La
lectura y la escritura son dos prácticas complementarias e íntimamente
relacionadas. La sociedad demanda un dominio de la lengua escrita que
posibilite leer y escribir textos con el fin de comunicarnos en distintos
contextos sociales.
El desafío consiste en formar lectores que, a la vez, puedan producir
textos escritos correctos y adecuados, para lo cual necesitan internalizar
modelos a partir de la lectura.
Formar
lectores inteligentes, voluntarios, habituados a leer, críticos
y autónomos, que experimenten el placer de leer e incorporen la
lectura a sus actividades cotidianas es tarea de la escuela en conjunto
con la familia, la que por medio del modelo, la lectura de cuentos, poesías,
informaciones, etc. influirá en los hábitos del niño.
Por ello, el aprendizaje de la lectura y su práctica continuada,
con suficiente cantidad y variedad de textos, es de suma importancia.
La escuela debe, entonces, posibilitar al alumno la frecuentación
y producción de diversos tipos de textos, reales o imaginarios,
así como la sistematización escrita de los textos requeridos
en las distintas disciplinas de estudio.
Sin duda, el aprendizaje de la escritura exige la apropiación de
un código gráfico lingüístico que comienza en
los niños de muy corta edad por el sólo hecho de estar inmersos
en una sociedad rodeada de distintos tipos de textos escritos. Aquí
podríamos enumerar infinidad de ocasiones de lectura y escritura
a las que nos enfrentamos cotidianamente sin siquiera notarlo: carteles,
listas, indicaciones, etc., además de la lectura de diarios, novelas,
cuentos, etc. que requieren dedicación específica.
La idea de que los alumnos aprenden solamente a partir de la información
suministrada por el maestro está muy afincada aún en la
sociedad toda. Pero la labor del maestro consiste en averiguar qué
es lo que ya sabe el alumno y cómo razona, con el fin de formular
la pregunta precisa en el momento exacto, de modo que el niño pueda
construir su propio conocimiento.
El modo en el que el niño aprende a escribir sigue el camino de
la apropiación individual de un fenómeno social; pero considerar
individual a esta apropiación no implica reducir su aprendizaje
a una actividad solitaria. Muy por el contrario, nosotros consideramos
que la situación grupal que supone el aula es una situación
privilegiada, cuyas ventajas debemos saber aprovechar.
Veamos ahora diferentes producciones escritas realizadas por alumnos de
1º C en diferentes situaciones áulicas. Las mismas se refieren
a narraciones, renarraciones de cuentos y hasta textos informativos a
los que algunos niños dieron formato de cuento debido a que es
la trama con la que están más familiarizados.
Gabriela Ana Verdicchio
Docente de 1º C
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