusiones anticontrapuntísticas.
El carácter de los coros y su contenido dramático
revelan la evolución espiritual y formal del artista,
ya septuagenario con creces.
No obstante, después de los dramas litúrgicos del
siglo XIV, en los cuales encontramos a veces gran riqueza de
expresiones musicales, que muestran la aspiración a un
conjunto lógico y artístico del arte literario
y del musical en formas escénicas y representativas, transcurre
siglo y medio aproximadamente, sin que haya textos musicales
y, por añadidura, escasean las noticias de análoga
índole.
La historia de la literatura italiana no ha logrado aclarar aún
la parte que las representaciones sacras y las laudas dialogadas
tuvieron en el desarrollo del teatro vulgar, aún en el
momento de su mayor auge. La historia del arte musical italiano
presenta una oscuridad muy profunda al respecto. La falta de
documentos se debe sin duda a la escasa participación
de la música en el teatro, a la separación de las
actividades profesionales y estéticas del escritor y del
compositor, y tal vez también a la modesta autoridad de
los músicos colaboradores.
Las huellas de la participación musical en los géneros
teatrales durante los siglos XV y XVI inducen a distinguir tres
clases de inserciones aproximadamente: coros e intermedios, en
la tragedia o comedia en sentido amplia; coros y laudas monódicas
o corales, en las representaciones sagradas; y canciones e intermedios,
en las fábulas pastoriles, las comedias de arte, las farsas
y las fiestas.
Los primeros músicos conocidos que laboraron en el teatro
fueron Alfonso della Viola y Antonio del Cornetto.
En relación con las tendencias y las formas de los primeros
libretos de Rinuccini, es notable que el nuevo tipo trágico
de la Greecche tendiese a procurar la consternación del
público; aunque seguía presentando personajes ilustres,
los hacia accesibles en una trama familiar; establecía
la diferencia entre el prólogo, prosopopeya de la tragedia,
y la acción, y prefería el endecasílabo
suelto. Por otra parte, Giraldi contribuyó a exigir la
unidad de lugar, por requerirlo así las nuevas necesidades
del escenario; prodigó sentencias y confió a los
mismos coros el desarrollo de doctrinas morales.
La historia de la ópera francesa, como la de la ópera
italiana e inglesa, se remonta al siglo XVI.
Durante el período polifónico francoflamenco escasearon
los cantores y compositores; en cambio fueron numerosos los instrumentistas
italianos que Francia llamó y acogió. El laudista
mantuano Alberto Rippe, llegado al país francés
en 1520, ejerció allí intensa influencia, divulgando
el sentido monódico y armónico. Sin embargo el
desarrollo del arte monódico tuvo en Francia distintas
fases de las que determinaron entre los italianos las relaciones
de la poesía y de la música. El recitado cantable
fue ejemplificado por los poetas y los compositores de la Pléyade.
En cuanto a las formas representativas, si se omiten las mascaradas,
recordaremos que imitarse los intermedios italianos interpolados
en las comedias recitadas en Francia, se originó el ballet
de cour. En los últimos decenios del 1500 se denominó
así una danza alegre, en la que desarrollaban figuras
ingeniosas individuos disfrazados. Hacia el año 1550 los
poetas humanistas comenzaron a cultivar formas del gusto de los
compositores, y éstos abandonaron las puestas en latín
y los couplets populares por los sonetos y las odas. Esas y otras
composiciones cultas se adaptaban a las arias italianas más
conocidas. Del mismo modo que los innovadores italianos, los
miembros de la Academia fundada por Baïf en 1571 eran hostiles
al contrapunto, tenían predilección por la monodia
armonizada, que respetaba la prosodia y le daba realce, y se
complacían en resucitar la tragedia griega. Mas cuando
los franceses se propusieron asociar las artes en el teatro,
dieron preferencia a las piezas polifónicas sobre las
monódicas, como se ha observado en los famosos intermedios
florentinos de 1589.
La gran participación de la danza, tanto en el origen
como en el desarrollo de la ópera francesa, aconseja recordar
el ambiente social y la técnica que fomentaron el arte
danzario francés durante la segunda mitad del siglo XVI.
La presencia de Belgioso en la Corte y el encargo del "Ballet
comique" de la Reina, permitieron a las damas adquirir una
instrucción coreográfica especial, puesto que en
realidad eran menos expertas que los caballeros. El italiano
se ingenió en disfrazar la escasez y monotonía
de los pasos de las damas introduciendo evoluciones colectivas,
debiéndose a él la iniciativa de haber casi fundado
en aquel momento el cuerpo de baile, así como otra más
importante, al tratar con gran novedad la escena y el argumento,
con lo cual se inició una nueva época de la danza
teatral.
Principales Autores
Guillaume Dufay (1400 - 1474) puede considerarse como
la figura musical más destacada en este período.
Brilla, verdaderamente, como un espíritu nuevo que transforma
y reanima el lenguaje de los sonidos; sus renovaciones, sin renegar
bruscamente del pasado, lo asimilan y transforman. Su técnica,
refinada y elegante, muestra nuevos tiempos, a los cuales desde
ahora conviene el temperamento expresivo de una fresca popularidad.
Lo religioso y lo profano se unen; predominan un acento melódico
de canción romántica, formas amplias, una rítmica
flexible y sincopada, efectos sonoros adornados con un hermoso
cromatismo y frecuentes concesiones al canto expresivo.
Guillaume Dufay es la primera gran personalidad de este período.
Compuso variaciones; dominó con un estilo propio y dominó
las tendencias de lo viejo y de lo nuevo, del norte y del sur.
La producción de Dufay incluye más de doscientas
piezas musicales entre sagradas y profanas. Junto con una fluida
vena melódica, muestra Dufay una refinada técnica
de la variación.
Con tal arte fundía Dufay el diseño cantable en
el múltiple concierto vocal, que las partes, aunque subordinadas
a la línea melódica, presentan una autónoma
realidad musical, afirmando un arte nuevo que se distancia con
claridad de todo precedente. Tal carácter determina las
diferencias más notorias entre la escuela del período
Borgoñón y la del siguiente período, propiamente
denominado flamenco.
Tomas Luis de Victoria
La obra de Victoria (1548 - 1611) es el monumento más
grande de la polifonía hispánica: consta de 20
misas, 44 motetes, 35 himnos, diversos magnificat y responsorios,
y sobre todo el Officium Hebdomae Sanctae, la producción
monumental más artística, sentida y sublime que
hasta el presente pudo levantar la polifonía religiosa
para cantar al verbo humanado y a la vida dolorosa de Cristo.
El ilustre avuiense toma siempre melodías gregorianas
como tema de sus misas y motetes, y excluye de su obra los temas
profanos. Con ser tan grande su técnica musical no llega
en finura artística ni concepción genial a Palestrina;
pero en cuanto a expresivismo dramático y misticismo religioso,
aventaja a todos los polifonistas del siglo XVI, incluso al coloso
de la Escuela Romana, Palestrina.
Juan del Enzina (Salamanca 1469 - 1529) es uno de los
principales compositores españoles de esta época.
Contemporáneo de Maquiavelo y de Lutero, de Colón,
San Ignacio, Leonardo, Miguel Angel o Tiziano. Resume en sus
Villancicos, que no son canciones de Navidad, sino unos madrigales
de carácter popular, todo el arte literario y musical,
ya que abarca desde la mas profunda situación amorosa
hasta el mundo de los pícaros.
Nace el mismo año en que contraen matrimonio los Reyes
Católicos y se vive una época esplendorosa desde
Salamanca, Roma, Sevilla o León. Se recogen en esta época
los Cancioneros, de los que hay que destacar el del Palacio Real
de Madrid, en el que Juan del Enzina realiza gran cantidad de
composiciones.
Giovanni Gabrieli, discípulo de su tío
Andrea, fue verdaderamente un músico de espíritu
nuevo. El sonido, lo mismo vocal que instrumental, se vuelve
a crear, en su concepción armónica, caracterizada
por una vitalidad palpitante, y además, se mantiene en
una esfera completamente musical y sonora. Como orquestador,
sus sonidos construyen todo un espectáculo de colores.
Es exuberante incluso en la plegaria. Los coros de este músico
parecen lanzarse a la conquista del espacio, en una tensión
propia de la fantasía romántica y alimentada por
el ardor de los sentidos. Dos, tres, cuatro coros, voces, instrumentos
asociados; no hay recurso que se le escape en el entusiasmo de
la imaginación. Aunque tuvo predilección por las
grandiosas arquitecturas y el vigor sonoro, su mérito
principal estriba en haber concebido el sonido como color, en
una composición armónica luminosa y viva.
Palestrina, Giovanni Pierluigi da - Compositor (1514-1594)
Nace en Palestrina, (cerca de Roma, Italia) en el año
1525 ó 1526. Estudia música y gramática
en Santa Maria Maggiore de Roma. Con toda probabilidad, sus profesores
de música allí fueron Robin Mallapert y Firmin
Lebel. En 1544 obtiene su primer nombramiento oficial, como maestro
de coro y organista de la catedral de San Agapito de su ciudad
natal, contrayendo matrimonio tres años después
con Lucrezia Gori.
El contexto histórico de la vida de Palestrina está
determinado, en lo que a la música se refiere, por las
implicaciones que para la música tuvo el movimiento contrarreformista.
La posición de una gran parte de los obispos era la de
abolir la polifonía de la liturgia religiosa, que era
entendida como un obstáculo insuperable para la comprensión
del texto. La Missa Papae Marcelli de Palestrina mostró
al mundo la compatibilidad del lenguaje polifónico con
la legibilidad del mensaje litúrgico.
Una de las primeras decisiones del obispo de Palestrina cuando
fue elegido papa en 1550 -pontificando bajo el nombre de Julio
III-, fue la de nombrar a Giovanni Pierluigi maestro de la Capilla
Giulia de la Basílica de San Pedro en Roma. Se trata de
un auténtico homenaje al compositor, ya que puestos de
esta índole no estaban al alcance de personas de 25 años
de edad. Otra excepción que tomó Julio III respecto
a Palestrina fue la de nombrarle en 1555 miembro de la capilla
Sistina a pesar de ser un hombre casado. Ese mismo año
acepta también el puesto de maestro di cappella en la
Inglesia de San Juan de Roma.
En 1561 toma la determinación de volver a ocupar el puesto
de maestro de capilla de la basílica de Santa Maria Maggiore,
rechazando otros nombramientos de mayor estatus. En 1575 también
volvió a asumir su puesto en la Capilla Giulia.
El 2 de febrero de 1594 muere en Roma, en los brazos de Felipe
Neri. Su reputación de compositor de altura había
evadido ya las fronteras italianas.
Dejo escritas 104 Misas, 375 motetes, 68 orfeorios -los publicados
en 1593 son la cumbre de la técnica contrapuntística
de la época-, 35 Magnificat, 11 letanías, 10 lamentaciones
y 91 madrigales. Es precisamente en sus madrigales donde Palestrina
se muestra más conservador, no llegando al vanguardismo
de Marenzio o Gesualdo. Palestrina es la cumbre del estilo imitativo,
propio de su época.
El Barroco, Siglo XVII
Italia
El hecho de que Jacopo Peri (1561-1633) fuera elegido entre los
cultivadores florentinos del nuevo estilo musical para suministrar
la ópera, el espectáculo más grande y más
artístico, con destino a las fiestas nupciales de María
de Médicis con Enrique IV de Francia, constituye un indicio
de particular aprecio. Se ofreció a unos pocos privilegiados
una representación en la que habían cooperado Rinuccini
y Peri. Esa representación fue la Eurídice, ópera
de Peri, en la cual se intercalaron algunas áreas de Caccini.
La ópera en su totalidad, no parece una escultura a plena
luz, sino un altorrelieve con juegos cambiantes de sombras y
combinado por una indudable unidad estilística. Un espectáculo
armonioso y gentil, clásico, sin ser académico.
Una música íntimamente melancólica p, sensible,
razonada. Un compositor excelente y minucioso, cuya capacidad
no igualaba a los grandes artistas contemporáneos que
habían cantado polifónicamente con mayor energía
y universalidad; pero consciente de sí mismo, tan comedido
en sus limitadas fuerzas como en la adecuación de los
propósitos. Giulio Caccini compuso arias para la representación
de la Euridice, pero Caccini no venció a Peri. Su recitado
es menos movible y dúctil, si bien aparecen mejor redondeados
los períodos y más coherente el movimiento armónico.
