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La invasión de un Hollywood seco en ideas

Esta cinta constituye ya uno de los más grandes fiascos del cine en este año y una paliza a los estudios entercados en hacer remakes. No es la única razón por la cual le recomendamos, desde hoy, no gastar su dinero aquí, aun con la ex de Cruise de por medio

The Invasion
Nicole Kidman, Daniel Craig, Jeffrey Wright, Josef Sommer
Dirigida por Oliver Hirschbiegel
Warner/2007

SEPTIEMBRE, 2007. Hace exactamente 51 años Rod Serling dirigió Invasion of the Body Snatchers, basada en un libro homónimo de Jack Finney. Se trataba de una metáfora contra la paranoia macartista y la "cacería de brujas". Desde entonces se han hecho dos versiones más, ninguna de las cuales ha duplicado el éxito de la original. Si usted se pregunta por las posibilidades de ésta, olvídelo: nos encontramos frente a una de las peores películas filmadas por un estudio grande en bastante tiempo.

Y con dos figuras importantes, además: Daniel Craig pudo sortear exitosamente su paso como el nuevo Bond pero aquí sufre un lastimoso tropiezo en su carrera mientras que Nicole Kidman, quien desde Hechizada parece haber entrado en un conjuro de películas malísimas, se convirtió en la actriz mejor pagada de Hollywood por un solo filme, triste consuelo luego de ver cómo la taquilla no ha tenido piedad alguna con The Invasion, primera cinta en Estados Unidos del alemán Oliver Hirschbiegel, quien también estuvo detrás de Downfall, que narra los últimos días de Adolfo Hitler.

Por supuesto que The Invasion viene a ser otro recurso empleado ante la dramática ausencia de nuevas ideas en Hollywood, que por lo menos los últimos 15 años ha echado mano de todo lo que era posible reciclar. Un problema --y que seguramente hizo que jamás cuajara este menjurje-- fue que los estudios quisieron actualizar el tema del macartismo con la "lucha contra el terror" de George W. Bush, como si los guionistas pensaran que los espectadores son retrasados mentales y no supieran que el 11 de septiembre del 2001 hubo un ataque terrorista contra las Torres Gemelas y... bueno, dejemos que los estudios averigüen lo que ocurrió después.

Pero vamos a la trama: Carol Benell (Kidman) es una psiquiatra de Washington. Una de sus pacientes refiere el "extraño comportamiento de su esposo" a lo cual la doctora aplica, sin éxito, unas sesiones de terapia. Más adelante ocurrirá algo similar en la vida de la psiquiatra cuando Tucker, su ex marido, regresa después de mucho tiempo y exige llevarse por una temporada al hijo de la pareja. Benell recuerda que casualmente vio en TV la noticia sobre un transbordador espacial que estalla en el sur de Estados Unidos, y una cabos al ver que su ex y el esposo de su paciente anduvieron por aquellos rumbos.

Así pues y con ayuda del doctor Ben Driscoll (Craig) y el doctor Galiano (Wright), la psiquiatra logra aislar unas esporas que llegaron del espacio exterior, y que parecen ser las causantes del extraño comportamiento que pronto pasa a convertirse en epidemia. Las imágenes de TV abundan en la trama; como esas telepantallas de las que hablaba Orwell en 1984  y las cuales, según nuestro ingeniosísimo guionista que hizo la adaptación, son causantes de un cocowash para llevar al país a la guerra en Irak. De nuevo, el norteamericano promedio es un imbécil que se cree, con la baba colgando, todo lo que le recetan los noticieros, algo que choca brutalmente con la realidad de las cosas: CNN, MSNBC, ABC y NBC han visto bajar los niveles de sintonía de sus segmentos informativos. ¿Acaso también fueron víctimas de las esporas extraterrestres?

El objetivo de la cinta, detrás de todos los efectos especiales (algunos buenos) es ver cómo la lucha contra el terrorismo --o las esporas-- desata un oleada de paranoia donde todos son villanos hasta que no prueben lo contrario. Es un argumento tan estólido, que da pena ajena ver cómo trata de adaptarse en esta cinta, como si se quisiera meter a un elefante en los pantalones de Mr. Bean.

La metáfora paranoica tenía cierta justificación en los cincuenta, y aun hasta el fin de la guerra fría, máxime si los soviéticos nunca atacaron territorio norteamericano. Pero suena a absoluta estupidez hollywoodense enarbolarla cuando ya hubo un atentado terrorista que cobró 3 mil víctimas de por medio. Pero independientemente de ello, Kidman no muestra en su papel la entereza, fuerza de voluntad ni agallas de una mujer decidida a defender a su hijo. Sus roles de acción no suelen resultar en taquilla, y si no que le recuerde Under Fire, un thriller que filmó al lado de George Clooney que pronto se hundió en la ignominia.

Esta es una invasión, mucho más vergonzosa: la del Hollywood sin ideas, y las pocas que explota, bastante malas, pésimas incluso. Que con su celuloide se lo coman.

© copyright, Derechos Reservados, 2007

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