LA OPCIÓN POR LOS POBRES EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN”,

DE  ORTIZ ACOSTA, JUAN DIEGO.

 

Mtro. Alejandro Vera Ramírez,Nov. 2006

 

 

 

El texto de Juan Diego Ortiz, publicado por la universidad de Guadalajara, en su División de Estudios de Cultura, del Centro universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (DEC-CUCSH) en este año 2006, es una invitación a la reflexión fundamentada acerca de nuestra realidad nacional en los inicios de este siglo XXI, dentro del contexto de lo que el Científico Social Immanuel Wallerstein (1991) ha denominado el sistema-mundo capitalista. Recordando que, si es sistema es histórico, y que si es histórico es sistema, en esta dimensión histórica la investigación de Ortiz tiene una relevancia para fundamentar una elección presente acerca del estudio de las causas de la pobreza social mexicana, la crisis mundial de los derechos humanos y la dimensión ética de una filosofía y teología de la liberación, que “toma partido a favor de los pobres”. Su texto además indica “opciones que puedan contribuir a transformar las situaciones de miseria”, y en tanto estas opciones se dirigen a la interpelación de la conciencia humana, es también un llamado de atención para aquellos profesionales que nos dedicamos al campo del proceso de alienación-desalienación mental. La dimensión subjetiva, tanto en el ámbito individual como social, se construye a partir de las condiciones objetivas e histórico-sociales, y como sujetos implicados en nuestra propia transformación, tenemos mucho que ver que la construcción de mundos posibles, como postula uno de los lemas de lucha enarbolados por nuestros pueblos indígenas en el sureste mexicano: por un mundo donde quepan muchos mundos.

 

A mi parecer, es un acierto el epígrafe de José Ma. Vigil, elegido por el autor para el inicio de la introducción y refleja la postura profunda que en esta investigación puede percibirse más allá del plano analítico de la historia económica de las últimas décadas en México, y que nos han ubicado como un país donde alrededor del 50%  viven la pobreza. “La indignidad ética debe descubrir que la injusticia mundial no es casual, sino causada; no es fatal, sino solucionable; no es natural, sino histórica.”.  una injusticia de causas históricas, es una injusticia que los humanos nos hacemos a nosotros mismos, y que en la medida de nuestra participación consciente puede girar de rumbo. En este sentido me parece pertinente una definición de libro, en términos de praxis, como “una caja de herramientas” (Foucault), como un dispositivo que permite desarmar y rearmar nuestros discursos sobre nuestra condición humana.

 

La acumulación del capital, con su lógica individualista y de exclusión entró en una fase critica donde los estudiosos del comportamiento de este sistema en un sentido histórico de largo plazo, reconocen los síntomas de la transición hacia un nuevo sistema. En este libro hay herramientas para comprender lo que aquí se denomina una nueva fase del capitalismo como globalización y un acercamiento a sus procesos en las ya cerca de cuatro décadas. Entender los ajustes que después de la segunda guerra mundial posicionan al actor visible, a nivel de estado hegemónico (Estados Unidos) y sus aliados (Grupo de los 7) en el plano del control de las políticas económicas mundiales mediante instituciones financieras (BM, FMI, GATT-OMC) y empresas trasnacionales, que determinan, con la excusa de apoyos dirigidos al “desarrollo” material de los países del mundo, las condiciones reales del poder de unos cuantos sobre los muchos.  Juan Diego Ortiz, nos provee en “esta caja de herramientas” de instrumentos necesarios para reconocer la participación histórica de estos grupos en realizar una la ideología triunfante en nuestro sistema-mundo, del liberalismo, y sus nuevos rostros en sus intelectuales orgánicos (Frederick Hayec, Milton Friedman). Esta ideología, lo reconocen los cientificos sociales e incluso la ciencia biológica, atenta contra nuestra esencia y existencia como seres sociales y amorosos, y nos compromete en relaciones enfermas a nivel psicológico fundadas en la competencia depredadora y el rechazo de  “la nostridad, la alteridad, la solidariad” y nuestras auténticas necesidades biopsicosociales y espirituales.