No debemos dejar la Eurídice de los primeros melodramáticos
sin referirnos al libretista Rinuccini, el cual recogió
en la mitología sus argumentos. Si mudó algún
episodio en los mitos y en las leyendas milenarias, como en el
desenlace feliz de la aventura de Orfeo, lo hizo sólamente
para satisfacer los deseos de las reuniones aristocráticas.
Petrarca está presente siempre que la naciente Arcadia
pueda acoger y reproducir sus formas. Poliziano queda superado
netamente en cuanto al desarrollo del drama. Al carácter
estático de la fábula, tímidamente escenificada
y ampliamente narrada por ese autor del siglo XV, opone Rinuccini
una considerable dinámica escénica y pasional en
diálogo. Hay resonancias cercanas de Tasso y de Ariosto
por cierta espiritualización y cierta trascendencia de
los personajes femeninos, Eurídice y Adriana. Tal superación
técnica de las fábulas teatrales y de la tragedia
escrita en el siglo XVI, representa la actividad más personal
y rentable de Rinuccini.
En la "Reppresentazione di Anima e di Corpo" de Emilio
de Cavalieri, se igualan el candor de la expresión con
la sencillez formal y el fervor suave con la Humanidad. Realidad
y fe, razón y afecto, alternan humilde, fuerte y rudamente
de episodio en episodio. El tono de la prédica se transforma
" en una voz celeste; el fin práctico trasciende
en el éxtasis. Es la palabra para el hombre tosco, y la
imagen para el hombre culto. Abundan algo las expresiones sencillas,
las cantinelas populares, los ritmos de danza para el coro y
para los instrumentos, las cadencias ingenuas, no faltan algunos
toques sabios y rebuscados. Hay adecuación a las tradiciones
del lugar y gusto de arte completo.
"Il Sant' Alessio" es la ópera más importante
de Stefano Landi. Alessio es un personaje vivo, conmovido, rico
de acentos. No hay énfasis ni convencionalismo, sino serenidad,
al rechazar los bienes terrenales. El contraste entre lo trágico
y lo cómico es señorial. Sobriamente tratados,
Martio y Cartio son figuras de la realidad humanas, más
que para distraer al espectador, aparecen ahí para dar
relieve al ascetismo de Alejo y a la incompresión del
mundo hacia las altas idealidades y el sacrificio. El público
que asistió al Sant Alessio atendía más
a las decoraciones y Î escenas que a la música,
y más a los personajes secundarios que al Santo, sin que
los autores se enojasen por ello. Cuando se piensa que sólo
tenía un bufón en la primera versión y que
pusieron dos en la segunda, se comprende que los espectadores
quedaran muy complacidos, y así comenzó la moda,
que duraría muchos decenios, de introducir personajes
cómicos en la ópera seria.
Cuando los venecianos se agolpaban en sus primeros teatros musicales,
curiosos, ávidos de diversión y presuntuosos por
conquistar el derecho de la crítica extemporánea,
exigían que la ópera les satisfaciese. Quien primero
encarnó "el operista de todos", el tipo ideal
para empresarios y para público, fue el compositor Francesco
Cavalli (1602-1676). Ni innovador ni cincelador, cedía
al resto de su potente y rica naturaleza dramática. Cuando
se lo proponía, o le favorecía la inspiración,
Cavalli triunfaba poderosamente. No se puede emplear otro adverbio
pues éste evoca la grandiosidad resonante en el acento
dramático del Ï compositor, al tiempo que representa
bien el palpitante y emocionante vigor de su expresión,
en la cual se aceptaban los sencillos recursos de su época,
sin que él los renovase, si bien, por emplearlos con notoria
personalidad, parecían originales.
Ingeniosamente volvía y revolvía entre las manos
el trozo cantable (era ya el tiempo del "bel canto")
lo modelaba con relieves o depresiones, insertando las frases,
volviendo a mezclarlas son sujeción a las estrofas del
"poeta" y presentándolas variando su volumen
y su espíritu.
En todos los aspectos aparecía este compositor hábil
y vario. Sobresalía en el lamento, regulándolo
por el trabajo continuo, y, como cantor famoso imprimiéndole
el sello de lo trágico o de lo melancólico.
Cavalli no fue innovador, ni crítico; pero sí tan
oportunista e intuitivo como culto. Por lo demás, no necesitaba
mayor ciencia para realizar su teatro, que llegó a ser
el de su tiempo.
Cuando pasamos de los dramas musicales florentinos o romanos
al primer ensayo tea Ùtral de Claudio Monteverdi (1567-1643),
advertimos precisamente que nos encontramos ante la obra de un
artista superior a los compositores teatrales coetáneos,
por el vigor del sentimiento y la riqueza técnica.
Su ópera "L'Orfeo", por vigor de sus personajes
e intensidad dramática, por el encanto de la invención
y variedad de los elementos, así como por la alta renovación
de las formas empleadas, constituyó una gran afirmación
monteverdiana en el campo teatral, que él pisaba entonces
por primera vez.
Transcurrido un año desde la composición de "L'Orfeo",
el duque de Mantua le encargó a Monteverdi que musicara
otra obra teatral sobre un texto de Octavio Rinuccini la "Ariadna".
La obra se representó con solicitud y alcanzó grandisimo
éxito. La lamentación de Ariadna, abandonada por
Teseo, obtuvo, en especial, una popularidad tan vasta como duradera.
Este es el único número de la ópera que
ha llegado hasta nosotros.
"La Coronación de Popea" es la más moderna
y más teatral de las obras escénicas que s ubsisten
de Monteverdi.
La humanidad de los personajes, despojada ya de arcaicas vestiduras,
tiene ahora completo realismo. La perfección estética
de la fábula pastoril, se sustituye por la del melodrama.
Si excluimos las escenas mitológicas y las de la intriga
trivial, la ópera presenta esa íntima cohesión
que únicamente puede ser engendrada por el sentimiento
profundo.
Con el rudo vigor de un Monteverdi y de un Cavalli, contrasta
el carácter de Marc' Antonio Cesti (1623-1669), que aparece
delicadamente afectuoso. "Il pomo d'oro" de Cesti reserva
para las partes serias el airoso o aria, o el recitado con cierta
afectada gravedad académica, y para los episodios cómicos,
las canzonetas vivaces. Sin embargo es necesario afirmar que
a menudo superaba el compositor la mediocridad de las condiciones
que se imponían, e incluso expresaba el afecto propio
del momento dramático usando formas tradicionales y exiguos
medios armónicos y rítmicos. Fuera de la escuela
alegórica, Cesti demostró gusto y acentos artísticos.
Alessandro Stradella (1645?-1682) fue famoso compositor, cantor
y profesor de canto y de instrumentos. En "El esclavo liberato"
la música tiende a lo épico, desprecia todo rasgo
popular, da realce lírico a los principales episodios
y favorece los complicados.
En Nápoles, los conocimientos actuales sobre la ópera
designan a Provenzale como jefe de la escuela napolitana y le
colocan entre los mejores músicos de suelo italiano. En
comparación con él, Cavalli parece más bien
un reelaborador de la propia lírica y de la elegancia
refinada del sentimiento. Provenzale se le acerca más
y recuerda a Monteverdi en la melancolía y el dolor. Su
frase elocuente, sencilla y espontánea, proyecta la fuerte
representación artística. Las críticas de
los venecianos se resentían de los ritmos que caracterizaron
las canciones de baile divulgadas por el laúd, y tal origen
las hacía mantenerse algo separadas del texto literario;
en cambio las cantinelas de Provenzale evocaban la música
vocal imperante en las villanescas n Eapolitanas y el espasmo
patético del madrigal cromático. Privaba en ellas
el canto vocal, cualidad propia de la melodio. Los acordes, atrevidos
a menudo, se ceñían en su expresividad a la psicología
de las palabras y de las imágenes. La amplitud de los
períodos, así como también de las arias,
parecía favorecer el desarrollo de los estados anímicos.
Francia
"L' Encole amante" fue la ópera de Cavalli que
inauguró solemnemente el teatro de las Tullerías.
Requirió escenarios grandiosos y numerosas mutaciones
y tramoyas. El Rey y la Reina tomaron parte en la representación.
La muerte de Mazarino en 1661, la naturalización francesa
de Lully, su adhesión a la música francesa y la
nueva hostilidad contra los italianos concurrieron a la caída
de L'Ecole amante. Cavalli abandonó París y desde
entonces brilló allí como árbitro Lully,
que había abandonado joven su Florencia natal para conquistar
rápidamente la capital francesa, siendo el principal artista
de esta época.
Muerto Lully destaca la figura de André Campra. Escribió
un ensayo de ópera - ballet, de carácter serio,
titulado la Europa Galante y habiendo obtenido gran éxito,
dio en 1699 "El carnaval de Venecia". Aparte de varias
tragedias, compuso "Las fiestas venecianas". Esta primera
ópera - ballet, de carácter cómico, alcanzó
un éxito grande y duradero. Privan en toda la partitura
la vivacidad y la gracia. La frecuente transición del
rápido recitado al aire brevísimo, el bello gusto
cantable del bajo continuo y de los acordes, la sencilla y rápida
instrumentación, la sorprendente fecundidad de los motivos
destinados a las voces y los instrumentos, el sentido de ligereza
y elegancia, la exclusión de los floreos y la espontaneidad
de la composición; todo esto venció resueltamente
a las repetidas fórmulas rítmicas, a la escasa
variedad de los caracteres y a la uniformidad del estilo, es
decir, a los elementos desagradables. Pero la ópera -
ballet, como todos los demás géneros que Francia
cultivó en el siglo XVII y en el XVIII hasta Rameau, jamás
se consideran desde un punto de vista exclusivamente musical,
sino desde aquel otro más amplio de lo espectacular, al
cual contribuyen con la brillantez todas las artes y en especial
la danza.
Igual que se ha procedido respecto al drama en música
italiano y francés, los orígenes de la ópera
inglesa deben buscarse en las tentativas que aproximaron las
prácticas musicales a las del teatro literario durante
el siglo XVI. La primera asociación de palabras, música
y ademán no se realizó en Inglaterra en forma de
intermedios ni de ballets de cour, sino en forma de "masques".
Henry Purcell (1659-1695) era oriundo de una familia francesa.
Su "Dido y Eneas" tiene música desde el principio
hasta el fin y consta de una sinfonía en dos tiempos,
arias a solo o a dúo, recitados más o menos airosos,
coros a cuatro voces y piezas instrumentales para las danzas.
Muy bien cabe decir que esta ópera no se parece a ninguna
otra ni por el espíritu ni por la disposición y
aunque las más grandes realizaciones debidas a italianos
y franceses en el siglo XVII fueron bien advertidas por Purcell,
éste no llegó a utilizarlas como gula cultural,
de ninguna manera como modelo. Sin que el estilo pueda considerarse
nacional, resultan algo original lo sobrio, lo breve y lo incisivo,
como ras Îgos propios y característicos del artista
Purcell.
Su Dido se agranda psicológicamente y dentro de lo usual
hacia 1690, únicamente halla paralelo entre algunas de
las figuras más poderosas de Monteverdi o de Cavalli.
Los coros se interpolan en la acción con un nexo dramático
más íntimo en algunas ocasiones, que aquel tan
admirable de Lully; además son mudables, serenos o agitados
y variadísimos como en pocas óperas de aquel siglo.
Las brujas están representadas magníficamente.
Recordando a Shakespeare, diríamos que sus diálogos,
las inventivas, las risas, tienen aquella poesía real
e irreal propia de algunas escenas corales suyas.
Van a Inglaterra los italianos así como Haendel, en los
primeros años del siglo XVIII; se afirma la hegemonía
del teatro y del gusto italiano y Purcell queda olvidado.
Constituye un hecho insólito la aparición de "The
Beggar's opera". Si alguna vez tuvo mordacidad creemos que
tal efecto fue debido a la improvisación de los ejecutantes,
los cuales añadieron, con calidad cómica, lo que
falta en los papeles que tenemos a la vista.
Pero la representación de escenas y personajes de baja
ralea en situación de los dioses y héroes que poblaban
la ópera, el ocasional floreo en forma de parodia, las
analogías de la ópera misma, las frases sin sentido
a imitación de la que ofrecen los libretos de ópera,
el empleo de aires callejeros en vez de aires pomposos, la preferencia
del diálogo sobre el recitado, la sinfonía al estilo
italiano construida sobre canciones populares, la parodia de
la terminación alegre, la repetición de la palabras
y, finalmente, la notoria animadversión del autor contra
todo el arte extranjero, son otros tantos documentos favorables
a la tesis de que "The Beggar's opera" constituía
una sátira del arte operístico italiano.
