La diosa y el dragón

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6 de junio de 2009

Alexis dice:

Hola Kababelan,  Acabo de leer tu página en http://es.geocities.com/kababelanss/mito_celta.htm
 
Y ahora me pregunto si Lug, Lanzarote, San Jorge y el Arcángel Miguel, talvez hasta el dios Shivá, sean en realidad la misma entidad. Dios como el guerrero destructor del mal. El caballero que mata al dragón y rescata a la doncella. ¿Qué opinas?
 
He tenido experiencias en donde el Arcángel Miguel me ha defendido; en sueños y probablemente en el plano físico también. Pero ahora que soy Wiccan, quisiera llamarlo con un nombre que no esté relacionado con escrituras a las que no tomo muy en serio. Hasta pensé en simplemente llamar al "Dios del elemento Fuego" o algo así.
 
Muchas gracias,
Alexis.

 

 

Kababelan dice:

La literatura artúrica es una sucesión de narraciones noveladas que se escribieron a lo largo de un plazo de más de cien años, en el corazón del medievo. Al principio recogían gran parte de la vieja tradición pagana celta, pero posteriormente esta serie de relatos se fue cristianizando y derivando su discurso por otros caminos, hasta representar los ideales y la mitología de la nueva religión monacal cristiana.

Así Lanzarote acaba siendo sustituido como caballero perfecto por un más apropiado personaje, su propio hijo sir Galahad, inventado por los monjes para que encarnara los valores de pureza y castidad que ellos querían imponer. En el celtismo no existe esa castidad como valor de pureza, no se mata a dragones como símbolos del mal, no existen los héroes solares patriarcales. 

El combate del guerrero y el dragón: un mito cristiano y patriarcal

Lug/Lanzarote (la versión inicial) es un hijo de la tierra, defiende los valores de la diosa (su maestra es la dama del lago, y su pasión la reina Ginebra), no es un héroe solar patriarcal, aunque represente valores luminosos, sino pagano y acuatico. Posteriormente incluso matará un dragón para defender a Elaine (la futura madre del cristiano Galahad), pero esto pertenece a la última fase del ciclo artúrico, la fase puramente cristiana. 

Tus experiencias con el supuesto Arcángel Miguel pueden ser simplemente una interpretación de tu mente, un arquetipo que la cultura imperante ha introducido en tu pensamiento. Los niños pequeños pueden creer que el ratoncito Pérez les ha traído un regalo o bien los Reyes Magos, pero sabemos que en realidad son los padres, aunque el niño crea otra cosa pues le hemos introducido esos arquetipos. Habrá niños que puedan ver a estos personajes en sus sueños e incluso creer verlos físicamente. Hace años una chica me contó que de niña tenía visiones donde por la noche veía en su habitación una especie de seres pequeños  similares a los personajes de dibujos animados. Hasta su hermana y unas amigas los vieron una vez. Les parecía muy divertido. Eran como seres de otra realidad que veían proyectados en el armario de la habitación. Sin embargo mi opinión es que lo que veían estas niñas eran las formas que existían en su mentes infantiles y no formas de entes reales. El fenómeno puede ser en principio verdadero pero lo que el ser humano tiene capacidad de interpretar es tan sólo aquello en lo que cree. Tras esos seres de dibujo o el arcángel Miguel hay seguramente otra cosa que somos incapaces de interpretar. La clave está en nuestro código de interpretación, ya que con éste es con el que construimos la realidad que es siempre subjetiva.

Una visión puede ser una proyección exclusivamente gestada en nuestra mente o una interpretación siempre subjetiva. Como nuestra mente no es libre, sino completamente inundada de modelos y conceptos preestablecidos, la conciencia se halla atrapada y es incapaz de percibir con libertad la realidad.

En los mitos más antiguos la diosa primigenia y el dragón son una misma cosa. La serpiente/dragón es la madre de la creación. Este mito es compartido por múltiples civilizaciones ancestrales. Cuando posteriormente en casi todas las culturas surge la mentalidad patriarcal y solar los nuevos dioses matan a la Serpiente (original madre creadora) o la destierran al abismo, donde según ellos reina el mal. Esta Serpiente antigua para los hebreos será Leviatán, para los sumerios Tiamat, etc. 

La Serpiente y el Dragón son prácticamente sinónimos del mismo arquetipo. Representan el poder oculto en la tierra, la diosa como energía primigenia en la materia. En nuestra cultura la Serpiente Divina evolucionó en la Edad Media hacia el Dragón, un monstruo que habitaba en el interior de profundas cavernas. Este dragón resumía los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Podía habitar en el interior de la tierra o bajo las aguas, tenía la capacidad de volar y lanzaba fuego por su boca. 

