El Camino de Santiago y la Ruta Jacobea Pagana

Kababelan Blog

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 

POST SIGUIENTES

 

27 de junio de 2007

 

La Senda Estelar

Bastantes siglos antes de la Era Cristiana llega a Galaecia (la actual Galicia en España) un pueblo precéltico (invasor o tal vez peregrino) que iba guiado, en su camino hasta el fin de las tierras que limita con el principio de las aguas del Océano, por una especie de serpiente que surca el cielo nocturno: la Vía Láctea (la parte que vemos de nuestra Galaxia). La senda en el suelo, en la tierra, quedaba trazada por la del cielo, la vía estelar, la serpiente o báculo luminoso. Esa serpiente guía es la luz que brilla en la oscuridad.

Este pueblo de culto ofidiátrico fue denominado, según la leyenda, como los Saefes (saepes en griego, quizá los serpiente, tal vez los sabios). Para ellos el gran ofidio que tenía su imagen en el cielo nocturno era un ser sagrado. E igualmente eran sagradas sus manifestaciones energéticas de la tierra a las que denominaron wouivres. Sobre estas construyeron la mayor parte de sus santuarios.

Cuando posteriormente los romanos llegaron a estas tierras norteñas de Hispania, el finis terrae, el fin del mundo, llamaron a esa ruta de la serpiente de luz como Callis Ianus, el Sendero de Jano. Este dios latino (equiparable al dios Lugh céltico) era el dios de la luz y custodio de los conocimientos secretos de los constructores.

Durante la Edad Media los cristianos reinterpretan  el mito milenario y lo dotan de nuevos significados y valores, acordes al momento político y religioso del medioevo. Crean una serie de alegorías protagonizadas por los personajes evangélicos que se entrecruzan con los paganos que desaparecen. Y le incluyen además una simbología milagrosa y heroica que refuerce y apoye al cristianismo en su resistencia y lucha con el islam que en esos siglos dominará parte de la península ibérica.  Nace así la leyenda del apóstol Santiago en tierras de Hispania, que es el equivalente cristiano de los héroes mítico-religiosos de otras culturas anteriores que también compartían el peregrinaje sagrado a occidente, la senda de la iniciación tanto exterior como interior.

El Océano (el mar tenebroso) era la frontera entre el reino de los dioses y los humanos, los muertos y los vivos, donde el sol (la Luz) moría cíclicamente para retornar nuevamente a la tierra.

Este senda iniciática o transmutadora cuyo rumbo discurre hacia la tierra de la muerte u occidente la seguirán tanto el Dionysos/Baco grecorromano como Herakles/Hércules en gran parte de su peregrinaje conocido como los 12 trabajos del héroe solar.

El trazado que en la Edad Media se llamaría Camino Francés, o Jacobeo (de Baco/Iaco/Iacobeo) coincide con la ruta que siguió este pueblo de Saefes (Saephes/Saepes/Serpes) para llegar hasta las orillas del Atlántico. Así, cuando comenzaron las peregrinaciones cristianas a la supuesta tumba del apóstol Santiago (Baco/Iaco/Yago/Santiago), los caminos ya habían sido hollados desde tiempos remotos por otros seres humanos que cubrieron sus pies con el polvo sagrado de la tierra. La sacralidad o no del viaje la aporta el propio peregrino si se halla receptivo al aprendizaje exterior/interior de esta ruta jalonada de wouivres, las cuales a su vez despertarán las energías espirituales dormidas del viajero tan sólo si se ha preparado y purificado para conectar con ellas.