Giacomo Carissimi (1605-1674) refleja en sus obras un sentimiento
sólido de auténtica solemnidad bíblica y
un profundo carácter trágico religioso, sobre todo
en sus oratorios. Actuó en un ámbito no demasiado
popular, sus oratorios son en latín. Entre sus temas destaca
'"Jephte".
Al parecer la producción de los oratorios en Italia empezó
en Bolonia poco después de 1.660.
El "San Juan Bautista" de Stradella es bastante notable
por varios motivos. Esta obra presenta amplias consecuencias
prácticas como son: el empleo del concerto grosso, tanto
en la sinfonía como en el acompañamiento de arias
dramáticas. Numerosas arias a una o a dos voces contienen
melodías y acentos, una vehemencia y plasticidad vocal
las colocan entre sus producciones más selectas. La música
se distingue por su carácter coherente inmune a los barroquísimos
contrastes de las partes serias y cómicas, que tanto complacían
en el melodrama. También es notable la inclusión
de coros o un sencillo madrigalismo eficaz, con raros pasos en
estilo imitativo, o en rápidos y oportunos comentarios,
así como también la composición de arias
a dos voces, casi duetos.
España
La música para clave en España duró escasamente
cien años; la época de oro del órgano hispano
es propiamente el siglo XVI y su mejor exponente Antonio de Cabezón.
Este fue el célebre ciego organista de la emperatriz Isabel
de Portugal.
Los tientos, glosas, la pavana con su glosa y otras composiciones
de Cabezón merecen un comentario aparte. Todas fueron
escritas antes de 1547; por consiguiente, al emprender Cabezón
su primer viaje al extranjero, en 1548, era un artista y compositor
consumado. Las composiciones más antiguas en su género
conocidas hasta hoy en España son sin duda aquellas de
Cabezón, pero indudablemente le precedieron otros maestros
de gran mérito cuya obra musical parece perdida. No es
posible que genios y compositores de esta categoría aparezcan
en el mundo de repente y como por encanto, sin maestros que les
preparen el camino.
Juan del Enzina patriarca del teatro español, tuvo la
ventaja de ser a la vez poeta exquisito y finísimo compositor,
con su arte escénico de las Eglogas logró elevar
a dignidad altísima el tono del drama lírico español,
cuyo apogeo culmina en Lope de Vega y Calderón de la Barca.
En las Eglogas de Encina no se intercalaban números cantados
y números hablados como en la Zarzuela típica nacional,
sino que únicamente se introducían el canto de
un villancico, generalmente polifónico, en función
de su pieza epilogal, la cual podía muy ù bien
desglosarse de la obra.
Calderón de la Barca merece atención suma, pues
no sólo fue el autor de la ópera española
más antigua cuya música se conoce, sino creador
literario de Zarzuela. Trazó los libretos de dos óperas:
"La púrpura de la rosa" en un acto, con una
loa preliminar, y "Celos aun del aire matan". Se ignora
la paternidad musical de la primera, mientras que la segunda
tuvo como compositor al insigne maestro Juan Hidalgo. Maneja
el recitado y el airoso a la italiana, pero también prodigó
al mismo tiempo hispanismos variados, tanto en los aires con
estribillo como en los ritmos de carácter popular.
La zarzuela, como la ópera, dio las primeras señales
de vida en una mansión real. Entre los bosques del Pardo
había un lugar denominado Zarzuela por la abundancia de
zarzas. Allí alzó un palacete el Infante D. Fernando
y Felipe IV. Pide que se creen obras en dos actos, y no en tres
como las comedias, con abundantes números de música.
El promotor y principal proveedor de esas obras fue Calderón
también y pronto se denominará Zarzuela, de un
modo constante, a toda pieza teatral que reúna esas circunstancias
en cuanto a la longitud y contenido. Los colaboradores musicales
son desconocidos en los más de los casos, aunque entre
ellos no pudo faltar Hidalgo.
Alemania
Al alborear el siglo XVII, la cultura musical en suelo alemán,
hacía concebir grandes esperanzas.
Los tratados traslucían el estilo italiano. Tarlino era
una autoridad. El teórico alemán Michael Praetorius
(1571-1621) apareció versátil, hasta genial; frecuentó
ambientes cultos, escribió composiciones polifónicas,
que recuerdan las de Gabrieli y publicó grandes y pequeñas
colecciones de música polifónica para el culto
protestante. Aliando el sentimiento italiano de la belleza con
la robustez del íntimo y religioso pensamiento alemán,
en el espíritu y en la técnica dio las primeras
muestras de la nueva sensibilidad y estilo que después
caracterizarían en siglo XVII alemán.
Schütz es la mayor figura musical de su país antes
de Juan Sebastián Bach.
Gregorio Allegri (1582-1652) compuso un Miserere, por el que
ha pasado a la posteridad. De todas formas, el valor musical
de Gregorio no sólo depende de la fama y el Miserere.
Son notables sus Mottetti, así como también sus
Concertini de dos a cinco voces con órgano.
Realizó una innovación fecunda el veneciano Giovanni
Gabrieli, al unir voces e instrumentos. Determinada tal innovación
por profundas razones de renovación espiritual, éstas
tuvieron ocasión de cultivar nuevas formas, de arraigar
y desarrollarse en un terreno fértil.
El Clasicismo
La costumbre generalizada de llamar "Música Clásica"
a la música culta, en contraposición a la música
ligera o "pop", rock, etc., nos hace olvidar que el
clasicismo es una época más de la historia de la
música. Se puede aceptar la denominación "música
clásica" en el sentido corriente, si tenemos en cuenta
que lo clásico es lo que nace con intención de
permanencia y lo consigue. Pero para hablar con propiedad, deberíamos
utilizar la denominación de "clásica"
a la música creada en una muy corta época de la
historia. Una época que duró cincuenta años
aproximadamente y que se puede delimitar entre la actividad de
los hijos de Juan Sebastian Bach hasta el estreno de la Heroica
de Beethoven.
El clasicismo es en música la época de la serenidad.
En general, clásico es algo equilibrado y sereno, algo
encerrado en formas supuestamente inmutables, algo que sirve
de modelo. Aunque el puro clasicismo sea muy corto temporalmente,
no deja de ser un modelo que sigue sirviendo hasta en nuestro
d tiempo.
Clásico significa en general lo ejemplar, verdadero, bello,
lleno de proporción y armonía, además de
sencillo y comprensible. Las fuerzas del sentimiento y la razón,
pero también el contenido y la forma encuentran un equilibrio
en la obra de arte. El resultado es intemporal.
MÚSICA DEL SIGLO XX
INVESTIGACIÓN MUSICAL
ORIGINAL, EDICIONES PreDeM (c) 1999
La variada música del Siglo XX no sólo ha destacado
por la cantidad sino básicamente por haber planteado nuevos
rumbos en cuanto a la relación obra-realidad, realidad
en todo el sentido del concepto. El compositor queda más
involucrado en las distintas etapas del producto final, desde
la génesis sonora hasta ciertas condiciones acústicas,
y muchas veces estéticas, de la sala de conciertos. Hombre
y música comienzan a fundirse, identificarse, cada vez
más quedando el todo, por lo general, convertido en un
fenómeno plenamente particular, no repetible. Dentro de
esta íntima fusión está el ejecutante quien
tendrá a su cargo ciertas decisiones que rematarán
el acabado final.
Uno de los argumentos que predomina a lo largo del siglo
es: "El libre pensamiento". El compositor ya no está
dispuesto a acatar reglas escolásticas; no quiere decir
esto que sistemáticamente las incumpla, sólo se
da el tiempo necesario para revisarlas y discutirlas, rompiendo
de este modo la atávica presión psicológica
que sobre el sujeto produce cualquier escuela 'estructurada e
inamovible'.
Resulta evidente que el Siglo XX pone fin a la hegemonía
del funcionalismo de Rameau. Claro está que podemos encontrar
antecedentes en el mismo Siglo XIX pero no habrá de ser
lo suficientemente contundentes como para acometer tal empresa.
Como contrapartida, el público queda mucho más
distanciado de las nuevas corrientes estético-filosóficas;
sin embargo es dable esperar, con los años, un paulatino
acercamiento de éste para consolidar los cuatro actores
vitales de la música.
Nacho Grosso, autor del trabajo que estamos presentando,
nos propone una vía sensata para la 'comprensión'
de la Música del Siglo XX; escrito en estilo didáctico,
casi coloquial, sin renuncia a los elementos técnicos,
resultará de gran ayuda para aquellos que deseen acercamiento
razonado y efectivo a un fenómeno del que somos partícipes
necesarios aunque no del todo conscientes de su trascendencia
y magnitud.
El Grupo Presencias ha producido este trabajo en su totalidad
-Ediciones PreDeM- por entender de sus múltiples valores.
Los indicadores {} establecen nuestras acotaciones. Sigue el
índice completo del escrito.
Parte I
LOS MOVIMIENTOS PRECURSORES Y LOS PIONEROS
Parte II
1. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
Europa después de la Primera Guerra Mundial
2. EL NEOCLASICISMO
Los Seis
Stravinski y el neoclasicismo
3. EL SISTEMA DODECAFÓNICO
Schoenberg
4. LA INFLUENCIA DE LA POLÍTICA
4.1. Alemania
..Hindemith
..Weill
4.2. Rusia
..Prokofiev (1891 - 1953)
..Shostakovich (1900 - 1975)
5. OTROS PAÍSES
Alemania: Orff
Polonia: Szymanowski (1882 - 1937)
España: Falla (1876 - 1946)
Inglaterra: Britten (1913 - 1976)
E.E.U.U.
Copland
Varèse
América Latina
Parte III
1. CONTEXTO HISTÓRICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
2. EL SERIALISMO INTEGRAL
El serialismo integral. Principales compositores
3. INDETERMINACIÓN
4. INNOVACIONES EN LA FORMA Y LA TEXTURA
Composición en grupo
Música textural
Nuevos recursos instrumentales
Música estocástica
Desarrollos en la música americana
5. EL NUEVO PLURALISMO
Citas y collages
Influencia del jazz y el rock
Exotismo
Interconexión
6. VUELTA A LA SIMPLICIDAD
Minimalismo y nueva tonalidad
7. DESARROLLOS EN LA TECNOLOGÍA
Música electrónica
LOS MOVIMIENTOS PRECURSORES
Y LOS PIONEROS
El movimiento denominado postromanticismo corresponde a un
período de gran convulsión en todos los ámbitos
culturales y artísticos europeos. Las grandes óperas
de Wagner, sobre todo a partir de Tristán e Iseo (1865),
abren paso a nuevas posibilidades expresivas con la utilización
del cromatismo y la expansión de la tonalidad. Es, principalmente,
a los compositores influidos poderosamente por la música
de Wagner a los que se refiere la etiqueta de postrománticos,
por estar creando obras bajo los cánones del romanticismo
en una época en la que conviven muchas manifestaciones
culturales y artísticas de carácter innovador,
como el impresionismo, el futurismo, el expresionismo, etc. La
libertad de escritura se manifiesta en el nuevo tratamiento de
la melodía y la armonía en la obra de Debussy,
la sensualidad del colorido orquestal en la música de
ballet de Stravinsky y en el proceso de desintegración,
primero de la tonalidad y, posteriormente, de la melodía,
la armonía y la textura que inicia Schoenberg a partir
de la segunda década de siglo XX. No obstante, las músicas
de signo más conservador, al gusto de amplios sectores
de la aristocracia y de la burguesía, siguen teniendo
sus cultivadores entre compositores como la familia Strauss.
Ellos, junto a Brahms, Mahler y Schoenberg, hacen que Viena siga
siendo uno de los principales centros musicales, a la vez que
París registra una alta concentración de músicos,
entre los que pueden citarse a Debussy, Massenet y Stravinsky.
Para comprender la música del siglo XX, es importante
acercarse primero a la del siglo XIX, y en especial a una corriente
llamada Impresionismo. El impresionismo nace como una auténtica
revolución en el que los artistas van a expresar el mundo
según lo ven y no guiados por las convenciones y costumbres
del momento. Supone una auténtica liberación. Se
va a luchar por una música más individual y personal,
saliéndose para ello de las normas establecidas.
La música impresionista pretende destacar el impacto que
provoca la obra al ser escuchada. Para ello, la melodía
se va a convertir en algo fragmentario y "escondido",
va a evocar lo esencial, creando una atmósfera sonora,
bastante imprecisa.
