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La Misión en las Comunidades Laicas Marianistas

 El documento IDENTIDAD DE LAS COMUNIDADES LAICAS MARIANISTAS (Santiago de Chile, Chile 1993) incluye una breve descripción de/ espíritu misionero que anida en ellas. En este documento desarrollamos este aspecto esencial de nuestra identidad y espiritualidad
1.- Todos somos misioneros

1.1.- Nuestros fundadores el Padre Guillermo José Chaminade y la Madre Adela de Trenquelléon, hoy por medio de la Familia Marianista, nos proponen una espiritualidad basada en el misterio de la Encarnación de Jesús, Hijo de Dios, hecho hijo de María para la salvación de los hombres.

1.2.- Estamos llamados, desde el seno de la Iglesia, a hacer presente a Cristo en el mundo como hizo María. Este es el sentido último de nuestra pertenencia a las Comunidades Laicas Marianistas y queremos que constituya una opción de vida.

1.3.- Presentes en el mundo y unidos a Jesús por medio de nuestra Alianza con María, trabajamos con la fuerza del Espíritu por la construcción del Reino.

1.4.- Consideramos que nuestra vida, personal y comunitaria es instrumento preferencial de evangelización, al servicio de la misión de la Iglesia en el mundo. Estamos dispuestos a colaborar en toda acción misionera encaminada a la multiplicación de los cristianos y al desarrollo de un mundo más justo y misericordioso, más libre, solidario y fraterno

2.- Presentes en el mundo

2.1.- Estar presentes en el mundo significa para nosotros intentar conocerlo, amarlo y transformarlo con el corazón y la fuerza de Jesús.

2.2.- Reconocemos todo lo que es bueno en la historia de la humanidad y denunciamos todo lo que contribuye a la opresión, violencia e injusticia.

2.3.- "Nos revestimos del amor del Salvador y de la ternura de María" (1), nos afectan y preocupan las alegrías y sufrimientos, las esperanzas e inquietudes del mundo.

2.4.- Nuestra espiritualidad nos anima e impulsa a dar respuestas realistas y efectivas para la transformación de los distintos ámbitos de nuestra vida: personal, familiar, educativo, laboral, social, político, económico, cultural, eclesial...

3.- Unidos a Jesús

3.1.- Como bautizados, el centro de nuestra vida es el seguimiento de Jesús y la conformidad con Él en el seno de la Iglesia. Por eso Jesús es el fundamento y raíz de nuestra misión.

3.2.- Para ser sinceros, generosos y fieles en nuestra misión es esencial que seamos hombres y mujeres "fuertes en la fe, seguros en la esperanza y constantes en el amor" (2). Buscamos esta fortaleza en la oración, la formación permanente, el discernimiento personal y comunitario, el compromiso y la vida en comunidad.

3.3.- El amor de Jesús nos impulsa como a los primeros cristianos, a formar comunidades en torno a Él. Nuestras comunidades son signos del amor de Jesús ante el mundo y nos preparan y envían, animando, purificando y sosteniendo nuestra misión.

4.- En Alianza con Maria

4.1.- Reconocemos la misión de María en la historia de la salvación. Dios nos manifiesta en ella una manera de estar presentes en el mundo. Sensibles a las necesidades de los hombres, queremos cumplir su mandato: "Haced lo que Él os diga" (3).

4.2.- Nuestra misión se inspira en las actitudes de María: escucha de la Palabra, apertura a la acción del Espíritu que nos conduce a una acción profético, disponibilidad a la voluntad de Dios, sencillez y fidelidad en la acción. Unidos a ella en su Magnificat, queremos ser testigos en el mundo del amor preferencial de Dios por los pobres.

4.3.- La Consagración a María, dentro de la Familia Marianista, expresa ante la comunidad la voluntad de responder a la vocación de hacer a Dios presente en el mundo en Alianza con María.

5.- Testigos del Evangelio

5.1.- Evangelizamos con nuestra vida que es expresión y testimonio de una fe acorde con el Evangelio. Vivimos en estado de misión permanente.

5.2.-La comunidad ayuda a sus miembros al discernimiento y evaluación de su proyecto personal de misión.

5.3.-El testimonio de la vida comunitaria, en sí mismo, es un medió privilegiado de la misión marianista.

5.4.- Las Comunidades Laicas Marianistas son misioneras. Cada comunidad se esfuerza por vivir en actitud de misión hacia sus propios miembros, hacia el resto de las comunidades, hacia la Iglesia y hacia el mundo.

6.- Enviados a anunciar el Evangelio.

6.1.- Nuestra vocación misionera, atenta a los signos de los tiempos, debe encontrar su expresión en la dedicación de nuestro tiempo, capacidades, energías y bienes, en acciones orientadas al desarrollo de la justicia y la paz, bien sea individualmente o en comunidad. Creemos que para vivir el Evangelio, desde el espíritu de encarnación que nos anima, no podemos evadirnos de la realidad, a menudo contradictoria e injusta.

6.2.- Estamos abiertos a cualquier obra misionera, como promotores o colaboradores, considerando como particularmente propias las que nos permiten trabajar en la transmisión de la fe, por los jóvenes y por los más necesitados.

6.3.-Las Comunidades Laicas Marianistas trabajan con las demás ramas de la Familia Marianista para cumplir su misión. Nuestro espíritu de familia y de colaboración entre laicos y religiosos, inspirados ambos en María, es nuestra particular contribución a la Iglesia y al mundo.

6.4.- Apoyamos el trabajo del Consejo Mundial de la Familia Marianista, especialmente en sus esfuerzos por unir a todos los marianistas en una vocación común. 

(1) Primitivas Constituciones de la Compañía de María 1839. (2) Oración de la Misa de la fiesta de Ntra. Sra. de/ Pilar. (3) Juan 2,5.

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