GILLES DE RAIS, 1404-1440
GILLES DE RAIS

1404 - 1440

Nacimiento, juventud, adolescencia y mayor�a de edad

Hacia finales del a�o 1404, Gilles de Rais, seg�n datos aportados por varios historiadores, naci� en la torre negra del castillo de Champtoc�. El 28 de septiembre de 1415, su padre, Guy de Laval (un Montmorency), fallece confiando la tutela de su hijo a Jean Tournemine de La Hunaudaye, su primo, pero contrariamente a las disposiciones testamentarias, es su abuelo Jean de Craon quien educar� al joven Gilles. Quiz�s puede mirarse a Jean de Craon como uno de los factores, el origen de la locura asesina de Gilles de Rais, pues se le ha descrito como un hombre extremadamente violento, taciturno, calculador y exento de escr�pulos.

El 14 de enero de 1412, Gilles de Rais hab�a sido prometido en matrimonio a Jeanne Peynel, rica heredera, con el objetivo de captar su fortuna, y el que est� detr�s de toda esa artima�a no es m�s que el propio abuelo del novio. En el curso de las extra�as discusiones alrededor de la futura boda, el Parlamento de Par�s se pronunciar� en contra de ese matrimonio, prohibi�ndolo.
No es hasta el 28 de noviembre de 1417 que se vuelve a poner en el ajedrez de las alianzas matrimoniales al joven Gilles de Rais, y esta vez se trata de casarle con la sobrina del duque Juan V de Breta�a. Desgraciadamente, la intentona se traduce en un nuevo fracaso.
En noviembre de 1420, Gilles de Rais rapta a su prima Catherine de Thouars, para casarse con ella... �Qui�n estuvo detr�s del rapto? pues ni m�s ni menos que el abuelo del novio, Jean de Craon.
A finales del a�o 1420, la mujer de Jean de Craon fallece y, tras una cort�sima viudez, �ste vuelve a contraer segundas nupcias con la abuela de Catherine de Thouars, Anne de Sill�.
El 24 de abril de 1422, Gilles de Rais se casa p�blicamente con Catherine de Thouars. Dos a�os despu�s, en 1424, es declarado mayor de edad y libre de disponer como entienda de su fortuna. Tomando las riendas de su vida, Gilles aparta gradualmente de su lado a Jean de Craon.
En 1427, Gilles de Rais hace su debut en la carrera militar contra los ingleses, con inusitada brillantez. �tienne Corrillaud de Pouzauges, entonces de 10 a�os de edad, entra a su servicio en calidad de paje.
El 28 de abril de 1429, nuestro protagonista marcha junto a Juana de Arco sobre Orl�ans, ciudad asediada por los ingleses.
A finales del a�o 1429, la hija de Gilles de Rais, Marie, nace.
El principio de la prodigalidad de Gilles empieza con la venta del castillo de Blason, contando los 25 a�os y considerado como uno de los mayores guerreros del reino franc�s. Mariscal de Francia por gracia del rey Carlos VII, obtiene el supremo privilegio de adornar su escudo de armas con las flores de lis, a modo de reconocimiento real.

El 30 de mayo de 1431, Juana de Arco es quemada viva en la ciudad de Rouen.
El 15 de noviembre de 1432, el abuelo de Gilles de Rais, Jean de Craon, fallece. La provincia del Poitou se convierte en la residencia del mariscal de Rais.
Entre 1432 y 1433, los cr�menes empiezan...

La Familia

Gilles de Rais era el resultado de la uni�n de cuatro familias ricas y poderosas. De hecho, la uni�n que produjo el nacimiento de Gilles, sirvi� para reunir familias que, pol�ticamente, estaban en conflicto. Las cuatro casas implicadas eran:
-La Casa de Rais.
-La Casa de Laval, familia del abuelo paterno de Gilles.
-La Casa de Machecoul, estrechamente aliada a la familia de su madre.
-La Casa de Craon, familia de su madre.

