Fuegos en fuga une y congrega. Cuatro voces. Cuatro puntos cardinales. Cristina Berbari, Lina Caffarello, Mirta Cevasco y Marta Rotonda.

Decía Thomas Merton que el Libro de la Vida es, en último término, el libro que uno mismo ha vivido. Y si alguien no ha vivido nada, no se encuentra en el Libro de la Vida. Fuegos en fuga es eso precisamente: un acopio de saberes, alegrías y sobresaltos.

Cristina Berbari va de Baudelaire a Nerval pasando por Schumann y Barthes. Sabe de alguien que ya no escribirá cartas de amor. Sabe de la roja furia. Se pregunta desde el dolor ¿Quién respira del otro lado? ¿Quién canta?

Lina Caffarello bebe de Andy Warhol, Neruda, Silvia Plath, Tabucchi, Cortázar. Una poesía hecha de música. Imagen y memoria al centro de todo. Casi a gritos pide: Con dedos de araña, de pianista, /de lengua, dientes, fuego, miel.../escríbelo, / escríbelo.

Mirta Cevasco trae un discurso genésico. Quevedo y Leopoldo Marechal laten y perfilan una voz propia. Puede escuchar la letanía del ciprés. Es un entrar despacio al reino. Moldea a golpe de cincel ese objeto llamado poema.

Marta Rotonda medita. Un aire zen, una cortedad, un golpe seco son sus textos. Atraviesa el misterio. Aquí la plegaria, el ayuno, el candor. Poesía circular y detonante.

Fuegos en fuga une y congrega. Las palabras ocupan el espacio vital y hacen la vigilancia donde Cristina Berbari, Lina Caffarello, Mirta Cevasco y Marta Rotonda se dan la mano y escriben el libro de la vida. 

Reynaldo García Blanco
Colina de Contorbe
Santiago de Cuba, Cuba

 

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