EL ESPEJO DE LA MELANCOLÍA (fragmento)
¡Todo es espejo! Octavio Paz



Un color invariable rige al melancólico: su interior es un espacio de color de luto; nada pasa allí, nadie pasa. Es una escena sin decorados donde el yo interior es asistido por el yo que sufre por esa inercia. Este quisiera liberar al prisionero, pero cualquier tentativa fracasa como si hubiera fracasado Teseo si, además de ser él mismo, hubiese sido, también, el Minotauro; matarlo entonces, habría exigido matarse. Pero hay remedios fugitivos: los placeres sexuales, por ejemplo, por un breve tiempo pueden borrar la silenciosa galería de ecos y de espejos que es el alma melancólica. Y más aún: hasta puede iluminar ese recinto enlutado y transformarlo en una suerte de cajita de música con figuras de vivos y alegres colores que danzan y cantan deliciosamente. Luego, cuando se acabe la cuerda, habrá que retornar a la inmovilidad y al silencio. La cajita de música no es un medio de comparación gratuito. Creo que la melancolía es, en suma, un problema musical: una disonancia, un ritmo trastornado. Mientras afuera todo sucede con un ritmo vertiginoso de cascada, adentro hay una lentitud exhausta de gota de agua cayendo de tanto en tanto. De allí que ese afuera contemplado desde el adentro melancólico resulte absurdo e irreal y constituya “la farsa que todos tenemos que representar”. Pero por un instante -sea por una música salvaje, o alguna droga, o el acto sexual en su máxima violencia-, el ritmo lentísimo del melancólico no sólo llega a acordarse con el del mundo externo, sino que lo sobrepasa con una desmesura indeciblemente dichosa; y el yo vibra animado por energías delirantes.

Alejandra Pizarnik (La condesa sangrienta, 1971)
 

 

 

De su poética han testimoniado:

“Cristalización verbal por amalgama de insomnio pasional y lucidez meridiana en una disolución de realidad sometida a las más altas temperaturas.” Octavio Paz.

“El cenador de Melpómene.” Alberto Claudio Blasetti.

“Poesía difícil -severa en la elección de sus adeptos- pero clara. Porque de la claridad con que se vean sus imágenes depende su poder.” Enrique Pezzoni.

“La aventura poética de Alejandra Pizarnik es semejante a la de Rimbaud... Pero en ella no hay “bodas con la naturaleza”. Se volcó al universo interior...En Alejandra Pizarnik la experiencia poética se cierra en la explosión del propio yo y del poema.” Julieta Gómez Paz.

“Alejandra Pizarnik deja su sombra en cada página...Este lenguaje es sinónimo de su presencia.” Silvia Baron Supervielle
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Foto "La Nación"

 

 

 



Un dibujo de Alejandra de 1970
dedicado a Olga Orozco

CARTA PARA ALEJANDRA PIZARNIK
EN EL PAÍS DE LA INOCENCIA (fragmento)

Querida Alejandra:

...Te evoco por Viamonte en la cuadra de Filosofía y Letras, especialmente aquella tarde en que a poco de doblar por Reconquista te detuviste ante los cajones de una frutería, expuestos en la vereda, y tanto te maravilló la presencia carnal de una manzana, su rojo brillante, su aroma con reminiscencias de Paraíso y de pecado, que te apoderaste de ella y saliste corriendo -yo contigo- mientras el frutero, advertido del hurto, levantaba su puño amenazante y nos insultaba desde la puerta de su negocio.
...En materia de poesía los dos seguimos caminos aparentemente opuestos ...Vos elegiste el camino más arduo y oscuro, el más alucinante y angustioso: el de aquellos poetas abismales y reveladores que ofrendaron su destino en el altar de la poesía y se quemaron en su fuego.

Antonio Requeni

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