RANMA1/2
"Atrévete a Aceptarlo 2000"


Capítulo #9:

“Los fríos días
de otoño...
Los verdaderos sentimientos
de Nabiki"




Original de Rumiko Takahashi.
Fanfic escrito por Felipe Torres entre octubre de 2000 y abril del 2001,
y editado entre el 12 y el 16 de abril del 2001.




I


	Ella había llegado hace mucho rato a la casa. Muy arropada
por el frío, llega al comedor, la hermosa chica se sienta y prende
el televisor, como todos los días.
	Ve pasar al maestro Happousai vestido de ladrón cargando un
saco lleno de prendas íntimas de mujer, siendo perseguido por Tendo
gritando “¡Maestro, no siga haciendo esto!”.
	No se inmuta en lo absoluto, es algo totalmente habitual.
	Estos fríos días de octubre la han hecho pensar que debe
tomar una decisión muy importante en su triste y solitaria vida.
Mientras lo piensa, ve un programa de televisión comiendo unas
deliciosas galletas cocinadas por Kasumi en la tarde.
	Cuando menos lo pensaba, Ranma y Akane llegan a la casa
discutiendo, para variar. “La hora que es y vienen llegando juntos.
Eso sí que no es algo que pasa todos los días”, piensa sonriendo.
	- Oigan muchachos, ¿por qué vienen llegando a esta hora?.
Ya son más de las siete - les interrumpe Nabiki desde el comedor.
	- ¡Pregúntale al señor cobarde, fue por su culpa! - exclama
Akane con enojo y la cara algo blanca, dirigiéndose al baño.
	- ¡Será mejor que guardes tus comentarios!... ¡Además, fue
tu culpa, no mía! - le responde fuertemente Ranma quien traía la
ropa algo sucia con un polvo blanco, yéndose al comedor.
	Se sienta al frente de Nabiki, y ante la cara de asombro de
la chica, saca una galleta y se la empieza a comer violentamente
mirando la tele, pero sin prestar atención.
	- Por más que los vea pelear una y otra vez, cada vez me
sorprenden más... Supongo que viniste para acá para contarle a
alguien lo que pasó, ¿no es cierto, señor cobarde?.
	- ¡Cállate, este asunto no es de tu incumbencia!.
	- Qué modales - opina con ironía -. Claro que es de mi
incumbencia: vives en mi casa, eres el prometido de mi hermana y...
te estás comiendo mis galletas - le decía mientras él se echaba la
segunda a la boca.
	Anonadado, traga de inmediato y no come más. Arrepentido,
se dirige nuevamente a Nabiki.
	- Lo siento, realmente no quería gritarte. Es sólo que...
no soy un perfecto cobarde... soy un perfecto idiota... eso soy.
	- Bueno, eso ya lo sabía. Pero cuéntame lo que pasó, quizás
así se te pase un poco lo idiota... aunque lo dudo mucho - murmuró
en silencio.
	- Verás, estábamos en la escuela y...

