La Casa del Hada
  Sonetos y Poemas y Canciones

                                  Por
Gustavo Acosta Vinasco



Soneto falso
cual monedero,
soy el herrero
que va al cadalso,

soy la verg�enza
del buen Maestro
-un dios siniestro
sin paz ni trenza-,

�l quiere un verso
perfecto y puro,
yo le converso

de fiel manera
-mi verso oscuro
no es prosa huera.





Am�n que ya no corro,
que el crucifijo est� al derecho y salto mucho,
am�n que no comentan c�mo lucho
y c�mo sufro debajo de este chorro;

am�n que me escapo en este forro
y cuando puedo me meto en el cartucho,
y aunque a la sombra peligrosa me le apucho
en un instante de ebriedad yo me le borro,

pues ya perdi� el efecto la enigm�tica canci�n,
un cambio de color mi h�bito precisa,
ya no sirve el lodo que me unt� como loci�n,

ya la m�scara simp�tica se ha vuelto una abstracci�n,
se llevaron de mi armario la m�gica camisa,
no soy m�s que un punto incluso en la recta evoluci�n.





Si distra�do le silbo la molleja
a la Walkyria de peluda carcajada
y le corto el lunar con luz pareja
y le robo el �rbito que a�eja su papada;

y si de golpe me concede el baile contornado
y en vasos rotos me sirve la bebida
que sacia el deseo acalorado
de acabar -por el rev�s- con esta vida,

no esperar� sentado en un retrete
con la camisa hundida en los escollos
de este abultado y necio nervio,

y ese d�a, si es que falta el alimento,
vendr�n del infierno aquellos pollos
a cantar conmigo el son soberbio.





El �lbum de los muertos
Qu� bien se hallan los muertos ocultos en la tierra.
Ella los recalienta y seca su misterio.
Paul Val�ry
pero en estos folios breves dom�sticos tesoros
retumba -fant�stico obstinado- el canto de agon�a,
se estremece la existencia se llora cada d�a,
imploran vanos nostoi nuestros dolientes coros;

gemidos silenciosos m�s bien lamentos parcos
inundan la c�ncava ilusi�n del territorio,
reconocemos nuestra vida como el exc�ntrico abalorio
y quisi�ramos ser blanco de los fatales arcos;

finalmente el olvido es el b�lsamo implacable
�por dios, que yo arda joven� -ser de la valquiria una premura-
� se me abjure con el cruel metal del sable.

Jam�s ora el amor frente a la tumba de la historia,
se ahogan nuestros cuerpos en charcos de amargura;
�y si el alma en la partida entona un himno de victoria?
Para Diego Vinasco
Interrogante

Pregunt� solemnemente con el dolor de la piedad
al hombre que se hallaba sentado en la poltrona,
�l so�aba en su plegaria � salvaba a la madonna,
yo inquiriente todav�a vi volar su santidad;

frente a tal revelaci�n tan asiente de verdad
aguard� mi interrogante con la paciencia de la duda,
con la El�ctrica esperanza, la perfecci�n del Buda,
por lograr tan s�lo un poco de Divina realidad;

mas al fin cuando su cuerpo al alma regres�,
me inh�spita raz�n tribulada a confesarse
lanz�se indomitable y ante sus callos se pos�


-en la sumisa postraci�n s�lo el Diablo se sonroja,
por revelar su humanidad condenado fue a arrastrarse-:
�puedo arrancar con humildad todo el peso de esta hoja?



Me siento en el retrete a escribir el verso diario;
distante, esquivo, parco, ajeno me es el verbo,
me levanto con cautela y hacia la taza observo,
saber qu� es lo que encuentro: el olor de un solitario.

Qu� ser� que desde el viernes el viento algo me anuncia,
mi cuerpo viene mal, su alegr�a pasa largo,
cu�l es esta ausencia que desde entonces cargo,
�� ser� mi antiguo error, el valor de la renuncia?

Solo hube nacido y solo fui dejado
en el paraje oscuro de la libre infancia,
para llegar a este postigo la vida he demorado,

y si negar es el deseo que un dios cercano
otorga para esta carne joven ad�ctica a la errancia
mejor ser un pastor ind�mito y pagano.