 

La exaltación del yo en detrimento del otro, es una condición incrustrada en nuestras relaciones materiales de producción, y en esa conviviencia cotidiana generamos una concepción de persona contraria a nuestra humanización y realización auténtica. La libertad se limita a la libertad de los que hacen negocios, de quienes triunfan y tiene éxito en este proceso acumulativo de capital (incluso el capital simbólico). La presencia de la resistencia y la propuesta altermunista, tiene en la crítica a estos elementos uno de sus bastiones importantes para procurar la desestabilización del sistema y su develamiento en su entraña inhumana.

 

Si voltear a nuestro alrededor, si ser conscientes de nuestro contexto cotidiano, con uno de cada dos mexicanos habitando en la pobreza no fuera suficiente, este libro nos provee de otra herramienta capaz de sensibilizarnos a la realidad “estructural de la pobreza, de la desigualdad social. Una visión  general de la distribución de la riqueza mundial y sus consecuencias se vuelve evidente en la revisión de algunas cifras diagnósticas sobre la condición mundial (el 25% de la humanidad consume el 80% de ingresos, el 75% se reparte la pobreza / mil millones tienen el 80% d ela riqueza global, mil millones sobreviven con menos de un dólar al día). En fin, el retrato de 220 millones de pobres en América Latina y las condiciones agravadas de nuestro país en las recientes tres décadas, encuentran en esta investigación elementos objetivos para entender las razones ·estructurales” del sistema, por lo que hemos vivido lo que hemos vivido (desempleo, bajos salarios, competencia desleal, desesperanza aprendida, estrés laboral, ignorancia, desnutrición, condiciones psicológicas deshumanizantes, etc.). Baste recordar en nuestra experiencial personal y subjetiva lo ocurrido con nosotros en estos años de sexenios de la madrista, zedillista, salinista, foxista.

 

A los investigadores y profesionales de la psicología este contexto, estas herramientas vertidas en este documento, pueden proveernos de elementos críticos para entender las condiciones de los procesos de alienación en torno a las consecuencias de este modelo económico. De cómo abrir los ojos a las realidades de nuestros estados del Sur, donde se concentran estos procesos de exclusión y los movimientos de incorporación a la maquinaria capitalista mediante los programas de atención a la pobreza en este marco de competencia mundial  (Plan Puebla-Panamá por ejemplo, las “oportunidades” etc.) y por supuesto, en lo que nos compete profesionalmente, el atentado continuo contra las capacidades humanas de las personas. El panorama de deterioro en las capacidades competitivas laboral y cognitivamente, de la salud emocional (baja autoestima), de la enfermedad y la educación deficiente e inadecuada, y la herencia que ello supone para las generaciones venideras son descritas por el autor como antecedente de la toma de conciencia de lo que ello significa para entender la crisis global de los derechos humanos. Derechos que para las mayorías del planeta resulta que ni son derechos, ni son humanos.

 

¿Y que opciones se han abierto a la par de este panorama nada grato? Juan Diego se ha acercado en particular a una postura que en Latinoamérica ha hecho historia y que es relevante conocer de cerca para comprender las luchas ideológicas que han tocado a los intelectuales (filósofos) y a los religiosos institucionalizados en el catolicismo. Nos referimos a la opción por los pobres planteada en el núcleo de la Teología de la Liberación y en la vertiente filosófica en la llamada filosofía de la liberación. Como psicólogos nos hace figura el trabajo en la psicología social de la obra de Ignacio Martín-Baró, su denominada psicología de la liberación.

 

Los antecedentes históricos de estas posturas los ubicamos en la lectura desde principios de los años sesenta en el Concilio Vaticano II, y en 1968 en particular, por la significancia que este ano ha tenido para los movimientos antisistémicos en el mundo, en la CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana), en Medellin Colombia,se abandera explícitamente la opción por los pobres.  Es en México donde se refuerza, en la III Conferencia de la CELAM, y se define la Teología de la liberación [Gustavo Gutiérrez, peruano publica en 1971 el libro “Teología de la liberación”, otro teólogo importante es Leonardo Boff, de  Brasil].  de estas posturas es el contenido ético el que interesa al autor y por ello encontramos aquí mas herramientas para armarnos de claridad en la elección que un compromiso con nosotros mismos requiere... el compromiso con los otros que somos nosotros mismos.

