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50 años después

En la Sierra con Currito

Recorrimos con Francisco López Herrera "Currito" los montes y sierras por los mismos lugares en que él se desenvolvió durante su estancia en la Guerrilla.

(reportaje fotográfico)

Luís García Bravo (AGE)

Castellar de la Frontera

Reflexiones sobre la "La Cueva del Maquis"

 

 

 

Francisco López Herrera "Quico" o "Currito", al recibir su placa en el Homenaje a los Guerrilleros en las Jornadas de Algeciras, en Abril de 2002

 

Sistema de instalacion de las cabañas camufladas que utilizaban los guerrilleros en la Sierra, según las descripciones de "Currito"

 

"Jamás estábamos en cuevas, dormíamos y acampábamos en pleno monte, teníamos unas lonas, una especie de hules, de los que se ponen en las mesas de las cocinas, con el que hacíamos una cabaña con cuebierta a dos aguas, como las que se ven de esas tipo camping o canadienses de ahora,luego una vez montada, echábamos ramas encima para camuflarla.

Estas telas no dejaban pasar el agua, y en algunas ocasiones, hacíamos un surco en la tierra alrededor de la cabaña, para que cuando lloviera evitar que no entrara el agua dentro de nuestro refugio y poder reutilizarla"

 

Currito, en el Penal de Burgos, un dia de visita. Al estar prohibido para los solteros hacerse fotografías, posaban junto a hijos de otros presos.

Penal de Burgos

“Estábamos condenados a muerte, y los funcionarios se divertían metíendo la llave en la puerta, para asustarnos.

Era terrible pensar que en cualquier momento venían a por tí, pero manteníamos la esperanza, hasta los mismos compañeros que murieron fusilados, mantuvieron la esperanza hasta el ultimo momento.”

 

"Cuando estaban los presos fregando el suelo, que se hacia de rodillas y con un trozo de saco, -el frío en Burgos para qué te voy a contar...era polar- el funcionario pasaba, y le pisaba las manos, a alguno de los presos, y automáticamente decía “perdón”,

...pero al rato, el guardia pasaba otra vez, y volvía a pisarle las manos al mismo desgraciado, o incluso a otro preso, así, una y otra vez, hasta que se cansaba del jueguecito"...

 

 

"Currito" cantando canciones de las que ellos cantaban en la Sierra de los Barrios (Cádiz):


“LUZ DE SU DIVINA ESTRELLA,
CON SU PEQUEÑO RAYO,
EL GUERRILLERO EN LA SIERRA HUYE,
CON PIES DE CABALLO EN LA MONTAÑA ALTA,
Y EN LOS BOSQUES MAS ESPESOS,


SON LAS DOS DE LA MAÑANA,
ME SUENAN LOS OIDOS,
QUIEN ME PUEDE ESTAR MENTANDO,
SI ESTA TODO EL MUNDO DORMIDO…”

 

 

INTERESANTE

Análisis geográfico del periplo "La Marcha de los 100 Días" realizado por 6 guerrilleros andaluces desde Motri, (Granada) hasta la frontera de Francia, del profesor Fernando Hernández Sánchez, del
Dto. CCSS, Geografía e Historia
I.E.S. "Sefarad", de Fuenlabrada,
Madrid

(PULSAR)

 

 

 

 


El Guerrillero "Currito" y Ana

(Entrevista)
Luís García Bravo (Algeciras)

Fotografía: David García López

 

Cuando llamé a Francisco López Herrera, “Currito”, o “Quico” como le gusta que le llamen los amigos, para averiguar donde estaba su casa exactamente, al otro lado del teléfono solo escuché “¡Voy para arriba!!”, a mí y a mí hijo David solo nos dio tiempo a empezar a andar, cuando de repente vimos cómo Quico subía la endemoniada cuesta ágilmente, como si tuviera veinte años.Salimos apresurados a su encuentro y en mitad de la calle nos dimos un fuerte abrazo, como es normal entre hombres que se aprecian y además son amigos de verdad.


Currito abrió la puerta de su casa, y allí estaba su fiel compañera Ana, le dimos un cariñoso abrazo y después de comentar el sofocante calor que hacía, “Quico” nos enseñó su humilde hogar, una casa de una planta baja, con una salita en la cual preside el clásico mueble-librería, de las paredes blancas y en ellas colgados, muchos cuadros y fotografías que representan toda una juventud truncada por los acontecimientos de una guerra y la lucha por unos ideales de libertad .