Es igualmente destacable la ruptura con las armonías tradicionales.
Se aplican nuevos acordes, colores y sonoridades. Uso de escalas
no convencionales, como la de tonos enteros, escala acústica,
pentatónicas, etc.
En esta música, el sonido va a constituir el alma
de la música. Los sonidos independientes y sin personalidad
se van a yuxtaponer unos con otros creando diversos efectos y
colores. El músico más importante de este movimiento
fue Claude Debussy (1862 - 1918). Generó ideas completamente
nuevas en la forma, la orquestación, además de
una depurada utilización del sonido y del timbre. Fue
uno de los renovadores más eficaces y relevantes de la
historia de la música en el mundo occidental.
Su obra es original y diversa, recurre a una armonía
novedosa para su época. Da un papel completamente nuevo
al piano, al que buscó efectos resonantes, tímbricos
y sonoros realmente novedosos, usando para ello un juego de pedal
esencial y único. Las innovaciones realizadas para el
piano no cayeron en el olvido, siendo guía y ejemplo para
compositores posteriores. En su obra pianística encontramos
diversas formas (baladas, arabescos, suites, preludios, imágenes).
No fue menos Debussy en lo referente a orquesta. En el Prélude
à l'après-midi d'un faune se apartó de los
esquemas clásicos referentes a exposición y desarrollo,
para ofrecernos una especie de forma improvisativa generada a
partir de un único tema. La melodía va a ser tocada
varias veces por la flauta travesera, con gran sentido cromático
y cierto aire oriental, creando un aire de ensoñación
y desenfoque. Se nota además una importante riqueza armónica.
El comienzo del preludio para piano "La catedral sumergida"
(Le chatédrale engloutie, 1910; Libro I, preludio Nº
10), resulta un buen ejemplo de música impresionista para
piano. Teniendo en cuenta que se trata de una melodía
real, esta no comienza hasta compás 7, donde surge de
una forma casi imperceptible, fuera de las reminiscencias de
los complejos armónicos del comienzo, después de
que hubieran sido reducidos a un Mi y su octava. Este fragmento
también ilustra alguna de las características del
nuevo lenguaje tonal armónico. No aparece ninguna alteración
en los primeros compases introductorios; se combinan siete notas
blancas para formar un campo armónico estático
dentro del cual suenan combinaciones totalmente libres. La quinta
abierta, que aparece en la primera parte primer compás,
se combina con una serie de acordes paralelos (que son a la vez
quintas y cuartas abiertas) que ascienden a través una
escala pentatónica; las notas, amontonadas por el pedal
sustentante (indicada por medio de la ligadura), forman una compleja
masa armónica que, aunque disonante según los métodos
tradicionales, es tratada como una consonancia fundida.
Alexander Nikolaievitch Scriabin (1872-1915) fue un compositor
y pianista ruso. Entre 1882 y 1892 estudió en el Conservatorio
de Moscú, e inició después una brillante
carrera como pianista, aunque únicamente interpretaba
sus propias obras. Realizó giras por Rusia, Suiza, Francia
y los Países Bajos. Fue también profesor del Conservatorio
moscovita de 1898 a 1903, después residió en el
extranjero, primero en Suiza y después en Bélgica,
donde se dedicó principalmente a la composición,
aunque no dejó de dar conciertos, llegando a hacer una
gira por los Estados Unidos de América entre 1906 y 1907.
En 1910 regresó a Moscú y dedicó sus últimos
años de vida a la elaboración de una obra que reunía
la música, la poesía, la danza, los juegos de luces
y los perfumes. Sus comienzos estuvieron influidos por Chopin,
período al que pertenecen las obras para piano hasta el
Op. 29, las dos primeras Sinfonías y el Concierto para
piano. Pero su búsqueda de una expresión estática
y contemplativa, que se corresponde con una concepción
religiosa y mística del arte, lo fue aislando de la música
de sus contemporáneos; compuso entonces la cuarta Sonata
y la tercera Sinfonía. A partir de 1907 prima la idea
mesiánica de la función redentora de la música
y, así, surgen Poema del éxtasis, de imponente
orquestación, y las seis últimas Sonatas y Prometeo.
Inventó el acorde Prometeo (Do Fa# Si b Mi La Re) {muy
conocido como 'Acorde Místico'}.
Erik Satie (1866 - 1925) Recibió las primeras
lecciones musicales de un discípulo de Niedermeyer y,
a partir de 1879, ingresó en el Conservatorio de París,
donde fue discípulo de Decombes, Taudou y Mathias. En
1891 compuso tres obras importantes: Sarabandes, Gymnopédies
y Gnossiennes. En esta época conoció a Debussy,
al que le unió una estrecha amistad. Entre 1891 y 1895
compuso música mística sobre textos de Peladan,
Mazel, Bois y Contamine de Latour. Entre 1895 y 1905 compuso
para cabaret. Esos años su producción se redujo
a Trois Morceaux en forme de poire (1903), que es una pequeña
antología de la música de cabaret en la que incluyó
algunos fragmentos de Gnossiennes y Pieces froides (1897). Entre
1905 y 1915 estudió con d'Indy, Roussel y Serieyx en la
Schola Cantorum; durante esos años su producción
fue escasa. Compuso en tan sólo tres años la mayor
parte de sus obras, entre otras, todas las piezas "humorísticas"
para piano. En la década 1915-1925 conoció la popularidad
y se convirtió en un símbolo de la vanguardia y
en el máximo representante del grupo de los "Seis"
y la "Escuela de Arcueil". En estos años compuso
el ballet Parade (1917) y Socrates (1919), entre otras obras.
En 1920 empezó a estudiar fuga. Muchos autores contemporáneos
a su época, lo acusaban de no tener técnica. Sus
obras tienen caracteres repetitivos, y usa pocos sonidos, creando
un ambiente completamente nuevo.
A partir de la ruptura que supuso el impresionismo, el
panorama artístico europeo, lo mismo en arte que en música
va a cambiar enormemente; la diferencia se puede resumir en un
término que usan los historiadores, la disgregación
del fenómeno artístico; es decir, si hasta ahora
teníamos grandes períodos como el Barroco o el
Romanticismo en lo que se integraban todos los artistas de todas
las artes, en adelante no ha de registrarse un movimiento de
tipo integrador, sino que van a surgir varios que conviven al
mismo tiempo y que por otra parte se suceden con rapidez. Cada
músico tiende a crear su arte independiente, además
los diversos estilos se irán sucediendo a gran velocidad
y eso dificulta enormemente el estudio de la época. Por
otra parte, ya no es posible establecer el paralelismo entre
música y arte.
Otras características generales a tener en cuenta son
que la música deja de ser un fenómeno que se da
en ciertas regiones, los compositores tienden a abandonar el
carácter nacionalista para hacer un arte universal.
Una de las figuras más importantes del siglo XX
es Igor Stravinsky (1882 - 1971). Tocó en su obra los
aspectos más variados. Investigó en todos los aspectos
de la música, y la hizo evolucionar en el ritmo, sonido,
instrumentación, etc. Tras investigar el folklore de su
país, estrenó el 29 de Mayo de 1913 en París
su obra "La consagración de la Primavera". Este
estreno supuso un gran escándalo por lo agitado de su
rítmica y su sonoridad apabullante. Se subió al
carro del Neoclasicismo, donde trata de acomodar su música
(Pulcinella, Octeto) a la de finales del Barroco. También
investigó con el dodecafonismo al final de su vida musical
(Canticum sacrum). Si hay algo que caracteriza al siglo
XX es la ruptura con la tonalidad, Atonalismo. Esta regla consiste
en crear una música completamente distinta, obviando las
reglas que rigieron durante siglos de ceñirse a una tonalidad.
La sensación auditiva es completamente nueva, los sonidos
se liberan. Primero se rompe con la armonía, luego con
la melodía y el ritmo, y todo lo establecido.
El austríaco Arnold Schoenberg (1874 -1951) será
uno de los precursores de esta corriente, con obras como Pierrot
Lunaire (1912), o las Tres piezas para piano Op 11. Schoenberg
fue de formación autodidacta y en un principio estudió
violín, violoncello y piano. Estuvo influido por Brahms
y Wagner comenzando a componer obras totalmente tonales.
El atonalismo va a dar paso a un nuevo sistema por él
inventado, el Dodecafonismo, o Música Serial. Este sistema
consiste en componer música partiendo de los 12 sonidos
de la escala cromática y colocados en serie. Esta serie
sufrirá tres cambios, llamados retrogradación,
movimiento contrario y retrogradación de este movimiento
contrario. Esto hace crear una música de carácter
melódico, pero muy rara al oído. La primera obra
que Schoenberg compone en esta línea es el Op. 23 para
piano (1923). Schoenberg va a crear a través del expresionismo,
corriente artística en la que el hombre europeo grita
ante la sociedad que va a correr hacia el caos de la Primera
Guerra Mundial. Es un lenguaje desesperado, con el que se distorsiona
la realidad para expresar dolor y angustia. Esta corriente está
expresada perfectamente por el cuadro "El grito" de
Charles Munch".
La escuela de Viena, formada por Schoenberg, y sus discípulos
Alban Berg (1885 - 1935) y Anton Weber (1883 - 1945) van a seguir
el sistema del dodecafonismo. Esta escuela se va a relacionar
con pintores y arquitectos, poniendo muchas ideas en común.
Schoenberg pintará obras de gran valía e inventará
alguno que otro objeto.
El húngaro Bela Bartok (1881 - 1945), es uno de
los músicos que más va a influir en la música
del siglo XX. Recorrió junto con Zoltan Kodàly
diversos países, recogiendo el folklore popular. Como
consecuencia de esto, descubrió las escalas pentatónicas
y ritmos completamente novedosos. En su obra Mikrokosmos, muestra
una colección de 156 obras para piano de carácter
pedagógico y vitales en la música del siglo XX.
En el Concierto para instrumentos de cuerda y celesta, sublima
los elementos folklóricos. En definitiva, Bartok consigue
unir la música moderna con la tradicional, creando un
lenguaje nuevo. El Neoclasicismo surge hacia 1920 como reacción
frente al Romanticismo, incluyendo el Impresionismo y el Expresionismo.
La actitud antirromántica rompe con el pasado inmediato
y se siente familiarizada con los conceptos anteriores al Romanticismo,
especialmente los del siglo XVIII. De nuevo se adoptan modos
de interpretación, formas y géneros del Barroco
y el Preclasicismo, como suite, concierto, sinfonía y
sonata. Los músicos de este movimiento utilizan para sus
composiciones toda la historia de la música, con sus diferentes
estilos (incluido todo el siglo XIX, con criterio distanciador,
como en el resto de los casos), así como la música
de culturas no europeas y el jazz. Al igual que en la literatura,
se pretende destruir la rutina tanto en la creación como
en la audición, a través de efectos de distanciamiento
y parodia. El Neoclasicismo es tonal y, a partir de los años
treinta, se acentúa la tendencia hacia un ordenamiento
racional de las formas y los géneros. El movimiento finaliza
entre 1950 y 1960. Al mismo tiempo que sucedían
estos cambios, promovidos por la Escuela de Viena, en Italia
aparecen una serie de músicos que incorporan a su música
nuevos objetos sonoros: la incorporación de ruidos. Esta
corriente se llamó Futurismo, y afectó tanto a
la música como a la literatura y el arte. Este movimiento
no es importante por sus obras, sino por lo que supusieron. El
futurismo pone como punto de partida el ruido, no el sonido.
Son Russolo y Pratella los que crean esta música,
e intentan orquestar a las multitudes que van atropelladamente
a las fábricas, estaciones de ferrocarril, ruidos de la
guerra, etc. En 1913, dan su primer concierto con estas obras:
"Reunión de automóviles" y "El despertar
de la ciudad".
Lo importante de esta música es el hecho de haber
incorporado un elemento prácticamente nuevo, el ruido,
que no había sido usado hasta entonces. Aparecen músicos
como Edgar Varèse (1885 - 1965), que partiendo del ruido
componen obras de gran valor artístico, como "Ionización",
para trece percusionistas, y "Desierto", que desembocará
en otro concepto, la Música Concreta, que nació
de manos de Pierre Schaeffer el 5 de Octubre de 1948. En Francia
se dio paralelamente el Bruitismo (del francés bruit,
ruido) que parte de esta misma premisa. Destacan el mexicano
Carrillo y el checo Alois Hába, que emplea los cuartos
de tono.
1. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
Europa después de la Primera Guerra Mundial
Europa se encuentra en esta época destruida y revuelta
después de la Guerra, a finales de 1918.
Se disuelve el imperio austro-húngaro. Polonia, Checoslovaquia,
Hungría y Yugoslavia se declararon establecidos como estados
independientes. Alemania fue forzada a ceder Alsacia y
Lorena a Francia y a pagar al resto de países en concepto
de daños. Rusia se estableció como primer
estado comunista del mundo. En este panorama la cultura se reorienta.
En los primeros momentos de la guerra algunos intelectuales,
artistas y músicos creyeron que podrían tener un
efecto positivo ya que formaría un nuevo orden social
y adoptaron una postura comprometida aunque pronto se decepcionarían.
La primera reacción artística fue el Dadaísmo.
Comenzaron a ser conocidos en 1916 y se formó en Suiza.
Actuaron con repulsión hacia la guerra y pensaron que
el único arte posible era el anti-arte, que promovía
el desorden, la irracionalidad y lo antiestético.
En los últimos años de la guerra surge
una nueva actitud que domina el campo artístico en las
siguientes dos décadas. Sus características son
la claridad, la objetividad y el orden, como si se buscara una
consolidación. Esta nueva actitud surgió en diferentes
grupos:
El primero fue De Stijl y surge en los Países Bajos. Entre
sus miembros están Piet Mondrian.
Después surge La Bauhans, escuela de arte fundada por
Walter Gropius en 1919. Cuenta con artistas como Klee y Kandinsky.
Propone un acercamiento hacia el arte, incorporando materiales
industriales modernos y preocupándose por las necesidades
de los habitantes. Un tercer grupo lo forman los Puristas,
que se centró en Francia y lo dirigió el arquitecto
Le Corbusier. Dieron importancia a la simplicidad, la utilización
de materiales industriales y la importancia de estos materiales
a la hora de influir en las decisiones relacionadas con el diseño.
Estos tres movimientos se dieron en las artes plásticas
pero influyeron en la música, cuyas características
fueron la eficiencia, la claridad en la composición y
la economía de medios, después de un período
de pronunciada experimentación. Surge un deseo de evitar
los excesos del Romanticismo tardío o Postromanticismo.
2. EL NEOCLASICISMO
En 1918 el poeta francés Jean Cocteau sacó
a la luz un trabajo muy influyente en el que hablaba de la necesidad
de un nuevo arte francés independiente. De este
modo la música debería alejarse de texturas ricas
y buscar una "música de cada día": sencilla
en cuanto a su estructura, que pudiera escribirse en una partitura
sencilla y aspirar a poseer la "lucidez de los niños".
El primer ejemplo de este tipo de música lo caracteriza
E. Satie, quien de ser un compositor sin importancia fue propuesto
como modelo de artista. La música de Satie se caracteriza
como llena de vida, informal y alegre, con figuras melódicas
repetitivas, humoristas en cuanto a que reclaman el sonido de
una rueda, de una máquina de escribir o de un revólver.
Su obra "Parade" define el nuevo espíritu musical.
El drama sinfónico "Sócrates" de 1918
es considerada la mejor composición de Satie. El
ejemplo más extremo que muestra su antipatía hacia
la composición es la "Música de mobiliario",
que compuso junto con Milhaud en 1920. Ideada para ser interpretada
durante el intermedio de una obra representa un intento de negar
cualquier tipo de ambición artística.
Los Seis
Durante los años que duró la guerra, Satie se convirtió
en una especie de héroe musical para una serie de compositores
franceses. Seis de ellos se hicieron grandes amigos y compartieron
intereses. Dichos compositores fueron F.Poulenc, D. Milhaud,
A.Honneger, G. Aulic, G. Taillefere y L.Durey.
En 1917 comenzaron a dar conciertos juntos pero las diferencias
respecto a sus visiones musicales desmantelaron el grupo.
Stravinski y el neoclasicismo
Los cambios que se estaban produciendo en la música francesa
también afectaron a Stravinski, que incluso antes de que
estos cambios se produjeran ya se había movido hacia un
lenguaje composicional más reducido, sin grandes orquestaciones
u ornamentaciones.
En 1920 Stravinski se trasladó a París, donde
permaneció por espacio de 20 años. Aquí
se da el comienzo de uno de los tres grandes periodos en los
que se divide su obra. Este periodo se denomina "ruso"
o "neoclásico". La música de este
periodo no sólo se caracteriza por la simplificación
de texturas, con cierto sabor folklórico ruso, sino que
después Stravinski se interesó por los principios
fundamentales del clasicismo que, reformulados, le sirvieron
de base para sus obras. La idea no es volver al pasado, sino
revitalizar las concepciones composicionales del pasado con la
armonía y rítmica contemporáneas.
Aquí es cuando se comienza a hablar de Neoclasicismo,
de la que Stravinski es iniciador, aunque sus precursores fueron
Satie y el grupo de los seis.
En Stravinski no se vuelve a los modelos de composición
del clasicismo específicamente, no se liga a ningún
periodo estilístico dado sino que abarca todos los periodos
de la música occidental.
3. EL SISTEMA DODECAFÓNICO
Schoenberg
Cuando irrumpió la Primera Guerra Mundial,
Schoenberg se encontraba en un estado de incertidumbre compositiva.
Su producción disminuyó a causa de la guerra, ya
que fue llamado a filas.
Sin embargo, la crisis compositiva se debió a su escepticismo
ante la música "intuitiva" que había
compuesto hasta entonces, de métodos libres, atonal, nada
sistemática. Por lo tanto se propuso establecer unos lazos
más fuertes con el pasado. De alguna manera trató
de ordenar las melodías disonantes y la armonía
que había surgido en la música del siglo XX.
De este modo surge un sistema nuevo luego de siete años
de trabajo(1916-1923): el dodecafonismo. Es una manera de controlar
la libertad que su música tenía.
Los principios básicos de este método son
los siguientes: cada compositor extrae su material melódico
de una única secuencia escogida dentro de las doce notas
de la escala cromática, lo que se denomina "serie".
A esta primera serie se añaden tres:
-Retrógrada: invierte la sucesión de notas
e intervalos
-Inversión: se invierte cada uno de los intervalos
originales
-Inversión retrógrada: se invierte la anterior
(retrógrada)
Cualquiera de estas 4 series pueden transportarse
para comenzar en otra nota. El transporte se indica de forma
convencional por medio de números arábigos que
siguen la designación de la serie, indicando el número
de semitonos ascendentes que aparecen a partir de la forma original.
Así, la designación P-O indica que se trata de
la serie original; P-5 indica que la forma original está
transportada una 4ª justa ascendentemente (o lo que es igual,
5 semitonos); R-1 señala que la forma retrógrada
se transporta una 2ª menor ascendente. Las cuatro formas
de la serie, multiplicadas por doce transportes posibles dan
un total de 48 posibles versiones de la serie original. Normalmente
no se utilizan todas las versiones en una misma pieza, sino que
según el tipo de obra que se quiera componer se elegirán
unas u otras.
Aunque la serie determina la sucesión de notas
utilizadas en una obra, no señala ni sus registros, ni
sus duraciones. Tampoco señala la disposición de
la textura o de la forma de la música. Este sistema
dividió las ideas de los compositores en dos grupos: Unos
que, siguiendo a Stravinski, favorecieron la conservación
de algún tipo de tonalidad y aquellos que, como Schoenberg,
adoptaron el sistema dodecafónico. Este nuevo método
ejerció un fuerte impacto en el pensamiento musical de
la época, a pesar de que pocos compositores lo adoptaron
como forma de trabajo. Schoenberg continuó evolucionando
como compositor y durante su exilio en América (1934 en
adelante) desarrolló un interés por la tonalidad
y compuso algunas piezas tonales. La importancia de Schoenberg
en el desarrollo de la música del siglo XX sólo
fue igualada por Stravinski. Sin Schoenberg el curso de la música
contemporánea hubiera tomado un giro muy distinto.
4. LA INFLUENCIA DE LA POLÍTICA
4.1. Alemania
En Alemania, al terminar la Primera Guerra Mundial, se vivió
una época de grandes cambios, con el fin de la monarquía
y el establecimiento de la república, que rejuveneció
los ánimos del momento, trayendo consigo nuevos impulsos
artísticos e intelectuales. Se produjo un fuerte rechazo
al pasado, a lo romántico y una búsqueda de un
arte más simple y objetivo. Berlín era el
centro cultural de Alemania, pero el arte no se limitó
a esta ciudad sino que otros núcleos, como Frankfurt o
Baden-Baden reflejaban a su vez una intensa vida cultural.
Con la llegada de Hitler al poder, este panorama cambió
produciéndose un aplastamiento del arte alemán
que, junto con el exterminio de los judíos, terminó
por romper el gran momento cultural que se vivía en Alemania.
Muchas de las figuras artísticas del momento huyeron
y la actividad cultural disminuyó considerablemente, por
lo que Alemania quedó aislada de las nuevas corrientes
creadoras.
Hindemith
Fue el primer compositor importante que surgió en
Alemania en los años posteriores a la guerra.
Comenzó sus estudios en Frankfurt a la edad de 13 años
siendo su faceta más reconocida la de violinista. En 1915
fue nombrado maestro de conciertos de la ópera de Frankfurt.
En 1927 lo nombraron profesor de composición de la Academia
de música de Berlín. Su dominio de instrumentos
como el clarinete, el piano, el violín y la viola le facilitaron
el campo de la composición. Sus primeras composiciones
tienen un estilo propio del Romanticismo tardío con bastante
cromatismo y una armonía triádica. Durante
la década de 1920 rompió con estas raíces
tradicionales y se convirtió en uno de los miembros más
radicales de la generación de postguerra. Dos de sus óperas
basan sus argumentos en tópicos cargados de contenido
sexual, y su música comienza a parecerse a la del grupo
de los seis. Pero lo realmente importante es la concepción
de Hindemith acerca de la composición: su concepción
de la música era que la música debía servir
para ser interpretada tanto por profesionales como por amateurs.
La música era vista como una actividad social en al que
debían participar todos los ciudadanos. La música
que Hindemith se dedicó a escribir asociada con esta idea
es una música de consumo fácil, sin muchas preocupaciones
estéticas. Esta idea que fue compartida por otros compositores
más se resume en el término "Gebrauchmusik"
o música para usar.
Hindemith dedicó la etapa de finales de 1920 y comienzo
de la de 1930 a componer piezas para músicos no profesionales
y dedicadas al cultivo de aficionados.
Weill
El caso de Kurt Weill (1900 - 1950) es, en muchos aspectos,
paralelo a Hindemith.
En la década de 1930 comenzó a preocuparse por
la situación social que arrastraba Alemania. Decidió
utilizar su música como agente de cambio del orden social.
En este sentido también podemos hablar de su música
como " utilitaria " pero se plante la utilización
de la música en un sentido diferente: mientras Hindemith
aspira a renovar la música componiendo obras para intérpretes
amateurs, Weill se plantea la música como medio para despertar
la conciencia política y para ello hará uso de
la ópera.
Su obra más importante en este sentido fue Mahagonny-Songspiel
en la que contó con la colaboración del importante
poeta y escritor de teatro Bertold Brecht.
4.2.Rusia
En Rusia la revolución de octubre de 1917 trajo consigo
el fin del imperio zarista y condujo a la formación de
las repúblicas socialistas soviéticas. Esta
serie de cambios ejercieron influencias sobre todos los aspectos
de la vida cultural y cómo no, en la música. Muchos
músicos huyeron del país inmediatamente después
de que estallara la revolución, como fue el caso de Stravinski
y Rachmaninov y los que se quedaron tuvieron que ajustarse a
las imposiciones del nuevo gobierno.
Lenin, principal arquitecto de la revolución,
defendía que el arte debía ser popular, accesible
a todo el mundo y para que la gente pudiera comprender el arte
debía mejorar a su vez la educación. Por lo tanto,
en la década de 1920 el gobierno favoreció el desarrollo
de la música y el contacto con artistas contemporáneos
europeos. Sin embargo, no existía acuerdo sobre qué
tipo de arte era el más adecuado y surgieron dos escuelas
de composición distintos: la Asociación para la
música contemporánea que defendía que se
debían seguir las tendencias musicales más avanzadas
y la Asociación rusa de la música del proletariado
que creía que la música debía ser sencilla
y sin ninguna pretensión artística. Después
de la muerte de Lenin en 1924, Stalin asumió el poder
y estas dos asociaciones fueron sustituidas por la Unión
de Compositores Soviéticos, que se encargaba de decidir
lo que era aceptable musicalmente. Se pretendía que la
música tuviera un contenido político, social, que
resaltara las virtudes de la nueva sociedad y por lo tanto se
restringió aún más el campo de acción
de los compositores que nuevamente fueron perseguidos. Así,
la ópera de Shostakovich "Lady Macbeth" fue
censurada y compositores de talla internacional como Prokofiev,
Shostakovich o Kachaturian atacados, por lo que tuvieron que
amoldarse a las exigencias del gobierno.