Ya en el Apocalipsis aparece la Serpiente/Dragón o Mónstruo de Siete Cabezas como símbolo del mal junto a la denominada Gran Ramera. Esta última es la misma diosa denostada por los cristianos. Gran Ramera fue la diosa Ishtar, Astarté, Tanit ... y todas las denominaciones que recibió en el paganismo la Deidad Femenina. 

No obstante el dragón es la energía de la tierra, una energía que poseemos dormida también los seres humanos. Cuando nos hallamos dominados por el ego somos incapaces de controlar la energía del dragón e incluso ésta puede convertirse en una energía opresora o destructora. Pero si conseguimos alcanzar la presencia de la conciencia la energía del dragón se vuelve nuestra amiga y revela a la diosa. Por eso no se trata de matar a ningún dragón (algo en sí mismo imposible pues es una energía indestructible y eterna) sino de traer conciencia para desplazar al ego. 

El personaje del mago Merlín representa a quien se ha hecho amigo de la energía del dragón: el aspecto de la diosa que representa la energía primaria y salvaje. Los magos de la antiguedad no pertenecían a ninguna casta sacerdotal sino que eran individuos libres que habían llegado a conectarse con la energía del dragón y podían invocar y potenciar su poder. Esta energía puede alterar la materia.

La Diosa se expresa en tres planos: el inferior es el pleno dragón, el de enmedio es su expresión como verdadero amor humano y el superior como pura conciencia. No obstante los tres son una unidad. Los cristianos rechazaron el aspecto inferior y el intermedio para la diosa y sólo mantuvieron el superior (y aún así muy manipulado y tergiversado) que llamaron la Virgen o Madre de Cristo.

Las sacerdotisas del amor de la antiguedad representaban el aspecto intermedio de la diosa. Eran llamadas prostitutas sagradas, pues la sexualidad que ofrecían no era para enriquecerse o para alcanzar el favor o la protección de hombres poderosos. La sexualidad que ofrecían como un arte sagrado era en honor a la diosa y para traer su conciencia al mundo. No permitían que el acto amoroso fuera un simple goce libidinoso sino un acto consciente en honor de la divinidad, traer la conciencia de la divinidad al momento presente donde el cuerpo goza y ama. La conciencia de la divinidad es lo que diferencia la sexualidad sagrada de la profana. 

Para los antiguos la energía del dragón estaba relacionada con la sangre, de ahí que se le rindiera tanto culto. La sangre que renovaba al mundo y al individuo. La sangre de la copa santa, la sangre menstrual que regresa a la tierra, de la que procede, y donde se halla subterránea y oculta la sangre del dragón. Ese poder subterráneo es el que invocaba Merlín. Esa sangre es la que se bebe en el Grial. Pero hoy entendemos que no es la sangre sino una energía, energía que se encuentra en nuestro cuerpo, que fluye por la espina dorsal y se extiende por todas las células. Una energía que captamos de la misma Tierra, que es quien la produce.

Dicen que las mujeres se hallan más cerca de esa energía de la tierra y que la pueden captar por su útero. Esto en parte puede ser verdad. Los cristianos dividieron a la diosa en dos:  el aspecto superior lo veneraron como una Virgen pura, y el aspecto inferior lo convirtieron en la Gran Ramera. Dividieron a la diosa y a una parte de ella la condenaron al infierno y al abismo. Es como si el cuerpo humano estuviera dividido, la parte superior la consideraramos buena y la inferior mala. De la cintura para arriba y de la cintura para abajo. Y así ha permanecido durante casi tres mil años. No obstante hoy en día la energía primaria de la diosa rebrota con fuerza tal como un volcán dormido durante milenios que regresa a la vida. No sólo sus aspectos superiores sino también su energía primigenia. 

Esta energía de la divinidad femenina se halla representada en el cuerpo humano en el útero y la vagina. No es que lo sean sino que la representan. Así la mujer ha ocultado estas partes  y las ha reprimido (o han sido mutiladas física o mentalmente) durante muchas generaciones. No obstante en la actualidad siente un poderoso impulso de mostrarlas y recuperlas. Así muchas jóvenes (aunque carezcan de cualquier inquietud espiritual) tienen una cierta tendencia a mostrar el bajo vientre, bajando la línea de la ropa hasta casi llegar al pubis. Se trata de un acto inconsciente realizado por quienes vivencian más plenamente su naturaleza salvaje. Ese exhibicionismo forma parte de la naturaleza salvaje. que es una parte de la diosa, aunque aún lo realicen carente de conciencia.

