La Casa del Hada

Sonetos


Angel Cuadra

I

Y trazar� tu mano en el abismo
los signos del amor con letra de humo;
vivo silencio que habla, y que resumo
en di�logo interior conmigo mismo.

Asomar� en tu rostro el espejismo
de un beso de ternura que presumo�
en demorada oferta, y que consumo
en la pura estaci�n del idealismo.�

Ser� tu encuentro siempre el que consiga
el testimonio de tu mano amiga
con un gesto exterior breve y risue�o.

As� tu amor se va quedando intacto
y, en la imposible realidad del acto,
se hace posible realidad del sue�o.

V

Por inquietudes ando perseguido;
entre inquietudes voy perennemente.
Inquietudes del pecho y de la frente
que de la vida toman su sentido

En inquietudes por lo que no he sido
y pude ser, ante el encargo urgente
que, olvidado de mi -gozo doliente-,
como a deber o sue�o voy uncido.

Inquietudes sin tregua que me has dado
en tus afanes, vida que me niegas
espacios que a mi tiempo le has robado.

Y t�, amor a destiempo, ahora llegas
y mi desasosiego has aumentado
con la dulce inquietud que t� le agregas.



VIII

En escala inaudible acompasado�
va el leve cuento de este amor discreto.�
Cuento sin voz que su cantar secreto�
es s�lo por nosotros escuchado.

Va aqui conmigo, anda all� a tu lado:�
ser inasible y, a la vez. concreto.�
Sin tiempo ni lugar se alza, incompleto,�
�rbol sin tierra donde estar plantado.

Desasido del mundo en dos abismos�
-t� y yo, c�mplices mudos de su histor�a�
cllada, oculta hasta en nosotros mismos-,

este cuento de amor ir� en secreto,�
a resguardo de tiempo y de memoria,�
en el cofre sellado del soneto.

Del libro Diez Sonetos Ocultos



IX

Dir� que has sido doblemente hermosa
(amor hurtado al mundo, clandestino�
sin serlo: c�mplice eres, por destino),
a la vez respetable y voluptuosa.

Dir� que eras el gesto de una rosa
de humo palpable puesta en mi camino,
que, por designio de tu nombre, vino
a sembrarse en el agua luminosa.

Dir� que nos distancia cosas, tantas,
como barreras de �tica inmutable,
en que te escudas, pero te levantas,

Y en la estrofa final, la �ltima cosa
que confiese, en tu nombre inconfesable,
ser� que fuiste ilegalmente hermosa.
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