Nuestro viejo guerrillero nos invitó a pasar a la cocina, junto a la lavadora, pues dado el calor que hacia, era la habitacion mas fresquita que hay en la casa. Ana dejó lo que estuviera viendo en la televisión y se vino con nosotros,para ver qué trapicheo nos traíamos los hombres, con tanta carpeta, fotos, grabadoras y cámaras fotográficas.

Quizás todavía, y sin que ella se dé cuenta, todavía protege con celo a su compañero Quico, el gran amor de su vida.

Currito y Ana en Junio de 2002


Cuando le apetece, ella se vuelve a su sillón y se sienta a seguir entretenida con su televisor. Aprovecho para preguntarle discretamente a Francisco, "Currito", que como está Ana, a lo que me responde “de la azúcar igual ahora también tiene colesterol y se esta quedando un poco sorda del oído derecho, comenta Quico, tengo que estar muy pendiente a ella, porque yo soy quien le inyecta la insulina.”


- “A ti. Quico te veo fenómeno, pues has subido esa cuesta de una forma que ya quisiera yo, a lo que él, risueño y con su mirada traviesa, asiente con la cabeza como queriendo decir que los años no pasan en balde.”


Quico, sin entrar en mas detalles, cuando trato de decirle lo que vengo a hacer, me interrumpe diciéndome, "sin problemas, lo que tu quieras, a tu disposición”, le digo que no empecemos a ponernos tiernos, los dos y reímos mientras que mi hijo David, alucinado escucha atentamente la conversación entre estos dos amigos, y tomando varias instantáneas fotográficas, a uno que padeció la guerra y al otro, el que escribe, que nació en 1948, cuando todavía andaban por los montes algunos guerrilleros.


La expresión de "ponernos tiernos", es porque tanto Francisco como yo tenemos las lágrimas prontas en los ojos, nos emocionamos fácilmente. La charla que mantengo con Quico y con mis amigos de la Sierra y de los montes, tanto andaluces como de otras comunidades, es sólo éso, hablar emocionadamente entre amigos, y es para mí tener el gran honor de que así me consideren ellos, sabios de la vida, y sus familias, incluso en algunas que me consideran de su propia familia.


Por eso quiero decir a todos los que lean estas líneas, que los Guerrilleros eran y son personas normales, que tienen el corazón y los demás órganos en los mismos sitio que los demás, y que también sus sentimientos son iguales que los de los demás, son seres humanos, el hecho de que la historia los haya tratado como quiso el dictador, no da lugar a creerse todo lo que ciertos libros, archivos, etc, etc, dijeron , y todavía dicen, de ellos. Ellos también tienen derecho a expresar su versión de lo acontecido.


Quico, que sufrió 17 años y medio en las cárceles franquistas, por pertenencia a la guerrilla antifranquista y pertenecer al partido comunista desde 1947, es una persona que soportó la gran pena de que su padre fuese fusilado al principio de la Guerra Civil, y que incluso nunca llegase a saber donde le enterraron.


Cuenta que estaba un día trabajando en las labores del campo, cuando alguien le avisó de que le iban a detener, y, sin pensarlo dos veces, Francisco escapó hacia una zona montañosa de Algeciras, entre la Granja y los Barrios, sabía lo que le esperaba si le detenían: torturas, vejaciones ...y el paredón. Allí Francisco se unió a los huídos y guerrilleros que operaban en la zona. Era su única esperanza. Algunos de ellos eran naturales de los Barrios y Jimena de la Frontera. Francisco fue herido en el cuello en una emboscada de la Guardia Civil al poco tiempo de incorporase a la Guerrilla, cerca de Ronda, y estuvo oculto en la Serranía, mientras le curaron, en una larga convalecencia entre la vida y la muerte, que duro aproximadamente dos meses.


En su huida a la Sierra dejó una novia en la Estación de San Roque, quien le esperó pacientemente casi a lo largo de toda una vida, la que hoy sigue con él, su amada e inseparable Ana. Francisco me cuenta, como algunas de las novias y esposas de guerrilleros subían a las montañas a verles, y lo que ellas y ellos se arriesgaban en esas visitas. “Había que tener mucho valor -dice Quico, emocionado- pero el amor es el amor.”. Le pregunto, como era la vida en el monte, siempre amenazado, las inclemencias del tiempo, y los roces con la Guardia Civil. Y muy tranquilo, me empieza a explicar:

- Nosotros al contrario de lo que algunos dicen, jamás estábamos en cuevas, dormíamos y acampábamos en pleno monte, teníamos unas lonas, una especie de hules, de los que se ponen en las mesas de las cocinas, con el que hacíamos una cabaña con cuebierta a dos aguas, como las que se ven de esas tipo camping o canadienses de ahora -explica Francisco con detalle- ,luego una vez montada, echábamos ramas encima para camuflarla; estas telas no dejaban pasar el agua, y en algunas ocasiones, hacíamos un surco en la tierra alrededor de la cabaña, para que cuando lloviera evitar que no entrara el agua dentro de nuestro refugio, e incluso poder reutilizarla "

Hacemos un dibujo a medias, segun su descripcion, del tipo de refugios provisionales que ellos se construían en la Sierra.

