La Casa del Hada | ||||||||||||||||
Jos� D�az D�az RITO La noche era el cuerpo de la lluvia Despedazada oscura en instantes de luz Sobre el ventanal inerme y quieto. Y t� me ca�as como hu�rfana luna despeinada En mis brazos acanalados, por donde el agua estancada, Recuperaba, ahora, su antigua figura de Mandala. El rito nos llev� de cabeza hacia el estanque Donde fuimos peces estrangulados en el esplendor de la inocencia. Cabalgamos asilados � sin memoria - en el vientre de las burbujas Que meditaban sobre la piel del agua, salmos de extraordinaria belleza Y bautizamos nuestros ojos en la sagrada humedad Desde donde todo lo posible fue originado. Despu�s, ahorcamos las estrellas, una a una , Y de sus gargantas a�n calientes bebimos los �ltimos restos olvidados De la lluvia incesante, que arrodillada, a borbotones, la noche conten�a Mirando desde tus ojos. D�jame ver con tus ojos de insecto alado El �rbol desde dentro para vagar raiz al fondo de la tierra, Voltear el cuerpo entonces empu�ar la hoja m�s altiva, Y ser surco de verde savia rio que florece fruto maduro en la exacta medida de tu boca. D�jame barco abandonado bailar las ondulaciones del azul m�s lejano pedazo de c�clope enamorado de la inmensidad que lo contiene Madero con memoria de mar recien creado Candil de luz que golpea tu imagen ondina alada sobre el agua sedienta. D�jame gato de monte domesticado solo por los grillos nocturnos Dientes que huellan en el cuerpo de su presa el regreso al origen de la especie Elegante movimiento que se desplaza figura perfecta sobre la hierva que roza Ilegible l�nea que engancha tu talle muriente contorno en la dulzura de la espera. RETORNO Eslabones de luz sigzagueantes sobre pasajes nocturnos Golpean las puertas que hacia dentro se abren : Una piragua ausente , un deslizarse de r�o inacabable que me roza Para vagar insomne caballito de mar ojos de liebre piel desvertebrada por la luna Deshenebrando los surcos del agua con tus manos, ( peque�as espigas de sol, Remos que fueron antes azules alas de las m�s bellas ondinas) . Devenir de surtidor enajenado en la fuerza del viento, arco de piedra Cincel usado en las cuevas de Altamira, que palp� el imperceptible trazo De un pez pez enloquecido. Susurro de salmos antiqu�simos, callados, m�sica de dados sobre un bosque dormido. Bestia sagrada que baila el pentagrama de la degradaci�n hasta el fondo de la ruina O castillo que bebe su sombra inclinado sobre el lago que lo llora . Soy el duende perdido en el env�s de la vara m�gica del brujo Y el color de la nieve cuando la lluvia olvida el sentido de su vuelo. Sumergido a fondo, olfateo el aroma de las algas que abren sus cuerpos a mi paso, Dulce embriaguez salada retorno imprevisto al amnios de la memoria y del olvido. Voy entre los pliegues marinos, ranuras de sol y un velero que camina tras la huella de tu paso. |
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