ALEKSANDR BORISOVICH, PRÍNCIPE KURAKIN
ALEXANDER BORISOVICH, PRÍNCIPE KURAKIN
1752 - 1818

Alexander Borisovich, Prí­ncipe Kurakin (1752-1818)
Hijo del prí­ncipe Boris Leonti Alexandrovich Kurakin y
de la condesa Elena Semyonova Apraxina, es compañero de
estudios del entonces hijo y heredero de la emperatriz
Catalina II "la Grande", el gran-duque Pablo de Rusia,
con el cual empezará su educación. Gracias a la
costumbre cosmopolita imperante entonces en la Europa
dieciochesca, acabará completando sus estudios en la
Universidad de Leyden, en las Provincias Unidas,
siguiendo una tradición inaugurada por el entonces
emperador Pedro I "el Grande", el cual ya recomendaba
entonces la formación de los hijos nobles rusos en los
Paí­ses-Bajos y en otros países europeos con prestigiosas
universidades.

De vuelta a San Petersburgo, Kurakin será nombrado
Senador Imperial en 1775, obteniendo en 1778 el cargo de
chambelán de la corte y recibiendo su nominación de
Procurador Jefe del Senado Ruso. Sin por ello renunciar
a sus nuevas dignidades palatinas y públicas, Alejandro
Borisovich Kurakin formará parte del séquito del
gran-duque Pablo en su gira por Europa debido a la
estrecha amistad que le une al heredero del trono, quien
le llama cariñosamente "mi alma".

Desgraciadamente, la amistad de Kurakin con el
gran-duque heredero es mal vista por Catalina II quien,
usando de pequeños pretextos, lo exilia lejos de la
corte, confinándolo en sus posesiones de Nadezhdino, en
la provincia de Saratov. Su lejanía no impide,
afortunadamente, que mantenga con Pablo una estrecha
relación epistolar que durará hasta la muerte de la
emperatriz en 1796.
En esa fecha, y ya proclamado zar y
emperador Pablo I, Kurakin será llamado a su lado para
ocupar un puesto de importancia en la corte rusa. El
emperador le colmará entonces de todos los honores
posibles nombrándole consejero secreto y personal,
miembro del Consejo Imperial y vice-canciller de Rusia,
premiándole con las más altas condecoraciones de las
órdenes de San Vladimiro y de San Andrés (caballero
Gran-Cruz de 1er grado). No contento con ello, Pablo I
le regalará un suntuoso y enorme palacio en San
Petersburgo a modo de residencia, y extensas propiedades
en Astrakhan con 4.000 siervos. El fastuoso tren de
vida, las aventuras femeninas y el desmedido amor por
los diamantes del príncipe Kurakin le transforman en un
cortesano popular al que ya entonces se conoce bajo el
apodo de "el Prí­ncipe Diamante".

Caído en desgracia en 1798, Kurakin se retira a Moscú
por espacio de 3 años. Las paranoias del monarca, cada
vez más delirantes y rayanas en la locura, transforman
su vieja amistad por Kurakin en auténtica aversión por
el mero hecho de sospechar que no aprueba la avalancha
de decretos imperiales tan excéntricos como abusivos. En
realidad, Pablo I ya no está en sus cabales, tal y como
escribirí­a en sus cartas al Gobierno de Londres el
entonces embajador británico en San Petersburgo, Lord
Whitworth.

Tras cerrar a cal y canto las fronteras de su
Imperio, Pablo I arremeterá contra cualquier publicación
extranjera (más si es francesa) imponiendo una férrea
censura hasta en los salones aristocráticos de la
capital donde antes se alababan y leían a los filósofos
franceses. Irá hasta regular en los más nimios detalles
el reglamento protocolario y la vida diaria de su corte,
fijando la cantidad de caballos permitidos para una
carroza o una calesa, la vestimenta y las joyas que se
han de llevar, todo eso y más a golpe de decretazo
inapelable. En consecuencia se atrae las iras populares,
de la nobleza y de la propia iglesia ortodoxa,
convirtiéndole en el monarca más odiado y temido de la
historia rusa desde el reinado de Ana I. Consciente de
su impopularidad y temeroso de ser ví­ctima de una
conspiración, Pablo vive entonces recluído en su
palacio-fortaleza de San Miguel, lo que no evitará que
un complot llevado a cabo por sus más allegados
consejeros, y con el acuerdo del gran-duque heredero
Alejandro, acabe con su vida en 1801, al ser asesinado.

Con el asesinato de Pablo I, Kurakin podrá regresar a
San Petersburgo llamado por el emperador Alejandro I, el
cual le devolverá su cargo de vice-canciller y, además,
nombrándole canciller de las Ordenes Rusas, abriéndole
las puertas de una brillante carrera diplomática.
Presente en el Tratado de Tilsit, junto al emperador, es
finalmente destinado a encabezar la importante embajada
rusa en Parí­s, embajada que desempeñará con éxito entre
1809 y 1812.

Interrumpidas las relaciones amistosas con
Francia en 1812, es llamado a San Petersburgo y, poco
después, estalla la guerra. Durante la invasión francesa
en Rusia, con la caída de Moscú a manos enemigas,
Kurakin sigue al emperador en todos sus desplazamientos
hasta el final de las hostilidades.

De su estancia de 3 años en Parí­s, Kurakin dejará
redactadas unas interesantes "Memorias".
Hombre conocido por su vanidad, su fastuosidad, su
desmedido amor a los diamantes (que compra a kilos), y
con fama de terrible mujeriego, Alexander Borisovich
Kurakin nunca juzgó oportuno casarse, aunque eso no le
impidió tener nada menos que 70 hijos ilegí­timos!
Falleció a sus 66 años de edad después de haber
disfrutado mejor que nadie de la vida y de los placeres
que le ofrecía su posición social.
Pablo I Petrovich, Emperador y Zar de Todas las Rusias (1754-1801)
Alejandro I Pavlovich, Emperador y Zar de Todas las Rusias (1777-1825)
Aleksandr Borisovich, Príncipe Kurakin, en caballero de la Orden Imperial de San-Andrés (1752-1818), según el retratista Levitzky.
Aleksandr Borisovich, Príncipe Kurakin, en 1800.
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