El perro que en la entrada se perfila
enfermo y neur�tico, del parque,
cual Can velando el crudo embarque,
a calarme por sus fauces no vacila;

sangre brota, emana, irrumpe, cede
el grito de dolor, de rabia humana,
y el deseo que la acci�n devota sana:
matar a la vil chanda si se puede;

mas la raz�n, el �ngel que improvisa,
no desampara al b�pedo impulsivo
y al instante aguje�ndole le avisa

que sus arcas de l�mpido estudiante
mediocres del cobre corrosivo
ni le dan para peluche cabalgante.







Las �ltimas palabras del m�stico ingenuo


Expone el Infinito su aritm�tica ganancia
y el Cuadrado su dominio -su inh�spito lamento-,
los dos la sumatoria del m�gico incremento
y el Infinito en los confines su il�mite vagancia;

y orgulloso el breve Punto de su l�gica substancia
y la L�nea en lo redondo encuentra su alimento:
metaf�sico es su orgullo, arrogancia que no entiendo
si de cortar y definir y proyectar es su jactancia.

Pero es el mundo indescifrable, es Atl�tico castigo
que protege su verdad en el m�s profundo asiento,
es paciencia y agua y canto conjurados en el trigo,

no met�fora profana, con Concepto, �cruel intruso�;
estar� el hombre de Ciencia lun�tico y sediento
pues el mundo es una sombra, enigm�tico y obtuso.



Para m� todos los cuerpos
que se cierran en esferas,
que se tienden en esteras
y se rinden a los cuervos,

para m� todos los cuerpos
que se ofrecen como peras,
que entorpecen las aceras
y se gozan siendo siervos,

�pues son eso, s�lo cuerpos�
abultados en el tiempo,
pasto dulce de las eras;

�partes nobles de los cuerpos�
un olor lechoso abruma
mis rec�nditos acervos.







En el centro m�s oriundo de tu eje
se rompieron constelando las semillas,
se han disuelto los castillos en astillas
y el telar en retroceso se desteje.

Ves mi sombra en el visor del mediod�a
y oyes cantos que no son de tu cosecha,
un fantasma a nuestros p�rpados asecha
consumiendo, al caminar, la melod�a.

Disipamos en el juego el apetito
que mov�a a nuestro dios a duplicarse
en los pactos consagrados en el rito:

somos cuatro, somos ocho, somos doce,
sometidos, por temor, a enamorarse
de cenizas cultivadas en el goce.







Desde un trazo disipado
por aut�moviles voces
este esp�ritu anudado...
ella soy que no conoces.

�El que fui� en vagos roces
pareciendo ser amado
'padeciendo tibios roces
cuyo efecto he vomitado

'cuyo olor, c�yos dolores
y c�ya es mi enfermedad;
cuando el buque ha naufragado

saben m�s los roedores,
cuando germina la humedad...
sombras l�vidas, atroces.







Carburar y lubricar

En un simquita vede
de rojos almohadones
quer�a para siempre
los vicios y los dones:

primero ser quien pierde
los c�lidos agones,
despu�s ser para siempre
de muertos corazones.

Abiertos a la niebla
los ciegos comandantes
sin ganas y sin vino

ofrendan al destino
los dos trozos restantes
del asco que les puebla.


Dios
Fraccionamiento

Porque el cielo no es de todos los que cantan las plegarias...
Ya me he visto abandonado por mi santo

Perd� mi cam�ndula en un juego de Ruleta
Y mi cintur�n de castidad en un entierro

La soledad no hace m�s que tentar y provocar

Estoy solo
Solo sin remedio en esta isla

solo solo solo

Y bajo el h�bito empolvado que me esconde
Comienza a arder todo el tormento
Y a rascar en cada costra
Mi infatigable redenci�n

Mar�a

En tu espalda
mi nube de semen se marchita




Se�or,
No eres digno de que entres
en mi casa

Y una sola palabra tuya
bastar� para matarte.

