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Ojalá se ponga ya fin al populismo histórico La Malinche-Cortés
El español invasor y la indígena vendepatrias ha sido el episodio preferido de los historiadores oficialistas para exculpar a generaciones de gobiernos tan corruptos como ineficientes. En otros países el mestizaje fue aun más dramático y sin embargo han logrado progresar. Un reciente foro al respecto busca dejar atrás una controversia tan sempiterna como estéril
NOVIEMBRE,
2010. El pasado 12 y 13 de octubre se celebró en la Ciudad de México una
serie de conferencias sobre el mestizaje mexicano. Fue éste un paso
importante para enfrentar el pasado, asimilar sus errores y virtudes y
dejarlo, ahora sí, por la paz. Durante cientos de años, pero sobre todo
desde finales del siglo XIX, se ha culpado al "mestizaje forzoso"
de todas nuestras desgracias, de todo lo malo que nos sucede como nación.
Enrique Krauze ha llegado a llamar la "sempiterna excusa" al
responsabilizar a la mezcla de lo indígena con lo español, sobre todo la
consabida historia de Hernán Cortés y la Malinche, él, un tipo venido de
lejos, abusivo e incluso sifilítico, como dijo un historiador oficialista
de los años 40 y ella una mujer que traiciona a los suyos y tiene hijos con
el enemigo.
El mestizaje va acompañado con la conquista de un pueblo sobre otro y se
remonta a tiempos anteriores a civilizaciones como la fenicia y la babilónica.
De hecho, como señaló uno de los asistentes, España, el
"invasor", es un país que había sido dominado, y por ende su
sangre mezclada, con romanos, judíos, árabes, godos, visigodos y aun
tribus bárbaras procedentes del norte. La conquista sin asimilación no
puede darse sin mestizaje, y esto fue precisamente lo que hicieron los españoles
al llegar al Nuevo Mundo. Destruir las construcciones de la civilización
dominada y erradicar sus creencias religiosas es algo considerado aberrante
hoy, pero era la regla incluso a principios del siglo pasado. Los españoles
no actuaron diferente a como lo hicieron otros pueblos que han sometido e
implantado sus creencias a seres humanos con los que no tenían nada en común.
La versión oficial ha influido tanto en la opinión pública que incluso se
cree que Cortés "conquistó" a los mexicanos, como si en 1519 ya
existiera un país llamado así y no un virreinato de nombre Nueva España,
o como si el ibérico hubiera llegado con sus lanchas a someter a los
aztecas. Como bien señala Luis González de Alba en Las Mentiras de mis
Maestros, "Cortés es el padre de los mexicanos y uno de los
primeros representantes del mestizaje, de lo que somos hoy". Sin
embargo se le denuncia porque nos "invadió" esto por parte,
agrega, "de gente que se apellida López González o López y tiene los
ojos verdes o azules".
La Malinche también es otro frecuente parrarrayos de la frustración
nacional. La fuente oficialista nos ha dicho por décadas que se "vendió"
al conquistador y por ello "traicionó a los mexicanos". De nuevo,
México no existía como país en 1519 --estaba a tres siglos de distancia
que por primera vez se le denominara así-- por lo que la originalmente
llamada Malinantzi tenía un concepto totalmente distinto a lo que hoy
entendemos como nación, bandera e identidad nacionales. Sin embargo el
error histórico de llamarnos "mexicanos" antes de 1821 abunda y
es defendido inclusive por gente culta y bastante empapada en historia.
También se culpa a Cortés y a la Malinche (la llamada "maldición")
a que a los mexicanos nos vaya mal en los deportes, específicamente el
futbol. Allá en los setenta un conocido comentarista deportivo que luego
fue diputado culpó de la eliminación de la selección mexicana en las
eliminatorias del Mundial 74 a "Cortés y a la Malinche, un trauma que
nos impide avanzar deportivamente". En primer lugar ¿cuál trauma? Que
se sepa, el oriundo de Extremadura jamás dirigió a la selección nacional
que haya llevado al equipo a una catastrófica derrota. Más bien, la "maldición"
ha sido --de nuevo Krauze-- la excusa ideal, esta vez por parte de la
Federación Mexicana de Futbol, para ocultar el pésimo manejo del balompié
mexicano, o bien de los atletas en general. La "maldición", por
cierto, desaparece una vez que los mexicanos se ponen a jugar en tierra
ajena como bien lo pudo atestiguar Hugo Sánchez, quien no obstante también
llegó a culpar a la "maldición" de que México perdiera en
penales durante el Mundial de 1986 contra Alemania.
Lo más irónico es que acuse de infinitas desgracias a dos personajes que
pensaban estaban haciendo lo mejor de su parte para la tierra y el momento
que les tocó vivir. A diferencia de lo que harían los conquistadores
ingleses llegados al norte del continente, Cortés jamás consideró
eliminar a los indígenas e incluso fue de los primeros en impresionarse al
ver las edificaciones construidas por pueblos que sus colegas pensaban eran
semisalvajes. Al llegar a lo que hoy es Tlaxcala, refiere González de Alba,
varias tribus le denunciaron la explotación de la que eran objeto por parte
de los aztecas y ofrecieron unírsele para combatirlos. ¿Y quién fue el
puente de comunicación entre conquistador y tribus? Naturalmente, la mujer
que le acompañaba y que le había sido regalada por un cacique tabasqueño
era la Malinche. Lo que proponían era liberar a varias tribus indígenas de
un gobierno abusivo y totalitario, lo mismo que siglos después los
historiadores oficialistas celebrarían cuando se derrocó al
"tirano" Porfirio Diaz.
En este punto se ha llegado al ridículo extremo de señalar que Cortés era
un "intervencionista", tontería superlativa si asumimos que para
1519 España poseía la soberanía sobre el inmenso territorio. Lo cierto es
que muchas de las acciones de Cortés se dieron sin el consentimiento de la
Corona española. (Los anticortesistas con frecuencia omiten el hecho que éste
vio con desprecio los sacrificios humanos, algo totalmente considerado
aberrante hoy, y es que lo importante es retratarlo como diablo con
tranchete y con peste a azufre).
La realización de este foro sobre el mestizaje y la ausencia de protestas es un indicio
alentador de que, por fin, estamos listos para debatir el asunto, aceptar sus logros y sus fallos, asimilarlo y finalmente dejarlo atrás. Los gobiernos posrevolucionarios se empeñaron en difundirla versión del "maldito" Cortés y la "vendepatrias" Malinatzin influidos por la corriente positivista de gente como Antonio
Caso y Justo Sierra. El positivismo, como se sabe, es una corriente filosófica que busca, entre otras cosas, juzgar al pasado con la óptica del presente, y en tal sentido un Estado que buscaba aplicar la "justicia social" tenía como obligación juzgar a "alimañas" como Hernán Cortés, es decir, al verdadero padre de lo que hoy somos los
mexicanos, pese a que ambos actuaron de acuerdo a las circunstancias del
momento en que les tocó vivir.
Sin embargo esa situación ha dejado abierto un debate que debió haber cicatrizado hace décadas.
Tanto Cortés como La Malinche merecen descansar en paz y de paso dejar que el México
actual siga su propio rumbo.
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