En 1383, cuando el duque Juan IV consolidaba su posici�n en Breta�a, desposey� a Jeanne de Rais, �nica superviviente en l�nea directa, y la sucedi� en sus tierras. A mediados de los a�os 1390, mientras continuaba con sus intrigas con Inglaterra, ofreci� la mano de su hija Mar�a a Enrique de Lancaster, con una dote que inclu�a la ciudad portuaria de Brest y el se�or�o de Rais. Jeanne de Rais, viendo con impotencia que su casa era ofrecida por un usurpador a un pr�ncipe extranjero, decidi� llevar su caso ante el Parlamento de Par�s, buscando los medios de llevar a juicio al duque Juan IV de Breta�a. El rey Ricardo II de Inglaterra, deseoso de sostener a su aliado bret�n, tom� la defensa de Juan IV. Tras una prolongada lucha judicial, Jeanne de Rais consigui� recuperar su patrimonio con todos sus derechos de se�ora-propietaria pero, se plante� entonces un nuevo problema... a su muerte, �quien heredar�a sus tierras?
La muerte del duque Juan IV a principios de noviembre de 1399, aceler� las decisiones que hab�an de tomarse. En 1402, su viuda, Juana de Navarra, cas� con el rey Enrique IV de Inglaterra. Jeanne de Rais, cuyo apodo era "La Sage" (La Sabia), se percat� de que el tiempo jugaba a su favor, recordando que anta�o, en 1304, la Casa de Rais se hab�a aliado convenientemente con la Casa de Machecoul, cuando Eustachie Chabot (de la Casa de Rais) se cas� con G�rard de Machecoul. La descendiente de ambos, Catherine de Machecoul, hab�a contra�do matrimonio con Pierre de Craon, y el hijo de �stos, Jean de Craon, tuvo una hija llamada Marie.
En la �poca del padre de Jeanne de Rais, una de sus t�as, otra Jeanne apodada "La Folle" (La Loca), se hab�a casado con Guy de Laval. El descendiente de ambos, otro Guy de Laval, se presentaba como un potencial sucesor y heredero del se�or�o de Rais. Para Jeanne de Rais, la soluci�n se presentaba clara como el agua y era imperativo casar a Guy de Laval con Marie de Craon, reuniendo con este matrimonio, todas las ramas de la familia, y hacer del hijo de �stos (el primog�nito), el sucesor y heredero universal de sus bienes.
A pesar de la sabidur�a de Jeanne de Rais, era dif�cil edificar un puente sobre el abismo pol�tico que se hab�a ido ahondando durante todos aquellos a�os...
La Casa de Rais ten�a en muy baja estima a la Casa de Montfort, la cual, despu�s de todo, hab�a robado su se�or�o ofreci�ndolo a los ingleses. La Casa de Craon, por otro lado fuertemente unida a los Montfort, hab�a intentado con Pierre de Craon, probablemente bajo las �rdenes del duque Juan IV, asesinar a Olivier de Clisson (de la facci�n pro-francesa al mando de Nantes), y luego hu�do a Espa�a.
Pero como apremiaba a Jeanne de Rais encontrar un heredero, so pena de que el se�or�o fuese nuevamente captado por el ducado de Breta�a, �sta se puso manos a la obra e intent� mediar para allanar las diferencias. Su mediaci�n se tradujo en un rotundo �xito cuando el 5 de febrero de 1404, Guy de Laval desposaba a Marie de Craon, y en oto�o, nac�a su primer hijo, Gilles. A �ste le sigui� otro hijo, Ren�, nacido en 1407.

Gilles de Rais, Mariscal de Francia y criminal arrepentido

Gilles de Rais es una figura hist�rica fascinante. Se le describi� como un hombre orgulloso, rico, hermoso, devoto, cristiano, valeroso, joven, diestro en la batalla, experto conocedor de arte y amante de la m�sica. Mariscal de Francia, fue compa�ero de Juana de Arco durante la Guerra de los Cien A�os. Rodeado de disc�pulos, de soldados a su sueldo y de cortesanos, era uno de los caballeros m�s ricos de Francia, y el m�s c�lebre guerrero de su tiempo. El 13 de septiembre de 1440, Juan, Obispo de Nantes, firm� la citaci�n legal que llev� a Gilles de Rais ante un tribunal de justicia.
Mat�, estrangul� y masacr� numerosos ni�os inocentes de manera inhumana, cometiendo con ellos el pecado de sodom�a, el crimen m�s abominable y execrable que se puede practicar. Frecuentemente, invoc� a los demonios y, para ello, sacrific� ni�os ofreciendolos para sellar sus pactos, pactos que llev� a cabo perpetrando ocasionalmente otros cr�menes y dem�s pecados. En un per�odo de 10 a�os, con ayuda de su servidumbre, el mariscal habr�a enviado al otro mundo m�s de 200 ni�os en su propia alcoba. Esos ni�os contaban entre 6 y 18 a�os de edad. Deb�a haberse sentido fascinado por la belleza, la pureza de esos chiquillos, y por el dolor que era capaz de infligirles. Sin desestimar el sacrificio de ni�as, a �stas prefer�a los ni�os. Si uno de ellos ten�a una voz bonita y fuese capaz de cantar como un �ngel, ten�a la suerte de salvar su vida y permanecer en el coro de la capilla de uno de sus castillos...
Antes que negar los hechos, Gilles de Rais prefiri� admitir todos sus cr�menes. Sus confesiones resultaron tan repugnantes que, durante la instrucci�n del juicio, uno de los jueces se levant� para cubrir una pintura representando a Cristo, con una cortina. Ante el tribunal de la Inquisici�n, el mariscal no vacilaba en hacer una detallada descripci�n... "admiti� haber eyaculado en el calor el�stico de sus intestinos. Admiti� que les hab�a sacado el coraz�n a trav�s de heridas agrandadas, y con los ojos de un somn�mbulo, mir� los dedos de sus manos sacudi�ndoselas como si por ellos resbalase la sangre vertida. Se dice que, mucho antes, habr�a desmembrado a una mujer encinta para jugar con su feto..."

