Quizá
mi única noción de patria sea esta urgencia de decir nosotros,
quizá mi única noción de patria sea este regreso
al desconcierto
(Mario Benedetti)
Desde
que soy profesora de Historia hay un tema que me preocupa y que creo
que no ha sido suficientemente debatido: Los Actos Escolares. Recuerdo
las ganas y la ansiedad que representaban (y seguramente aun representan)
las fechas patrias en la escuela primari,(hoy EGB).
Actuar, disfrazarse, usar escarapela, pasar a la bandera. Sin embargo,
la adolescencia nos alejó, a toda mi generación de ese
fervor patriótico. En el final de la dictadura y el inicio de
la democracia, lo patriótico sonaba a patrioterismo, a nacionalismo
conservador y xenófobo, del que el último ejemplo había
sido la guerra de Malvinas.
Así, con la necesidad de diferenciarnos, regalamos la patria
a quienes menos la representan: los autoritarios, los sectarios, los
violentos. Los que creen que defender la patria es no escuchar los Beatles,
o no leer a Neruda, no ver cine de Woody Allen o de Almodóvar.
En ese marco, los actos que organizábamos y queríamos
ver, se convirtieron en metáfora, exposiciones de arte, reflexiones
sobre el presente. Suspendimos las marchas (muy fascistas), no usábamos
escarapela (a la nación se la quiere igual), no importaba cantar
el himno (el respeto pasa por otro lado). Descreímos de todo.
Todo se volvió cuestionable, poco confiable. No había
próceres. Nos quedamos sin historia.
Creo que nos dolía, como nos duele, la patria. No podíamos
tolerar haber sido un país en serio, con gente noble, con trabajadores,
con hombres dignos, que dieron su vida por nosotros. Porque si era así,
nuestra generación, y la anterior, eran responsables por este
presente. Y lo más duro era hacernos cargo.
Sobre todo de nuestras elecciones espasmódicas: Hoy te voto,
mañana me olvido, pasado sos un corrupto, después te vuelvo
a votar. En una adolescencia perpetua, nos sentimos siempre estafados,
siempre nos mintieron, siempre creímos ingenuamente. La culpa
siempre es del otro.
Argentina duele. Es cierto. Los chicos buscan comida en bolsas de basura.
Muchos nunca llegarán a los 25 años. Muchos nunca saldrán
de donde están. Los viejos hacen colas interminables para cobrar
200 pesos que no alcanzan ni para la farmacia. Padres sin trabajo, que
no se sienten dignos. Madres que dejan a sus hijos todo el día
para trabajar. Empresarios que llenan piscinas con champagne, pero se
niegan a no ganar tanto como antes, entonces aumentan la tarifa.
Argentina es una herida abierta. Y por eso hoy mas que nunca, hay que
resucitar la idea de patria. Una patria para todos. Y eso debe traslucirse
en los actos.
Junto a la reflexión sobre el presente, debe contarse lo que
fue el pasado. Necesitamos raíces, historia, de donde sacar fuerzas
para seguir luchando. Debemos enseñar nuestras marchas patrias.
No para cantarlas derechitos como soldados, sino para abrazarnos como
hermanos, hijos de un mismo suelo. Porque no da lo mismo. Los símbolos
importan. Encierran un mismo significado. Un sentimiento. Un inconciente
colectivo que necesita sentirse igualado en algo.
En el hecho de ser argentinos. Porque no somos una tierra generadora
de corruptos viles al servicio de intereses foráneos. Porque
sino, hace rato que no habría patria.
Enseñarles a los chicos que nunca nada fue bueno, no sólo
es una mentira histórica, que muestra nuestra ignorancia. Es
mostrar que no creemos en lo que decimos ni en lo que hacemos. Porque
la educación se basa en el concepto de cambio y descree de los
principios absolutos y cerrados.
Es tiempo de empezar todo de nuevo. Tenemos que volver a pactar con
la sociedad que queremos, hacia adonde vamos, quienes somos. Necesitamos
volver a creer en algo y en alguien. Para eso es imprescindible buscar
motivos para seguir creyendo, y celebrando esta patria, mas allá
de todos los temores.
Esta es la esencia de lo que quiero expresar en este texto pensado para
el acto del 9 de Julio: Esta es mi patria. El lugar de mis raíces.
Aquí está la tierra donde caminé por primera vez.
Aquí está la plaza de mi infancia. Está mi escuela,
donde aprendí a escribir mi mamá me ama. Esta es la tierra
que eligieron mis abuelos como suya, cuando en España la dictadura
impedía vivir. En esta tierra tengo mis amigos, mi música.
En esta tierra fuí al primer baile y al primer recital y dí
el primer beso. En esta tierra donde tenemos muchas dudas y tristezas,
mucha desesperanza, mucha injusticia. Donde hay miles de corruptos,
de insensibles.
Pero de esta tierra son Gardel y Discepolo. Alicia Moreau y Evita. Fangio,
Favaloro, Milstein, Margarita Barrientos, Juan Carr. En esta tierra
de Pinti, de Sábato, de Soldi, de Quinquela. Esta es la tierra
donde danzan al infinito las madres de la plaza. En esta tierra de reuniones
de mate con amigos, de pizza con fainá, de Boca y River. Tenemos
a Julio Boca, a Mercedes Sosa, al Hijo de la Novia y La Historia Oficial.
Tenemos el gol de Maradona a los ingleses, ése que no fue con
la mano, sino con el pie de Dios. Esta es la tierra donde me enamoré
y nacieron mis hijos, y edifique mis sueños. Esta es la tierra
donde descansan mis muertos. No podría dejarla, porque estaría
abandonándome. Esta es mi patria. Esta es nuestra patria, y aquí
estamos, para celebrarla.
Mónica
Lara, Polimodal
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