Clara Pinkola intenta recuperar el concepto de la naturaleza salvaje de la mujer. En su libro Mujeres que corren con lobos trata de hacer conscientes de esa naturaleza reprimida a la mujer contemporanea. Cuando lo salvaje se impregna de concienca se hace presente la diosa. Este exhibicionismo del pubis ya lo realizaban los celtas como símbolo de la diosa primigenia y así se han hallado esculturas celtas con la primitiva diosa abriendo y mostrando su genitalidad vaginal. 

Ese pubis femenino (que oculta útero y vagina), reprimido y tabú durante milenios, es un símbolo de la diosa, ese pubis es el monte de la diosa, el monte salvaje, el monte cortado, el monte grialino. Ese monte está hueco y tiene en su interior una caverna. Pero estamos hablando en metáfora. No obstante puede ser también un gran condensador de energía terrestre, más poderoso que el órgano sexual masculino. Ambos captan energía de la tierra, sólo que el órgano femenino puede llegar a captar mayor potencial (ninguna mujer actualmente sabe hacerlo, es un conocimiento perdido). Pero tanto hombres como mujeres podemos llegar a sentir la energía fluyendo por la espina dorsal y expandirse por todo el cuerpo. Las mujeres no son las preferidas de la diosa, como una madre no quiere más a sus hijas que a sus hijos. Todos los humanos somos iguales y poseemos las mismas posibilidades energéticas espirituales. Sin embargo hay una energía primigenia de la diosa que las mujeres deberían captar mejor que los hombres.

 

Esta energía terrestre de la diosa fue simbolizada también en algunas culturas por un triángulo con la punta hacia arriba. La base capta la energía y la proyecta hacia arriba por la punta. ∆  . Este símbolo, con algunas variantes, representará a la diosa en muchas culturas antiguas. Así añadiendole unos brazos y cabeza esquemáticos será la diosa Tanit. Y convirtiendolo en un cono será el gorro de las brujas y de los magos medievales. Es el cono de energía que procedente de la tierra se elevará hacia el cielo. Es el símbolo de lo femenino/terrestre frente al triángulo con la punta hacia abajo que simbolizará la energía masculina/celeste. 

Piensan algunos que la V es una alegoría de la diosa o de la vulva o del símbolo virgo. Pero esto pertenece a un tiempo muy posterior, cuando aparece el alfabeto latino. Durante miles de años antes fue el triángulo ∆ el símbolo de lo femenino. 

En cuanto a tu referencia al dios Shiva se trata de un dios serpiente (se le pinta con una serpiente enroscada en su cuerpo). Si te sientes wiccan concebirás lo masculino y lo femenino como dos fuerzas que se complementan en igualdad, mientras que los héroes solares o los ángeles son fuerzas unipolares que sirven al dios patriarcal. 

En la cosmovisión religiosa patriarcal el universo es un lugar terrible de enfrentamiento encarnizado y eterno entre Dios y su Adversario, entre el Bien y el Mal; donde tiene cabida el diablo, Lucifer, el infierno y todo lo demás. En la cosmovisión wicca no hay lucha entre un dios supremo y su adversario, no hay Diablo ni nada parecido; sólo existe el ser y su sombra, ego productor de sombra y conciencia o luz, y donde no hay que luchar sino iluminar e integrar. En la wicca el dios y la diosa son uno y siempre buscan encontrarse, complementarse e integrarse (esponsales). En la wicca no hay diferencia entre cielo, tierra e infierno, ya que todo es uno, pues la divinidad habita en todo y en todos. En wicca se busca celebrar la vida en la tierra y no en el cielo. 

Si la diosa fue desterrada por los dioses patriarcales no es porque esto aconteciera realmente en cielo alguno sino porque el ser humano, durante la evolución equivocada de la mente, apartó su atención de la conciencia y se centró en intereses del ego. Al final perdimos también la conexión con nuestra verdadera naturaleza, nos desenraizamos tanto de nuestra naturaleza salvaje como espiritual, y nos entregamos a adorar a dioses creados por la mente egoica o a valores humanos también egoicos.

En mi opinión en el siglo XXI ya no hay heroes arquetípicos con los que identificarnos. Nosotros debemos ser ahora los verdaderos héroes, ya no hay que emular modelos externos. Debemos mirar dentro y descubrir nuestra verdadera naturaleza, nuestro desconocido poder y nuestra conexión con la divinidad.

 

 

Author: Kababelan

6 de junio de 2009

 

 
 

 

  INDEX SENDA DIOSA SERPIENTE II
Author: Kababelan

 

INDEX SENDA DIOSA SERPIENTE I
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