Art�culo 1: Se tiene por dicho que el mencionado Gilles de Rais, con el fin de cumplir, con los ni�os y ni�as mencionados, sus depravaciones artificiales, y sus ardores libidinosos, tom� por primera vez su miembro viril en una u otra de sus manos, lo frot� hasta enderezarlo, y lo puso entre las piernas de los susodichos ni�os; resbalaba entonces su miembro viril contra el vientre de los ni�os con el mayor de los placeres, con ardor y la concupiscencia libidinosa, hasta que echase su esperma sobre sus vientres.

Art�culo 2: Se tiene dicho que antes de llevar a cabo sus horribles depravaciones y sus pecados de la carne con los ni�os y las ni�as, y con el fin de impedirles que gritasen y evitar que fuesen �stos o�dos, el citado Gilles de Rais los colgaba mediante cuerdas y cadenas y ganchos en su habitaci�n. Luego los soltaba para tranquilizarlos diciendo que solo quer�a jugar con ellos y no herirles, para as� conseguir que dejasen de llorar y gritar.

Art�culo 3: Despu�s de que el citado Gilles de Rais ha cometido sus indecentes pr�cticas, los mataba inmediatamente, rindi�ndoles culpables de su propia muerte... a veces eran decapitados, o degollados, en otras ocasiones eran desmembrados y, algunas veces, se les romp�a el cuello con un bast�n de madera.

Art�culo 4: Se tiene dicho que el citado Gilles de Rais comet�a a veces sus placeres con los citados ni�os y ni�as antes de herirles, aunque en contadas ocasiones; en otras, los sodomizaba mientras estaban colgados de las cuerdas y de los ganchos, antes de infringirles heridas; en otras tambi�n, tras haberles degollado, se masturbaba sobre las venas del cuello, y sobre la sangre que sal�a a borbotones; en otras, los violaba cuando ya entraban en la languidez de la muerte, con la condici�n de que a�n estuviesen calientes.

El bar�n de Rais estaba entre los dolores del deseo y de la contricci�n. Seg�n Thomas Mann, encarn� lo peor del religioso en su condenaci�n. El genio como la enfermedad, la enfermedad como el genio, el tipo del afligido y del pose�do, donde santo y criminal se convierten en uno solo. En sus agon�as de culpabilidad, quiz� de autojustificaci�n, se dirigi� a las familias de los asesinados con esas palabras: "Vosotros que est�is presentes, vosotros, sobre todo, a los cuales he masacrado los ni�os, yo soy vuestro hermano, hijo de Cristo. Por pasi�n por Nuestro Se�or, os imploro, rogad por m�. Perdonad de todo coraz�n el mal que os he hecho, como vosotros esper�is la piedad y el perd�n de Dios."
Su reclamaci�n funcion� e impact� a los asistentes. Cuando el mariscal es ejecutado, sus jueces, centenares de ni�os, los padres, los espectadores, derramaron muchas l�grimas por �l. Gilles de Rais fue el primero en sufrir la pena capital. Sus camaradas, sus c�mplices, le siguieron poco despu�s al pat�bulo. Pero antes de que le diesen muerte, cant� un "De Profundis", con voz sonora y fuerte, a los pies del pat�bulo. Exal� entonces un gemido y a�adi� "Demos gracias a Dios por ese signo manifiesto de su amor", y continu� rezando de rodillas y, con �l, todo el gent�o se arrodill� y rez� con �l. Sentado sobre un taburete, sus manos atadas y el nudo de la cuerda al cuello, el verdugo encendi� la hoguera que se encontraba debajo de �l en el justo momento en que le quitaban el asiento.