	“Estaban todos dentro de la sala al término de la hora del
almuerzo, esperando a que llegara la profesora Hinako. Akane estaba
conversando muy animada con sus amigas en su asiento, planeando
hacer algo después de clases, y Ranma estaba jugando a lanzar el
borrador de un extremo a otro de la sala con Hiroshi al mejor de
cinco puntos, mientras Daisuke llevaba la cuenta.
	- Oye Daisuke, ¿cuánto falta para que termine el tiempo de
descanso? - pregunta Ranma.
	- Todavía quedan diez minutos. Vas ganando, Ranma, tres a
cero. Sigan jugando tranquilos.
	- ¿Tranquilos?. Ranma quizás, porque siempre gana y somos
nosotros quienes quedamos llenos de tiza - dice sacudiéndose la
ropa, sacándose toda la tiza.
	- Tanto que te quejas, si ya estás como si nada. Te quedan
dos. ¡Vamos, lánzame tu mejor tiro!.
	Ranma estaba en la pizarra y Hiroshi tenía una cajita llena
de polvo de tiza. Éste unta bien el borrador en la cajita y le
lanza su mejor tiro.
	Ranma estaba listo para recibirlo, cuando Daisuke le grita
repentinamente “¡¡¡TE GUSTA AKANE!!!” y lo saca de concentración,
recibiendo el borrador en todo el pecho quedando todo blanco.
	La sala entera se echó a reír. Ranma notó que Akane también
se reía, así que prepara su mejor disparo pasando el borrador por
todo el tizero del pizarrón.
	- ¡Bien dicho, Daisuke! - le dice Hiroshi contento -. Vamos
tres a uno. ¡Ranma, te quedan cuatro!.
	- Muy gracioso, par de payasos. ¡¿Qué te parece esto?! -
dice lanzándo el borrador, pero se lo tiró a Akane en toda la cara
a propósito. Nuevamente el salón ríe, menos las chicas que estaban
con Akane.
	- ¡Qué precisión, Saotome! - exclama Gosunkugi quien estaba
al lado de Ranma.
	- ¿Viste eso, fetiches?. Mi puntería es perfecta, no hay
nadie mejor que yo.
	- Ya se está echando flores el muy imbécil - murmura Akane
lanzándole el borrador de vuelta -. ¡¿A ver qué te parece esto?!.
	Ranma, que se había corrido al lado de la puerta, se agacha
para evitar el borrador, pero no se imaginó que atrás de él estaba
el director quien venía entrando al salón, quedando con la cara
llena de tiza.
	- Vaya, vaya, ¿qué sucede aquí? - pregunta levantando a
Ranma de la trenza.
	Ranma queda indefenso, no sabiendo qué hacer para zafarse
del director.
	- No fui yo, señor. Fue Tendo, se lo aseguro - exclama
asustado por miedo que le cortara la trenza.
	- ¡Eres un cobarde, Ranma!. ¡Saotome empezó, director!.
	- Así que fuiste tú, Ranma Saotome. ¿Sabes que por fin te
tengo donde quería?. Te podría cortar el cabello ahora mismo.
Cortar, cortar, cortar...
	- ¡No señor, se lo ruego!.
	- Cortar, cortar, cortar, cortar, cortar, cortar... - dice
alocado sacando la maquinita para cortarlo.
	- ¡Haré lo que sea, en serio!.
	- Hmmmmm... Debido a las circunstancias, te daré dos
opciones: letra a, te corto esa trenza ahora mismo o; letra b, te
quedas con la señorita Akane Tendo a limpiar todo este desorden
después de clases.
	- La b, la b, la b.
	- ¡Muy bien, asunto arreglado! - exclama soltando la trenza
de Ranma, cayendo al suelo aliviado.
	- ¡¿Oiga, por qué yo?! - grita enfadada Akane.
	- Ja, ja, ja, ja, ja - río ridículamente el director”.

	- Así que eso fue lo qué pasó, Ranma.
	- Sí. Algunos compañeros se aprovecharon de la situación y
ensuciaron más el salón. Por eso llegamos a esta hora.
	- ¿Y eso es todo?. Yo creí que era algo más grave. Akane se
ha vuelto muy...
	- Cuidado con lo que vas a decir, Nabiki, porque Akane nos
está espiando - le dice al oído e indica cuidadosamente hacia atrás
de él con su dedo.
	- ¡¿Qué me he vuelto muy qué, Nabiki?! - exclama furiosa
Akane que entra al comedor.
	- Ves, te lo dije.
	- ¡No tienes por qué contarle a ella nuestros problemas!.
	- ¡Yo decido con quien hablo y con quien no!. Iré a darme
un baño con agua caliente, estoy congelado. Nabiki, dile a Kasumi
que prenda el calentador, por favor.
	- Lo haré en un momento.
	Mientras Ranma se va al baño y Nabiki busca algo en la
revista que trae la programación de la tele, Akane se adelante a
hablar con Kasumi, pues se le había ocurrido algo en contra de su
prometido.
	En la cocina, Kasumi estaba terminando de hacer la cena.
	- Oye, Kasumi. Ranma dijo que tenía mucho calor y que se
quiere bañar con agua fría, así que no prendas por ningún motivo el
calentador.
	- ¿Con este frío?. Yo estoy entumida.
	- Es que se vino corriendo de la escuela. Tú sabes como es
él - le contesta fingiendo una sonrisa agradable -. Y ya sabes, si
viene Nabiki a decirte algo de Ranma, es lo mismo que te dije.
	- Descuida, ya casi termino, no prenderé el calentador.
	Akane sale de la cocina sonriendo malévolamente, murmurando
“veamos si ahora le dan ganas de arruinarme la tarde otra vez”.
	Un minuto más tarde, llega Nabiki a la cocina y ve que
Kasumi tenía la comida casi lista.
	- Oye, Kasumi. Ranma me dijo que te dijera que...
	- Si es por lo del calentador, pierde cuidado que ya está
todo listo.
	- Ah, qué bien. ¿Te ayudo con algo?.
	- Sí, ayúdame a poner la mesa, por favor.
	De pronto, se escucha un grito aterrador de una chica desde
el baño: “¡¡¡¡¡ESTÁ HELADA!!!!!”.