Los saefes precélticos primero, los celtas después, posteriormente griegos, romanos (no sabemos si también Cartago pues su diosa Tanit era asimismo señora de occidente) y por último cristianos. Cada cultura ha mantenido vigente este ancestral camino hacia la tierra de la muerte bajo su propia idiosincrasia. Que actualmente reciba el nombre de Camino de Santiago viene originado porque el panteón mitológico cristiano está compuesto de tres niveles: la Deidad Suprema, los Ángeles como segundo nivel y como tercero los denominados Santos.  Estos últimos son humanos que han alcanzado la eternidad o santidad y por ello estos héroes míticos del cristianismo reciben el título de santos (Algunos nunca existieron y son adaptaciones de personajes paganos míticos o reales). En este caso el cristianismo hace girar el camino hacia la tierra de la muerte en torno de un personaje principal que consiste en el supuesto apóstol. El nombre de Santiago viene de unir el semidios Baco/Iaco romano que le precedió con la figura evangélica cristiana. Esta hibridación, característica de toda evolución religiosa histórica, funde la idiosincrasia de la última fase mítica con la siguiente. Así el ciclo mítico va de Lugh a Baco y de este a Iaco/Yago al que se le incorpora el pronombre o título de Sant-Yago. Y así tenemos la moderna ruta Jacobea.

Igualmente la presencia de la diosa o contraparte femenina del mítico personaje se halla presente en la figura simbólica de la concha de vieira o concha de Venus. La diosa Lusina céltica se transformará en la Venus romana (pasando por la Afrodita griega y la Tanit cartaginesa). Por último en el mito de los patriarcalistas cristianos la parte femenina quedará oculta por personajes paganos, como la reina Lupa, o por símbolos disimulados de la diosa como las vieiras (metáfora de las diosas del amor y la muerte que surgen del mar) que inocentemente se incorporan a las vestiduras de todo peregrino. Las vieiras de la diosa son imprescindibles para el renacer de todo iniciado, pues es preciso sea hecha la fusión de los principios espirituales masculinos y femeninos.

Tras el fin de la Edad Media, en la que los reyes cristianos del norte de Hispania habían usado la fuerza de la simbología de la Senda Estelar para reforzar su propia simbología religiosa frente al avance del islam, sucede que a partir de entonces el Camino de Santiago fue olvidado poco a poco por los dirigentes al no ser ya tan precisa su necesidad en la estrategia política. Aunque los viejos pueblos de Hispania y de Europa siempre mantuvieron vivo su recuerdo y nunca fue abandonado del todo. Peregrinos populares y unos pocos iniciados conservaron vivo el fuego de la senda serpentina estelar hasta el mismo siglo XX, donde el Camino era más bien tan sólo un recuerdo adormecido que carecía del vigor del fervor medieval.

Sin embargo una nueva estrategia política permitió que renaciera con vigor el antiguo Camino de Santiago a partir de la penúltima década del siglo XX, cuando el gobierno nacionalista autonómico de Galicia (la Xunta Galega liderada por su presidente D. Manuel Fraga Iribarne) quiso reivindicar su patrimonio cultural desempolvando algunos de los valores ancestrales de la cultura del País Galego. De esta forma, con la colaboración de la Iglesia de Roma que vio la oportunidad de revitalizar alguna de sus viejos tradiciones y mitos, así como con la casual ayuda del escritor cristiano Paulo Coelho (publicó en el año 1989 su libro El Peregrino de Santiago que dio inicio a su fama), se puso en marcha con éxito el proyecto de reabrir el Camino. Se trazó una ruta que en parte coincidía con la ruta medieval, se crearon nuevos hospedajes, se señalizó y se le dio enorme propaganda cultural y religiosa al declarado Año Santo Compostelano 1993. Una avalancha de peregrinos como jamás se recordaba (6 millones, aunque no todos recorren el camino completo) inundaron ese año la nueva infraestructura que se creó en el norte de España, multiplicando por cientos o por miles el flujo languidecido de los últimos siglos, y así de pujante se mantiene hasta el día de la fecha.

El libro de Paulo Coelho, en parte ficticio y en parte real, pretende dar un sentido iniciático a la peregrinación y afirma que revela algo y mantiene oculta otra parte. Habla del Temple y de alguno de sus espacios sagrados, pero en ningún momento desvela las claves ancestrales, bien por estársele prohibidas bien por desconocimiento.

