SÁBADO 29 DE MAYO DE 2004

JUNCO lleva colaboración para los damnificados de la tragedia de mayo 2004 en Jimaní

Fotos: Silverio Vidal / Carlo Santos

 

INFORME CARLO SANTOS

A continuación les remito un recuento de nuestro operativo, con el fin de acompañar las imágenes que actualmente están desplegadas en nuestro website.

El sábado 29 de mayo, unos seis días después de acontecida la tragedia, un reducido contingente de miembros de Junco, acompañados de un chofer y un fotógrafo, partimos hacia el pueblo fronterizo de Jimaní, provincia Independencia.  Este contingente estuvo compuesto por Víctor Caamaño, Leila Mejía, Patricia Montalvo y un servidor.

El objetivo del operativo era realizar una visita de inspección de la zona, para poder percibir de primera mano la extensión de los daños al igual que el avance de las labores de reconstrucción y distribución de las donaciones recibidas.

Este último punto era crítico para nuestra misión, ya que teníamos la preocupación de que los donativos que habíamos obtenido a través de Infadomi, zonas francas, y algunos particulares no llegaran a las manos de las personas afectadas por esta tragedia.  Como es bien conocido, en estas situaciones surgen algunos oportunistas que pretenden hacer negocios sobre la tragedia de otros.  Esto no lo dejaríamos al azar.

El día anterior a nuestra partida se realizaron las averiguaciones de lugar, sobre personas e instituciones que pudiéramos contactar en Jimaní o las áreas circundantes para la entrega de los donativos.  Era crucial identificar personas de confianza.  Oficiales afiliados a Bomberos sin Fronteras fueron los indicados.

A las 5:00 a.m. del sábado tomamos carretera en un vehículo alquilado (adecuado para nuestros fines) acompañados por un camión prestado por una de las empresas farmacéuticas afiliadas a Infadomi, donde transportamos nuestra carga de medicina, agua, ropa, alimentos y otros artículos.

Todo el camino transcurrió entre conversaciones, chistes y escuchar música.  Sin embargo, al percatarnos que era inminente nuestra llegada a la zona, sustituimos la conversación y la música por el silencio.  Nos preparábamos mentalmente para nuestra llegada a la zona de desastre y lo que pudiéramos encontrar allí.

Eran las 9:30 a.m. cuando llegamos al tramo de carretera de entrada a Jimaní, que muestra las primeras evidencias de la devastación causada por las aguas del río Blanco.  La impresión visual causada al llegar al lugar no puede ser descrita sin temor a pecar por omisión.  La misma se percibe parcialmente en las imágenes 1, 3 y 4 que están en el mencionado sitio web. 

Luego de vernos obligados a detenernos en este tramo, primero por el impacto de lo que observábamos y más adelante por la caravana de ayudas que confluían sobre este breve terreno vial, formando lo que consideramos una hilera de solidaridad y esperanza, procedimos a avanzar con mayor resolución hacia adquirir nuestro principal objetivo táctico: identificar nuestro contacto en la fortaleza del Ejército Nacional.

El pueblo de Jimaní, al igual que otros pueblos fronterizos de la zona Sur, tiene particularidades que le identifican de inmediato.  De relieve árido, polvoriento y seco, muestra una vez más la habilidad del ser humano de realizar asentamientos en los lugares que en principio parecieran más inhóspitos.  Vive del comercio con los pobladores del vecino país de Haití y sirve de tránsito para las decenas de furgones y camiones que pasan por allí día a día.  No es un lugar que se visita por accidente.

Pero este día era diferente.  Aún para los que no habíamos visto el pueblo anteriormente, era evidente.  No obstante había sido recogida la mayor parte del lodo, los cuerpos y los desechos, aún se mostraba en el ambiente los vestigios de la tragedia.  La miseria se notaba intensificada y ahora tenía un rostro de dolor e incredulidad.  Había lodo en las paredes de las casas y por todos lados corrían aguas turbias con miras de continuar las labores de limpieza y sanidad.

Navegando en calles estrechas entre camiones, jeepetas, tractores y otros vehículos, finalmente logramos arribar a la fortaleza.

Aquí, luego de una media hora de infructuosos esfuerzos en al menos identificar a alguien que hubiere oído hablar de nuestros contactos, logramos realizar las maniobras necesarias para localizarlos.  Los alcanzaron por radio y éste inmediatamente nos informó que se pondría en movimiento hacia la fortaleza, que le esperáramos allí.

