PORTADA
CATECISMO SOBRE EL MODERNISMO

CAPÍTULO VI
 EL MODERNISTA APOLOGISTA

   I
 
PRINCIPIOS Y FUENTES 

   Preg. 316. — El apologista, según los modernistas, ¿depende también del filósofo y por qué razón?

   Resp. — "También éste entre los modernistas depende del filósofo, por una doble razón: en primer lugar, indirectamente, tomando por materia la historia escrita, como vimos, según la norma del filósofo; directamente, luego, tomando de él los dogmas y criterios".

   Preg. 317. — En consecuencia ¿qué afirman los modernistas respecto de la nueva apologética?

   Resp. — "De ahí, ese precepto, común en la escuela modernista, de que la nueva apologética debe dirimir las controversias religiosas mediante investigaciones históricas y psicológicas".

   Preg. 318. — ¿De qué manera los modernistas apologistas sacrifican a los racionalistas los libros históricos que la Iglesia usa corrientemente?

   Resp. — "Por lo cual, los apologistas modernistas emprenden su trabajo advirtiendo a los racionalistas que ellos defienden la religión no con los Libros Sagrados o con historias usadas comúnmente en la Iglesia, escritas según el método antiguo, sino con la historia real, compuesta según los preceptos modernos y los métodos modernos".

   Preg. 319. — Pero, ¿no hablan así quizás sino a modo de argumentación "ad hominem" y no por convicción personal?

   Resp. — "Y eso lo dicen, no cual si argumentasen «ad hominem», sino porque opinan en realidad que sólo en tal historia se refiere la verdad".

   Preg. 320. — Nuestros modernistas católicos ¿no tienen necesidad de tranquilizar a los racionalistas acerca de la sinceridad de su método?

   Resp. — "Pero no se cuidan de afirmar su sinceridad al escribir; son ya conocidos entre los racionalistas y alabados también como militantes bajo una misma bandera; alabanzas que un verdadero católico rechazaría".

   Preg. 321. — Esas alabanzas que les tributan los racionalistas ¿causan horror a nuestros modernistas?

   Resp. — "Se congratulan de esas alabanzas y las oponen a las reprensiones de la Iglesia".

II
  APLICACIÓN DEL AGNOSTICISMO

   Preg. 322. — Pasemos ahora a "sus procedimientos apologéticos". ¿Qué fin se proponen?

   Resp. — "Pero veamos ya de qué modo uno de ellos hace apologética. El fin que se propone es llevar al hombre que todavía carece de fe, a conseguir acerca de la religión católica alguna experiencia".

   Preg. 323. — ¿Por qué se empeñan tanto en producir en el incrédulo esa experiencia?

   Resp. — Porque esa experiencia, "según los principios modernistas es el único fundamento de la fe".

   Preg. 324. — ¿Cómo se alcanza esa experiencia personal de la religión católica?

   Resp. — "Dos caminos se ofrecen para esto: uno objetivo, subjetivo el otro".

   Preg. 325. — ¿De dónde procede el primer camino, o camino objetivo?

   Resp. — "El primero procede del agnosticismo".

   Preg. 326. — ¿De qué prueba se valen para establecer esa primera vía?

   Resp. — "Tiende a mostrar que hay en la religión, y principalmente en la católica, tal virtud vital, que persuade a cualquier psicólogo y lo mismo al historiador de sano juicio, de que conviene que en su historia se oculte algo desconocido".

   Preg. 327. — Para establecer tal prueba ¿qué se requiere demostrar primeramente?

   Resp. — "Para esto es necesario demostrar que la religión católica actual es absolutamente la misma que Cristo fundó, es decir, no otra cosa que un desarrollo progresivo del germen que Cristo plantó".

   Preg. 328. — Pero, si Jesucristo sólo trajo al mundo el germen de la religión católica ¿qué trabajo se impone a los modernistas respecto de tal germen?

   Resp. — "Por ello, en primer término, hay que determinar cuál es ese germen".

   Preg. 329. — ¿Mediante qué fórmula pretenden los modernistas determinar ese germen? 

   Resp. — "Pretenden significarlo mediante la fórmula siguiente: Cristo anunció el advenimiento del reino de Dios, que en breve se establocería, y del cual debía ser Él mismo el Mesías, es decir, el realizador y gobernador por voluntad divina".

   Preg. 330. — Este germen así determinado, ¿qué .se debe demostrar luego, según los apologistas modernistas?

   Resp. — "A continuación hay que demostrar por qué esa semilla siempre "inmanente" y "permanente" en la religión católica, se fue desarrollando insensiblemente en el curso de la historia, adaptándose a las sucesivas circunstancias, tomando de éstas vitalmente lo que le era útil de las formas doctrinales, cultuales, eclesiásticas, mientras que, por otra parte, superaba los obstáculos que se presentasen, desbarataba a los enemigos y sobrevivía a las persecuciones y a toda clase de luchas.

