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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Cine

Sólo recordarán los shorts de Daisy Duke

Los shorts de Daisy Duke lucen más cortitos con Jessica Simpson que con Catherine Bach. Pero esa divina prenda no es lo único corto en The Dukes of Hazzard. También lo es la idea argumental. Eso sí: diviértanse con Burt Reynolds como Boss Hogg (?) y Willie Nelson como el tío Jesse.

The Dukes of Hazzard
Johnny Knoxville, Sean William Scott, Willie Nelson, Burt Reynolds, Jessica Simspson.
Dirigida por Jay Chandrasekhar

"Cada vez que Bo y Luke se meten en problemas tengo que andar moviendo mi trasero para sacarlos de ahí", se queja Daisy frente a un sonriente Tío Jesse, quien responde "Así es. Por eso te queremos tanto". 

Esa podría ser quizá también la razón por la cual muchos se han interesado y adquirido su boleto para ver The Dukes of Hazzard en el cine. Y puede ser la razón que pueda salvar a los productores de un guión tan deficiente. 

En origen una serie de televisión, The Dukes of Hazzard es parte, junto con Dallas, Urban Cowboy y Kenny Rogers, de la moda country que inundó a la cultura pop a inicios de los ochenta. Un añadido inmejorable era la soberbia Daisy (Katherine Bach), prima de los hermanos Duke y a quien sin duda la serie le debió por lo menos un año más de estar al aire. 

Pero para 1983 el elenco principal era historia; la gente puso sus botas y sombrero vaquero en el armario (a veces en la basura) y a Rogers la gente de Nashville le prohibió volverse a brincar al pop so pena de no ser nuevamente tocado en la radio country mientras Travolta se hundió algunos años para resucitar como actor de acción y abierto promotor de la Dianética. 

Naturalmente que Hollywood, ávido de ideas para reciclar, inevitablemente llevaría a los Dukes a la pantalla. Para el efecto tenemos como director a  Jay Chandrasekhar, a Johnny Knoxville el papel del rubio Luke y a Sean William Scott como Bo. Knoxville participó, como se recordará, en Jackass, uno de los programas más lamentables alguna vez presentados por MTV no sólo por su masoquismo sino por su pésimo gusto. 

Para el papel de Daisy se optó por una rubia, la conocidísima Jessica Simpson y a quien Chandrasekhar le puso unos pantaloncitos aún más cortos, como en previsión que el público varón no abandonara la sala con tal de deleitarse con las piernas de Simpson, más largas que el lapso entre sueldos quincenales y perdonara un argumento tan endeble. 

Como suele ocurrir, cada vez que Hollywood nos invita a regocijarnos con un filme inspirado en proyectos anteriores, vamos con la idea de que las cosas serán como las recordamos. Error. Chandrasekar trata de darle una nueva identidad a los Dukes, y no sólo a ellos: Boss Hogg (Burt Reynolds), es ahora un tipo inescrupulso decidido a quedarse con el rancho de los Duke aun si tiene que eliminar a alguien de la tierra. 

Algo que hizo tan adictiva a la serie de TV fue ver cómo Boss Hogg era tan torpe que ni siquiera podía armar correctamente sus propias corruptelas. Los duelos entre él, Roscoe Coltrane y los hermanos Duke eran incruentos, tanto así que al final de cada episodio solían terminarlo celebrando en The Boar's Nest, traducido como El Nido del Jabalí. 

Los guionistas debieron haberle dado al Boss Hogg de Reynolds un rol mucho más parecido al de Smokey --el inolvidable Jackie Gleason--, el enemigo pusilánime de Bandit y con quien comparte muchos de los atributos de Boss Hogg antes descritos. Porque los Dukes no eran dramáticos; en tal sentido a lo más que llegaban es cuando Waylon Jennings, otro inolvidable, se preguntaba "cómo van los chicos a salir de ésta" cuando se congelaba la imagen del General Lee volando en momentos previos a la barra comercial.

Quien la echa ganas sinceras a su papel es Willy Nelson como el Tío Jesse, en un rol que seguramente agradaría al fallecido Denver Pyle, quien lo interpretó en TV. Otro aspecto que difiere de nuestras memorias televisivas es la bandera conocida como Dixie, a la cual muchos activistas quieren boicotear por considerarla "símbolo del racismo sureño". Apenas aparece unos minutos, y ello porque habría sido una tontería omitirla del todo si la acción se desarrolla en Georgia, tanto así como si en una película romántica que ocurre en Nueva York se suprimiera una escena en Central Park. 

Aparte de las persecusiones, los saltos en el auto (el General Lee original también se extraña), la añeja rivalidad entre el tío Jesse y Boss Hogg y un chistezuelo contra George Bush y su hermano Jeff, The Dukes of Hazzard nos hará añorar la vez en que veíamos la serie por televisión, y gratis, además. Aparte de los diminutos shorts de Daisy Duke, recordaremos poca cosa al salir del cine. Si mucho el sabor de las palomitas de maíz.

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