LA MITICA MEMORIA DE UN AUTOR CONTROVERTIDO

serrano

por María Teresa Cárdenas

Impelido por los recuerdos y por una voz que pareciera dictarle al oído, Miguel Serrano dejó fluir su antigua pluma, llenando así innumerables páginas de un proyecto concebido en tres volúmenes. El primero de ellos, " Memorias de El y Yo ", da cuenta de su historia familiar, infancia, juventud y acercamientos a la literatura. Autor además, de una extensa obra mítico-legendaria, algunos de sus títulos han sido traducidos a todos los idiomas.

No pocos prejuicios envuelven la figura de Miguel Serrano. A sus 79 años conserva el porte distinguido,unos penetrantes ojos azules y, absolutamente intacta, su increíble adhesión al nazismo, asumida hace ya casi seis décadas. Esto, junto a sus intrincadas teorías esotéricas -donde misticismo, magia y realidad confuunden sus límites- y una original interpretación de la historia, lo han convertido en todo un personaje: polémico en sus opiniones, atípico como escritor.

Si bien Rilke, Hölderlin y Meyrink ( El Golem ) surgen de inmediato entre sus autores predilectos, no reconoce en ellos influencia literaria. Innegable, en cambio, es la profunda huella que ha dejado en su pensamiento la lectura de Nietzche -ya desde su adolescencia, en el Instituto Barros Arana- y su estrecho acercamiento a las filosofías y religiones orientales, así como su iniciación en la alquimia y los mitos. Fundamental, además, fue su amistad con el escritor Hermann Hesse y el psicólogo Carl Gustav Jung.

Descendiente de una tradicional familia chilena, entre cuyos antepasados se cuentan arzobispos, religiosas y hasta una santa, Miguel Serrano Fernández -sobrino, a la vez, de Vicente Huidobro- asumió su propio camino en busca y defensa del Yo, una lucha por la "individualización", a la manera propuesta por Jung.

Su completa apertura a las vivencias -"ellas son lo único que permite una cierta evolución del alma y del espíritu"- le ha permitido comprobar, "cada día más", la realizació del sincronismo en su vida. Para él, entonces, no existen casualidades sino constantes manifestaciones de esta ley.

Ferviente defensor de su país y de este territorio -del cual dice extraer toda su fuerza- se desempeñó durante dos décadas como embajador: entre 1953 y 1962 en India; los tres años siguientes en Yugoslavia, y hasta 1970 en Austria. Diez años en Suiza le permitieron ahondar en sus conocimientos y reflexiones.

Curioso personaje, Miguel Serrano. En plena etapa de consensos, él parece encarnar la memoria de otra época: aquella en que los escritores no les temían a las polémicas y, muy por el contrario, hacían de ellas un verdadero ejercicio intelectual.





-En su libro hay una constante alternancia entre lo mítico y lo real. Tratándose de Memorias, ¿qué límites le pone usted a la imaginación?

Ninguno. Porque yo creo que la imaginación es parte Mía también. Curiosamente, yo estoy escribiendo este libro sin una nota. Está todo dentro de mí. Por eso me estoy apurando...

-Qué lo motivó a escribir estas Memorias?

Tal vez una necesidad de transmitir, sobre todo a la juventud, cómo se puede vivir una vida mágica siempre que se esté al margen de Internet y de toda esa parafernalia. Al mostrar este camino, esta forma de ver el mundo y de crecer, pienso que estoy, de alguna manera, aunque con mucho pesimismo y escepticismo, contribuyendo con un antídoto al mundo mecanicista, cibernético, electrónico, tecnotrónico, en el que todo lo van diciendo las máquinas, y donde el ser humano ya no existe, no tiene tiempo para vivir.

-Es curioso, pero su pesimismo ya estaba presente en 1938, en el prólogo de la Antología del verdadero cuento en Chile.

Sí, porque ya en aquellos años las nubes se cernían sobre el Paraíso. Y no era difícil captarlo. Incluso, después de eso, el libro que marcó un hito en mi creación es Ni por mar ni por tierra, que tiene mucho que ver, hasta en el estilo, con las Memorias. Es un análisis del país, del Chile que fue, del que debería ser y de las posibilidades de sacarlo adelante. Yo creo que la única posibilidad es a base de magia pura. ¿Y qué es magia? El incremento de las vivencias.

-En esa antología usted también señaló que con ella empezaba el "verdadero cuento" en Chile. ¿Qué pasó con lo anunciado?