	Un rato más tarde, ya estaban todos en la mesa cenando. Por
supuesto, tenían el cobertor cubriendo sus pies por el frío; pero
Ranma, o mejor dicho, Ranchan está cubierto hasta el cuello, y de
cena, una taza de té.
	- A-akane, lo que me hic-ciste no tiene nom-mbre - decía
temblando.
	- Claro que sí lo tiene, ignorante: se llama venganza -
contesta indiferente.
	- Pobrecito, está temblando - lamenta Kasumi
	- Yo creo que esta vez te sobrepasaste, hermana.
	- Y yo creo que tú también tienes parte de culpa, Nabiki.
Si lo hubieras hecho cuando Ranma te lo pidió, nada de esto hubiera
pasado.
	- N-no le eches la cul-lpa a Nabiki, A-akane. ¡Tú tienes la
cilpa!.
	- Por favor, niños. No peleen en la mesa - explaya Tendo
seriamente.
	- Sí, parecen bebés.
	- No me incluyas a mí, tío Genma - dice Nabiki.
	- Ni a mí, discípúlo. Yo ni siquiera he abierto la boca -
aclara Happousai con la boca llena.
	- Usted no necesita abrirla.
	- Cállate, Genma. Soy tu maestro, que no se te olvide. O si
no...
	- ¡Lo siento, maestro!. Discúlpeme, no lo volveré a hacer -
dice arrodillándose pidiendo clemencia.
	- Cobarde - murmura Ranchan.
	- Es de familia - murmura también Akane, obligando que la
pelirroja se mordiera la lengua para no ofenderla delante de todos.
	Se miran con odio. El ambiente estaba ardiendo, a pesar del
frío. Kasumi se da cuenta y trata de cambiarlo.
	- Qué frío hace, mejor voy a prender la estufa.
	- S-sí, es bu-uena idea.
	- Yo te traeré una frazada, Ranma.
	- Gr-racias, Nabiki.
	Al ver que sus hermanas estaban tan preocupadas por Ranma,
Akane se siente un poco arrepentida, pero se refugia en su orgullo
y no da su brazo a torcer. Se queda comiendo sin hacer ningún gesto
y se comporta indiferente con todo lo demás.

