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RIP Héctor Suárez, el comediante serio del ¿Qué Nos Pasa?

Con sus divertidos personajes que reflejaban con dosis humorística la realidad (y la frustración) nacionales, Héctor Suárez pegó en al diana de la comicidad aderezada con el tono un tanto serio que se escondía tras sus caracterizaciones. Como sea, lo recordamos por su serie ¿Qué Nos Pasa?, y desafortunadamente, nos sigue pasando a 36 años de su estreno en TV

MAYO, 2020. La TV mexicana a mediados de los 80, y sobre todo en el área de la comedia, se caracterizó por hacer de lado al chiste de pastelazo tipo Capulina, al sexyhumorismo de Raúl Astor con No Empujen y a los guiones, ya para entonces un tanto desgastados, de Chespirito y sus caracterizaciones. La crisis económica de 1982 desató una serie de frustraciones e intentos de desquite entre la población que encontró cierto desahogo en las telenovelas y los programas cómicos como Mi Secretaria o La Carabina de Ambrosio, la cual ya llevaba tiempo carente de divertida munición meses antes que la sacaran del aire. Pero éstos  últimos programas ya se veían rebasados, en especial por comediantes como Natera (¿recuerdan la "entrevista" con Caro Quintero?) o Polo Polo, cuyos chistes y ocurrencias perdían toda su pólvora al ser sanitizadas antes de ser transmitidos por la TV, que en aquellos años equivalía a decir Televisa.

Fue entonces cuando esa megampresa decidió echar mano de Héctor Suárez, o más bien, darle una nueva oportunidad. Suárez había participado en la cinta Mecánica Nacional (1970), una comedia que buscaba asumir una relativa denuncia social; Suárez --medio hermano del también cómico Alejandro Suárez-- también apareció en varias emisiones de la televisora, de la cual entraba y salía  de sus instalaciones sin conseguir, como Chespirito, que le ofrecieran a él y a su staff un trabajo más estable y duradero. Con el éxito de El Milusos, otra comedia tipo "lo digo para que te rías pero es en serio", Suárez regresó a esa televisora con un proyecto más viable y, sobre todo, de enorme potencial llamado ¿Qué Nos Pasa?

La serie se fue al tope del rating en apenas un par de semanas gracias a personajes como el No Hay, un empleado bizco quien, por pura desidia, afirmaba con un "no hay" un artículo que se le solicitaba pese a que estaba detrás suyo, o bien el corrupto "Licenciado Buitrón" así como un político que respondía con retruécanos y sandeces cuando se le cuestionaba sobre su desempeño, lo mismo que el Flannagan, un rockero urbano que se creía parte de la "onda del primer mundo", el burócrata altanero, el Rigoletto Transas y muchos más.

Era explicable: todos esos personajes eran reflejo de la corrupción en las oficinas públicas, del amor a lo fácil y el odio a lo que requiere esfuerzo y, sobre todo, de esa sarta de políticos que habían salido impunes gracias a la complicidad de la prensa, de las leyes torcidas a su favor y del compadrazgo; ¿Qué Nos Pasa? incluía otra ironía, esto es, que los desplantes cómicos del político cantinflesco e incoherente pasaban a ser realidad apenas unas horas después en 24 Horas, el noticiero de Jacobo Zabludobvsky y virtual vocero priísta, con mucho más peso que los periódicos que el Estado mexicano subsidiaba por ese entonces o bien les transfería su riguroso chayote

Desafortunadamente, no sabemos si por presión de Televisa o por idea de Suárez (aunque esto suena lo más probable dado lo que ocurrió con otros proyectos suyos), ¿Qué Nos Pasa? comenzó a presentar historias llenas de sermoneos y moralina transformadas en teledramones. A Héctor Suárez, por lo demás un cómico ingeniosísimo, le pasó lo mismo que a Cantinflas, cuyas cualidades de comedia eran igualmente superlativas pero donde al final de El Patrullero 777 el cómico nos saturó con casi 8 minutos de cansado sermoneo.

En ese mismo tono, Héctor Suárez se asumió como líder moral de la sociedad, invadiendo así las conclusiones, razonamientos y juicios de sus personajes que hasta entonces habían estado reservados para los televidentes. Como consecuencia, ¿Qué Nos Pasa? perdió mucho de su atractivo.

Una prueba de ello la tuvimos cuando el Flanagan se "redimió" frente al Tío Gamboín y volvía a ser su "sobrino": el efecto del personaje, un tipo que se valía e la ínfula y el desmadre para ocultar su existencia perdedora, quedó diluido en una mera parodia; era absolutamente innecesario dar ese trato al Flanagan, así fuera del mismísimo Tío Gamboín.

Con todo, ¿Qué Nos Pasa? mantuvo un rating aceptable aunque en lento descenso hasta que Suárez fue entrevistado por Verónica Castro donde se aventó un chascarrillo insípido acerca del Presidente (el brandy, no el mandatario) y el jefe Azcárraga lo echó para afuera sin siquiera anunciar al público de su despido. Eran los aberrantes tiempos del señorpresidentismo por lo que Suárez salió de esa televisora y se fue, ironías sobran, a trabajar a la entonces Imevisión, propiedad del Estado. Ahí tuvo otro programa donde lo más atrayente era el forro Amaranta Ruiz, una de las chicas parte de su staff (e hija, por cierto, de José Carlos Ruiz, quien personificó a Benito Juárez quién sabe cuántas veces).

Más tarde, y tras someterse a varias cirugías, Suárez abandonó la comedia televisiva y pasó a opinar abiertamente de política, sobre todo a favor del PRD y a declararse simpatizante del hoy presidente López Obrador. Grabó varios videos que aparecieron en facebook donde, ya como opinador político, seguía denunciando la corrupción en México pero sin sus personajes cómicos de por medio, al contrario, por cierto, de Víctor Trujillo, Brozo, a quien poca gente aceptaría como corrosivo analista sin su maquillaje ni su peluca verde.

Descanse en paz Héctor Suárez. Fue un comediante serio que nos hizo reír y reflexionar, aunque a veces nos dejó un saborcillo a sermoneo. Lo vamos a extrañar.

 

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