Esas afirmaciones significaron grandes polémicas en la prensa de esos años, especialmente en la revista "Hoy", donde escribiá Salvador Reyes. El pasó a terciar en la pelea, la que en verdad se produjo entre Carlos Droguett y yo. El cuento es un género que ha desaparecido en Chile; yo mismo publiqué un libro algunos años después bajo el título de La época más oscura y desde entonces nunca más he vuelto a escribir un cuento, aunque aparecieron algunos en "La Nación" en el diario "Frente Popular" y en la revista "Hoy".

-Su grupo se mantuvo más bien al margen de la moda literaria. Siendo sobrino de Vicente Huidobro, ¿no le interesó participar en los círculos que él frecuentaba, con los surrealistas, por ejemplo?

No, porque estábamos en una línea diferente. Considerábamos que ellos eran unos afrancesados. Nosotros, en cambio, buscábamos las raíces de Chile, un Chile vernáculo. Los criollistas, como Mariano Latorre, Luis Durand nos parecían fotográficos, estaban en la superficie de la patria mística. Creíamos que solamente interpretando el alma de esta tierra se podría lograra su transfiguración.

-Usted señala su opción estética diciendo "nada de literatura, pura confesión".

Es la diferencia entre literatura y arte. Literato es aquel que escribe por preciosismo. Ha habido tantos literatos, estilistas, a los que no les interesaba el contenido sino la forma...

-¿Por eso quiso asumir la literatura como un "drama"?

La vida, la encarnación, el estar aquí no es una cosa placentera. Entonces, si uno trata de expresar eso, ya sea para que alguien lo lea o para uno mismo hacerse consciente de sus propias vivencias, eso es dramático. Lo que Nietzche decía: "escribir con sangre". Es todo lo contrario de hacer novelitas.

-¿Y que ha obtenido con ello? Bueno. No es que me lo haya propuesto, pero mis libros están editados ¡en todas las lenguas! en persa, japonés, chino, serbo-croata, griego y ahora me acaban de pedir permiso para publicarme en húngaro. Por supuesto me han editado en alemán y todas esas cosas. Pero eso acá no lo saben. Fíjese en esto: el profesor Jung ¡nunca! en toda su vida, y vivió 87 años, dio un prólogo para una obra puramente literaria, salvo a mí ( Las visitas de la reina de Saba )

-Usted vivió una época muy interesante de la literatura chilena. ¿ Cuál es su visión actual?

En esos años, lo más importante era la poesía y la literatura. Hoy día, el,escritor, el literato, es el peor de los parias. Nadie se interesa ni se preocupa por él; lo que importa es nada más que el negocio, los empresarios, el marketing, el crear necesidades artificiales... Antes, los Presidentes de Chile eran intelectuales, o se interesaban. Don Pedro Aguirre Cerda consiguió el Premio Nobel para la Gabriela Mistral; Ibañez fue el primero que le dió un consulado a Neruda... Pero esta decadencia comienza con los militares; son el señor Pinochet y compañïa los que liquidan la intelectualidad chilena.

-¿Siente alguna identificación con los escritores de este país?

Sinceramente, sin la menor petulancia, creo que soy absolutamente único dentro de la literatura, en Chile y en el mundo. No porque lo haya querido, se produjo así. Ahora, con quien puedo encontrar alguna similitud es con Pedro Prado. Gran poeta y al mismo tiempo autor de ese libro maravilloso, Alsino; también D'Halmar...

-¿Está consciente de que su adhesión al nazismo lo convierte en un personaje tremendamente controvertido?

No sólo estoy consciente; sé que esto me ha cerrado puertas. Yo lo sabía, pero si cortara eso, me estaría mutilando a mí mismo, porque no hay ninguna dicotomía entre mi obra, la que dicen puramente literaria, y mi manera de pensar. El Premio Nacional de Literatura, por ejemplo, me correspondía hace mucho tiempo. Pero sé que no tengo ninguna posibilidad porque no pertenezco al sistema. A mí no me lo van a dar ¡jamás!

-Al margen de esto, ¿qué ha significado para usted escribir?

Es, en el fondo, imbuirse en una cosmogonía y en una leyenda y un mito universal. Si en algo yo puedo sentirme inmerso es en una poesía cósmica, porque poesía no son sólo versos. Y en eso están todos mis libros, incluso las Memorias. En ese sentido, a un escritor no debe importarle si sus obras son leídas o no. Cuando se escribe en esos niveles de poesía se toca un punto donde suena una campanita y esa campanita se escucha en todo el universo. Por eso es el dolor y el tormento de escribir, de exponer esas cosas, porque se está trabajando realmente dentro de la creación eterna e inmortal.

2 de noviembre de 1996

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