	Ya definitivamente de noche, Ranma se quiso acostar pero
como hombre, así que se tomó una baño de agua bien caliente, pero
esta vez le dijo personalmente a Kasumi sobre el calentador.
	Al irse a acostar, Genma ya estaba durmiendo y, como ya es
costumbre, como panda. “Ni un terremoto lo despertaría”, comentó.
	En ese instante, Kasumi y Nabiki llegan con cosas para él.
	- ¿Cómo te sientes ahora, Ranma? - pregunta cariñosamente
Nabiki.
	- Me siento mejor, realmente era eso lo que me faltaba.
	- Te traje un poco de té. Pensé que podrías querer antes de
dormir, como no comiste nada - dice Kasumi dulcemente dándole la
taza.
	- Y yo pensé que esta noche podría hacer más frío que otras
veces, así que te traje el cobertor del comedor - le dice Nabiki
pasándoselo.
	- Gracias, ambas han sido muy amables conmigo. De verdad,
se los agradezco.
	- No tienes que agradecernos nada. Que descanses, Ranma.
	- Buenas noches, Kasumi.
	Kasumi lentamente se va de la pieza de los Saotome, pero
Nabiki ni se movió y se quedó frente a él. Se nota que está un poco
triste.
	- ¿Qué pasa, Nabiki?. ¿Te sientes mal?.
	- No, es que estoy algo agotada - le responde ocultando que
se siente culpable de lo sucedido.
	- Oye, mañana iré al centro comercial, ¿quieres encargarme
algo?.
	- No, gracias... ¿Vas a comprarle algo a Akane, verdad?.
Digo, para que se reconcilien - pregunta entristeciéndose más.
	- No, cómo crees. He ahorrado un poco de dinero. Quiero
comprarme unos pantalones nuevos. Los que tengo están muy viejos.
	- Ya veo... Bueno, tengo sueño. Buenas noches.
	- Sí, claro. Buenas noches.
	Antes de salir, voltea pero el muchacho estaba mirando para
otro lado. Sonríe satisfecha y se va.
	Él se dispone a tomar el té, pero al probarlo...: “A Kasumi
se le olvidó calentarlo. Bueno, no importa”. Y se lo toma.
	Nabiki se dirigía a su habitación, pero en el camino pasa
por la habitación de Akane. Se acercó a la puerta y escuchó que
estaba llorando.
	“Si está sufriendo por él, entonces que no haga cosas de
las que después pueda arrepentirse”, pensaba objetivamente y se va
a su habitación con una sonrisa dibujada en su bello rostro.




