La Casa del Hada | ||||||||||||||||
Sergio De Los Reyes El hombre y su momento En la vida de un hombre, Hay un momento Que lo ha dicho todo. Ha vertido completamente Sus grandes recursos, se Han apagado sus manantiales. Ya am� (y es una l�stima que sea un pret�rito). Se ha desgarrado hasta Quedar en los m�s solitarios pabellones. Lo ha hecho todo, lo ha Escrito todo. El mundo deja de ser Lo infinitamente inalcanzable, Lo prohibido, lo divino y ahora es un caracol Que arrastra como una cruz Como un ser apaleado y marginado. Como un Dios que ya sabio besa la otra mejilla.. Ya construy�, desform�, mat� Y se halla en el final con ojos resecos, Sin l�grimas visibles, con los labios vac�os Sin besos aparentes. Y llega alegre, cansado, d�cil y se entrega a los brazos de la muerte como un trofeo Como un vencedor irreverente, como un ni�o. Generaciones �Puedo decir que son los nov�simos Pinos? Una mezcolanza excelsa y borrosa crece marcada de hondos hast�os, repulsiva ante la verdad de acero inoxidable, sorda por los gritos y reclamos de arc�ngeles y demonios, destellos de extremos mordi�ndose la cola. �Y por qu� no lo deleznable, el abominado pincel de trazos oscuros hecho con cabellos de Cerbero? �.No habr� cabida a los embestidos como pacatos y la m�s paup�rrimas vicisitudes? Tal vez el Argo ande por Creta y ambidiestros seres alimentan la extra�a luz que todos temen. Pero no es una luz pavorosa, cegadora y hueca como el color puro. Ser� una mustia llama endeble, combinada con la nitidez de la luci�rnaga sostenida por una refractaria mano Vulc�nica como por la profundidades tenebrosas y birrias. De una vez nace el ocre, el flexible gris, las im�genes sepias. Hoy las mamparas se engrasan y una fluir del viento agradece y deja atr�s la inexorabilidad, lo r�gido. �Y podr� decir que estos son los nov�simos Pinos? L y San L�zaro Son los h�roes Que siempre toman posesi�n de su lugar eterno, en placas Conmemorativas, en la memoria Popular, en el agud�simo hilo De la historia que atraviesa El firmamento. Yo gravitado al muro, sentado donde ellos estuvieron de pie, donde fueron atrapados Por sus quimeras juveniles, por Esa mano oscura que les fragment� El pecho. Pero yo no soy h�roe, como Ellos tampoco eran, soy Lo que este intenso sol derrite Sobre una escalinata interminable, Llena de prisas y del holl�n que expulsan los autos, para hospedarse Minuciosamente entre la porosidad de estas Piedras, las rocas hechas solo para ascender. Yo inm�vil, yo sin articular un dedo viajo Tras las migajas que derramas inconsciente De medidas, archiv�ndote para siempre En esta calle San L�zaro que se pierde Hacia un m�s viejo mundo donde La esperan leones t�midos. Tu suave sombra acaricia las aceras, Las mismas que cargan sobre sus hombros Muertos que se sientan a mi lado.. Beso tu rastro, tus huellas, tu mano Seductora del un amaleconado viento, Tu r�tmica constituci�n que se hace peque�a: Te pierdes. Los h�roes a mi lado lloran de tristeza. Algunos r�en de miedo al ver caer Las paredes, gramo a gramo Deshaci�ndose en el vac�o incalculable. Vaci� por el que ellos no murieron; Pero otros son felices del comercio De su imagen, de ese engrandecimiento Sospechoso; pero solo quedan y son reales, Estos escalones, este hoy yo sentado, este Hoy tu te alejas, estos edificios desgarradores, Descascar�ndose, este medio d�a que ilumina el espacio de tus pasos. La hoja del lim�n -�Es extremadamente sensible la hoja del lim�n de nuestro patio� Dijo mi madre aquella tarde Despu�s del chaparr�n veraniego, Y yo, dirigiendo mi vista hacia El arbolito de frutos amargos, Vi las abejas y tambi�n al viento Que las acariciaba en natural vaiv�n, Y vi los insectos trepar En inagotable fila y una muestra Muy peque�a de lo que somos . Desde aquel momento, a pesar De mi corta edad y torpeza, Comprend� cabalmente El t�rmino humanidad. Por lo menos, la pol�mica, que he sostenido con vosotros dos me ha valido ya de alguna cosa, Hipias, y es comprender , yo creo, el proverbio popular: las cosas bellas son dif�ciles S�crates: Di�logos, Plat�n Lo dif�cil Se nos hace urgente Hipias esta �til manera de buscar lo exacto, el instante preciso en su lugar, el momento puntual de colocar las piezas como en un ajedrez que el �ltimo error lleva al imperio a declinarse, al perder las naves en el fuego Persa. Me es apremiante desnudar lo bello hasta encontrar sus senos, cada min�scula porci�n de su piel. Deseo escudri�ar los parajes donde este en si el control de su esencia, ese concepto �ntimo y diferente en cada mortal que evoluciona en lo justo, en su verdad, en la natural metamorfosis de una charca. Dime por una vez, t� sabio de �lide y yo ignorante de Atenas, t� due�o de piedras y caminos y provechos juveniles, donde se esconde la belleza misma. Quiero aplacar la voz de la pregunta donde el cuchar�n de higuera protege la vasija de barro; debo encontrar la respuesta que este en todos tiempos, en cada instante y examen de la forma. No quiero escuchar de cuerpos listos para la lucha, de caballos fuertes, de vasos, de instrumentos musicales y de honores. Cual puede ser nuestro final si la belleza se esconde y aparece, se enciende y se apaga como revoltosos ni�os que la portan en sus juegos; donde puede estar lo apropiado, lo conforme, lo adecuado cuando lo bello es dif�cil. Copyright@ |
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