La Casa del Hada
  LOS NIBELUNGOS: UN FILME INPRESCINDIBLE DE LA

   HISTORIA DEL CINE EN LAS PANTALLAS DEL FESTIVAL


                                      Por Mario Naito


Entre las epopeyas cinematogr�ficas m�s significativas de la historia del celuloide ocupa un lugar prominente el d�ptico integrado por Sigfrido y La venganza de Krimilda, conocido en la literatura f�lmica como Los nibelungos, y que se basa en las leyendas y los mitos germanos que inspiraron a Richard Wagner para componer su famosa y monumental �pera.
El rodaje de un fresco �pico nacional fue, en 1923, un proyecto de gran envergadura para el joven y talentoso director Fritz Lang Todo estuvo concebido como si se tratara de un gran dise�o arquitect�nico; Lang se hab�a desempe�ado en esta profesi�n antes que como realizador. La esposa del cineasta, Thea von Harbou, por su parte, fue la guionista del filme.
El estilo visual de Sigfrido, primera parte de Los nibelungos, result� tan opulento como el de su forma narrativa, con los bosques y castillos construidos en estudio y recreados a partir de los cuadros rom�nticos del siglo XIX. Su ritmo lento recuerda al de una balada. No obstante esta morosidad en la progresi�n dram�tica, desde hace mucho tiempo han pasado ya a formar parte del universo antol�gico cinematogr�fico las escenas de la lucha de Sigfrido contra el m�gico drag�n, los rudos paisajes del hogar de Brunilda en el Norte, y la secuencia interpolada sobre el sue�o de los halcones que dirigiera Walter Ruttman.
El drama esencial de Los nibelungos yace en el contraste entre la belleza formal y majestuosa de Sigfrido, y el desolado y �rido desamor de La venganza de Krimilda. En esta segunda parte se sustituye la concepci�n est�tica y ornamental del filme inicial, por un �nfasis en un ritmo m�s fren�tico y abigarrado de la batalla que comprende el n�cleo mayoritario de la segunda mitad.
La versi�n de la leyenda empleada por Lang fue muy diferente a la utilizada por Wagner. Tuvo menos relaci�n con los dioses y m�s con seres reales. Con sus vestimentas sim�tricamente dise�adas, los personajes de Lang resultaron humanos; y el mundo m�gico que �l evoc� no los hizo disminuir como personas. Sin trucos de edici�n o efectos visuales, Lang se aproxim� al tema con una sobria observaci�n. En su universo, sin embargo, la magia tambi�n estuvo presente. .
La combinaci�n de elementos como el deseo, la muerte y la venganza son comunes en la obra de Fritz Lang, pero aqu� en Los nibelungos, situ�ndonos a distancia de la mitolog�a, en la concentraci�n en el espect�culo de la violencia, y algo m�s importante, en la mujer como punto focal del argumento, la impresi�n que produce el filme es de un nihilismo puro y apasionado que se vuelve desenfrenado.
En pleno apogeo del expresionismo alem�n, el �xito de las cintas de Lang, y en particular de Los nibelungos, impresion� a los nazis, quienes sensibles al palpable �germanismo� de esta pel�cula, so�aron con convertirle en dictador del cine alem�n. Pero la ambig�edad de algunos de sus filmes posteriores (M, El testamento del doctor Mabuse) atac� al nuevo poder, y aunque, en 1933, Goebbels cit� al cineasta y le propuso entablar una halagadora colaboraci�n, Lang march� a Par�s, desde donde despu�s se traslad� a Estados Unidos y desarroll� una notable carrera como director en el cine norteamericano, no siempre justamente reconocida.
La exhibici�n de Los nibelungos en una copia restaurada, en el marco del 23. Festival del Nuevo Cine Latinoamericano constituye un hito cultural, que pondr� en contacto a las m�s j�venes generaciones con una de las pel�culas m�s notables de uno de los directores m�s importantes de la historia del s�ptimo arte.

Copyright@
PORTADA
1