II



	Al día siguiente, Ranma estaba tomando desayuno con Tendo,
que además estaba leyendo el periódico; con el maestro, que leía
una revista con fotografías “muy interesantes” que le hacían caer
la baba, y con Kasumi.
	Había un silencio abrumador, sólo siendo interrumpido por
una pregunta.
	- Ranma, ¿tu padre aún sigue durmiendo? - le pregunta Tendo
sin dejar de leer.
	- Creo que sí, o si no ya estaría aquí devorándoselo todo.
	- Es cierto - dice Kasumi riendo.
	El silencio volvió a reinar. Se sentía en el aire todavía
el ambiente tenso de ayer, y eso Akane no estaba presente. Lo único
que quería Ranma (y los demás) era que su prometida no llegara para
poder desayunar en paz.
	Sin embargo, la paz era sólo para privilegiados, pues Akane
asomaba su presencia por el comedor y, precisamente, se sentó al
lado de él.
	“Dios mío, por qué a mí”, pensó abrumado bajando la cabeza
y sujetándola con ambas manos. Creía que de un momento a otro,
Akane le diría algo ofensivo o le daría un fuerte golpe.
	Pero por el contrario, ella llegó muy sumisa a sentarse. No
dijo nada y se sirvió sola el desayuno ante la sorpresa de todos.
	- ¿Y a qué hora le dará el golpe de gracia? - le murmuraba
Tendo a su maestro.
	- ¿Habrá amanecido enferma? - responde de la misma manera.
	- Akane, ¿te paso la salsa de soja? - le pregunta Kasumi
amablemente.
	- No te molestes. Está a mi alcance - responde sumisa. Toma
la salsa y la derrama sobre su arroz. Mientras lo hacía, trataba de
mirar de reojo a Ranma, pero por vergüenza no se atrevía. No sabía
cuando se atrevería a ver de nuevo a Ranma a la cara.
	Él sentía lo mismo. No se atrevía a mirar a Akane; después
de todo, él comenzó con esta situación de hostilidad entre ellos el
día anterior en la escuela.
	- ¿Alguien va a comer más? - pregunta Kasumi, encontrando
una unísona respuesta negativa de todos los presentes.
	Tendo y Happousai se pararon de la mesa y Kasumi lleva los
platos a la cocina para lavarlos. En otras palabras, Ranma y Akane
estaban solos, acompañados únicamente por sus respectivos platos
con arroz.
	El silencio se los devoraba. Ambos se sentían ahogados,
deben decir lo que tienen guardado. Ella es la primera en decidirse
a hablar, pero en el preciso momento que lo iba a hacer alguien
llega al comedor.
	Ambos levantan la vista hacia ella. No había nadie más que
ellos tres. Algo distinto sentían, algo que no les dejaba tragar
tranquilos, pero Nabiki era mucho más tenaz que ellos dos juntos.
	- ¿Cómo amaneciste, Ranma? - le pregunta sentándose al lado
de él.
	- Mejor... gracias - contesta tímidamente sonrojándose, lo
que provocó en Akane una obvia reacción.
	- ¡Si estás mejor, deberías comer más!. ¡Abre la boca! -
exclama alterada, dándole violentamente el arroz en la boca.
	Ranma atina a tragárselo, pero en el intento se atora y
comienza a toser como loco. Pero Akane y Nabiki estaban demasiado
ocupadas discutiendo para ayudarlo.
	- ¡No seas así con él!. ¡Es tu prometido!.
	- ¡No te metas en mis asuntos, Nabiki!.
	- ¡Claro que me meto, estoy cansada que Ranma pague por tu
inmadurez!.
	- ¡Él es mil veces más inmaduro que yo...!.
	Mientras el par seguían discutiendo, Kasumi tuvo que ayudar
a Ranma, llevándolo a la cocina para que tomara un vaso de agua,
Tendo y Happousai trataban de calmar a las dos fieras. Al final,
ellas hicieron oídos sordos y cada una se fue de allí por caminos
opuestos. Al verse ignorados por ellas, van a la cocina para ver
cómo estaba Ranma.
	Con tanto griterío, el panda despierta y asoma su enorme
cuerpo por el comedor. Todavía medio dormido, mira para todos lados
y lo único que ve son dos platos de arroz casi vacíos.
	Irónicamente, saca un letrero de madera que decía: “¿Y mi
desayuno?”.
	En la cocina, Ranma se encontraba mejor. Tendo, el maestro
y Kasumi estaban allí para acompañarle. Deja el vaso en el lavadero
y respira muy lento y profundo. Saturado de rabia e impotencia, él
luchaba para mantenerse calmado y no explotar de manera súbita.
	Tendo y su hija mayor lo miran atentamente en silencio algo
preocupados, mientras el maestro mantiene una actitud totalmente
contraria a ellos.
	- ¿Estás bien, Ranma?. ¿Quieres más agua? - le pregunta
Kasumi amablemente.
	- No, ya estoy bien - contesta entre la larga respiración.
	- Vaya, es como si alguien quisiera que te pasaran estas
cosas. Este último tiempo, pareciera que todo se vuelve contra ti.
	- Hija, qué locuras dices - le reprime Tendo suavemente -.
No le hagas caso, Ranma.
	- No hace falta que lo diga, tío... - decía Ranma, mientras
caminaba hacia la puerta que da al patio -. No creo en esas cosas,
no es mi estilo - y, sin darse cuenta, se tropieza con una cáscara
de plátano que estaba tirada en el suelo, cayendo estrepitosamente.
	Mientras el maestro se mataba de la risa, los otros dos se
tapan la boca preocupados.
	- ¡¿Ranma, qué te pasó?! - le pregunta Kasumi preocupada.
	Ranma sólo les muestra la cáscara de plátano sin moverse de
donde está. Tendo se lleva la mano a la cabeza y ríe utópicamente.
	- Creo que yo me lo comí y la cáscara la dejé ahí tirada.
	- Papá, debes ser más cuidadoso.
	“Ay, qué familia”, pensó Ranma tirado en el suelo, siendo
su único consuelo la salida en la tarde al centro comercial y así
librarse de tensiones, de la casa Tendo y de Akane.

