La elocuente carta que sigue a continuación fue publicada en
Chile
por los diarios "La Segunda" y "El Mercurio", los días 14 y 25
de julio
de 1994, respectivamente, con el título "LA VENTA DE LA
PATAGONIA". Su
autor es el destacado escritor y poeta chileno, don Miguel Serrano
Fernández, uno de los pocos hombres de valor que han tenido la
hidalgura de enfrentar al enemigo acusándolo a la cara y
señalando las
pruebas de la existencia del nefasto Plan Andinia:
"LA VENTA DE LA PATAGONIA"
Señor Director:
Con preocupación he leído el artículo que, bajo el
título de
"Recomiendan frenar colonización en la región de
Aisén", ha aparecido
en "El Mercurio" del domingo 10 de julio. A causa del desconocimiento
total que el público tiene sobre este asunto de la
colonización de la
Patagonia, la periodista Verónica Moya, de seguro por falta de
información, nos entrega una explicación muy incompleta
sobre su
fracaso, especialmente en el área del Melimoyu. Conozco a fondo
el tema
por haber sido de los primeros postulantes a adquirir un lote en esta
zona, pagando por él (puesto que de este modo errado se
planteó la
colonización de Chile para los chilenos, dentro de la
"economía social
de mercado"). Presenté un proyecto completísimo para la
crianza de
patos silvestres con la construcción, además, de
viviendas y un estudio
sobre la comercialización de esta industria. Los directores del
Ministerio de Bienes Nacionales de la época encontraron tan
bueno este
estudio que, curiosamente, me pidieron hacerlo más artesanal,
debiendo
así, cambiarlo por una simple explotación ganadera. Fue
aprobado y di
el pie en dinero por el total que debía pagarse por el terreno,
con
ciertas facilidades. El convenio fue firmado en su aprobación
por el
Presidente Augusto Pinochet, y por dos veces, puesto que aquí
comenzaron las dificultades puramente burocráticas, cronogramas,
etcétera, hasta que la Contraloría lo paró todo,
sin dar una
explicación mayor y sin que ya pudiera llegar a saber
porqué realmente
se me estaba obstaculizando. Recurrí a todas las instancias,
incluidos
los Ministros del ramo que, mientras fueron altos oficiales de
Carabineros, siempre desearon buscar solución. Llegó el
momento en que
el Ministro de Bienes Nacionales fue cambiado por un civil, el abogado
Armando Álvarez, el último del Gobierno Militar. Y
aquí viene lo
increíble, lo extraorninario. Cuando pude entrevistarme, me dijo
textualmente: "No me pregunte razones, porque no se las diré.
Usted las
sabe. Nunca se le entregarán tierras en el Melimoyu.
Además, el
Ministerio carece de dinero para devolverle el pie que usted ha dado.
Pero yo tengo un amigo que se interesa por su lote -el "24a"- y que
estaría dispuesto a pagarle el pie que usted ha dado, más
el reajuste
actual". Y tomó una calculadora para definir la cantidad.
Fue tal mi sorpresa en aquel instante, que sólo atiné a
decirle que se
me ofendía y que yo no recordaba que algo semejante me hubiese
pasado
en todos los años que había servido a mi país,
hasta el límite de mi
capacidad y de mis fuerzas, como Embajador en el extranjero. Salvo una
vez -recordé súbitamente- cuando el Gobierno de Austria
me mostró el
oficio del Ministro de Relaciones Exteriores, Clodomiro Almeyda,
solicitándole que me ocultaran el pedido de agreement para un
nuevo
Embajador, el señor Renato Gaona, sin que a mí me
hubiesen informado
nada. "Entonces sentí vergüenza de mi país -le
dije-, y ahora también".
Es necesario que los chilenos sepan que la famosa colonización
austral
y del Melimoyu ha sido una farsa casi desde el comienzo,
deseándose su
fracaso como empresa nacional, para así vender esas tierras a
extranjeros, tal como hoy se está haciendo y como se
hará. A otros
colonos jóvenes y esforzados, que ya habían levantado
allí sus casas
con gran sacrificio, se las han quemado sin que hasta ahora se hayan
sancionado a los culpables ni se les haya entregado los títulos
de
dominio.
Yo sé, porque se me informó, cuál fue la mano que
me impidió llegar a
establecerme como un colonizador en mi propia patria, con proyectos
claros y los medios para poder realizarlos. La mano fue de Segio
Melnick, quien entonces era Director de ODEPLAN e intervenía en
el
Ministerio de Bienes Nacionales.
Para lograr realizar los proyectos de colonización y poder
trasladarme
al Melimoyu, yo vendí mi propiedad en Colchagua.
