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¿Se queda sin nombre la chilangabanda?

Acaba de ocurrir algo inusitado en el país: luego de 180 años de vida independiente, el D.F. deja de existir para convertirse simplemente en Ciudad de México. Además de la fuerza de la costumbre y los cambios legales que el cambio traerá consigo ¿habrá que despedirse también del apodo más conocido que damos los capitalinos?

FEBRERO, 2015. Hace algunas semanas se consumó algo que hasta hace poco se veía imposible: no más D.F. El Senado de la República aprobó la propuesta del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera con la cual la ciudad del smog pasa a ser, sencillamente, Ciudad de México, factor que adicionalmente la convierte en otra entidad federativa. Quién lo dijera. 

Desde la primaria se nos machacaba eso de que los Estados Unidos Mexicanos (nombre oficial, por lo que "México" viene a ser, de acuerdo a la Constitución, un apodo) estaban conformados por 31 estados y un Distrito Federal. Ahora habrá que cambiar los libros de civismo y todo el dineral que ello traerá consigo. 

Las siglas D.F.. o DF, o Defe ya son parte de la historia de México que nunca volverá, como el tener el peso a una paridad de 12.50 por dólar. Veremos también si todos esos cambios darán a la hoy Ciudad de México las mismas características de nuestros estados: hasta donde se ve, si cada delegación pasará a convertirse en alcaldía, ¿los asambleístas qué onda? Si se le llamaba Distrito Federal era porque ahí radicaban los tres poderes, precisamente, de la Federación. ¿El estatus de estado se mantendrá igual que hasta hoy?

Según Mancera, el próximo junio se realizarán elecciones para elegir, por primera vez en 191 años, senadores y diputados para la Ciudad de México y la designación del jefe de gobierno, que suponemos no se llamará gobernador.

El caso es que todo esto aún nos suena galimatías y por lo tanto nos ocuparemos de ello posteriormente.

Lo que nos importa dentro de este artículo es lo que sucederá con el genticilio de quienes pueblan el Valle del Anáhuac. Siempre ha existido la disputa: no llamarles mexicanos porque eso somos los ciento y pico millones de habitantes de este país, tampoco mexiquenses porque así se identifica a quienes viven en el Estado de México, y mucho menos defequeños o defequenses, como propuso alguien en los años del zedillismo.

Quizá el llamarles capitalinos sea lo más congruente aunque por la fuerza de la costumbre les llamemos chilangos aunque alguien por ahí comentó que ese término refiere más a un provinciano que se iba a vivir al ex D.F. y no precisamente a quienes hubieran nacido el Tlanepantla, Coyoacán, Gustavo A Madero o Álvaro Obregón.

Dice Mancera que no hay problema si se les sigue llamando chilangos. Pero en cierto grado sí lo hay: ser chilango equivalía a estar avecidado en el D.F. Si se le cambia la denominación política hay que buscar nuevo gentilicio a quienes viven apretujados en le megaurbe. ¿Acaso cuando se consumó la Independencia de México se siguió llamando novoespañoles a sus habitantes?

De acuerdo a la página chilango.com, el gentilicio más apropiado es el de "capitalinos" pues "la Ciudad de México seguirá siendo sede de los Poderes de la Unión". Adicionalmente, por fin se zanjará la duda de ponerle C mayúscula a "Ciudad" dado que nadie se ponía de acuerdo en torno a si se trataba de un nombre propio.

Falta, como decíamos líneas antes, imponerse a la fuerza de la costumbre. El cambio es tan significativo como si mañana se le cambiara de nombre al mezcal.

Mientras tanto, nosotros los provincianos le seguiremos llamando chilangolandia por un rato a la flamante Ciudad de México. ¿Y ahora qué tal si a todo lo que está fuera de esa urbe dejan de llamarle Cuautitlán?

Así pues, desde el 2015 el Distrito Federal fue inhumado por Miguel Ángel Mancera. Es de esperarse que esa inhumación no incluya al destino de la capital en lo que le queda al jefe de gobierno.

 

 

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