	Después del almuerzo, Ranma va a su habitación. Mira hacia
todos lados por si su papá lo estaba espiando. Cuando se cerciora,
de un cajón, saca su camisa verde. En uno de los bolsillos, estaba
su monedero.
	- Si mi papá sabe que mi monedero está aquí, nunca tendré
dinero para comprar algo. Parece mentira que él sea mi padre.
	Abre su pequeño monedero. “Ojalá y me alcance con cinco mil
yens”, decía algo preocupado cerciorando sus cuatro billetes y
algunas monedas.
	Se pone la camisa verde, guarda el monedero en uno de los
bolsillos de ella, se pone su gorra verde y sale con destino al
centro comercial.
	En la cocina, Kasumi y Akane lavan los platos; en su íntima
habitación, el maestro plancha su hermosa y preciada colección de
prendas íntimas, y en el corredor, Tendo y el panda protagonizan un
emocionante partido de shogi.
	Preocupada de otras cosas, desde una ventana de la casa,
Nabiki miraba como Ranma se alejaba cada vez más, entumida por la
fría brisa. Algo diferente sentía, su corazón latía más fuerte que
de costumbre, lo sentía tocándose el pecho con ambas manos y la
sensación era mayor cuando pensaba en él, en el prometido de su
hermana.
	"¿Por qué me siento así?. ¿Por qué por él?".
	Ay, Nabiki. ¿Cómo algo tan simple puede sorprender a la
chica que lo sabe o lo cree saber todo?.
	Nunca antes le había pasado y, como un impulso interno, se
arregló un poco y salió al centro comercial. No podía esperar más,
debía decirle a Ranma lo que sentía... o lo que creía que sentía.

	En el centro comercial, el muchacho vagaba por las tiendas,
mirando en las vitrinas no muy seguro de qué clase de pantalones
quería comprar, estaba muy indeciso.
	En eso, una voz muy familiar lo saluda a su espalda.
	- Nihao, Ranma. Shampoo está feliz de verte.
	- Ah, hola Shampoo. Qué coincidencia encontrarnos por aquí.
¿Y qué haces?.
	- Venía a comprarle algo a mi bisabuela. ¿Y tú, andas de
compras?.
	- Sí, vine a comprarme pantalones nuevos, pero la verdad es
que me ha costado mucho en elegir uno.
	- Ay, todos los hombres son iguales. Nosotras, las mujeres,
tenemos mejor gusto en la ropa. Si quieres, Shampoo puede ayudar a
escoger.
	- ¿Sabes?. No creo que sea buena idea. Además, no quiero
quitarte más tiempo - se escabullía tratando de no herir más los
sentimientos de la bella china.
	- Ay, cómo crees. Para Shampoo no es molestia - le contesta
sonriendo.
	Y a empujones, Shampoo hace entrar a Ranma en una tienda,
aunque éste no ponía demasiada resistencia.
	Se probó más de diez pares de pantalones, todos rechazados
por la china. Cuando el encargado le pasó el onceavo, desde el
camarín Ranma gritó: "¡Shampoo, te advierto que es el último que me
pruebo!".
	Al salir, Shampoo quedó impactada por tan preciosa prenda y
lo bien que le quedaba a él. Era un jeans de color azul oscuro con
encajes metálicos.
	- Ranma, te ves muy bien - balbucea impresionada.
	- A mí también me gusta. ¿Cuánto cuesta? - le pregunta al
encargado.
	- Ocho mil yens.
	- ¡¿Ocho mil?! - exclama Ranma desairado.
	- ¿Qué pasa, Ranma, no te alcanza?.
	- En realidad no. Pero no te preocupes, ahorraré más para
poder comprármelo en el futuro.
	- No te preocupes. Shampoo te ayudará con lo que te falta.
	- No, Shampoo, en serio. Yo me las arreglaré.
	- Insisto. Acéptalo por todas las cosas malas que Shyampoo