- Cuando tu quieras, te demuestro como con un simple cobertor, hago una caseta como la del dibujo éste que has hecho y verás que el interior no se moja.-afirma orgulloso Quico-
- ¿Como hacíais fuego, para que no os descubrieran.?
- Casi siempre llevabamos carbón, pero algunas veces, cogíamos leña muy seca para que no hiciera mucho humo, el carbón como los alimentos lo conseguíamos a través de nuestros enlaces. Pasabamos mucho tiempo escondidos, y cuando alguien nos veía, o creíamos que nos habían localizado, levantabamos el campamento y nos íbamos hacia otra zona.


- Particularmente,- le comento- me ha llamado mucho la atención, la cantidad de kilómetros que recorrían en una noche y como lo hacían.

- Siempre ibamos a campo traviesa, -contesta Quico- y cuando cruzábamos algún camino, uno de nosotros siempre borraba las huellas, con una rama, para no dejar rastro. Hice tareas de suministro para el grupo de Bernabé López Calle, el "Comandante Abril" y "Manolo el Rubio", pero no llegué a verles en persona. Cuando marchábamos por el campo, en algunas ocasiones la Guardia Civil ha pasado muy cerca de nosotros y, aunque alguien diga lo contrario, nunca hemos abierto fuego contra ellos, esto puede parecer un cuento pero es verdad, y os lo puede asegurar cualquier guardia de aquella época.


Le pregunto, si en algunos momentos hombres tan jóvenes no se olvidaban de la situación que vivian y se reían o bromeaban, entre ellos y sin pensarlo, Quico comienza a cantarme algunas de las cancioncillas que ellos cantaban en el monte o en la cárcel: "Luz de su Divina Estrella, con su pqueño rayo, el Guerrillero huye...".
Intenta acordarse de las letras pero se le olvidan algunas, tropieza, empieza de nuevo. nos reímos los tres y Ana que lo escucha cantar acude y ya nos reímos a carcajadas los cuatro, He de reconocer que tiene buena voz y lo que más me llama la atención es que Francisco siempre se ríe continuamente.


La tarde, ha transcurrido charlando, emocionados y riéndonos, pues cuando Francisco ya se arrancó a cantar, no habia quien lo parara, no cabe duda que a mi amigo Francisco -Quico o Currito-, los sufrimientos y penalidades pasadas no pudieron borrarle la sonrisa ni su forma rebelde de ser. Como aquella rebeldía innata, que le llevó 3 veces a las celdas de castigo en el tristemente célebre Penal de Burgos.

En la entrevista, que le hizo el cronista oficial de San Roque, Antonio Pérez Girón, en octubre de 1994 para la revista local "Alameda", decía: Al romper filas en la formación de presos, o después de pasar lista, gritábamos contra el régimen, “¡Abajo Franco!” ó “¡Abajo la Dictadura!”,"Viva la democracia"…y nos volvían a meter en celdas de aislamiento. En esta misma entrevista Quico le contaba a Antonio que “Estábamos condenados a muerte, y los funcionarios metían la llave en la puerta para asustarnos. Era terrible, pero manteníamos la esperanza, hasta los compañeros que murieron fusilados mantuvieron la esperanza hasta el ultimo momento.”

Francisco López Herrera (Con la niña en brazos), junto al "Comandante Ríos" (Último por la dcha.), en el Penal de Burgos. De esta forma el Rëgimen franquista de mostraba el gran "trato humano" dado a sus presos políticos y el "buen ambiente" que se respiraba en las cárceles franquistas.


Quico mantiene que aunque a él no lo maltrataron físicamente, en Burgos sabia que a algunos si los maltrataron. “Te voy a contar un caso” -dice Quico,- de uno de los funcionarios, que, cuando estaban los presos fregando el suelo, que se hacia de rodillas y con un trozo de saco, -el frío en Burgos para qué te voy a contar...era polar- el funcionario pasaba, y le pisaba las manos, a alguno de los presos, y automáticamente decía “perdón”, ...pero al rato, el mismo guardia pasaba otra vez, y volvía a pisarle las manos al mismo desgraciado, o incluso a otro preso. Así, una y otra vez, hasta que se cansaba del jueguecito"...Esto lo presencié con mis propios ojos, pero sigo diciendo que nada de esto me ocurrió a mí personalmente -repite Quico- quizás por suerte”.