Una mentira ideada por Dios,
el abrazo de una Amazona seducida,
la sonrisa de Luzbel a medianoche,
los dedos descarnados del Se�or
reposando en la c�pula del cielo,
el cirio que ilumina mi pecado
y no arde nunca,

...una l�grima de amor para mi boca,
�un beso tuyo�


Me prometiste una limosna:
ciertamente.
Pero el filo de esta noche sin escarcha
es un templo de fiebre al mediod�a;
no se sabe los que entran. Los que salgan
son hijos, a la vez, de la otra vida.

Me prometiste un espejuelo: obviamente.
Pero tantos son los brillos que adormece.
Los hijos -otra vez- sin nueve meses
son un pedazo de sal del mismo sexo.

Ya viene el sue�o. �Ya viene�
Mientras se crece, el sue�o vago, el sue�o
eterno, va cocinando las migajas de este cieno,
y van rodando, las ganas, sin aliento.

�Hasta ma�ana� Hasta ma�ana, hay que decir.
Hay que decir que ya pas� el tiempo del signo,
un despertar podr�a ser muy digno,
tambi�n el sue�o eterno que nos sana.


                                                             �Si te quieres matar
                                                       porqu� no te quieres matar?
                                                              de Campos


M�tate.

No es el cansancio por la vida,
no es la nada enigm�tica y obscura
que sin nombre asfixia tu visi�n;
no te sientas observado, no hubo mira.

No es el "por vivir"
que agobia tu conciencia y te enfrenta al n�mero creciente;
la existencia es una suma que se anula
en el mismo instante en que cavilas hondamente.

M�tate
si un tormento vano te abandona en la respuesta;

el hast�o es una fuerza elemental.

M�tate si puedes.

Este ser es cavilante por la noche
si no ha parado de sufrir durante el d�a,
desdicha que se cruce y no resuelva
ser� un mal sue�o que parir� la despedida.
Aunque la hora, el d�a, el a�o,
se empe�en en formar la ciclov�a
ya no hay modo de ganar la contravuelta;
el ojo, el ojo vivo no descansa,
y cuando el golpe audaz al fin resuelva
le llegar� para su mal la paz tard�a.



Ismene reflexiva,
encarnizada Art�mis,
rencorosa Clitemnestra,
Helena sensitiva,
Ant�gona y Electra
sumisamente amantes
de su sangre...

Cuando el ni�o piense al fin
en el amor que su padre se merece,
dejar� de arrastrarme por las hojas
�vido de f�rmula.




Del v�rtigo adoras su vestido
pero su desnudez te espanta
como a un ni�o;
entonces rezas
y m�s bien huyes en busca de la esfera
que seduce tu raz�n
y mantiene inc�lume tu cuerpo.

Respiras hasta el fondo de tu fr�o
mientras alzas la mirada para el cielo:
tu aciaga valent�a
es la verg�enza de los hombres
y la gloria de los dioses.


Valio inv�tame a su casa
para el ef�mero fest�n.

�cimo y bebidas
de divina procedencia:

el alma,
el alma incauta est� contenta.

Mas,
�estar� otra vez sujeto
al t�lamo
de este l�mpido cenobio?


Ense�en a sus hijos
a hacerse a la limosna como es propio,
ya sea en atav�os de princesa, polic�a o arlequ�n,
que lo logren con su sangre,
con cada parte de sus cuerpos apenas respirantes,
con sus cantos rotos y alternadamente sordos
que sus m�sculos crecientes empujan a la orilla.

Las ganas inocentes de llevar a cabo un plan
de miseria y dicha escasa.
�La vida� Mediocre protocolo de fiestas
y humanas actitudes.
La raz�n se representa con m�scaras livianas
el tama�o entero todo
de sus necesidades y su furia.

Cabal y prontamente, pues hay que llegar
a descansar como requiere el desespero,
el desencanto n�ufrago del alma
en el inmenso mar de tradiciones.

Cu�l es el afecto que impera en este instante,
preciso es conocer lo que asecha nuestra nuca
porque el hombre,
adem�s de tener un aliento vertical
fluye horizontal por su semilla, arando el infinito.

La vista es nada y es todo.
Es todo porque inicia en el misterio de la luz,
Es nada porque su reino est� en el sue�o.