El Juicio

Gilles de Laval, Bar�n de Rais (tambi�n se escrib�a "Raies", "Rayx" o "Retz"), combati� al ingl�s al lado de Juana de Arco, siendo un excelente soldado y habiendose consagrado por entero al rey Carlos VII de Francia. Era el protector escogido por Juana de Arco durante la batalla y �l lo demostr� con creces mediante su lealtad y devoci�n. Cabe tambi�n rese�ar que era un cristiano devoto y que, cuando Carlos VII fue coronado rey en la catedral de Reims, Gilles, por derecho y debida a su alta posici�n, fue uno de los caballeros-custodios encargado de llevar el santo �leo para el ungimiento del nuevo monarca.

Los a�os siguientes a la ejecuci�n de Juana de Arco, Gilles mantuvo viva su memoria con la creaci�n y puesta en escena de una reconstituci�n del asedio de Orl�ans, con m�s de 500 actores. Gast� su tiempo y su dinero para reunir una inmensa biblioteca, y sobretodo se consagr� en organizar numerosos servicios religiosos en las capillas de sus castillos, a cual m�s suntuoso y magn�fico.
Gast� tanto dinero durante sus espectaculares reuniones que su enorme fortuna acab� resinti�ndose. Gilles de Rais, recordemoslo, era el noble m�s rico y poderoso de Europa y, en 1420, su fortuna aument� espectacularmente gracias a su matrimonio con una heredera extremadamente rica, Catherine de Thouars. En calidad de levador de tropas en Francia, jug� un honorable papel durante las guerras contra los ingleses pero, tras la coronaci�n de Carlos VII, se retir� a sus dominios de Machecoul, Malemort, La Suze, Champtoc� y Tiffauges. Es durante ese periodo de su vida que reconoci� haber recurrido a la alquimia, visto que su fortuna menguaba. Contrat� a varias personas para ejecutar los diversos ritos m�gicos. Una de esas fue el padre Francesco Prelati, que se interesaba en la creaci�n de materias raras (la piedra filosofal) y en la convocaci�n de demonios, utilizando ni�os muy j�venes, de cuya sangre y huesos necesitaba para confeccionar sus recetas m�gicas.

Aunque sus encantamientos diab�licos empezaban a ser cada vez m�s notorios, la ca�da de Gilles de Rais se inici� a partir de un incidente relativamente menor. En septiembre de 1440, el tesorero de Breta�a, Geoffroi de Ferron, compr� uno de los dominios de Gilles. �ste rehus� la admisi�n en el dominio al hermano del tesorero, Jean de Ferron, que hab�a venido para tomar posesi�n de la propiedad y del t�tulo. La c�lera de Gilles de Rais habr�a pasado desapercibida si Jean de Ferron no hubiese sido un cl�rigo, puesto que Gilles entr� en su iglesia a lomos de su corcel, a voz en grito...
El obispo Jean de Malestroit (obispo de Nantes), cogi� al vuelo la ocasi�n para llevar a Gilles de Rais ante un tribunal, con cargos que hab�a secretamente preparado desde julio de 1429. El obispo alent� los cargos de herej�a y un juicio fue reclamado por la corte ducal bretona. El duque, el obispo y el inquisidor se confabularon y apoyaron ganando una fortuna declarando a Gilles de Rais como hereje, confisc�ndole m�s tarde su propiedad.
Varios cargos fueron retenidos contra Gilles: la conjura de los demonios, el abuso del privilegio de secretario, las perversiones sexuales contra menores, y la invocaci�n de esp�ritus acentuadas por las acusaciones de sacrificios humanos.
Resumiendo, Gilles de Rais fue acusado de ser un hereje, un ap�stata, un prestigitador de demonios... acusado de crimen y vicio contranatura, de sodom�a, de sacrilegio y de violar la inmunidad de la Santa Iglesia. El 13 de septiembre de 1440, el obispo llev� a Gilles de Rais ante el tribunal. Las auditor�as preliminares tuvieron lugar el 28 de septiembre, el 8, 11 y 13 de octubre, y el juicio formal se inaugur� el 15 de octubre.