Prokofiev (1891 - 1953)
Estuvo dotado de un gran talento musical y comenzó
con sus estudios musicales a la edad de once años, al
mismo tiempo que comenzó a escribir sus primeras obras.
Pronto fue calificado por los críticos de " ultramodernista
" por su lenguaje musical desarrollado. Composicionalmente
se adhirió al neoclasicismo y muchas de sus composiciones
tienen claras referencias al estilo del siglo XVIII y a Haydn.
Este estilo aparece claramente definido en su sinfonía
"Clásica" que fue compuesta en 1917.
Un año después de la Revolución
Rusa era un compositor de fama internacional y abandonó
el país con la intención de volver en cuanto la
situación política del país se calmara.
Primero se trasladó a E.E.U.U, donde permaneció
hasta 1922 y después se estableció en París.
Su contacto con occidente hizo que su música se desarrollara
aún más.
Prokofiev volvió a Rusia en 1936 y pronto comenzaron
sus problemas con el gobierno de entonces que calificó
su obra escrita en el extranjero como indeseable por lo que Prokofiev
se volvió más conservador y popular en sus composiciones.
A partir de ese momento y hasta su muerte Prokofiev se dedicó
a componer obras que fueran aceptadas oficialmente, tratando
de mantener su propio lenguaje revolucionario. Como hemos
visto, Prokofiev es un claro ejemplo de la influencia de la política
en la música.
Shostakovich (1900 - 1975)
El caso de Shostakovich es similar. Comenzó sus
estudios musicales después de la revolución rusa,
en 1919. Shostakovich concebía la música como un
fenómeno social y no dudó de su deber de atraer
a la máxima cantidad de público posible y de la
función ideológica de la música.
Sin embargo, a pesar de estar comprometido socialmente con el
Estado no dejó de tener problemas con el régimen
porque discrepaba en cuanto a la idea de qué música
era la más adecuada para el pueblo. Por lo tanto siempre
estuvo al borde de la censura. El caso más claro
de la censura ocurrió con su ópera Lady Macbeth
del distrito Mtesenk (1932). Ésta ópera tuvo un
éxito inusual llegando a representarse un total de 97
veces después de las cuales fue inesperadamente censurada
y retirada de los escenarios.
Un poco antes de la representación de Lady Macbeth,
Shostakovich se movía hacia un lenguaje composicional
más sencillo y por lo tanto menos comprometedor, como
es fácilmente observable en su 5ª Sinfonía.
Sin embargo y a pesar de ésto siempre estuvo sometido
a constantes presiones propias del régimen dictatorial.
Como hemos podido observar, en Rusia y Alemania la influencia
de los regímenes totalitarios en la música se hizo
patente aunque también en otros países como Italia
y España con sus regímenes fascistas la música
y la vida cultural en general se vió afectada por la política
del momento. Nunca como en la época descrita la política
jugó un papel tan decisivo en la configuración
de la música.
5. OTROS PAÍSES
Alemania: Orff
Los compositores alemanes que no se vieron forzados
a abandonar su país durante el tercer Reich de Hitler,
se encontraron con dos posibilidades: o continuar escribiendo
a su gusto, de forma privada, sin ninguna esperanza de que su
música llegara a ser conocida por otras personas, o adoptar
un estilo musical adecuadamente conservador, que no ofendiera
a aquellas personas que se hallaban en el poder. Carl Orff
(1895 - 1982) se decidió por la segunda opción
y desarrolló un estilo suficientemente sencillo para complacer
a las autoridades a la vez que original. Su obra más
conocida y donde aparece su estilo característico por
primera vez es el Carmina Burana (1937) que es un arreglo musical
de canciones medievales compuestas en latín y alemán
y temas obscenos.
Uno de los aspectos más importantes de la carrera de Orff
es su labor como educador infantil. Desarrolló un método
propio, el Orff - Schulwerk (método Orff) en el que se
permite a niños sin formación musical el participar
en conjuntos instrumentales improvisando con sencillos modelos
armónicos y melódicos {sin olvidar el trabajo rítmico
que junto a instrumentos simples forman buena parte del método}.
Gracias al desarrollo de este método, Orff es conocido
internacionalmente, siendo el único compositor que, permaneciendo
en su país natal es reconocido en otros países.
Polonia: Szymanowski (1882 - 1937)
Polonia estaba situada bajo la dominación política
y cultural rusa hasta el final de la primera guerra mundial y
con Chopin monopolizando su herencia musical, por lo que ofrecía
pocas posibilidades a compositores nuevos. A pesar de ello,
surge la presencia de Szymanowsky. En sus primeras obras se hacen
notar las influencias de Skryabin, Wagner, Strauss y de culturas
musicales exóticas como la árabe y la persa. Su
música es muchas veces demasiado complicada, por lo que
requiere una gran técnica y virtuosismo por parte de los
intérpretes.
A pesar de su talento como compositor, Szymanowski no
fue bien acogido en Polonia por su orientación estilística
europea. Sin embargo, después de la independencia polaca
comienza a plantearse la distancia entre su obra y el público,
lo que hace que se reoriente hacia un estilo más nacionalista,
con el que prosiguió hasta su muerte.
Entre sus obras destacan el Concierto para violín
nº 1 (1916), Sonata para piano nº 3 (1917) y Stabat
Mater (1926).
España: Falla (1876 - 1946)
Durante el siglo XIX, la vida musical española
estuvo dominada por la zarzuela, aunque esto no impidió
que en el siglo XX comenzara a desarrollarse otras formas musicales.
La tendencia de un nacionalismo musical más cosmopolita,
de mano de Álbeniz y Granados, tuvo su máximo exponente
en el compositor más importante de la primera mitad del
siglo XX español, Falla. A través de obras tan
importantes como El amor brujo, El sombrero de tres picos o el
Retablo de maese Pedro, entre otras, Falla liberó al nacionalismo
español de sus alusiones específicas y lo reconstituyó
como un componente estructural y característico integrado
dentro de un todo musical complejo y diferenciado.
Aunque su obra es muy limitada, debido a su delicada
salud y su severidad crítica con su propia obra, Falla
tuvo gran importancia para la música española de
su tiempo y la posterior, comparable a la de Bartok en Hungría
o Sibelius en Finlandia.
Inglaterra: Britten (1913 - 1976)
Fue uno de los compositores ingleses con más talento que
surgió en la década de 1930.
Britten desarrolló su estilo muy pronto, caracterizado
por un eclecticismo claro, con una técnica muy segura
y expresiva. El estilo de cada composición parece estar
realizado según las demandas de la obra en concreto.
Consiguió notables éxitos, sobre todo con la ópera,
donde destacan títulos cono Peter Grimes (1945), La violación
de Lucrecia (1946), La vuelta al tornillo (1954) y La muerte
en Venecia (1974) entre otras muchas, si bien su obra más
conocida es la llamada guía de orquesta para jóvenes.
E.E.U.U.
En Estados Unidos, los años que siguieron a la Primera
Guerra Mundial fueron testigos de la aparición de la primera
generación de compositores nacidos en su país.
La mayoría de estos compositores nacieron a principios
de siglo y alcanzaron la madurez musical a lo largo de la década
de 1920. A pesar de que la mayoría de los compositores
americanos recibieron una educación musical europea no
dejaron de darle a la música un marcado estilo americano.
Hacia 1930 la gran depresión hace que los compositores
comiencen a plantearse su labor social, y empiezan a componer
música más accesible, para todos los públicos.
Se dará un auge importante a la música popular
al jazz, que nacía en esos momentos y se introducían
fragmentos en las composiciones más serias.
Copland
Nació en 1900 y está reconocido como el compositor
americano más importante de su época. Comenzó
sus estudios musicales en 1917 y pronto se trasladó a
Francia, donde estudió composición con Nadia Boulanger.
Las primeras obras de Copland reciben las influencias directas
del jazz, siendo las más importantes las Variaciones para
piano (1930) y la Sinfonía corta (1933). Después
de ésta última se replanteó la utilidad
de la música y decidió intentar hacer llegar su
música a más cantidad de público, por lo
que su lenguaje composicional se hizo más claro.
En esta tendencia continuó, destacando obras como Salón
México (1936) y Apalachian Spring (1944).
Varèse
Varèse, francés de nacimiento, decidió
en 1915 trasladarse por un tiempo a América, para y terminar
quedándose en dicho país, del que adquirió
la nacionalidad. Sin embargo, se formó musicalmente
en Europa y para cuando llegó a América ya había
alcanzado una notable reputación.
Varèse se interesó por introducir sonidos nuevos
en sus composiciones, por lo que estudió y fabricó
numerosos aparatos capaces de producir sonidos sorprendentes.
Pidió becas, ayudas y colaboraciones a una considerable
cantidad de científicos. Como ejemplo está la obra
Ecuatorial, donde colaboró con Maurice Martenot y se escuchó
por primera vez lo que después serían las ondas
Martenot.
En su intento de explorar nuevos timbres subrayó el papel
de la percusión en las composiciones.
Entre sus obras más importantes están las Integrales
(1925), Ionisation (1931) y Ecuatorial (1934).
América latina
Al igual que en América, la música latinoamericana
estuvo influenciada por la tradición cultural europea.
Fue a finales del sigflo XIX cuando comienza a aparecer una música
latinoamericana por sí misma. Casi todos los compositores
latinoamericanos comenzaron como nacionalistas y poco a poco
introdujeron en su música las influencias de la música
europea. Entre sus máximos representantes están
Villalobos, Chávez y Ginastera.
1. CONTEXTO HISTÓRICO TRAS
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La Segunda Guerra Mundial supuso la culminación de
un conflicto bélico sin precedentes en el mundo. El desarrollo
de una armamentística desconocida hasta el momento, especialmente
destinada a la destrucción, cuyo cúlmen llevó
a la creación y utilización de la bomba atómica,
y el bombardeo aéreo de muchos enclaves civiles, unido
a la internacionalización del conflicto y el exterminio
racial trajo consigo la devastadora cifra de más de treinta
millones de muertos y una Europa -y otras partes del globo- totalmente
destruida y con millares de familias sin absolutamente nada y
tampoco ningún lugar a donde ir. Otra característica
a destacar será la creación de dos bloques internacionales
y antagónicos, el comunismo soviético frente al
capitalismo de EEUU, que culminará con un largo periodo
de continuas tensiones y desarrollo de la armamentística
nuclear que se vendrá a conocer como "guerra fría".
Este turbulento contexto histórico tendrá gran
repercusión en la actividad artística de posguerra;
la más inmediata la emigración de muchos e importantes
músicos desde Europa hacia EEUU -algo que ya venía
ocurriendo desde antes de la guerra- como Stravinski, Schoenberg,
Milahud y otros, lo que conventirá a este país
en el centro de la música y el arte occidental. Otra característica
esencial, apoyada enormemente en el gigantesco desarrollo de
las comunicaciones a nivel mundial, será la globalización
de la cultura -la "aldea global"- que, especialmente
a partir de los años 60, dará lugar a una cultura
pluralista y a un gran eclecticismo. Los movimientos culturales
y artísticos se reemplazan y superponen de un año
para otro o incluso surgen tendencias novedosas y muy distintas
a la vez y cada vez más rápidamente; como por ejemplo
en la pintura encontramos Pop art, Op art, Minimalismo, Arte
conceptual, Earth art, Found, Realismo fotográfico, Neoexpresionismo
y así "ad finitum". La música experimenta
un desarrollo parecido y, si en la década de los 50 predominan
sólo dos tendencias -el serialismo y la indeterminación-,
en los 60 surgen el minimalismo, la música textural, la
étnica, la ambiental, la neotonalidad, y un larguísimo
etcétera.
Otra característica destacable es el descontento
con la "historia" por parte de los músicos.