   Preg. 331. — ¿Qué conclusión pretenden alcanzar los apologistas modernistas por la consideración de este conjunto de hechos?

   Resp.— "Después de haber demostrado que todo esto, es decir, obstáculos, adversarios, persecuciones y luchas lo mismo que la vida y fecundidad de la Iglesia fueron de tal índole que, aunque las leyes de la evolución aparezcan íntegras en la historia de la misma Iglesia, sin embargo no son adecuadas para explicar plenamente esa misma historia, entonces se nos aparece y se ofrece de por sí una incógnita". 

   Preg. 332. — ¿Cuál es el vicio radical de todas esas argumentaciones?

   Resp. — "Así dicen. Mas en todo este raciocinio no advierten una cosa: que la determinación de aquel germen primitivo únicamente se debe al apriorismo del filósofo agnóstico y evolucionista, y que el mismo germen así es gratuitamente definido por ellos para que sea congruente con su causa".

III
APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS APOLOGÉTICOS

   Preg. 333. — En los hechos que alegan los \apologistas modernistas para demostrar la religión católica ¿no hallan sino cosas dignas e admiración?

   Resp. — "Estos nuevos apologistas, mientras trabajan por afirmar y aconsejar la religión católica con las referidas argumentaciones, aceptan y conceden de buena gana haber en ella muchas cosas que pueden ofender los ánimos".

   Preg. 334. — El dogma, al menos ¿estará para ellos libre de reproches?

   Resp. — "Más aún, andan repitiendo abiertamente, con cierto placer mal disimulado, que también en materia dogmática se hallan errores y contradicciones".

   Preg. 335. — ¡Afirmáis que pretenden haber comprobado errores y contradicciones en el dogma y que lo proclaman con placer! Pero, ¿repudiarán al menos esos errores con indignación?

   Resp. — "Añaden, sin embargo, que ellos no sólo admiten excusas, sino —asombroso en verdad— que se produjeron justa y legítimamente".

   Preg. 336. — Los modernistas ¿encuentran errores en los Libros Sagrados?

   Resp. — "Así también, según ellos, hay en los Libros Sagrados muchas cosas científicas o históricas viciadas de error".

   Preg. 337. — Después de haber comprobado que en la Biblia hay errores en cuestiones científicas e históricas, ¿cómo pretenden excusar a los Libros Sagrados?

   Resp. — "Pero, dicen, que allí no se trata de ciencia o de historia sino sólo de religión y de costumbres. Las ciencias y la historia son allí a manera de envolturas con las que se cubren las experiencias religiosas y morales para difundirse más fácilmente entre el pueblo, el cual como no las entendería de otra suerte, no sacaría utilidad sino daño de otra ciencia o historia más perfecta".

   Preg. 338. — ¿Qué otra excusa alegan para justificar los errores que ellos pretenden constatar en los Libros Sagrados?

   Resp. — "Por lo demás, agregan, los Libros Sagrados, como por su naturaleza son religiosos, gozan necesariamente de vida; mas la vida tiene también su verdad y lógica, distintas, por cierto, de la verdad y lógica racionales, más aún de un orden enteramente diverso, a saber, la verdad de comparación y proporción, ya sea al «medio» —como ellos dicen— en que se vive, ya sea al fin por el cual se vive".

   Preg. 339. — Pero tal cosa ¿no equivale a afirmar que los errores devienen verdaderos y legítimos en cuanto responden a necesidades de adaptación vital?

   Resp. — "Finalmente, llegan a decir, sin ninguna atenuación, que todo lo que se explica por la vida es verdadero y legítimo".

   Preg. 340. — ¿Podemos admitir tal legitimación del error en nuestros Libros Sagrados?

   Resp. — "Nos, ciertamente, Venerables Hermanos, para quienes la verdad no es más que una sola y única, y que consideramos a los Libros Sagrados, como que "escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor"[19], afirmamos que esto es lo mismo que atribuir a Dios mismo una mentira de utilidad u oficiosa; y aseveramos con las palabras de San Agustín:

"una vez admitida en tan grande alteza de autoridad alguna mentira oficiosa, no quedará ninguna partícula de aquellos libros, que conforme a la misma perniciosísima regla, no pueda referirse a mentira del autor, guiado por algún designio o finalidad, en cuanto a alguien le parezca difícil para las costumbres o increíble para la fe[20]".

   De donde se seguirá lo que añade el mismo santo Doctor:

"que en aquéllas (es a saber, en las Escrituras} cada cual creerá lo que quiera y no creerá lo que no quiera".

   Preg. 341. — Nuestros apologistas modernistas ¿se detienen, acaso, ante esas condenaciones de la Iglesia?

   Resp. — "Pero los modernistas apologistas prosiguen animosos".

Preg. 342. — ¿Qué nueva enormidad afirman respecto de nuestros Libros Sagrados?

   Resp. — "Conceden además que en los sagrados libros ocurren a veces, para probar alguna doctrina, raciocinios que no se rigen por ningún fundamento racional, cuales son los que se apoyan en las profecías".