te ha hecho.
	Ranma estaba por aceptar cuando llega Ukyou a la tienda muy
enojada, botando al suelo lo que encontraba en su camino.
	- ¡Shampoo, se supone que salimos juntas para arreglar
nuestras diferencias y al menor descuido te escapas con mi Ranma!.
	- ¡Estabas tan entusiasmada con ese estúpido vestido que me
Shampoo se aburrió de esperarte!.
	- ¡Y qué me dices de ti, no le quitabas los ojos de encima
a esa estúpida máquina de coser, estuviste una hora hablando con el
encargado del local sobre la maldita máquina!.
	- Chicas, ¿podrían dejar de...? - trata de calmarlas pero
recibe un “¡¡¡TÚ CÁLLATE!!!” de respuesta, así que aprovecha de
entrar al camarín, sacarse el pantalón, devolverlo e irse de la
tienda mientras el par de locas se agarraban de las mechas.
	Afuera corría un frío viento. Miró al cielo y se dio cuenta
que se estaba nublando, lo que significaban malas noticias.
	- Y yo que creí que este iba a ser mi día de suerte.
	Luego de esas tristes y pesimistas palabras, busca un lugar
para poder comer algo. Entra a un “café cantante”, un lugar donde
se puede comer y tomar algo y, si querías, cantar un karaoke.
	No sabía que Nabiki lo había visto entrar. Sigilosamente,
se acerca al café cantante, mira por la vitrina y ve a Ranma que
estaba sentado en el bar pidiendo algo. Entra y se dirige hacia él.
	- Creí que estarías en una tienda de ropa y no en un café
cantante - le dice mientras se sienta a su lado.
	- Nabiki... - balbucea sorprendido ante su presencia, pero
se entristece al instante, apoyando sus codos en la barda -. Es que
Shampoo y Ukyou llegaron y lo hecharon todo a perder.
	- Ah, ya veo.
	- Aquí está, señor.
	- Gracias - le responde fríamente tomando el vaso en sus
manos ante una sorprendida Nabiki.
	- ¡¿Ranma, qué pediste?!.
	- No te exaltes, Nabiki. Soy menor de edad, no me darían
algo fuerte.
	- ¿Y entonces qué es?.
	- Agua con azúcar.
	- ¿Agua con azúcar?. ¿Qué pasa contigo, Ranma?. Nadie entra
a un café cantante a pedir agua.
	- No lo sé. Ayer fue un día difícil, pero hoy...
	Ranma aprieta el vaso resignado a su desgraciada suerte.
Nabiki se pone triste poniéndose en el lugar de su posible futuro
cuñado. Él se da cuenta de inmediato.
	- No me digas que te bajé el ánimo.
	- No, no es eso. Lo que pasa es que me he sentido extraña
este último tiempo.
	- ¿Te sientes mal, te duele algo?.
	- No, Ranma. Es algo que siento aquí - dice tocándose el
lugar donde está el corazón.
	- Ah, ahora entiendo... Es por alguien, ¿verdad? - pregunta
recibiendo una aprobación moviendo la cabeza -. ¿Y se puede saber
qué sientes por ese alguien?. No es por ser entrometido.
	- Ya lo sé, no te preocupes, pero no puedo explicártelo. Es
muy confuso.
	Ranma, sutilmente, ofrece su vaso de agua. Ella lo acepta y
toma un poco, respira profundo y deja el vaso en la barda.
	- ¿Qué pasa contigo, Nabiki? - ella levanta su vista y topa
con la de él poniéndose nerviosa -. Nadie entra a un café cantante
para tomar agua con azúcar.
	Ella sonríe como hace tiempo no lo hacía. Se sintieron un
poco mejor y algo menos incómodos.
	Pasó media hora de conversación sin volver a tocar el tema.
Ya no tomaban agua con azúcar, sino que habían pedido un par de
bebidas en una conversación que a veces sólo se escuchaban risas.

