Era un amo que tenía un burro que quería vender y le pegaba mucho, y un día se escapó. Por el camino se encontró con un gallo que lloraba, y el burro le preguntó que por qué lo hacía.

-Porque me van a matar -contestó.

-No te preocupes y ven conmigo -le dijo.

Entonces se encontraron con un perro, y le preguntaron que por qué no estaba en su casa:

-Pues porque me he perdido.

Se marchó con ellos y se encontraron con un gato muy triste, porque como no cazaba ratones le iban a matar. Entonces vieron una luz en una ventanita. Era una casa en donde había unos ladrones comiendo ricos manjares. Y el burro dijo:

-¿Cómo nos las apañaríamos para comer de eso? Pues que se ponga el gallo sobre mis lomos, el perro sobre el gallo, al gato sobre el perro y cuando yo diga: «Una, dos y tres», el gallo canta, el perro ladra, el burro rebuzna y el gato maulla.

Y eso hicieron. Los ladrones, asustados, se marcharon, y entraron ellos y se lo comieron todo. Se fueron a dormir, ocupando cada uno el lugar que le correspondía. Apagaron todas las luces, y los ladrones dijeron que fuera uno a ver si ya no había nadie. Pero el burro le coceó, el gato le arañó, el perro le mordió y el gallo estaba en la ventana diciéndole que se fuera, que lo iban a matar. Él se creía que era un policía y se fue corriendo donde los compañeros y les contó todo.

No volvieron más a la casa. Los animales vivieron felices, comieron perdices, y a mí no me dieron porque no quisieron.