A este libro le siguieron otros muchos, a veces escritos por personajes famosos y otras por simples peregrinos, que narran sus vivencias, o por estudiosos de los secretos que encierra la legendaria Senda del norte de Iberia o Hispania. La bibliografía crece de año en año. y es curioso el hecho de que en los albores del siglo XXI, tan tecnificado, halla millones de personas que por motivos diversos llegan de todos los rincones del orbe cristiano para recorrer la ruta, tanto por motivos lúdicos como para buscar una luz interior, reafirmar su fe convencional o no convencional.

El Camino de Santiago (o los Mil Caminos de Santiago pues hay otros aparte del oficial, llamado Camino Francés) ha renacido y se ha convertido en uno de los principales centros peregrinales del mundo.  En esta Senda podemos reencontrar las huellas del pasado milenario y si el peregrino se halla preparado puede descubrir su verdadero mecanismo de transformación, o más bien de transmutación alquímica.  Las viejas claves mágicas y sagradas normalmente suelen pasar desapercibidas para la mayoría, porque el tiempo, la desidia o la mala voluntad han relegado al olvido su primitivo significado.

El escritor Juan Ignacio Cuesta dice textualmente en su Guía pagana del Camino de Santiago, en la que parcialmente me he inspirado para este post: El camino tiene un gran poder, será un Maestro que disciplinará el cuerpo y la mente del auténtico peregrino, a la vez que le entrenará agudizando sus sentidos para reconocer las señales significativas que tendrá que interpretar según su subjetividad. Unas, visibles a simple vista, sin necesidad de conocimientos previos; otras, ocultas deliberadamente para que sólo puedan alcanzarse tras un proceso de necesaria, anhelada y buscada purificación.

En mi opinión personal muy pocos llegan a profundizar verdaderamente en el Camino. Hay diferentes niveles de significado y transmutación y la inmensa mayoría de los peregrinos tan sólo se deslizan sobre las capas más superficiales, pero desde luego aquellas para las que están preparados. Porque el Camino, como todo Maestro, no puede dar más que aquel nivel que el Discípulo demanda.

Aprovecho esta ocasión para proponer el proyecto consistente en realizar dentro de un par de años la Senda Estelar por un grupo de personas que voluntariamente deseen participar tras una previa fase de preparación y purificación (recorrer y trabajar determinadas etapas para descubrir y activar su energía así como la nuestra). Salir al Camino en busca del Poder transformador que oculta, conectarnos con sus wouivres y reabrir la auténtica ruta iniciática ancestral, diferente de la ruta popular, aunque ambas sea una y discurran paralelas. Andar el Camino en pos de la Serpiente tanto estelar como terrestre, pues las dos se hallan en nuestro interior.

Galería de Imágenes

Kababelan

 

 

28 de febrero de 2007

 

El origen del denominado Camino de Santiago

 

¿Desde cuando existe el famoso camino de Santiago?  Según la versión oficial el peregrinaje a Santiago de Compostela se inició en la Edad Media, debido a que el Apóstol Santiago (Sant Yago, San Tiago, San Iacobo) viajó temporalmente hasta Galicia para predicar y después tras su regreso a Judea y su muerte se produjo su milagroso retorno ya cadáver junto con dos discípulos que lo traían. Este retorno se efectuó a bordo de una fantástica barca de piedra y luego ya en tierras gallegas ocurrieron los legendarios sucesos con la misteriosa reina Lupa.

En plena Edad Media un obispo descubre unos restos que asegura corresponden al Apóstol y sus discípulos y el lugar se convierte en un centro de peregrinación. Esta breve sinopsis que habrá tiempo de extender en siguientes post es la referencia habitual que posee casi todo el mundo que se acerca a preguntar por el origen de esta importante ruta de peregrinación.