 

La síntesis de esta historia latinoamericana de resistencia y denuncia no omite la respuesta instrumentada por el sistema contra sus lideres, incluyendo los asesinatos de varios religiosos [Oscar Arnulfo Romero, Ignacio Ellacuria y nosotros agregamos al jesuita y psicólogo social, Martín-Baró]. Liberar al hombre de toda opresión y dependencia, era el propósito central y en esta praxis liberacionista donde la situación de pobreza es motivo suficiente para tomar conciencia y comprometerse a la acción.  Ortiz ubica dentro de los fundamentos científico sociales que apoyaron esta postura a la teoría de la dependencia [me pregunto si del sur con el norte o al revés], elaborada por intelectuales Latinoamericanos (Cardoso, Dos Santos, Falettto, la CEPAL). Han sido los filósofos de la liberación como herederos de la tradición de americanizar el pensamiento filosófico regional, quienes resaltaron en consecuencia la necesidad de anteponer a una cultura de la liberación a la presente cultura de dominación, mediante la declaración de Morelia, en 1975, que en uno de sus puntos, nos dice Juan Diego, -- que las naciones entienden ahora la historia como un proceso de liberación, y que su libertad se lograra gracias al coraje y al poder creador de los pueblos dominados, “embarcados en un proceso revolucionario que no podrá ya detenerse hasta alcanzar aquella universalidad en la que el hombre pueda constituirse en hermano del hombre”.

 

En la opción por los pobres se marco también la necesidad de “conocer lo que se quiere cambiar” para identificar las causas, los mecanismos generadores y reproductores de la pobreza, y es en esa bisagra donde se coloca la labor de las ciencias sociales. Como opciones que esta ciencia plantea se destaca la praxis del acompañamiento político y el compromiso con las luchas, incluyendo la asistencia social a estos desposeídos de la tierra, como también se les ha dado en llamar. La conducta de responsabilidad social de los actores sociales privilegiados o en mejores condiciones, la tarea de la sociedad civil organizada, el papel de los medios de comunicación en la denuncia publica de las causas de las condiciones de pobreza, son considerados por Ortiz como recursos importantes de solidaridad y compromiso social.

 

Sin duda un aporte valiosísimo es la certeza de que en términos éticos “es inadmisible observar desde una posición de indiferencia ciudadana el agravamiento de las desigualdades y la pobreza”. Salir de la indiferencia es tomar postura y definirse ante esta circunstancia. Cuidando de reconocer el carácter de sujetos sociales, sujetos de su propio cambio a quienes padecen esta cara del sistema mundo capitalista. Esta tarea es de todos (Empresarios, Estado, sociedad civil, etc.) y por ello, se propone en definitiva aprovechar los mismos mecanismos de la globalización )entiendo que comunicacional e informativa) para trabajar a Favor de una ética global, misma que Juan Diego Ortiz presenta desde el resultado surgido del Parlamento de las Religiones del Mundo, con Küng (2002) a la vista, en la Declaración de una Ética Mundial, que postula cuatro principios básicos:

  1. No es posible un nuevo orden mundial sin una ética mundial.(Compromiso con los derechos humanos, con la libertad, la justicia, la paz y la conservación de la tierra).
  2. Condición básica: todo ser humano debe recibir un trato humano.
  3.  Las Cuatro orientaciones inalterables: 1) compromiso a favor d euna cultura d ela no-violencia y respeto a toda vida.  2) compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y d eun orden económico justo.  3. Compromiso a favcor de una cultura d ela tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz.  4. Compromiso a favor de una cultura de igualdad y camaradería entre hombre y mujer.
  4. Cambio de Mentalidad. “todo individuo so sólo posee una dignidad inviolable y unos derechos inalienables; también debe asumir una responsabilidad intransferible en relación con todo lo que hace u omite”.

 

 

Es  inevitable considerar el camino de este libro de investigación, como una invitación a tomar conciencia, desde una perspectiva crítica. Invitación fundamental  para que esta tarea se refleje también en los procesos educativos. Compromiso que como es nuestro caso, como universitarios, podamos vivir en la convivencia cotidiana con nuestros compañeros y alumnos, con los grupos a los que damos servicio y a la sociedad en general con la que nos vinculamos. Participar en el proceso, con paciencia y resistencia, de aceptar la propuesta del autor en la “globalización de la democracia, los derechos humanos, la ética, la tolerancia, la paz y el cuidado del medio ambiente”.