	Eran las seis de la tarde y venían llegando a casa. Estaba
lloviendo, pero por suerte para él, Nabiki había traído un paraguas
de bolsillo en su pequeño bolso y, con él, ambos se protegen del
agua.
	En la entrada de su casa se detienen, parándose uno frente
al otro.
	- Gracias por el paraguas, Nabiki. Sin él me hubiese tenido
que venir como mujer y todo mojado.
	- Sólo lo intuí. Gracias a ti por escuchar mi problema. No
me he atrevido a contárlselo a nadie.
	Ranma se ve sorprendido por la gran importancia que tenía
esto, era como una especie del “chacotero sentimental” de Nabiki.
	- Oye, ¿por qué me lo contaste a mí?. No entiendo, nunca
nos hemos llevado bien - pregunta algo apenado.
	Nabiki tarda en responder.
	- No lo sé, sólo sentí que debía hacerlo.
	- Vaya, vaya. Yo creía que tú eras una persona totalmente
diferente.
	- Uno nunca deja de conocer a la gente... ¿Sabes?. Hay otra
cosa que quiero pedirte antes de entrar.
	- Si, dime.
	- Deberías ceder ante Akane, te aseguro que tus problemas
se acabarían.
	- Pero qué dices, yo no tengo ningún problema. Además, ella
fue la que empezói con... - pero en eso recuerda lo sucedido en la
sala de clases en el día de ayer.
	- Ten en cuenta que ella es muy niña aún. Demuéstrale que
no eres el inmaduro que ella cree.
	Alentado por las convincentes palabras de Nabiki, Ranma
entra a la casa con claras intenciones de tener claro lo que tenía
qué hacer.
	Subió las escaleras y se quedó parado delante de la entrada
a la habitación de Akane. Sin temor, golpea la puerta, escuchando
un “adelante” como respuesta.
	Entra al instante y se encuentra con la mirada de Akane que
estaba sentada en su escritorio. Algo sorprendida ante la presencia
de su prometido, gira la silla dándole la espalda.
	- ¿Qué quieres?. Estoy muy ocupada - dice algo brusca, pero
él se acerca al escritorio muy decidido.
	- Pues vas a tener que dejar eso para más tarde - contesta
cerrándole el libro que estaba leyendo.
	- ¡Pues dilo luego y después vete!.
	De brazos cruzados y mirando para cualquier lado menos a
ella, toma la iniciativa en la conversación.
	- Vine a disculparme por lo de la escuela, y aunque aún no
entienda por qué hiciste lo que hiciste ayer, te perdono... - hizo
una pausa por si escuchaba alguna respuesta por parte de ella, pero
se quedó con nada -. Bueno, eso es todo, puedes continuar con lo
que estabas haciendo. No te molesto más.
	Se retira decepcionado de la habitación. "No sirvió de nada
que me rebajara de esa forma... Soy un...".
	Cuando bajaba las escaleras, escucha el ruido de pasos
detrás de él. Al voltear, encuentra a Akane en una actitud muy
sumisa.
	- Discúlpame tú también. No quiero seguir peleada contigo -
dice mirándolo a los ojos, notoriamente afectada.
	Ranma le sonríe haciendo que ella se sienta mejor, quedando
las cosas como siempre entre ellos.
	En la sala, Nabiki estaba mirando una revista de comics y
comiendo unas galletas. Piensa en lo ocurrido durante la tarde, su
conversación con Ranma.
	“Después de todo, hoy fue un día positivo. Me di cuenta de
muchas cosas que antes no las tenía muy claras. Pero, sin duda, lo
más importante fue que tomé una decisión muy importante: nunca más
intervendré entre ellos. Yo ya perdí mi oportunidad de ser feliz...
Así es la vida... así es mi vida”.
	En eso, Ranma y Akane llegan al comedor y se sientan en la
mesa al frente de ella.
	- Nabiki, ¿te molesta si vemos la televisión? - pregunta
Akane.
	- Claro que no, ¿te paso la revista de programación?.
	Akane recive la revista con una gran sonrisa en el rostro y
luego prende el tele. Ranma le hace una señal de agradecimiento y
le sonríe también.
	Nabiki se sintió bien. Las cosas con su hermana mejoraron e
hizo feliz a un hombre que para ella, a pesar de todo, no merece
estar triste, convenciéndose cada vez más que su decisión fue la
correcta.
	- ¿Lo ves, narrador?. Pongo todo mi esfuerzo para que las
cosas salgan bien, pero siempre pasan estas cosas y más adelante
temo arrepentirme. ¿Verdad que es injusto?.
	Verdad es, Nabiki. Pero como tú lo dijiste antes, así es la
vida...

Un fanfic de LG
(c) 2000-01 Felipe Torres.


"Así es la vida, injusta y llena de mentiras unas veces, noble y verdadera otras veces. Pero para Nabiki Tendo no es el punto final de algo, sino el punto de partida para su nueva vida, dejando atrás quizás a un amor frustrado e imposible".
Esto es lo que opino de uno de los mejores fanfics que he escrito, humildemente hablando. Sin embargo, este no es más que el comienzo del fin, lo mejor está por empezar...

Ya saben, mátenme escribiéndome un mail por cualquier reclamo o sugerencia.

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