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Una Arruga en el Tiempo: precisamente esto último perderá usted si va a verla
Sigue la andanada de los estudios Disney por remachar ideas políticas que la mayoría de los espectadores no comparten. aparte del burdo intento por promover a Oprah Winfrey rumbo a la Casa Blanca. Lo que parecía una buena historia que contar terminó en un guión aburrido, maladaptado y pretencioso, y nada mejor que su baja recaudación para atesiguarlo
A Wrinkle in Time
Storm Reid, Oprah Winfrey, Reeese Whiterspoon, Deric McCabe
Dirigida por Aba DuVernay
Disney/2018
MARZO, 2018. A estas alturas
nos debe quedar claro a todos los amantes del cine: los estudios NO
están dispuestos, en lo absoluto, a modificar sus posturas políticas en
sus películas pese a que resulten fracasos comerciales. Después de todo,
lo que les sobra es dinero. En el caso de Disney, que produjo esta
catastrófica cinta, los fondos no faltarán mientras los sigan recibiendo
mediante el tremendo historial que Mickey Mouse construyó algún día, ya
sea por sus parques de diversiones, las licencias y derechos de autor
que representa la gigantesca parafernalia Disney; todo ellos servirá
para echarle dinero bueno al malo.
A Wrinkle in Time se une a la lista de recientes fracasos de
Disney. Pero, al igual que ocurrirá con Solo, la nueva cinta de
Star Wars a estrenarse en
diciembre, no veremos cambio alguno en sus planteamientos políticos.
Estamos en medio de una guerra cultural que busca destruir ese legado
para sustituirlo por un pulcro mundo políticamente correcto. Ya lo acaba
de decir Mark "Luke Skywalker" Hamill en una entrevista con CNN: "Nos
alegra mucho haber destruido sus infancias", esto dicho por un actor
que, aparte de ese personaje y a diferencia de Harrison Ford, no ha
hecho otra cosa en su carrera que valga pagar un boleto en taquilla.
El fracaso de esta película también le llega a
Oprah Winfrey,
quien todavía está esperando "el llamado de Dios" para ver si acepta o
no la candidatura a la presidencia en el 2020. Pero el Señor responde de
formas insospechadas: los números abismales de esta cinta dejan en claro
que la popularidad de Oprah está lejos, muy lejos de reflejar la
realidad. De lo contrario ¿por qué sus supuestos millones de admiradores
se abstuvieron de ir a verla en esta película?
Repasemos la historia: tras la desaparición de su padre, el físico Alex
Reid (Chris Pine), su hija Meg (Storm Reid) entra en una depresión. Meg,
un chica claramente birracial, también ha sufrido bullying en su
escuela por lucir "diferente" y esto ha afectado su autoestima. Meg
tiene a su hermanastro Charles Wallace, un niño genio quien le presenta
a la señora Cómo (así se llama, encarnada por Reese Whiterspoon), a la
señora Quién (ídem, la actriz Mindy Kalling) y la señora Cuál (por
supuesto, Oprah Winfrey). Estas tres mujeres dicen a Meg y a Charles que
su padre está vivo pero que para rescatarlo deberán realizar un viaje
por el tiempo a través de un teseracto, es decir, una arruga en el
tiempo, lo cual (que no Oprah) permite que viajen entre dimensiones
hasta llegar al planeta Camazotz, donde radica la maldad del universo y
donde el científico Reid se encuentra recluido.
A partir de entonces comenzará la búsqueda de Alex mientras Oprah
aparece suspendida en el aire como divinidad que suspira por un día
llegar a la Casa Blanca y continuar la labor de Barack Obama. El talento
de Whiterspoon es lastimosamente desperdiciado, con una imagen
burdamente copiada de El Mago de Oz. Pero esto es lo menos
pior, diría mi compadre: como se sabe, la película está basada en
un libro del mismo nombre escrito y publicado por Madeleine L'Engle. La
novela original tiene como argumento central la lucha del bien contra el
mal aderezado con citas bíblicas. Obviamente Disney despojó al libro de
estos elementos para convertirlo en sermoneo de New Age light
donde el universo es el todo, más allá de la espiritualidad de cada
quien.
El objetivo central de esta película --como podrán detectarlo los
espectadores que no se queden dormidos durante la proyección de esta
película-- es proclamar la superioridad del universo. "¿Qué pasaría si
te digo que el universo está dentro de cada uno de nosotros?", pregunta
Cuál. Y más tarde le dice a Meg: "Al igual que tu, yo también soy parte
del universo".
Asimismo y a diferencia de un Harry Potter, un Luke Skywalker (hasta
The Last Jedi)
o de un Indiana Jones, tres héroes que en algún momento trataron de
buscar o de rescatar a sus progenitores, ni de chiste Meg nos despierta
simpatías como para acompañarla en su aventura. Y es que en ningún
momento nos seduce un motivo para hacerlo dado que el ritmo de la
película es caótico, confuso y lleno de clichés; cuando finalmente Meg y
sus amigos llegan al planeta Uriel onde hay flores parlantes, ya es
demasiado tarde: para entonces la cursilería y tres muchachitos que
definitivamente no saben actuar --con frecuencia se traban en sus
parlamentos-- terminan por inundar una historia enredada que ya ha
perdido todo interés cuando aún le queda bastante tiempo a la película.
Por lo que toca a la directora DuVernay, como se sabe, ya fue nominada
al Óscar por Selma en el 2014, una película que casi nadie fue a
ver al cine.
Si asumimos que A Wrinkle in Time es más que nada una propuesta
política, su fracaso remacha, por enésima vez, que los espectadores no
quieren sermoneos cuando van al cine, quieren entretenimiento, razón que
explicaría el porqué de este costoso tropiezo para Disney. Pero como ya
dijimos, mientras siga entrando dinero a sus arcas vía sus regalías y
sus parques de diversiones --que siguen promoviendo los valores que su
área cinematográfica está empeñada en destruir-- seguiremos viendo cosas
como ésta en la pantalla.
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