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La salud de Hillary, metáfora de la política norteamericana
Tos incontrolable, desmayos, neumonía... el ansia de poder de Hillary Clinton parece estar pensando más que su estado de salud, con problemas que por meses han sido ocultados por la prensa simpatizante de los demócratas. Desafortunadamente, la política de Estados Unidos claramente está sufriendo los mismos síntomas
SEPTIEMBRE. 2016. El primero en
notar que la candidata demócrata Hillary Clinton no gozaba de la
mejor condición física fue el Dr.
Drew Pinsky al decir al aire que la
mujer "claramente padece un problema de salud", comentario que le
valió ser despedido del programa de TV que tenía en CNN. Sin embargo
las palabras de Pinsky fueron refrendadas a los pocos días con
evidencias que los medios, incondicionales aliados de Hillary como
lo han sido de Barack Obama, no han podido ocultar.
Primero, una imagen donde se ve cómo parte de su equipo de seguridad
le ayuda a subir unas escaleras para llevarla a un porche.
Posteriormente la candidata fue víctima de un ataque de tos mientras
daba un discurso y el pasado domingo, con motivo de la conmemoración
por los atentados del 11 de septiembre, Hillary sufrió un vahído y
tuvo que ser retirada de urgencia de ahí.
A las pocas horas su médico declaró que Hillary parecía neumonía. Al
final resultó que el doctor Pinsky, quien fue echado de CNN por su
impertinencia, tenía razón.
Sin embargo esa cadena de cable y demás medios achichincles del
Partido Demócrata han relativizado, por lo menos, los evidentes
problemas de salud de la señora Clinton. El Washington Post
escribió: "La presión, el estrés y la falta de descanso son la causa
(...) su salud se encuentra perfectamente", y el New York Times
afirmó "Los problemas de salud de Hillary, más leves de lo que se
quisiera pensar". Sin embargo, en opinión del doctor Luis Figueroa,
especialista en enfermedades respiratorias, "una neumonía jamás
puede ser algo 'leve', mucho menos en personas mayores de 60 años
(cumplirá 69 en octubre) cuando las consecuencias son mucho más
peligrosas". El doctor Figueroa añade: "los casos de neumonía suelen
asociarse con padecimientos neurológicos a esa edad".
Curioso, por demás, que esos preocupantes síntomas no parezcan serlo
tanto para los medios norteamericanos, los mismos que se
preguntaban, angustiados, si Ronald Reagan estaba capacitado para
seguir gobernando luego del atentado que sufrió en 1981. Por lo
visto ni la neumonía, ni los problemas cardiovasculares ni los
desmayos frecuentes de la candidata son cosa de qué alarmarse, como
si el puesto al que aspira Hillary Clinton no fuera asunto de máxima
seguridad nacional.
De acuerdo a un insider del presidente Obama, "Hillary sufrió
dos ligeras embolias mientras era secretaria de Estado", hecho que,
naturalmente, fue asilenciado por esos mismos medios que han dado
gigantesca profusión a banalidades como el matrimonio de Kanye West
con Kim Kardashian. Y para colmo, el coscolino Bill Clinton dijo el
pasado lunes en el noticiero vespertino de la CBS respecto al estado
de salud de su esposa: "Bueno, en efecto, para mí y los doctores
esto es un misterio. Raramente, pero en más de una ocasión estos
últimos años, le ha ocurrido lo mismo cuando sufre deshidratación
severa". Por cierto, la CBS "editó" la palabra "raramente" cuando la
entrevista salió al aire.
De hecho, la acusación contra los seguidores de
Donald Trump en el sentido de que
son "una bola de deplorables" rompe una regla tácita de la política
norteamericana donde se podía atacar al adversario, pero nunca a los
votantes, esto por parte de alguien que, ya investida como
presidente, gobernará para todos, no nada más quienes hayan votado
por ella.
Pero en opinión del doctor Figueroa, "sin afán de especular y dado
que no cuento con su expediente, este tipo de declaraciones
agresivas pudieran presentar un caso de demencia senil. La mujer
también utiliza anteojos oscuros muy similares a los de quienes
sufren hipersensibilidad a la luz, otro síntoma de problemas
cardiovasculares".
En suma, Hillary Clinton no está en la mejor condición de salud,
igual que la política norteamericana que hoy atraviesa por una etapa
de salud crítica la cual, desafortunadamente, contagiará al resto de
los países del mundo.
