-¿A quién le importa la sociedad? ¿A ti? No me has
hablado de tu familia; no me has hablado de ti.
Lo decía con despecho.
Lo vivía, y llevaba razón.
Me había acostumbrado a su frialdad. Había pasado por
alto sus sentimientos, porque había llegado a pensar, a pesar de todo, que no
los tenía.
¿Qué te gustaría repetir de tu propia vida?
¿Sabes que no es la primera vez que yo paso por esta
experiencia?
Te dije que tú no habías sido la primera elección, y que
no te iba a explicar...