Presentación
El premio Nobel Octavio Paz señala, en una de sus últimas
entrevistas, el absurdo de evaluar las obras literarias por medio de los
parámetros inmediatistas (ventas) del mercado editorial. En uno de sus
libros ilustra la ínfima cantidad de ejemplares vendidos de la primera
edición de algunas obras maestras de la literatura. Si las hubieran calibrado
bajo términos cortoplacistas no hubiesen sobrevivido hasta nuestros días
muchas de las consideradas joyas de la cultural universal. Igualmente,
si hubiésemos evaluado a los autores por el número de ventas de sus primeras
obras nos hubiésemos privado de muchas fuentes de disfrute, dicha y pasión.
Cuenta Paz que de uno de los primeros libros de Jorge Luis Borges se vendieron
tan sólo 37 ejemplares, cifra que Borges consideraba manejable, podía
ir a estrecharle la mano a cada uno de los compradores.
En La Mirada Anterior, prólogo de Las Enseñanzas de Don Juan
de Carlos Castaneda, Octavio Paz narra una anécdota que le refirió en
una conversación el poeta francés Henri Michaux: "Yo comencé publicando
pequeñas plaquettes de poesía. El tiro era de unos 200 ejemplares. Después
subí a 2 mil y ahora he llegado a los 20 mil. La semana pasada un editor
me propuso publicar mis libros en una colección que tira 100 mil ejemplares.
Rehusé: lo que quiero es regresar a los 200 del principio." Acotaba el
escritor mexicano: "es dificil no simpatizar con Michaux: más vale ser
desconocido que mal conocido. La mucha luz es como la mucha sombra: no
deja ver. Además, la obra debe preservar su misterio."
En Memorias Póstumas el brasilero Joaquín Machado de Assis hace
decir a su difunto narrador Blas Cubas que Stendhal publicó un libro para
100 personas nada más, conformándose entonces Blas Cubas, escritor menor,
con 10 lectores para el suyo.
Al filósofo alemán Friedrich Nietzsche ningún editor le quiso publicar
su libro, ahora famoso, Así hablaba Zaratustra. Al igual que Michaux
él mismo lo editó distribuyéndolo entre sus amigos con el compromiso de
que lo leyeran. Sólo siete lo hicieron, por lo que Nietzsche comentaba:
"es tan amigo mío, que ni la lectura de Así hablaba Zaratustra
ha roto nuestra amistad."
Esperamos, sinceramente, que la visita a estas páginas no rompa ninguna de nuestras amistades, es más, al igual que Borges quisieramos estrecharle la mano a cada uno de los lectores. Seguramente ya lo habremos hecho, deben ser en gran parte amigos personales. Pese a que tampoco nos motiva sobrepasar ese círculo íntimo de cómplices al que deseaba volver Michaux, para los visitantes que desconocemos la mano está tendida.
Pocos o muchos, sirva este segundo esfuerzo para reafirmar los
lazos con los amigos conocidos y como medio para reconocer a amigos desconocidos,
para todos ellos, como quería Walt Whitman: "quedan estas melodías
vibrando en el aire, para camaradas y amantes."
índice
|