El evidente fracaso de las expectativas mundiales y lo negativo
del desarrollo histórico de nuestro siglo les llevó
a adoptar una ruptura radical con su pasado histórico
y cultural, lo que llevó asimismo a una alienación
y discontinuidad pretendida en las obras de muchos compositores,
y a la adopción de una "contracultura" o de
culturas alternativas fruto de diferentes fuentes étnicas
no continentales -como la música hindú o la de
la isla de Bali-. Otra consecuencia de este talante será
el eclecticismo de muchas composiciones y el acercamiento a la
cultura Pop.
Por fin, una característica importante del desarrollo
cultural y musical a partir de la Segunda Guerra Mundial será
la inexistencia de una estética central o aglutinadora,
sino la coexistencia de muchas manifestaciones estilísticas
muy variadas y hasta antagónicas entre sí. Además,
el desarrollo de estas culturas no comunes propiciará
un desarrollo individualista de éstas y la desconexión
total entre ellas. No existe la unidad estilística que
caracterizó a otras épocas de la cultura occidental.
2. EL SERIALISMO INTEGRAL
El espíritu composicional de la posguerra supondrá
un gran aislamiento entre el compositor y el público.
La tradición musical se liga a los fracasos políticos
y sociales del pasado, por lo que se busca una ruptura total
con todos los presupuestos culturales que derivan o surgen de
ella.
El neoclasicismo se vio con recelo por estos nuevos compositores,
que lo vieron como un intento descarriado de reconciliar revoluciones
técnicas de la era postonal con los fundamentos estéticos
heredados de un lenguaje musical anterior. Era necesario llevar
a cabo una ruptura total con todas las nociones musicales anteriores
referentes a cómo se debía componer y cómo
debía sonar. Ya los primeros compositores del siglo XX
habían fallado en su revolución musical al adherirse
a los anteriores presupuestos existentes acerca de la estructura
y la expresión musical en vez de replantearse la música
tomando como base los nuevos principios. Según Boulez,
se debía realizar un tratamiento consistente de todos
los elementos musicales, no sólo de los melódicos,
sino también de los rítmicos, los dinámicos,
de las texturas y finalmente de los formales, de acuerdo con
unos procedimientos estrictamente seriales y que no tuvieran
ninguna relación con ningún presupuesto musical
anterior. Como comenta Stockhausen, "el principio Schenbergiano
de la serie temática se ha roto. Lo esencial ha dejado
de ser un único Gestalt (un tema o motivo) escogido por
el compositor. Ahora todo se basa en una secuencia de proporciones
melódicas, de duraciones y sonoridades".
El serialismo integral. Principales compositores
Aunque el serialismo integral es exclusivo de compositores de
madurez tras la 2ª G. M., comienza con un compositor francés
de la anterior generación, O. Messiaen, con el que estudiaron,
por ejemplo, Boulez y Stokhausen. Messiaen creó una forma
de componer rigurosa y objetiva, que refleja su tendencia a tratar
las características individuales del sonido musical (melodía,
ritmo, dinámica y timbre) como componentes individuales
y, por lo tanto, cada uno de ellos aparece con sus características
estructurales propias y específicas en toda forma completamente
desarrollada. La idea de Messiaen del ritmo, reemplazando la
"medida" y el "compás" por un sentido
de valor corto, y la libre multiplicación de éste,
mueve su música hacia una carencia de medida, dando lugar
a la idea de "valores añadidos", por medio de
los cuales los modelos regulares (Ej. 1), adquieren mayor flexibilidad
rítmica, añadiendo -o suprimiendo- valores (Ej.
2).Otra característica de su música es la del "ritmo
no-retrógrado" o de estructuras rítmicas simétricas
(Ej. 3).
Estos elementos, que empiezan a aparecer en obras como el
"Cuarteto para el fin de los tiempos" o la "Sinfonía
Turangalila", representan ya estructuras y métodos
seriales, y llevarán a la utilización explícita
y rigurosa de los métodos seriales en una obra clave para
el serialismo: los cuatro estudios de ritmo(1943), y en especial
el 3º, llamado "Mode de valeurs et d´intesites",
en el que se muestran tres seris preparadas "precomposicionalmente"
de 12 elementos, donde a cada elemento de la serie se asigna
una nota, una octava, un valor, una dinámica y una forma
de ataque. Las notas de las 3 series dodecafónicas se
disponen descendentemente, añadiendo a cada elemento una
figura más de la que configura la serie (en la 1ª,
que empieza con una fusa, a cada elemento se añade una
fusa; la 2ª empieza con una semicorchea y se van añadiendo
semicorcheas, y lo mismo con la 3ª, que empieza con una
corchea). Los tipos de ataque y los niveles dinámicos
se distribuyen libremente y no en una secuencia "determinada".Estas
series predeterminadas establecen el contenido de la obra; los
elementos aparecen fijos a lo largo de ésta y cuando aparece
una nota, lo hace con la misma duración, registro, etc.,
que tenía en la serie precomposicional. Aunque Messiaen
no utiliza una estructuración formal serial en sí,
al determinar sólo los elementos musicales, la obra representa
una piedra de toque para otros compositores posteriores como
P.Boulez y otros.
Boulez desarrolló el procedimiento del estudio
de Messiaen hacia un serialismo totalmente integral de forma
estricta, como por ejemplo "Structures Y" (1952), donde
crea dos tablas de 4 elementos de 12 unidades cada una, que se
combinan madiante procedimientos seriales de lectura mecánica
de las tablas numéricas, que recaen en la elección
composicional como el tempo, el número de exposiciones,
el registro de las notas, inversiones de las series, etc. Cuando
el rígido esquema precomposicional se pone en marcha,
el compositor tiene muy poco control sobre lo que realmente puede
ocurrir en cualquier momento. El radicalismo de Boulez disuelve
esencialmente todos los aspectos tradicionales de la estructura
musical, uno de sus principales objetivos, abriendo el camino
hacia una música en la que los detalles individuales son
insignificantes en comparación con el efecto global de
la obra. Sin embargo, la audición de "Structures
Y" resulta, en fin, puntillista y "crea un efecto de
dispersión irracional y fortuita de los sonidos sobre
la extensión total del espectro sonoro" (I. Xenakis).
Otro compositor europeo muy influyente es K. Stockhausen
quien, como Boulez, realizó una aproximación al
seralismo intentando romper los distintos elementos musicales
en escalas de relaciones separadas entre sí e individualmente
combinadas por medio de operaciones seriales. Sin embargo, Stockhausen
intenta alejarse de los detalles puntillístas del serialismo
creando un amplio esqueleto estructural y de este modo un sentido
de crecimiento y dirección más definido.El compositor,
en vez de crear un ritmo "aditivo" como hace Boulez
en "Structures Y", toma segmentos largos como unidad
básica y los divide para lograr valores individuales.
Stockhausen crea así, un método basado en operaciones
seriales pero más flexible y diferenciado.
Otros compositores importantes dentro de la corriente
serialista fueron, por ej., el americano Milton Babbit, o Igor
Stravinski, cuya adopción al serialismo -abriendo así
su tercera y última etapa creadora- recalca la centralidad
de esta tendencia durante la década de los 50.
3. INDETERMINACIÓN
La indeterminación es uno de los desarrollos
musicales más significativos que aparecen tras la Segunda
Guerra Mundial, y se basa en la utilización intencionada
del azar en la composición y/o interpretación.
En la década de los 50 gozó de gran aceptación
por parte de un amplio número de compositores, debido
a la influencia de un único compositor, el americano John
Cage. En un principio, Cage se vio influenciado por Varèse,
interesándose por los sonidos no convencionales -por ej.
En sus piezas para piano preparado- o por la utilización
de una forma musical denominada "contenedor vacío",
en la que busca estructuras temporales estrictamente medidas
que segmentan la música en unidades esquemáticas
y se relacionan proporcionalmente entre sí. Sin embargo,
ya Cage daba importancia a la arbitrariedad en la elección
del material para la estructura temporal establecida, por lo
que el método de "relleno " adquiere un claro
matiz improvisatorio. La idea de Cage de que cada sonido
-incluyendo ruido y silencio- "era" en sí, sin
relación alguna con otros, lo llevó a la convicción
de que la música carecía de propósito; y
buscó expresamente este despropósito adoptando
de este modo la indeterminación. El compositor llegó
a pensar que se debía desechar cualquier intervención
humana en el proceso composicional, sacando al compositor "de
las actividades de los sonidos" y haciendo que simplemente
fueran "ellos mismos". De este modo Cage introdujo
operaciones casuales en sus composiciones, como eligiendo la
estructura musical de una pieza utilizando las cartas de navegación
del I Ching, lanzando monedas al aire, trazando líneas
melódicas según las imperfecciones de una línea
de papel, etc. Cage llegó a suprimir de sus obras
los valores de tempo, ritmo, dinámica, número de
instrumentos, intérpretes, etc., con lo que daba a sus
obras una gran libertad de ejecución en todos los aspectos
y de cambio entre una representación y otra, que podían
variar absolutamente.
Otros compositores americanos influenciados por la indeterminación
y Cage fueron Morton Feldman, Earlie Brown o Christian Wolff,
que en sus obras presentan grados extremos de indeterminación
y de abandono de la figuración musical "normal"
por figuraciones gráficas y figurativas.
Cage también influenció a compositores serialistas
europeos como Boulez o Stockhausen, que de esta manera, viendo
la semejanza real de ambas tendencias aparentemente antagónicas,
ya que cuanto más precisa era la predeterminación
de los elementos musicales más casuales y producto del
azar tendían a sonar. Esto los llevó a crear un
método serial más abierto y flexible, pero no permitiendo
a los sonidos ser "ellos mismos" como pretendía
Cage, sino creando estructuras generales que permanecieran hasta
cierto punto variables.
Otro aspecto relacionado con la indeterminación ha sido
la adopción de métodos gráficos y visuales,
en contra de la notación musical tradicional, muchas veces
en busca de un efecto visual, estético en sí mismo
y hasta provocativo. Algunas veces, la dificultad de estos "juegos
visuales" hace que sean más orientativas las explicaciones
de la partitura que ésta en sí misma.
4. INNOVACIONES EN LA FORMA Y LA TEXTURA
El siglo XX supone el derrumbamiento de la estructura musical
tradicional tal y como se había desarrollado durante más
de dos siglos de práctica común. Las nociones de
melodía, de la frase musical concisa, clara y evidente;
de armonía, con sus relaciones tonales en base a una tónica
como organización estructural de todo un entramado de
relaciones y dependiencias; de textura, con la búsqueda
de la compactación orquestal y el colorismo y otro aspectos
de la realidad sonora caen derrumbados en nuestro siglo en la
búsqueda de una nueva y revolucionaria estilística
en la creación musical. El cromatismo total, la atonalidad,
la asimilación de la disonancia como válido e incluso
pretendido son algunas de las innovaciones que intentan desechar
el pasado musical por un nuevo lenguaje estético. Sin
embargo, no será hasta después de la Segunda Guerra
Mundial cuando este cambio radical se lleve a cabo en su totalidad
y en su máxima expresión con el serialismo integral
y la indeterminación. Este cambio radical conlleva la
asimilación de los elementos musicales como independientes,
autosuficientes, permutables, la saturación cromática,
la dispersión de registros, la dispersión del orden
métrico en busca de un nuevo lenguaje estético
que se basa más que en las relaciones y las individualidades
en la búsqueda de una única masa sonora, en concebir
la obra en sus atributos globales más que en sus singularidades.
Entre las innovaciones, en la concepción de la obra musical,
pueden destacarse:
Composición en grupo
El puntillismo de las obras seriales que, paradójicamente,
producía un efecto de mayor igualdad indiferenciada cuantos
más signos musicales distintos se presentaban a cada momento,
llevó a algunos compositores a extender el principio serial
a categorías formales mayores como las relaciones temporales,
las variaciones en la densidad textural transformaciones del
registro, etc., buscando los detalles individuales a partir de
una concepción del "todo" estructural que es
el punto de partida. Se concedió importancia a segmentos
musicales más amplios formados por colecciones complejas
y a la forma en la que largos números de notas podían
colocarse juntas, más que los intervalos y las relaciones
individuales. Un ejemplo es la obra "Gruppen" de
Stockhausen, para tres orquestas, en su interés por la
textura y la variedad tímbrica, dinámica, rítmica,
etc.
Música Textural
Esta tendencia está representada esencialmente por dos
compositores: K. Penderecki y G. Ligeti y parte de la idea anterior
de concebir la música como un "todo", atendiendo
a sus atributos sonoros más amplios, atendiendo especialmente
a la textura de la obra musical. El primero se basa en la
construcción de sólidos segmentos de intervalos
melódicos cromáticos emparejando casi todas las
notas con una sola, con lo que se obtiene una masa homogénea
de sonidos adyacentes al principal. A este efecto se llama "cluster"
y supone la percepción de estos sonidos que acompañan
al principal como una sola masa sonora indiferenciada, con lo
que se consigue el efecto de "ruido". Una obra que
recoge esta tendencia es "Lamentación por las víctimas
de Hirosima".