“En Burgos estábamos los presos muy unidos y allí fue donde conocí al José Murillo Murillo comandante Ríos.”
Se levanta Quico y nos trae un álbum de fotografías muy bien cuidado. Conforme pasa las páginas, llegamos a las fotografías que se hizo en el Penal de Burgos, le pregunto por qué siempre aparecen fotografiados con niños y niñas pequeños.
Quico no recuerda porqué, pero después lo he preguntado a otros veteranos y la respuesta que me dieron es la siguiente: estaba prohibido hacerse fotografías salvo el día de las visitas y solo podian hacerlo a aquellos que tenían hijos, lo que aprovechaban todos para hacerse fotografías con los niños, fueran suyos o no.

Francisco López Herrera "Quico" o "Currito" y José Murillo, el "Comandante Ríos", abrazándose después de tantos años, en el reencuentro de Guerrilleros, durante las Jornadas de Algeciras, en Abril de 2002


En la cárcel de Burgos el “Comandante Ríos” puso de sobrenombre a Quico “Currito”, por su baja estatura, y así fue, como después de muchos años, se encontraron los dos compañeros en las Jornadas de Algeciras en Abril de 2002.
Recuerdo que el encuentro entre estos dos viejos camaradas fue de las cosas mas emotivas que ocurrieron en dichas jornadas.
“Currito”, cuando pasa las hojas del álbum y me va diciendo quién era cada cual, los ojos se le llenan de lágrimas, su álbum es de hojas adhesivas con anillas, con las fotografías de sus familiares, y solamente con las de la Cárcel de Burgos quizás no terminen de rellenar un sólo álbum.


Esa ha sido parte de la vida de mi amigo Francisco, "Currito", un joven huérfano, hijo de un republicano que murió asesinado, fusilado por el "nuevo orden", que tuvo que escapar a la Sierra, donde fue capturado y condenado a muerte, siéndole permutada la condena por 30 años de prisión, de la que salió después de 17 largos años, para intentar empezar de nuevo su vida truncada.


Pero cuando Currito llegó al Campo de Gibraltar, ya liberado, desde el Penal de Burgos, Ana, aquella novia, que siempre le estuvo esperando desde aquel día que se fue a los montes entre Algeciras y Los Barrios, estaba esperándolo.


Si escribiéramos la vida de Ana. seguro que tendríamos para un documental, pues imaginar lo que tuvo que ser para esta valiente y leal dama, vivir en un pueblo tan pequeño, y ser la novia de un comunista, que estaba en el Monte con los guerrilleros, y luego condenado a muerte, pero ella le esperó durante 17 años, donde ambos perdieron lo major de su juventud.
Ana esta delicada de salud y lo mejor es dejarla tranquila, con su mirada protectora hacia Currito, esa mirada acompañada de una sonrisa cuando mira arrobada a Currito hablar, reír o cantar.


Este es un testimonio de uno de aquellos hombres, que en el Campo de Gibraltar se les llamaba los “rojos”, “los del monte”, “bandoleros”, etc, .etc….y que fueron perseguidos encarnizadamente, aplicándoles la terrible Ley de Fugas, sufriendo ellos y sus familiares innumerables abusos, vejaciones y persecuciones, con la más abosoluta impunidad.
En el Campo de Gibraltar, los guardians del Regimen de Franco se encargaron muy bien de confundir a los verdaderos hombres y mujeres Guerrilleros, con el desertor, el delincuente, el contrabandista, etc.etc. hasta tal punto, que aun hoy en algunos lugares siguen confundidos con unos y otros, teniendo ideas equivocadas o preconcebidas de “los de la Sierra” como les decimos por aquí, o los" rojos" .


La propaganda y literatura oficial de los vencedores de 1939, después de mas de 60 años, todavia hoy sigue surtiendo efecto, muchas veces por miedo, otras por intoxicación informativa o simple ignorancia. Gracias a la labor de investigadores e historiadores, y a testigos orales de la época que van perdiendo el miedo a hablar de aquellos terribles años, poco a poco se va rescatando la verdadera memoria historica del pueblo.

*Colaboración de Luís García, Coordinador de AGE para Campo de Gibraltar-Málaga

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