El duque de Breta�a, Juan V, sancion� el juicio que comenz� el 17 de septiembre; tras seis sesiones, el 19 de octubre, Gilles de Rais fue sometido a la "Cuesti�n". Para obtener confesiones y evidencias de sus cr�menes, sus criados y cuatro de sus c�mplices fueron torturados. Se escucharon, en total, a 110 testigos (informadores y soplones inclu�dos).
Hay que decir que, hasta entonces, Gilles de Rais nunca recibi� testimonio alguno para su defensa, como tampoco recibi� asesoramiento jur�dico. Ese trato que le dispensaron es conforme a la manera de actuar de un tribunal eclesi�stico, que manipulaba a su favor todo el proceso jur�dico como sol�a hacerlo cuando enjuiciaban a las brujas en la misma �poca.
El viernes 21 de octubre de 1440, Gilles de Rais fue torturado hasta que prometi� admitir "voluntaria y libremente" que era culpable de todos los cargos que se le imputasen, y naturalmente todos los cr�menes por muy incre�bles e imposibles que fuesen.
El 26 de octubre, en Nantes, Gilles de Rais fue ahorcado y su cuerpo dispuesto sobre una pira con dos c�mplices, Henri Griart y Poitou. Cabe hacer hincapi� en las condiciones en las cuales fue llevado a cabo el proceso judicial, por lo tremendamente irregulares, incluso en el caso de acusaciones por crimen de herej�a.
Ni uno solo de sus 500 criados fue llamado a declarar ante el tribunal, y los que quisieron dar un testimonio favorable a Gilles de Rais, fueron torturados hasta que fueron convencidos de pasar al banco de los "acusadores" y "denunciantes" contra el mariscal. Tras cumplir con su parte, exigida por la Iglesia, los susodichos fueron liberados.

Corrupci�n, perjurio y recompensa

El 30 de julio de 1430, Jean de Malestroit, obispo de Nantes, public� el primer documento contra Gilles de Rais. Apoy�ndose sobre el pretendido rumor p�blico y llamando a declarar a tan solo 8 acusadores, acus� a Gilles de Rais de asesinar a ni�os y de practicar con ellos la sodom�a, y de pactar con demonios. A raz�n de sus supuestos actos, Gilles fue desacreditado por las "buenas y serias" gentes. Ese cat�logo de detalles es realmente una t�cnica medieval muy t�pica, hecha para deshacerse de individuos indeseables o molestos. Se puede citar, por ejemplo, a Hugues Aubriot, principal de Par�s, que fue acusado de la misma manera y enjuiciado con las mismas malas artes eclesi�sticas, sesenta a�os antes del arresto de Gilles de Rais. Aubriot, que se hab�a vuelto impopular, hab�a proporcionado de manera involuntaria a sus enemigos todas las razones que se esgrimieron para la acusaci�n cuando en 1381, reenvi� a sus familias un elevado n�mero de ni�os jud�os que hab�an sido quitados a sus padres, a�adiendo que hab�a que indemnizar a la comunidad jud�a. Fue acusado de sodom�a, de herej�a, de ser un falso cristiano, de librarse al comercio de v�rgenes y de mantener relaciones sexuales con jud�os, entre otros. Fue condenado, pero a diferencia de Gilles de Rais, escap� a la pena de muerte gracias a la influencia del Duque de Borgo�a, su principal valedor.
Adem�s, no hab�a defensa posible contra el cargo de herej�a. Cualquiera que fuese lo suficientemente idiota como para defender a un "hereje", era autom�ticamente acusado, a su vez, de hereje, lo que arrastraba inevitablemente la pena de muerte. Juana de Arco, por ejemplo, fue condenada por herej�a y quemada por hereje y no, como se dijo en un principio, por ser una bruja.
En el resultado final, los hechos apenas han importado, porque en la convicci�n medieval de jurisprudencia todo se basaba sobre la confesi�n del reo, no sobre las evidencias y los jurados, a�adamos a eso que la confesi�n siempre se obten�a mediante tortura. La figura del abogado o consejero para la defensa del acusado no existi�, y el concepto moderno de "inocente hasta probaci�n de culpabilidad" tardar�an siglos en llegar a ser una realidad.
Recordemos que Gilles de Rais deb�a ser sometido a dos tipos de investigaciones: una era la eclesi�stica, quiz� la m�s relevante y que iba a llevarle al pat�bulo, y la otra era la civil para tratar especialmente el cargo por asesinato, pero menos relevante que la primera.