P�ra la tarde,
el sol corteja.
Al borde
se teje la madeja,
el vicio, el filo
que entra y arde;
al sur, a Marte
br�jula secreta
-en la mente
el v�rtice que aprieta,
el pliegue,
el dios del desamparo emana.



Ausente,
cansado de hablar, y a la vez
del silencio,
desespero por lo porvenir,
naufragando el presente;
la nube gris del miedo
le hace dar m�s hambre
a mis entra�as.
El que yo era s� era yo.
�De qui�n estoy hablando?



Se�or


�Eres un Se�or? �O un gran Se�or Problema?
De todos modos, te confieso

�Porqu� el nombre de la madre viene a cada rato?
En cada entra�a un algo cicatriza
Roto el lazo, aprende uno a morir de manera
individual
Y al momento comienza uno a vivir
como si todo fuera muerte � vida

Finalmente vulnerables, la substancia
es el dolor

No somos iniciados, y tenemos que cesar...
el dolor, el fr�o, el hambre -que se da
de modos infinitos

Podr� tal vez contar mis sue�os? ? ?
...que un c�rculo era una ret�cula de acero
colonizando el pensamiento. Perd�a ya de vista
lo visible, y a mi frente
en la forma de doncella que caliente a un poeta
verdadero, me ve�a yo a m� mismo,
vestido de valientes deserciones

y una vena abierta por su pierna
y un co�gulo de instinto, nada de pecado
en todo esto

�Cu�nto suena el higo cuando cae?
Yo sueno mucho menos, pero grito un poco m�s
y todo lo dicho y lo vivido se cierra
como un c�rculo de arena:

no se cierra, si primero est� el viento de Dios .



Jazm�n
de noche

fuerza que se oculta en un abrazo
de borregos lujuriosos.


En un papel h�medo por especie
escrib� los s�ntomas del alma,
y me gust�.

Antes que todo se perfile
� se le arroje a la memoria.


En medio del temblor
cuando la ruina es el destino
y el sue�o
un mal�simo recuerdo
una pesadilla de pesar horizontal

est�s erguida
la verga de un barco ebrio
mam�
que estuvo rota un tiempo
cuando la calma soterrada
dilu�a los atardeceres polimorfos
y ausentes

tus dedos dibujan un sol en el horizonte
y son calor tus esperanzas
ira sana
la de borrar la l�grima del gusto
y levantarse a exhortar
y detenerse contra las ganas aturdidas...

a�n construyes la casa
para que muramos juntos
y olvidaste
que todav�a no he nacido.




Vamos a jugar
al juego de las nubes
la mentira ser� el juez
de tanto desamor

Es un juego de reglas paralelas
y nadie escucha a nadie
�Todos para adentro de s� mismos
que vamos a jugar�


El requisito es bien sencillo
no tener tiempo para vivir
y estar a solas
desde el verbo primordial, es decir
desnudo.


Madre

nacimos prematuros el uno para el otro

Siempre me tragu� tus palabras con mi silencio
y por eso ahora grito
pero ya no grito m�s, ya no hago ruido

y lo mismo, t� hablas poco
yo te digo menos de lo que s�, m�s de lo que
quisiera, y eso es poco para ti
t� siempre quieres m�s, as� no lo merezcas,
�qu� hembra�


Soy un ni�o enfermo, yo me contagi�,
quiz�s sea porque conoc� el amor muy tarde,
hace un rato, s�lo un d�a.

Tuve que ser Padre, para que en m� murieras.
�buen silencio�




Trago de plomo
movimiento aparente

gusano que pica al pulso
el abismo gime en la ladera

la desdicha es comer con mano sobria
la canilla escupe agua bendita
no hay m�s lepra que el futuro

aparente movimiento
ir del r�o
de un lado hacia el siguiente


Entonces me dije, �d�nde est�s?
Ya no est�s dentro de ti, ya no eres aquel "yo"
que viajaba por el tiempo impuesto a voluntad.
Ya ni gozas esa amargura de 5 y media de la tarde.

�De qu� te persuadieron, de qu� te convenciste?