   Preg. 343. — Pero, ¿podrán aún tratar de justificar tales errores?

   Resp. — "Pero defienden también éstas como ciertos artificios oratorios que están legitimados por la vida".

   Perg. 344. — "¿Y qué más?".

   Resp. — "Conceden, y aun afirman, que el mismo Cristo erró manifiestamente al indicar el tiempo del advenimiento del reino de Dios".

   Preg. 345. — ¡Se atreven a decir que Jesucristo se equivocó! Pero ¿no es esto el colmo de la desvergüenza?

   Resp.— "Lo cual, dicen, no debe maravillar a nadie, ¡pues también Él estaba sujeto a las leyes de la vida!".

   Preg. 346. — He aquí pues que si acusan a Nuestro Señor Jesucristo de error, "¿después de eso qué queda de los dogmas de la Iglesia?".

   Resp. — "Los dogmas están repletos de flagrantes contradicciones".

   Preg. 347. — ¿De qué manera pretenden los modernistas justificar esas flagrantes contradicciones del dogma?

   Resp. — "Pero, dejando aparte que la lógica vital las admite, no contradicen a la verdad simbólica; pues en ellas se trata del Infinito, el cual tiene infinitas facetas".

   Preg. 348. — ¿Pero los modernistas no se avergüenzan de justificar así las contradicciones?

   Resp. — "Por último, de tal modo aprueban y defienden todas estas contradicciones que no dudan en afirmar que al Infinito no se le puede tributar mayor honor que afirmar de Él cosas contradictorias".

   Preg. 349. — ¿Qué debemos pensar de tales excesos?

   Resp. — "Pero, admitida la contradicción ¿qué no se admitirá?".

IV
APLICACIÓN DE LA INMANENCIA

   Preg. 350. — Acabamos de ver cómo los modernistas por vía "objetiva" esperan disponer al incrédulo para la fe. ¿No hay otra vía y no ofrecen otros argumentos?

   Resp. — "Sin embargo, el que todavía no cree puede disponerse para la fe no sólo con argumentos objetivos sino también con los subjetivos".

   Preg. 351. — ¿En qué doctrina filosófica apoyan los modernistas esos argumentos "subjetivos"?

   Resp. — "Para tal fin, los modernistas apologistas vuelven a la doctrina de la inmanencia. Procuran, por cierto, persuadir al hombre de que en él mismo y en los más escondidos senos de su naturaleza y de su vida se ocultan el deseo y la exigencia de alguna religión".

   Preg. 352. — ¿De sólo una religión cualquiera creen los modernistas encontrar en nosotros ese deseo y exigencia?

   Resp. — "Pero no de una religión cualquiera, sino de una tal cual es la católica".

   Preg. 353. — ¿Cómo pretenden los modernistas descubrir en nosotros mediante la doctrina de la inmanencia la exigencia y el deseo de una religión sobrenatural como la religión católica?

   Resp. — "Dicen, en efecto, que ésta viene absolutamente exigida por el perfecto desarrollo de la vida".

   Preg. 354. — ¿Qué debemos lamentar aquí juntamente con el Santo Padre?

   Resp. — "En este lugar conviene que Nos lamentemos de nuevo profundamente de que no faltan, entre los católicos, algunos que, si bien rechazan la doctrina de la inmanencia como doctrina, la emplean no obstante, para la apologética".

   Preg. 355. — Estos apologistas católicos ¿no atenúan el método de la inmanencia y quieren encontrar en el hombre algo más que cierta conveniencia con el orden sobrenatural?

   Resp. — "Y esto lo hacen tan sin cautela, que parecen admitir en la naturaleza humana, no sólo capacidad y conveniencia para el orden sobrenatural, lo cual los apologistas católicos lo demostraron siempre, añadiendo las oportunas salvedades, sino una auténtica exigencia, en sentido riguroso"'

   Preg. 356. — ¿Esos apologistas son, rigurosamente hablando, modernistas?

   Resp. — "A decir verdad, esta exigencia de la religión católica la defienden los modernistas que se dicen más moderados".

   Preg. 357. — ¡Moderados! ¿Qué más pueden decir entonces los otros?

   Resp. — "Los que pueden llamarse integra-listas pretenden demostrar que en el mismo hombre que aún no cree, está latente el mismo germen que Cristo tuvo en su conciencia, y que Él transmitió a los hombres".

   Preg. 359. — ¿Qué valor tienen esas doctrinas?

   Resp. — "Método, por cierto, como también las doctrinas llenas de errores, aptos no para edificar sino para destruir, no para hacer católicos, sino para arrastrar a los católicos mismos a la herejía, e incluso ¡para la ruina total de cualquier religión!".

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CAPÍTULO VII
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Índice general


NOTAS
  • [19] Concilio Vaticano I: Capítulo 2: De Revelatioue. (D. 1787. D.-S. 3006. N. del E.).

  • [20] San Agustín: Epist. 28, c. 3 (Migne PL 33, 112- 118).

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