¿Qué mayor perjuicio
se me ha podido ocasionar?. Seguí insistiendo durante el
Gobierno del
Presidente señor Aylwin, sin haber sido nunca recibido por el
Ministro,
ni por la Subsecretaria, Pía Figueroa, quien después de
fijarme una
audiencia, me hizo saber, en el último momento, que no
podía verme
porque tenía que recibir a Silo, su "gurú" y su mentor.
Todos estos
asuntos del Sur de Chile pasaron a manos siloístas, humanistas y
verdes, hasta el día de hoy.
Tan grave es este tema para nosotros, los chilenos, y se encuentra tan
ligado al problema de Laguna del Desierto y de los hielos
patagónicos,
que he deseado poder dar un poco de luz sobre lo que, al parecer, se
pretende: entregar esas riquísimas y maravillosas regiones a los
extranjeros, y no a los mejores, no a la colonización de
alemanes del
Este, de nórdicos, de croatas, sino de judíos rusos, a
los cuales ya se
les hizo propaganda en el programa "El Mirador", del canal estatal, y a
los que también se ha referido elogiosamente, en una revista
"Visa", el
empresario señor Manuel Feliú, como a "intelectuales",
"profesionales"
y "científicos" de primera magnitud.
Con el pretexto de la creación de "Parque para la Humanidad" o
"Reservas Ecológicas" o "Turísticas", se han vendido
enormes
extensiones de tierras en la vecindad del Melimoyu, a un señor
Schidlowsky (preso por estafa en EEUU y a quien le hicieran propaganda,
también el Televisión Nacional, la preiodista
señora Ducci, hermana de
la Directora de Turismo durante el Gobierno Militar), a un señor
Rick
Klein, presidente de la "Anciente Forest International", a Jan Mosse,
Presidente de la "World Tree Foundation" y a Douglas Tompkins,
"benefactor de la Patagonia", también con una gran propaganda en
el
programa "El Mirador" y en conexión directa con la señora
Pía Figueroa,
humanista de Silo. Ella recomienda a los extranjeros que quieren
comprar tierras en la Patagonia, llamar por teléfono al
señor Tompkins,
al número 250079, de Puerto Montt, para que les designe los
terrenos
disponibles, debiendo hablar antes con un señor Renato Schulz en
el
Ministerio de Relaciones Exteriores, si no me equivoco, para que les
arregle sus papeles. Esto sucedía durante el Gobierno del
señor Aylwin
y seguramente seguirá sucediendo hoy. Hace muy poco, el
argentino Silo
ha vuelto a Chile para visitar y dar instrucciones a sus "dirigidos".
El nombre de Silo es un pseudónimo, tomado de la Biblia, de
"Shilo" o
"Zilo", que entregaría la "Tierra Prometida" (la de los "poster"
del
señor Melnick) al "pueblo elegido de Dios". El Paraíso de
la Patagonia
Chilena, incluida la Laguna del Desierto) y de la Argentina,
según nos
señalan los titulares de publicaciones hechas en ambos
países.
Mi parecer es que la gravedad y la importancia de este asunto
deberían
llevar al nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, señor
Figueroa, a
tomar verdaderamente en serio este trascendental tema y a abocarse a la
defensa de los derechos de Chile, amenazados en toda la Patagonia,
además de en la Laguna del Desierto y en los Hielos
Continentales. Y
que no se diga que ésta no es una amenaza que nos llega desde el
"exterior". Silo es también un ciudadano argentino, y los otros
"compradores", aquí nombrados, todos tienen nacionalidades
distintas a
la chilena.
Tal vez mi tiempo ya pasó para poder iniciar una aventura de
colonización en la Patagonia. Mi primer gran combate por el Sur
fue en
defensa de nuestra Antártida en la India. Yo fui quien hice
posible el
"Tratado Antártico", al conseguir por dos veces, directamente
con
Nehru, el retiro en las Naciones Unidas de la propuesta india para la
internacionalización de ese continente. Sí, pero nunca
será tarde para
seguir luchando en la defensa de nuestro territorio y de los intereses
sagrados de la Patria. Ruego por eso, señor Director, tenga a
bien
publicar esta carta, para que los chilenos conozcan el grave peligro
que se cierne sobre todo nuestro Sur patagónico.
Así como no se pueden privatizar las riquezas
estratégicas de un país,
tampoco se puede vender al mejor postor nuestro territorio nacional. Si
lo hiciéramos -y se está haciendo, desde Chaitén
al Melimoyu-, un día
nos vamos a encontrar con que Chile no es ya de los chilenos, pues ha
sido vendido por trozos al capitalismo internacional.