Sabbaton


"Dios bendiga la ni�a", cantaba la trompeta.
Antiguo signo musical
que ti�e de amor y de tristeza,
para sonar el s�bado en la tarde
mientras se agita en las arterias
la sangre de ultramar.

Como en fest�n de intrusos
lechosa Labban satisface el apetito
y yo me entrego al gusto
de lo no vuelto a probar.
S�lo el amor le gana al hambre
en el juego de las manos
-las gotas de las notas remojando la nostalgia.

A mi lado, el fantasma sordo de la huida,

m�s all�, la avidez ociosa por un juego de s�ftbol
�que se lleve al pensamiento de un batazo�


Escucho una canci�n que fue "matrimonial"
y hart� a mi compa�era,
vibra una danza homosexual
en el espectro de las notas,
tr�mula,
anacr�nica.



Ana es triste y p�lida en el alma...

Ana es triste y p�lida en el alma
Ebria cuando duerme
Triste y blanca

Triste cuando llora su alegr�a
En su memoria clara
Triste es sus suspiros
Oculta a mi mirada

Servil Oculta Parca
Silencioso velo en pana
Gris como el sepulto cuerpo
Oculta y triste en la ma�ana

-�rbol de manzanas
verde disfrazado
�rbol triste como Ana
�rbol viejo
que cuida su ventana-

Ana oscurecida
Acompa�ada
Herida
Enferma
Ana no ama

Ana no ama
Le aman con sonrisas de papel



H�meda Sin norte
Triste P�lida
Cuando tristemente me habla
Ana es m�a y s�lo m�a

Ana
Servil y solitaria





Canci�n


I
Errantes, moribundos
los monstruos
andantes, vagabundos
locos Segismundos
los monstruos

Apestosos, inmundos
monstruos de otros mundos.

II
Monstruos ilustrados
satisfechos
genios suficientes
bientratados
bientrechos
casposos insistentes
ret�ricos derechos
monstruos afamados
diferentes.

III
Monstru�bulos sencillos
"sinceros"
repelentes carniceros
sentados de carrillo
ad�cticos al vicio
del billete sentenciero
y su placer excrementicio.

IV
Monstruos reflexivos
de dientes amarillos
�Qu� pillos�
en la sala se masturban
y en su piyama se turban
dulzones olorcillos
de l�dicos lascivos.

�Ad�nde van las putas
que bajo el aguacero
encuentran los olivos
y no buscan refugio?
Ser� acaso el subterfugio
de alg�n monstruo androginillo
que ya conoce el cero.


Canci�n del imp�o


I
Amanece la noche con su calma aparente.
Se abren los follajes mientras el agua ilumina.
El mecanismo del mundo, misterioso y perfecto,
se prepara de nuevo para entregarse al hombre.

Su paso firme describe el camino
como el trazo seguro de un ni�o que juega.
Tambi�n el hombre se inventa una historia
que le haga entendible toda su fuerza, gana la paz
y obra en su diestra. Esculpe y dibuja,
mancha y borra como es debido,
porque la belleza y el orden est�n en su mano,
que ni tiembla ni se vuelve atr�s cuando corrige
las disensiones de la obra sagrada.

Pero el �nico destino posible
es el que escribe nuestra sangre. Todo se prepara
para la memoria de la muerte el d�a en que los dioses
se despiertan
y se percatan de la especie,
y no existe intervenci�n maravillosa que lo evite,
enemigo del hombre es el hombre mismo, su �nica
relaci�n de amor con el mundo.

El nacimiento era la p�lida advertencia,
pero el color y la altura vuelven impetuoso
al hombre ciego.
Ahora v�rtice del fuego, mira para adentro y se estremece
con la turbulencia insostenible de su �nimo.
�Qui�n osar�a entonces levantarse contra la raza de los dioses?
El acuerdo permanente que disuelve se hace carne,
los dioses se fastidian de los hombres, de sus palabras
de perd�n y de sorpresa.
Si algo saben, tal conocimiento es su castigo;
si algo ignoran, tanta ignorancia es su condena.



II
El camino recto, la lluvia inoportuna: poder humano.
Labor exacta, holocausto y designio: poder no humano.

