Otros textos de cibernética

Más sobre el spyware

e-vaciladas

Napster, cómo subió, lo bajaron y terminó

Archivo 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

f

a

s

e

n

l

i

n

e

a.

c

o

m

ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Internacional

El 2005 lo confirma: el Internet, maravilla y pesadilla

Apenas 10 años atrás la industria discográfica nadaba en ganancias y nadie pensaría en usar su computadora para ver películas. Debido al Internet el negocio es otro, y sólo lleva un objetivo: la sobrevivencia.

DICIEMBRE, 2005. Para fines de este año, el número de ediciones vendidas de The New York Times se habrá reducido en un 23 por ciento en comparación con el cierre del año anterior. Esta cifra resultará mayor en periódicos con circulación menor. Asimismo, la industria discográfica enfrentará una disminución en el número de CDs vendidos de alrededor del 17 por ciento y que las disqueras temen aumente para el año entrante. Los estudios de Hollywood también tienen una historia que contar al respecto pues muchos de sus estrenos más importantes del año, entre ellos The Revenge of the Sith, fueron "filtrados" horas antes de su estreno lo cual les representó millones de dólares en pérdidas.

El responsable es un artilugio que recién acaba de cumplir 11 años de edad, tiempo en el que se ha carcajeado de todos los reglamentos, estrategias de marketing y la forma de realizar negocios que eran garantía hasta hace poco. Pero es una relación simbiótica pues tampoco pueden prescindir de él y aun lo consideran vital, indispensable, pese a que yan les ha hecho pasar muchos malos tragos desde su asombrosa aparición.

Tanto periódicos como estudios de cine y firmas disqueras se han tenido que someter al reinado del Internet, el cual los obligó a cambiar la forma de manejar sus estrategias de venta y que además les ha golpeado en el terreno financiero como nunca antes lo habían hecho ni siquiera sus rivales más acérrimos. De repente le han propinado golpes espectaculares, como el que recientemente Hollywood dio a grokster.com, sitio de dónde era posible bajar los estrenos cinemtográficos sin pagar un solo centavo de regalías y que fue obligado a cerrar y a indemnizar a los estudios. Pero a las pocas horas surgieron nuevos sitios, la mayoría de ellos ubicados fuera de Estados Unidos y en donde las leyes de ese país no tienen efecto alguno.

Hollywood está a punto de poner en línea un servicio donde por cantidades relativamente módicas será posible bajar películas que estarán disponibles en el disco duro del usuario durante 48 horas, aunque una vez transcurrido ese lapso el archivo (protegido contra un posible copiado) quedará sin efecto pues Hollywood aún no desea seguir el lineamiento de sitios como I-tunes o Napster, donde quien compra una canción se queda definitivamente con ella.

Pero semejante intento se ve fútil aun antes de su puesta en marcha ya que los sitios no piensan ofrecer estrenos simultáneos a los de una sala cinematográfica. Además, ¿a quién podría interesarle esperar hasta 3 tres horas o más mientras baja una cinta que seguramente ya está disponible en su videoclub favorito?

Como sucede con los capos del narcotráfico, la desaparición de grokster.com sólo reubicó a los sitios competidores o dio paso a otros nuevos. El 2006 se antoja de pesadilla para Hollywood, que no ha logrado encontrar un sistema que evite el copiado y transferencia ilegal de sus estrenos, algo que sin duda diluye el "efecto" de películas que parecen tener taquilla asegurada, como fue el caso de Mr. and Mr. Smith, cuya "filtración" a la red hizo pasar a Universal uno de los mayores corajes del año.

Pero si Hollywood se las ha vio (y seguirá viendo) malas, la industria discográfica carga con tantas pérdidas que, aunque parezca exagerado, amenazan ya su subistencia. El pasado noviembre incluyeron en varios CDs puestos a la venta un dispositivo que impide el copiado de las canciones inclusive a un disco duro. Sólo que ese software también provocó la vulneración del sistema Windows, "trabó" cientos de discos duros y en ocasiones averío los drives de CD-ROM. 