Sin embargo todo esto es un absoluto montaje. La leyenda cristiana sobre el Apóstol Santiago es una estrategia de la Iglesia y el poder político para apoderarse y superponerse a una senda de peregrinaje que se pierde en las tinieblas de la historia. No han sido los cristianos los únicos que han pretendido apoderarse del Camino, pues ya los griegos lo incluyeron en su propia mitología muchos siglos antes. Aristóteles lo denominaba el Camino de Herakles, pues fue la ruta que el héroe mítico Hércules siguió en uno de sus viajes para cumplir Los 12 Trabajos. Partiendo de Italia el héroe griego y semidios Hércules llega a la Península Ibérica (Hesperia) para realizar varios de sus trabajos míticos e iniciáticos. Hesperia era la tierra más próxima al Otro  Mundo, una tierra donde todo podía ser posible, y por ello no es de extrañar que Hèrcules venga hasta aquí en busca de las Manzanas de Oro, ubicadas en el Jardín de las Hespérides. Y posteriormente regresa para cumplimentar el Camino de Santiago, perdón, el Camino Herakliano, combatiendo con el mítico rey Gerión y matándolo en un lugar frente al Atlántico, muy próximo a Santiago de Compostela. Ese lugar es la ciudad de Brigantia, más conocida actualmente como A Coruña. Y allí se alza todavía, reconstruída varias veces, la famosa Torre de Hércules.

Mas no fueron tampoco los griegos quienes inventaron este camino de peregrinaje de iniciados, sino que ya era antiguo cuando estos llegaron. Antes de los griegos se le denominaba con un poético y singular nombre: el Camino de los Gansos Salvajes. Desde luego estamos ahora situándonos en los inicios de la cultura celta. Y es posible que estos, a comienzos del primer milenio antes de Cristo, heredaran también el Camino de otra cultura anterior desconocida.

Pero situémonos  ahora en este momento de la historia, cuando la cultura celta se extiende por la mayor parte de Iberia: desde la costa de la Luz por el sur hasta Portugal y subiendo en un gigantesco arco por todas las costas atlánticas hasta el Canal de la Mancha. También gran parte  del interior de la Península está ocupada por celtas que se mezclan con esa cultura híbrida mediterránea que se denomina Ibera.

¿Y que divinidades existían en aquella época dentro del mundo celta? Pues en el caso que nos ocupa mencionaremos a una pareja de dioses, los cuales no sabemos si ya pre-existian en estas tierras antes de la llegada de la cultura celta. Esta pareja divina son Lug y Lusina.

En un principio Lug era un dios sin sexo, un dios hermafrodita, como suelen ser los dioses primigenios. Pero cuando los seres humanos necesitaron concebir dioses divididos sexualmente pues entonces Lug se desdobló en su gemela Lusina. Así que esta pareja que en origen fueron Uno y luego dos se repartieron los atributos del Principio Divino del que proceden en origen.

Lug fue el dios celeste de la luz y su  hermana Lusina se convirtió en la diosa terrestre cuyo elemento era el agua. Así este dios doble tenía una parte masculina celeste y otra femenina terrestre: luz y agua.

El animal que representará a esta diosa será el ánade conocida como oca, o también a estas aves se les denomina ganso. Los gansos u ocas representarán a la diosa. Y curiosamente el cristiano Camino de Santiago está plagado de topónimos oca.  ¿Que relación pueden tener con la diosa?  Lusina es la diosa o el hada de las aguas, su poder rige sobre ríos, fuentes y por supuesto el mar. A veces se la representa como una sirena o como una mujer cuya parte inferior es una gran cola de serpiente. Pero también la tradición de siglos la ha representado como una mujer con pies palmeados, es decir con pies de oca.

Y resulta que sabemos que la denominación más antigua conocida del Camino de Santiago fue el Camino de los Gansos/Ocas Salvajes. Es decir, que en un tiempo anterior a nuestra historia cristiana el famoso camino era el Camino de la Diosa. Por ello no es de extrañar  y ahora comprendemos el porqué de la concha marina o vieira que desde la noche remota de los tiempos llevaron y siguen portando los peregrinos, aunque los actuales desconozcan el motivo y el origen del símbolo. La Vieira es la misma concha con la que aparece representada la diosa Venus cuando se dice que nace de las aguas. Porque la Venus griega no es sino una imitación de la diosa celta Lusina, diosa madre de las aguas, así como diosa terrestre y lunar. Los griegos ya sabían de este peregrinaje en las viejas tierra de Iberia, a la que llamaban Hesperia, es decir la Tierra del Atardecer.

 

 
  E-Mail:  Kababelan

PORTAL

Hosted by www.Geocities.ws

1