Extra Lo que era Política de Estado con Bill Clinton, hoy es racismo SEPTIEMBRE, 2016. Para quien dude que el neohabla que denunciaba George Orwell en su novela 1984 es hoy una realidad en la política norteamericana, basta hacer un comparativo de lo que era la política defendida por el mismo Partido Demócrata hace dos décadas y cómo ha cambiado al punto de estar hoy en una posición contraria. Orwell definía así el neohabla: "los conceptos, las ideas, las convicciones, ya no eran lo que fueron en su momento. Lo que ayer era celebrado hoy merece la condena; todo aquello que había que observar con cautela, hoy se acepta sin juicios ni tapujos. Lo que ayer era lo lógico y lo esperado, en el presente es signo de censura y cuestionamientos. Los valores absolutos habían sido doblegados y sustituidos por el relativismo moral donde 2 más 2 habían dejado de ser cuatro". Repasemos este párrafo y al final diremos al lector a quién corresponde: "Todos los norteamericanos, no solo aquellos en los estados que se ven más afectados, sino en cualquier parte del país, están justamente molestos por la gran cantidad de inmigrantes ilegales que entran a nuestro país. Los trabajos que reciben bien podrían ser desempeñados por nuestros ciudadanos o quienes cuya situación migratoria aquí es totalmente legal. Los servicios públicos que utilizan estos inmigrantes ilegales representan una carga a nuestros contribuyentes. Por esa razón mi gobierno ha actuado decididamente para contratar más agentes de inmigración en nuestras fronteras que en cualquier otro momento de la historia, esto con el fin de duplicar la cantidad de deportaciones y así disminuir los beneficios del Estado de bienestar a estos inmigrantes ilegales. En el presupuesto que hoy les presento, trataremos de acelerar la deportación de inmigrantes ilegales que son objeto de arresto. No es correcto y al final representa infligirnos una derrota para una nación de inmigrantes como la nuestra, el permitir este tipo de abuso hacia nuestras leyes migratorias que hemos visto en años recientes, por lo que debemos hacer más para detenerla". ¿Una de las declaraciones más incendiarias de Donald Trump, ese enemigo de todos aquellos que cruzan ilegalmente la frontera en busca del American Dream? (Mark Hemingway del Weekly Standard dice que más bien buscan el American Welfare) ¿Fue otro más de los discursos de Trump rodeado de rednecks tan reaccionarios como trogloditas? No exactamente: esas fueron palabras del entonces presidente Bill Clinton durante su Informe (State of the Union) frente al Congreso... en 1995. Es curioso cómo lo que hacen todos los países de este planeta, con México en primerísimo lugar (protección de las fronteras, deportación de quien la cruce ilegalmente, defensa de la soberanía) sea hoy visto como un pecado capital en la política norteamericana. Lo que decía Bill Clinton en aquél momento era totalmente congruente: ¿por qué los contribuyentes norteamericanos deben solventar los gastos de gente que ingresó ilegalmente y por ende no paga impuestos? (Vale recordar, por cierto, que lo dicho por el ex presidente en ese momento era una crítica muy sutil a la amnistía que Ronald Reagan había decretado en 1987 y la cual fue duramente criticada por los demócratas quienes exigían deportar a los inmigrantes ilegales. Vaya cosas). Pues bien, cuando Bill Clinton era presidente, el evitar la llegada de más inmigrantes ilegales constituía un "acto necesario", ¡pero resulta que hoy el siquiera proponerlo equivale a racismo puro! Ahí no acaba todo, por supuesto. Seguramente el lector sabe que la frase de campaña de Donald Trump es "Hagamos grande nuevamente a Estados Unidos", la cual, según el mismo Bill Clinton, "es racista y excluyente pues supone que los blancos fueron quienes construyeron este país". ¿En serio? Entonces revisemos solo un puñado de declaraciones de Bill Clinton presidente: (cortesía de americanthinker.com. Son casi 60 citas pero aquí escogimos apenas un puñado): "Nuestro reto es nuevamente hacer grande a Estados Unidos" (Sep. 24,1993) "Los invito a hacer grandes a los Estados Unidos" (Feb, 16, 1994) "Recuperar la grandeza de Estados Unidos, ese ha sido mi compromiso" (Marzo 18, 1995) "Hemos sido un gran país y seguiremos siéndolo, ¡hagamos grande a Estados Unidos nuevamente!" (Septiembre 22, 1996) "Durante mi primera gestión de gobierno prometí hacer más grande a Estados Unidos. Hoy, como presidente reelecto, refuerzo mi compromiso a hacer aún más grande a Estados Unidos" (Diciembre 17, 1996) "No nos permitamos ni por un momento dudar de la grandeza de Estados Unidos" (Junio 13, 1997) "¡Hagamos grande a Estados Unidos, hoy y siempre!" (Enero 24, 1998) Si esas declaraciones hoy son "racistas" y "excluyentes" , ello supondría que cuando Bill Clinton estaba en la Casa Blanca también lo eran. ¿Pero como consecuencia del neohabla esto significa que hace dos décadas el ex presidente era un "reaccionario" (o, la palabra que resucitó Hillary Clinton, un "deplorable") y hoy ya no lo es? Mentiroso consumado y carente de todo escrúpulo, cuando se le preguntó a Bill Clinton sobre esas declaraciones, respondió: "la verdad es que mis años en la presidencia no fueron los mejores", pero en su biografía claramente escribe: "Mis ocho años como presidente de los Estados Unidos me dieron oportunidad de servir orgullosamente a mis conciudadanos. Fueron los ocho mejores años de mi vida". No olvidemos que los demócratas financiaron por muchos años el Ku Klux Klan y que uno de sus senadores llegó a ser "caballero dragón" de esa organización en los años 80. Por eso los demócratas acuden tanto al neohabla: es la única manera con que cuentan para tapar sus porquerías, como hacen los gatos. Y a su repugnante doble moral y desprecio por la verdad. El hecho de repudiar la postura de Donald Trump no equivale a pasar por alto o justificar las trapacerías del matrimonio Clinton con la excusa de que se trata de "la menos pior". Ambos candidatos son, ahora sí, absolutamente deplorables. (OFM) |
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