Al arribar y realizar las introducciones de lugar, decidimos rápidamente los destinos de nuestro cargamento: una parte sería entregada a un refugio controlado por los Bomberos sin Fronteras y las medicinas serían llevadas a un nuevo hospital (cuyos equipos e instalaciones habían sido afectadas por las inundaciones) que estaba siendo reestablecido para recibir los heridos o enfermos del pueblo y que sería administrada por una misión española de galenos.

Realizamos ambas entregas sin mayores inconvenientes, esta vez guiados a través de las calles por nuestros contactos.  Al llegar, conversamos con ellos sobre sus impresiones, experiencias y conclusiones de lo sucedido, donde pudimos rescatar algunas grandes verdades: la tragedia era el resultado de la pobreza, la inadecuada localización del pueblo sobre lo que antes era el cauce del río, y la erosión de las tierras causada por la deforestación en la zona. 

Esto último es lo responsable de la velocidad del despliegue acuífero sobre el terreno y la cantidad de agua que no pudo ser absorbida por las afectadas tierras.  Una lección que debemos interiorizar y difundir.

Unas tres horas después de haber hecho nuestra entrada al pueblo, y de habernos despedido de estas personas que permanecían entregadas al esfuerzo de asistencia y organización, partimos de regreso.  Observamos al salir las filas humanas, interminables y espontáneas, que surgían alrededor de algún camión que distribuía de manera desorganizada su carga y nos preocupábamos de lo ineficiente del sistema.  Así no llegaría a todos los afectados.  Los que ahí se amontonaban soportaban empujones, gritos e insultos con la resignación que trae consigo la necesidad.

Me parece que al final nos acompañaba una mezcla singular de sentimientos.  Satisfacción de haber cumplido una tarea que aportaría al menos mínimamente a restaurar a algunas de esas personas parte de sus bienes y aliviar sus quebrantos, pero al mismo tiempo tristeza y pesar al observar nuevamente la devastación y la pobreza que nos rodeaba.

Casi al salir, observamos una haitiana cargar un racimo de plátanos sobre su cabeza, y al pedirle que se detuviera para tomar su foto (imagen no publicada por limitaciones de espacio) nos regaló una sonrisa resplandeciente.  Nos recordó que el espíritu humano es inquebrantable y siempre lucha por sobrevivir.

Hay lecciones que aprender de esta tragedia.  Hay muchos otros poblados sobre nuestro territorio que han sido erigidos sobre antiguos cauces de ríos.  La pobreza extrema y la ignorancia los obliga a permanecer allí.  Estamos a tiempo para evitar más tragedias.  Nos queda mucho trabajo por hacer.

Saludos,

Carlo Santos S.

 


 

Informe preliminar

Entre el JUEVES 27 y el VIERNES 28 de colectaron botellones de agua, cajas con botellas pequeñas de agua, fundas de ropa, alimentos secos, cajas de medicamentos y dinero en efectivo.

El SÁBADO 29 una comisión de JUNCO, compuesta por Carlo Santos, Leila Mejía, Víctor Caamaño y Patricia Montalvo viajó a Jimaní y entregó los medicamentos en el hospital nuevo y el resto de las cosas al grupo Bomberos Sin Fronteras.


Comunicación Johanna Sánchez

 

HOLA 

Espero que todos se encuentren bien.
 
Les escribo para decirles que la fundación a la que pertenezco, Juventud Nacional Comprometida (JUNCO),  esta organizando un operativo para colaborar con los damnificados de Jimaní.  Así que, si quieren solidarizarse con esta causa y sumarse a este grupo pueden llamarme o escribirme para decirme con que pueden colaborar. Preferiblemente agua, enlatados, toallas, sabanas, medicamentos, o dinero en efectivo que será utilizado para comprar agua ya que es una de las cosas que mas se necesita en este momento.
 
Estaremos recolectando los aportes el viernes a partir de las 5:00 p. m.  en la oficina Castillo Pantaleón, esta se encuentra ubicada en la calle Luis F. Thomén no. 109, Evaristo Morales.
 
También pueden comunicarse conmigo al 777-5223 si quieren llevar algo antes de esa fecha.
 
El grupo que llevará esta ayuda a Jimaní estará saliendo este sábado 29 de mayo en la mañana.
 
Gracias por escuchar este llamado.
 
Saludos,
 
Johanna.

 
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