El 24 de agosto, Arthur de Richemont, el m�s joven hermano del duque Juan V de Breta�a, confisc� el castillo de Tiffauges propiedad de Gilles de Rais, d�nde �ste hab�a encarcelado a Jean de Ferron, en nombre del duque de Breta�a. El 3 de septiembre, Juan V divide la propiedad entre sus hijos Fran�ois y Gilles de Breta�a. La rapidez de la operaci�n demuestra que el mariscal de Rais se hab�a convertido en una amenaza para el duque.
El 13 de septiembre, un informe sobre el arresto de Gilles de Rais es publicado por Jean de Malestroit, obispo de Nantes. Como lo dijimos anteriormente, en este documento, se acusaba al mariscal de Francia de haber asesinado, torturado y sodomizado a ni�os inocentes, adem�s de pactar con los demonios y de profesar una creencia hereje.
El 19 de septiembre, Gilles fue arrestado por herej�a doctrinal. Sin desmoronarse y con suprema serenidad, el bar�n de Rais asegur� ante los jueces eclesi�sticos, estar dispuesto a reconocer el cargo de herej�a. Tras una breve pausa que permiti� reunir a diez testigos suplementarios, el juicio eclesi�stico se inici� solemnemente el 8 de octubre, presidiendo el obispo de Nantes, Jean Blouyn en calidad de investigador y Guillaume Chapeillon, procurador clerical.
Ese mismo d�a, los cargos por sodom�a, invocaci�n y sacrificios a los demonios, y por herej�a fueron presentados oralmente. En espera del veredicto, Gilles de Rais indic� a sus jueces que deseaba apelar. Su apelamiento fue inmediatamente rechazado pues fue formulada oralmente y no por escrito como estaba estipulado. Un apelamiento oral no era permitido dada la naturaleza particularmente grave del caso. Por lo dem�s, los jueces aseguraron al bar�n de Rais que no hab�a en sus intenciones el deseo de oprimirle pero que el juicio seguir�a su curso. Nunca se le di� la oportunidad de pasar por escrito su apelamiento.
Ante la evidencia de que nunca encontrar�a ayuda ni defensa alguna, Gilles de Rais neg� tajantemente la veracidad de los art�culos de la acusaci�n, declar�ndose, alto y claro, como buen cristiano. El procurador jur� entonces de decir solo la verdad e invit� al mariscal a prestar juramento como �l pero Gilles de Rais, realizando la inutilidad de tal gesto y conciente de que la �nica verdad que el tribunal pod�a aceptar fuera que, en efecto, era culpable de todos los cargos, rehus� prestar juramento haciendo el juego de sus jueces.
As� interrumpido, el juicio fue suspendido hasta el martes siguiente, 11 de octubre. Ese d�a, el proceso fue remitido a m�s tarde, hasta el 13, pero ese d�a no fue perdido: el tribunal eclesi�stico reuni� un nuevo plantel de testigos adicionales para presentar acusaciones en el juicio civil instruido contra el mariscal. Esas gentes y supuestos "testigos llorosos", se lamentaron y pidieron que se hiciera "justicia"...

El jueves 13 de octubre, el tribunal fue nuevamente convocado. Gilles de Rais era, ahora, presentado formalmente por escrito, con los 49 art�culos de acusaci�n contra su persona.
En el curso de los �ltimos 14 a�os, seg�n se desprende de los "art�culos", Gilles de Rais habr�a raptado a ni�os de ambos sexos y los habr�a cruelmente asesinado, desmembrando e inciner�ndolos; que sacrific� cuerpos de ni�os a los demonios; que cometi� sodom�a con ellos antes, durante y despu�s de muertos; que hizo asesinar a �stos por sus c�mplices; que mand� a sus criados que se hiciesen con m�s ni�os y se los entregasen; que contrat� a personas encargadas de invocar a los demonios en su nombre; que entr� en contacto con esos demonios para adquirir conocimientos, poder�o y riqueza; que concluy� pactos con dichos demonios en los cuales acept� realizar todos sus deseos y voluntades; que frecuent� la compa��a de brujos y prestigitadores; que tuvo costumbre practicar artes prohibidas para obtener riquezas y poder para si mismo; que confi� todas sus esperanzas, sus intenciones, su fe en los malos esp�ritus; que se libr� cotidianamente a actos de glotoner�a; que prometi� renunciar a su mala vida y hacer peregrinaje en Jerusal�n, pero que rompi� finalmente su juramento... Por dichas razones habr�a ca�do en la herej�a, la idolatr�a y la renuncia a la Fe; que habr�a violado la inmunidad eclesi�stica al agredir a Jean de Ferron, y que todo eso es ahora de notoriedad p�blica.

Al o�r todas esas memeces, Gilles de Rais perdi�, por vez primera, su serena tranquilidad. En un arrebato de ira, declar� no reconocer la autoridad de Jean de Malestroit y de Jean Blouyn como jueces, y que se manten�a firme en su voluntad de apelar.
El informe del juicio subraya que habl� "con insolencia" y "con arrogancia".
Su c�lera le empuj� a acusarles de robar y mendigar restos de mesa, insult�ndoles y afirmando que preferir�a ser desollado vivo antes que estar en presencia de semejantes eclesi�sticos y jueces sinverg�enzas, corruptos y mentirosos.