En el lugar que me pregunte, la respuesta se concede
como poder antipodal, la transparencia de la tierra en ciertos
campos, la blandura del aire, los asfixiantes p�lpitos del alma,
la raz�n perpleja.

Si hay voluntad, por ella dejo de querer.
Si hay desgracia, por ella acopio todos mis esfuerzos.

El hombre arroja la piedra, pero no cae. Moja su mano
en un c�lido pozo, y se le hace una llaga azul y
putrefacta.
Las bestias del bosque entonan designios
y los �rboles gimen de placer por el terror del hombre.
El cielo amarillea y el mar se enrojece.
Los ni�os portan miembros que celebran con besos
y los insectos devoran las carnes maltratadas
de los pies de las mujeres de los hombres.
Los m�dicos las sanan, pero quedan infectos
y brotan de sus sienes callos malolientes y terrosos.
El hombre piensa en levantar su mano,
y en nombre del dios mismo, que es �l y todo y nada,
por la herencia com�n que emparenta el universo,
en nombre de aqu�l accidente de su alma,
de su mejor debilidad, de toda la realidad no percibida,
se declara el adivino de s� mismo.
...
...

III
... ...
... ...
...cansancio al emprender esta jornada.
Si el rayo fulminara, disgregara este orden sucesivo
que s�lo puede llamarse ruina.
En aqu�l tiempo, cuando el mundo a�n se sosten�a,
todo ocupaba su lugar y me era propio.
Yo hab�a nombrado cada cosa, la s�lida substancia
guardaba su forma muy adentro,
y guardaba su color,
el ritmo de mis deseos gobernaba el sitio,
y todo era peque�o y grandiosamente simple.
Me era propia la vastedad
y la ficci�n de mis errores se volv�a m�s nubosa
con el crecimiento de mis m�sculos.
Si bajaban su rostro en mi pasar, era manifestaci�n gratuita;
si alzaban la mirada, era un reto a celebrar
con el premio de la honra.
La seducci�n del poder, la seducci�n del poderoso.,
Y de cuerpo y viento era due�o de m�s de todo el universo.

El p�jaro que caza en las c�lidas aguas
baja invisible en recto vuelo,
su cuerpo de piedra se congela en deseo,
y la naturaleza le premia con su audacia y su necesidad.

Pero en el hombre tanta fiesta, tanta alegr�a vanas.
Hechos a la imagen, endurecido el modelo,
la humedad lo penetra como el cuchillo sagrado la fina
tela viva de la ofrenda.
Y la vida ya no es otra cosa que soledad y angustia.
El mecanismo es empujado hacia la luz,
y alguien nos ata en el centro de la escena
para ahogarnos con el polvo que siempre,
todo el antes,
esparcimos a fuerza de hablar y respirar.

�Cu�nto dura ese silencio? �cu�nto dura esa pasi�n?
El hombre se levanta de su sitio listo para el viaje,
los dem�s, para sus lechos, que no esperan de ma�ana
el d�a se�alado.



Blues


Para Diana

El universo quieto
a nuestro alrededor,
las manos
que no paran de tocar,
nuestras dos caras de asombro
....

te volver� a desnudar
....s�
te volver� a desnudar
hasta que el fr�o congele las ganas
....s�
te volver� a desnudar

.... ....
.... ....
.... ....

Un agujero negro
separa nuestros cuerpos,
tal vez despu�s de hoy
todo lo olvide,
la memoria del deseo es tan fr�gil
....

y no sabe llamar
....no,
no te sabe llamar,

hasta que el fr�o
despierta las ganas
....s�,

y dejo de temblar.







Canci�n


Para Armando V.

La brisa
de este a�o incipiente
en Cartagena
es m�s fr�a que la brisa
de los oriundos cafetales;

la una,
seca y atrevida,
empujando a obstinados
seres verticales;
pre�ada de agua
va la otra
remojando
tenuemente
la travieza.

En la Bah�a
los h�medos fantasmas
que regresan
para anunciar
que las monta�as
parturientas
est�n echando hacia la mar
su sangre viva.
[email protected]
POESIA
PORTADA
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