Antes que enfrentar las miles de demandas que se avecinaban --los usuarios tenían toda la posibilidad de ganar pues por en ninguna parte del CD se advertía de la existencia de tal dispositivo-- Universal y Warner tuvieron que cubrir la reparación de los daños, en lo que el sitio de la revista Rolling Stone llamó "uno de los errores más costosos de la industria discográfica desde que surgió como tal".

Por otro lado, la propuesta de Steve Jobs que parecía haber satisfecho a las disqueras comenzó a tambalearse este año pues éstas últimas afirman que I-Tunes no les ha representado las enormes ganancias que se les habían prometido. El ya legalizado Napster.com también está muy lejos de alcanzar las visitas que llegó a tener el otros tiempos (hasta 60 millones los fines de semana), todo esto al tiempo que la baja en la venta de CDs ha obligado al cierre de muchas tiendas de discos por todo Estados Unidos y Canadá, tanto así que los miniestablecimientos "familiares" son cada vez menos ya que sólo los grandes consorcios son capaces de resentir las pérdidas. Hasta ahora.

La prueba más clara de que el Internet ha golpeado sin misericordia a las disqueras más que a otrás áreas de entretenimiento la arroja el siguiente dato: en 1993, cuando la red era aún afición de unos cuantos estudiantes solitarios, se vendieron 880 millones de CDs, en lo que fue un año de fabulosas ganancias; para 1995, aun con la desaparición de Napster, la cifra bajó a los 530 millones y se estima que en el 2005 oscilará entre los 250 y 100 millones. Para darnos una idea del devastador efecto, el álbum Thriller de Michael Jackson vendió, tan sólo en 1984, 20 millones de copias.

Como ya mencionamos en otro artículo, las disqueras están pagando su penitencia pues por años ofrecieron al consumidor discos que sólo incluían una o dos canciones mientras el resto eran relleno. Ahora que con el Internet el público se ha hecho mucho más selectivo, la opción de adquirir un CD completo es sólo para los fans más recalcitrantes, quienes suelen ser una minoría.

Los periódicos son otras víctimas del poder de la red. Aunquen se había propuesto como primera opción vender suscripciones para consultar el contenido en la red, los resultados fueron invariablemente desalentadores. El fenómeno es curioso: si bien los índices de lectura han bajado hasta un 45 por ciento desde los sesenta, quienes consultan los diarios han preferido hacerlo en la red en vez de adquirir un diario en los estanquillos. En el caso de The Washington Post, que no se distribuye nacionalmente, esto tendría una explicación coherente, no así con The New York Times, cuyas ventas han bajado un 19 por ciento este año aunque los visitantes en la red se han mantenido estables aunque la mayoría radican en otros países.

The New York Times anunció que a partir de febrero cobrará una suscripción para quienes deseen consultar por Internet la página editorial, algo que sin duda traerá una disminución de lectores pero que se ha obligado a hacer puesto que muchos de sus colaboradores han exigido recibir un pago extra porque sus escritos aparezcan en la red. En México el diario Reforma ofrece la consulta total de su material para los suscriptores aunque ello ha limitado mucho su presencia en la red en contraste con su competidor El Universal, que aún puede consultarse sin costo.

Y ese es quizá el punto más débil de los periódicos ante la red: si no cobran por ofrecer su material en la red se exponen a tener menos lectores de la edición impresa, pero si lo hacen existe el peligro mayor de quedarse sin lectores. Y pensar que todavía a mediados de los 90 los periódicos en buena parte del mundo occidental parecían orientarse hacia un repunte.

Sin duda la red ha sido la maravilla tecnológica más representativa con que se despidió el siglo XX (y sin la cual, claro, fasenlinea no existiría). Pero también conlleva efectos terribles que a nadie discriminan, en especial a medios e industrias que, hasta hace poco, podían hacer planes a mediano y largo plazo sin que les fallara el cálculo. Esos días, como decía Sting en "Roxanne", se han terminado.

 

 

 

 

 

 

 

 

1