Es interesante hacer hincapi� en las acusaciones formuladas por Gilles de Rais contra sus jueces, tach�ndoles de ladrones, corruptos y mentirosos. De hecho, tenemos razones para creer que los presuntos obispo e inquisidores pod�an no ser del todo dignos de confianza. A pesar de la dureza de la Iglesia de la pre-Reforma hacia los casos de corrupci�n, no es dif�cil imaginar a sus camaradas bretones ba�arse en la corruptela y sacar provecho de ella. No olvidemos que Jean de Malestroit ten�a lazos de sangre con Juan V de Breta�a, y que tuvo que actuar por �l en el pasado para tomar posesi�n de la tierra de Champtoc�, propiedad de Gilles de Rais. El mariscal en persona confirm� y testific� que, en su d�a, Jean de Malestroit le hab�a dicho "no har� nada por vos siendo yo obispo de Nantes."

Gilles de Rais fue entonces nuevamente invitado a responder a los art�culos, a lo que rehus� por segunda vez responder y dejando patente que no dir�a nada m�s al respecto. Cuando se leyeron por segunda vez los art�culos, Gilles de Rais respondi� que le extra�aba de sobremanera que Pierre de L'H�pital, presidente del Parlamento de Breta�a, permitiese a Jean de Malestroit y a Jean Blouyn corromperse en cr�menes de este tipo, los mismos de los cuales le acusaban ahora!

Cabe preguntarse en qu� circunstancias, durante ese periodo de corrupci�n, Jean de Malestroit se convirti� en obispo de Nantes... Desgraciadamente, la Historia no nos proporciona esa respuesta capital. �Es posible que Jean de Malestroit y Jean Blouyn fuesen en efecto, como el mariscal los denunci�, unos jueces incapacitados para instruir semejante proceso judicial? Sin duda alguna. Ante la falta de evidencias m�s claras y concisas, los jueces de Gilles de Rais deben ser considerados igualmente o tan sospechosos como �l.

Confrontados a ese desaf�o, Jean de Malestroit y Jean Blouyn juzgaron a Gilles de Rais por su desprecio al tribunal y lo excomulgaron. A pesar de eso, siguieron instruyendo el proceso, a lo que Gilles de Rais puso en duda la legitimidad de esa corte de justicia, aunque solo lo pudo hacer oralmente ya que se le neg� (otra vez) presentar una queja por escrito, y dud� tambi�n de la legalidad de su excomuni�n y de la competencia del obispo y del inquisidor.
Dos d�as m�s tarde, el 15 de octubre, se produce un giro inesperado: Gilles de Rais reconoci� la competencia de sus jueces y les pidi� perd�n, por lo que a ra�z de ese sorprendente cambio de actitud (muy sospechoso, por cierto), algunos bi�grafos leyeron en ello la admisi�n de culpabilidad.
Tras un mes de arresto y encarcelamiento, Gilles de Rais hab�a vivido en la esperanza vana de un gesto del rey a su favor. El paso del tiempo acab� por vencer sus esperanzas, y el rey no movi� un dedo (igual que en el caso de Juana de Arco). Carlos VII "el Vencedor" merece, decididamente, el apodo de Carlos "el Ingrato".
Respondiendo finalmente a los cargos, Gilles de Rais admiti� haber le�do un libro de alquimia y de demonios para practicar la alquimia. A pesar de sus negaciones, testigos tales como sus criados Henriet y Poitou, Francesco Prelati, el alquimista Eustache Blanchet, Tiphaine Branchu y la sirvienta Perrine Martin, fueron llamados ante el tribunal para testificar contra �l. Pareci� confiado en cuanto a los art�culos que le acusaban de practicar la alquimia y la lectura de un libro relativo al tema, creyendo que los testigos (amigos de ayer), hab�an declarado contra su voluntad, considerando que si deb�an escuchar su consciencia, no pod�an aportar testimonio para la acusaci�n. En eso, obviamente, se equivoc�.