 

Queda por mi parte, reconocer este aporte que nos implica como psicólogos y psicoterapeutas, de dar prioridad a la “centralidad de la persona”  y particularmente de quienes son avasallados por el mecanismo del sistema mundo actual, en camino a “regresarle la humanidad al planeta” como menciona el autor del texto que estamos presentando.

 

Quedan en mi algunas líneas de implicación en estas reflexiones, que a partir de mi experiencia en contacto con una de las regiones más pobres del país en el Sureste Mexicano, con Chiapas en particular, han despertado mi inquietud y sugerencias para una profundización y dialogo posterior en estos temas.

 

Por ejemplo, reconociendo que los perdedores de la historia mundial, hasta donde comprendemos el proceso económico global, son los humanos definidos como “pobres”, ¿que proporción cuantitativa y que condición cualitativa, caracteriza a nuestros pueblos indígenas?

 

Si al parecer la postura de la opción por los pobres o la ética global, dan una centralidad a la persona, y el cambio de mentalidad implica una conciencia critica donde el objeto de la deshumanización (el pobre) ha de constituirse en sujeto de su propia liberación ¿Qué propuestas han surgido de estas alteridades, de estas constituciones subjetivas diversas a la que occidente ha construido en el sistema-mundo capitalista?

 

El concepto de “desarrollo” en las ciencias sociales, si bien puso en evidencia las condiciones de miseria de buena parte del mundo, también genero en su raigambre positivista, la idea de que el conocimiento aportado por estas ciencias facilitaría una suerte de “ingenieria social” que permitiría aplicar soluciones para que estas sociedades atrasadas “alcanzaran” a los punteros, aquellos exitosos que “milagrosamente” gozaban por sus meritos del bienestar humano. Y sin embargo también nos hemos percatado de que precisamente esta ideología ha sido el complemento para que nos alienáramos de nuestra propia identidad y autenticidad, pues queriendo ser como los otros (los acumuladores del capital, por supuesto) nos hemos colocado en disposición de una explotación extensiva e intensiva, que forma parte de la propia lógica del sistema. No se crea riqueza de la nada. La acumulación requiere de generar precisamente pobreza para incrementar sus ganancias. Por eso el capitalismo es expansivo necesariamente. En esta línea de ideas, considerar que el atraso tecnológico, o que la ineficiencia estatal son creadores de la pobreza me parece insuficiente para explicar esta condición humana de desigualdad.  No me parece por tanto acertada la expresión de Juan Diego Ortiz (p. 16) de que “la pobreza generada por el sistema es, sin lugar a dudas, un fallo de la política y las estrategias económicas”. El Sistema-mundo capitalista a mi parecer no ha fallado, por el contrario ha operado con precisión generando zonas perifericas d elas que se alimenta para llegar a su clímax, y esperemos que a su fin, pues si  ya decíamos que como sistema es histórico, como histórico tiene principio y fin.

 

Para cerrar me gustaría sólo plantear que la tarea de la psicología en este campo a pesar de que ha sido considerada desde el nacimiento de las ciencias sociales, de forma indefinida en sus compromisos sociales, tendrá mucho que investigar y compartir acerca de la condición subjetiva que permite este atentado contra nosotros mismos y contra nuestros semejantes, y también sobre los caminos para expandir nuestra potencialidad  amorosa hacia los ámbitos de la diversidad humana, de los encuentros culturales en el respeto y la legitimidad, en la subjetividad social capaz de alterar las estructuras institucionales en una época en que la crisis del actual sistema, quizás de forma privilegiada, nos permite.

 

 

 

 

DOCUMENTO PARA LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE JUAN DIEGO ORTIZ

EN EL MARCO DE LA

 

I  REUNIÓN INTERNACIONAL ACADÉMICO-CIENTÍFICA SOBRE

EL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD MENTAL

 

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

DEPARTAMENTO DE CLÍNICAS DE SALUD MENTAL

CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS DE LA SALUD

 

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

 

GUADALAJARA JALISCO, MÉXICO, 17 DE NOVIEMBRE DEL 2006

 

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