Por su parte, Ligeti no se basa tanto en la realización
de sólidos clusters, sino en clusters separados y variables.
El compositor busca así efectos y texturas originales
y que experimentan sutiles transformaciones en sus modelos internos.
Un ejemplo es "Atmósferas", de 1961.
Nuevos recursos instrumentales
Una importante innovación de la estética musical
de nuestro siglo ha sido la aceptación y uso de recursos
instrumentales impensables en otras épocas, como los objetos
sonoros, productores de sonido o ruido, o el uso de los instrumentos
de siempre de nuevas formas. La incorporación del
ruido como elemento musical válido como cualquier otro
sonido ha permitido la incorporación en obras de sonoridades
extrañas y originales, mediante el uso de cualquier material:
cacerolas, pitos, botellas, y cualquier otra cosa, además
de sonidos grabados en cinta, etc. Resulta así mismo
característico el uso de instrumentos convencionales de
una forma de un modo absolutamente no convencional e inusual.
Los ejemplos son innumerables y van desde el uso "cluster"
de los instrumentos de cuerda en la anterior obra de Penderecki
hasta el uso de instrumentos de viento-madera "multifónicos",
a tocar sólo con la boquilla y muchos ejemplos más.
En este aspecto, el italiano L. Berio ha compuesto una serie
de obras para un instrumento solista sin acompañamiento,
denominadas Sequenza en las que explora con nuevas posibilidades
tímbricas y sonoras de instrumentos como el piano, el
acordeón o el saxofón. Especialmente significativa
es la nº 3, para voz sola, donde la cantante, además
de cantar, ríe, bosteza o grita en un ejercicio de verdadero
virtuosismo y dominio de la voz humana.
Música estocástica
Otra reacción contra el serialismo la supuso la creación
musical basada en el uso del computador electrónico y
de la incorporación de la estadística matemática
a la hora de realizar la obra sonora.
El compositor clave de esta corriente es I.Xenakis que, interesado
pero no de acuerdo tanto con el serialismo como por la indeterminación,
unió ambas tendencias basándose en la "Ley
de los números largos" de J. Bernoulli, con lo que
concibió una música indeterminada en sus detalles
pero que, sin embargo, se dirige hacia un final definido. Un
ej. Es "Metástasis". Otros compositores interesados
por este tipo de música son Ligeti, Bussotti, Kagel, etc.
Desarrollos en la música americana
Esta tendencia está representada principalmente por dos
compositores, E. Carter y R. Shapey y se basa en el cambio en
las estructuras métricas de la obra. El primero se
basa en el concepto denominado "modulación métrica"
que consiste en el cambio gradual del tempo mediante una variación
y transformación constante del mismo y del material sonoro.
Por su parte, Shapey se centra más en la combinación
de elementos independientes que se transforman constantemente
pero sin llegar a perder su reconocimiento como estructura musical
en sí. Aunque las diferencias sobre la concepción
del desarrollo formal de la obra son evidentes, ambos comparten
el uso de una complejidad métrica extrema y la diferenciación
máxima de las partes individuales que conforman la obra.
5. EL NUEVO PLURALISMO
Como hemos visto en el apartado anterior, la década
de los 60 supone el abandono del serialismo -a esta etapa se
conoce también como etapa postserial- y de la indeterminación
como aglutinadores de las ideas estéticas y formales de
la creación musical. A partir de esta década y
hasta nuestros días, el panorama musical mundial va a
estar caracterizado por una extraordinaria y abundantísima
experimentación en todos los campos y aspectos de la música.
También es destacable el uso de nuevas alternativas culturales,
como la música africana o la de otros lugares del globo,
y el eclecticismo entre éstas y la música occidental.
Esta explosión de material disponible para el compositor
ha llevado a muchos a cuestionarse: ¿Se debe volver atrás
o seguir adelante en busca de nuevas directrices y realidades
musicales? Como veremos, la respuesta es variada, aunque con
cierta tendencia a la vuelta atrás o, por lo menos, a
dejar la cosas tal y como están.
Entre las muchas y variadas formas de lenguaje musical podemos
destacar:
Citas y collages. A partir de los años 60 muchos compositores
han utilizado para sus obras músicas prestadas de otros
compositores de todas las épocas, dándoles normalmente
un carácter propio y consecuente con la estética
presente y no como meras copias de este material. A veces se
usan multitud de fuentes distintas y de muchas épocas,
creándose obras "collages" y de un marcado carácter
eclecticista.
Influencia del jazz y el rock. Muchos compositores han intentado
fusionar estas tendencias más cercanas al público
con la música "culta". En muchas ocasiones,
la obra más allá de lo estrictamente musical dando
lugar a espectáculos multimedia.
Exotismo. Otra tendencia consiste en la utilización ecléctica
de fuentes étnicas exóticas, de las que se toman
ritmos, modos melódicos, instrumentos, etc., fruto muchas
veces claro del gusto por otras culturas y filosofías
-sobre todo orientales- del cuidadano de hoy.
Interconexión y mezcla de diferentes aspectos de la cultura
como música, teatro, espectáculos multimedia, ópera,
etc., en un claro intento de unir la cultura con la realidad,
con la política o el sentimiento global de la persona
como ente social y variado en sus formas y en sus realidades
y actividades.
6. VUELTA A LA SIMPLICIDAD
Minimalismo y nueva tonalidad
Una de las nuevas tendencias que surgen en los años 60
y que resultan más interesantes y aceptadas es el minimalismo.
Este movimiento apuesta por una música más sencilla
y clara, muy directa. Se limita a utilizar un material muy reducido,
además de una acusada influencia oriental, una estructura
tonal estática y que se limita a uno o muy pocos acordes
distintos y repetitivos, la insistencia de ritmos aditivos, la
consistencia textural o la constante repetición temática.
En fin, el minimalismo es una reacción absoluta a los
excesos de las creaciones de la posguerra, y un intento de volver
a la claridad y la sencillez de la obra. Esta tendencia surgió
principalmente en EEUU de manos de compositores como La Monte
Young, Terry Riley, Steve Reich o Philip Glass.
El eclecticismo propio de los años 60 favoreció
el interés por la reconsideración de las posibilidades
y características de la tonalidad tradicional. Ésto
dio lugar al resurgimiento de la tonalidad clásica, cosa
que para algunos no estaba obsoleta y era perfectamente aplicable.
Este movimiento muestra el gusto de muchos por las características
estilísticas del siglo XIX. Sin embargo, no se debe pensar
que se trate sólo de la "copia" de las características
compositivas decimonónicas, sino más bien de una
reestructuración de la tonalidad y un lenguaje "clásico"
a partir de los presupuestos que una vez unieron a la totalidad
de los compositores europeos. Algunos compositores que se adhirieron
a esta tendencia fueron David Del Trecidi, Penderecki o Henze.
La búsqueda de nuevas tonalidades o afinaciones
distintas a la temperada a tenido ejemplos y estudios como la
microtonalidad, que representa el interés de algunos compositores
por la expansión microtonal de la escala cromática
-por ejemplo en cuartos de tono e incluso en divisiones más
pequeñas- lo que se denomina microtonalidad temperada,
y por el empleo de afinaciones puras, basadas en proporciones
armónicas naturales. Algunos compositores interesados
por estos temas han sido Young y Stockhausen, o J. Easton. La
asimilación de fuentes étnicas de otras culturas
ha propiciado también el uso de afinaciones alternativas
y que nos han brindado la ocasión de oir progresiones
interválicas desconocidas y sorprendentes para el oído
occidental.
7. DESARROLLOS EN LA TECNOLOGÍA
Música electrónica
Aunque el desarrollo de la música electrónica es
propio de la música posterior a la 2ª G. M., encontramos
a lo largo del siglo, antecedentes fruto del vertiginoso desarrollo
tecnológico y electrónico. Entre estos antecedentes
están el Telharmonium, de Thaddeus Cahill, las ondas Martenot,
de Maurice Martenot o el Theremin, de Lev Termen. Estos nuevos
instrumentos trajeron a las nuevas composiciones unas sonoridades
nuevas y muy originales.
La primera manifestación de la música asistida
por medios electrónicos es la música concreta.
Esta música parte del ruido o los sonidos naturales, al
igual que el futurismo. Su origen se remonta a 1948, cuando en
el Estudio de la Radiodifusión Francesa, P. Schaeffer
ofreció sus Estudios de ruidos. En estos estudios, el
compositor crea la música concreta al grabar sonidos del
exterior, de la naturaleza y transformándolos mediante
complicadas técnicas de laboratorio -variando la velocidad,
invirtiendo la cinta, etc., hasta que los sonidos no fueran "ni
un recuerdo de lo que eran". Mediante estas técnicas,
el compositor pretendía desnaturalizar la música,
crear un mundo sonoro abstracto, "surrealista" que,
acorde al espíritu de posguerra, se alejara lo más
posible de la realidad y la historia. Pronto se adhirieron otros
compositores a esta tendencia como P. Henry, Messiaen, Varèse,
Boulez, etc., y aparecieron gran cantidad de nuevos estudios.
En 1952 se crea en Darmstadt el primer estudio exclusivo de música
electrónica a cargo de Herbert Eimert {unos de los más
grandes teóricos del dodecafonismo}. Esta música
está exclusivamente con sonidos producidos electrónicamente
y parte de lo que se llama "tono sinusoidal", un sonido
puro, sin armónicos, que es físicamente desagradable
y hay que elaborar con aparatos muy complicados. Además
de grabar, en estos estudios se producen sonidos electrónicos
mediante osciladores y generadores de ruido. Entre las primeras
obras puramente electrónicas encontramos Study I y II,
de Stockhausen en los que el compositor usa una síntesis
aditiva consistente en crear sonidos combinando distintas ondas
de forma indefinida -sonidos puros, sin armónicos- y además
creó una notación original para poder escribir
la obra. Sin embargo, la música electrónica
creó descontento en los compositores desde el principio
ya que, aunque permitía un control exacto y una precisión
absoluta sobre la obra, ésta resultaba pobre timbricamente,
parecía carecer de vida. Por ello, muchos compositores
unieron la música concreta y la electrónica para
crear un género que gozará de gran popularidad
desde entonces y hasta hoy en día, en que sigue plenamente
vigente: la música electroacústica. La mayoría
de los compositores importantes de posguerra se dedicarán
a esta música como B. Maderna con "Notturno",
Berio con "Visage" y una lista incontable.
El vertiginoso desarrollo de la tecnología a partir de
la Segunda Guerra Mundial traerá como fruto la incorporación
de sintetizadores y la mezcla de diferentes fuentes sonoras mediante
técnicas de laboratorio o del ordenador, que se sirve
de sonidos sintetizados y pregrabados y permite componer mediante
un programa musical informatizado, dando lugar a la música
por computador o cibernética.
La música electroacústica ha dado lugar a combinaciones
de elementos como unir música en vivo, con intérpretes
en directo y cinta grabada, como por ej. El "Synchronism
nº 1" de Davidovsky. También se ha creado la
música electrónica en directo, creándola
con altavoces, y otros dispositivos, en la misma sala de conciertos
y transformándolas directamente en cabinas de mezclas.
En esta tendencia destacan Cage con "Música de cartucho"
o las obras de I. Miller.
EPÍLOGO
En nuestros días, el panorama musical mundial
se caracteriza por un pluralismo cultural sin precedentes y por
la irrupción de las culturas y músicas populares
en la vida diaria de todos.
Formalmente se tiende a la sencillez, el eclecticismo
y al estancamiento en lo que las generaciones revolucionarias
de nuestro más inmediato pasado nos legaron. El abismo
entre compositor y público es hoy más acusado que
nunca y la música "culta" parece haberse distanciado
irremediablemente de los gustos y preferencias del público,
más versado e interesado por las músicas más
populares y cercanas, el rock, el pop, etc. Sin embargo, la rebeldía
estilística de la posguerra parece descartada de las mentes
de los compositores más jóvenes y no parece probable
un cambio de la magnitud que la música viene experimentando
a lo largo de todo nuestro siglo y especialmente entre las décadas
de los 50, 60 y 70. Para que la música cambie, parece
que antes el mundo debe cambiar de nuevo.
Continua...
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