Gilles de Rais rez� para no ser excomulgado. El informe judicial le describe cubierto de l�grimas, implorando su regreso en el seno de la Santa Iglesia. Uno se puede preguntar cu�nto costaba la ejecuci�n del mariscal de Francia, en provecho de sus jueces que se llenaban los bolsillos para llevarle a la hoguera...
El obispo y el inquisidor fueron raudos para acoger de nuevo en el seno de la Madre Iglesia a esa "oveja negra", suspirando aliviados ante su aparente capitulaci�n.
Se conden� a Gilles de Rais a pagar 50.000 escudos de indemnizaci�n por el maltrato dado al cl�rigo Jean de Ferron, indemnizaci�n que hab�a de ser entregada al... �duque Juan V de Breta�a!
Pierre de L'H�pital, presidente del tribunal secular, fue entonces asaltado por las dudas sobre si no se comet�a cierta injusticia contra Gilles de Rais. Obviamente m�s recto y honesto que el obispo y el inquisidor, dictamin� que la indemnizaci�n se hallaba sobradamente pagada al confiscar el duque de Breta�a unas tierras de Gilles de Rais. Pero incluso impartiendo justicia con m�s honorabilidad que el tribunal eclesi�stico, Pierre de L'H�pital se encontraba con las manos atadas y pareci� sospechar que se hab�a urdido todo un complot para hundir y quitar de en medio a un poderos�simo se�or feudal, como lo era Gilles de Rais, y ciertamente instigado por el duque de Breta�a. De su actitud y de sus conversaciones con Francesco Prelati, se desprende la sombra de la duda...
Pierre de L'H�pital prometi� a la familia de Gilles de Rais que, una vez ejecutado, su cadaver ser�a inmediatamente retirado de la pira para recibir cristiana sepultura en la iglesia escogida por el reo, con gran procesi�n, escolta y servicio f�nebre.
Hay un dato extremadamente curioso: Prelati y Blanchet, los alquimistas e invocadores demon�acos, no fueron ejecutados. Se les golpe� la mu�eca y fueron liberados. Desaparecieron para nunca ser vistos jam�s... y ese, es un punto que sigue causando cierto malestar en aquellos que asumen naturalmente la culpabilidad de Gilles de Rais.

El cuerpo del bar�n Gilles de Rais, mariscal de Francia, descansar� (tal y como lo deseaba antes de ser ejecutado) en una sepultura cristiana, en la Iglesia de Nuestra-Se�ora del Carmelo, en Nantes. Trescientos cincuenta a�os despu�s, los revolucionarios destruyen su tumba...

Francesco Prelati

Desesperado por no encontrar un alquimista digno de ese nombre para colmar sus deudas colosales, Gilles de Rais conoce, gracias a Eustache Blanchet, ex-monje, a Francesco Prelati. Seg�n su testimonio, en el curso del juicio, Prelati afirmaba haber nacido en Monte Catini, en la di�cesis de Luca. Abraz� la carrera eclesi�stica y entr� en las �rdenes. Pronto se interes� por la geomancia bajo la influencia de un m�dico florentino, Gianni de Fontanel. Ambos, seg�n la leyenda, hicieron aparecer un buen n�mero de demonios a cambio de algunas gallinas y golondrinas... Ante semejante poder, Blanchet se convenci� que Prelati era el hombre necesario y lo present� ante su se�or.
No hay descripciones f�sicas de �l, tan solo se sabe que era joven y que deb�a estar entre los 22 y 24 a�os de edad cuando lleg�, el 14 de mayo, a las puertas del castillo de Tiffauges, escoltado por hombres enviados por el mariscal de Rais.
Por su inteligencia y su hermosura, sin duda, conquist� r�pidamente el coraz�n y el cuerpo de Gilles de Rais. Ante la inevitable bancarrota del se�or, Prelati hac�a figura de ser el hombre enviado por la Providencia, aunque en realidad fue el que empuj� a Gilles de Rais hasta los abismos del infierno.
Por tres veces, y para la obtenci�n de riquezas y oro, Prelati convoc� al demonio Baron en presencia de Gilles de Rais. Obviamente, el demonio no se present� jam�s ante ning�n testigo, y parec�a que solo se presentaba caprichosamente ante Prelati cuando �ste estaba solo...
Cabe a�adir que Prelati procedi� repetidas veces a invocar a los demonios, pero nunca pas� lo que deb�a de pasar. De hecho, Prelati era m�s bien un farsante que se aprovechaba de la ingenuidad, de la necesidad imperiosa de Gilles de Rais para encontrar una soluci�n a sus problemas financieros.
Gilles de Montmorency-Laval, Bar�n de Rais, Mariscal de Francia, 1404-1440
escudo de armas de Gilles de Montmorency-Laval, Bar�n de Rais
Sello del Mariscal Gilles de Rais
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