PORTADA
CATECISMO SOBRE EL MODERNISMO

PRIMERA PARTE

LOS ERRORES MODERNISTAS

INTRODUCCIÓN

   Preg. 21. — ¿Para proceder con claridad en la exposición de los errores del modernismo, ¿cuántos personajes debemos considerar en los modernistas?

   Resp. — "Para proceder con claridad en materia tan compleja es preciso advertir, ante todo, que cada modernista es como la síntesis de varios personajes, mezclando, por así decir, al filósofo, al creyente, al teólogo, al historiador, al crítico, al apologista, al reformador: personajes que conviene deslindar uno por uno a todos, si se quiere conocer a fondo su sistema y darse cuenta de los principios y de las consecuencias de sus doctrinas".

CAPÍTULO I

LA FILOSOFÍA RELIGIOSA
  DE LOS MODERNISTAS

I
  AGNOSTICISMO

   Preg. 22. "Para comenzar con el filósofo", ¿cuál es la doctrina que los modernistas establecen como fundamento de su filosofía religiosa?

   Resp. — "Los modernistas establecen como fundamento de su filosofía religiosa la doctrina llamada comúnmente agnosticismo".

   Preg. 23. Resumid la doctrina del agnosticismo.

   Resp. — "La razón humana, encerrada rigurosamente en el círculo de los fenómenos, es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni más ni menos como aparecen, no posee ni la facultad ni el derecho de franquear esos límites; siendo, en consecuencia, incapaz de elevarse hasta Dios ni aun para conocer su existencia por medio de las creaturas; tal es su doctrina".

   Preg. 24.— ¿Cuál es la conclusión que los modernistas extraen de esta doctrina?

   Resp. — "De esta doctrina los modernistas infieren que Dios no puede ser de ningún modo objeto directo de la ciencia y que tampoco es un sujeto histórico".

   Preg. 25. — ¿"Qué queda, después de esto de la teología natural, de los motivos de credibilidad, de la revelación externa"?

   Resp. — "No es difícil comprenderlo. Suprimen pura y simplemente todo esto y lo reducen al "Intelectualismo", sistema que, según ellos, mueve a risa y está sepultado hace ya tiempo".

   Preg. 26. — ¿Se detienen, al menos, por las condenaciones de la Iglesia?

   Resp. — "Nada los detiene ni siquiera el hecho de que la Iglesia ha condenado clarísimamente errores tan monstruosos".

   Preg. 27. — Dad sobre ese punto, contra el modernismo, la doctrina del Concilio Vaticano*.

   Resp. — "Porque el Concilio Vaticano decretó lo que sigue:

   "Si alguno dijese que la luz natural de la razón humana es incapaz de conocer con certeza, por medio de las cosas creadas, al único y verdadero Dios, nuestro Creador y Señor, sea anatema"[4]

   Igualmente:

   "Si alguno dijere que no es posible o conveniente que el hombre sea instruido, mediante la revelación divina, sobre Dios y sobre el culto a Él debido, sea anatema"[5].

   Y, por último:

   "Si alguien dijere que la revelación divina no puede hacerse creíble por signos exteriores, y que, en consecuencia, sólo por la experiencia interna individual o por inspiración privada, deben ser los hombres movidos a la fe, sea anatema"[6].

   Preg. 28. — ¿"De qué manera los modernistas pasan del agnosticismo, que después de todo no es sino ignorancia, al ateísmo científico e histórico cuyo carácter total es, por el contrario, la negación; y, en consecuencia, por qué artificio de razonamiento hacen el tránsito desde la ignorancia sobre si Dios ha intervenido o no en la historia del género humano, a la explicación de esa misma historia al margen de Dios, como si realmente no hubiera intervenido"?

   Resp. — "Conózcalo quien pueda. Los modernistas tienen como ya establecida y fija una cosa, a saber, que la ciencia debe ser atea lo mismo que la historia: en una y en otra no admiten en su esfera sino fenómenos: Dios y lo divino quedan excluidos de ambas".

   Preg. 29. — ¿"Qué consecuencias se siguen de esta doctrina absurdísima respecto de la sagrada persona del Salvador, de los misterios de su vida y muerte, de su resurrección y ascensión a los cielos"?

   Resp. — "Es lo que veremos muy pronto".

II
 
INMANENCIA VITAL

   Preg. 30. — Según lo que acabáis de decir "el agnosticismo no es sino el aspecto negativo de la doctrina de los modernistas". ¿Cuál es el aspecto positivo?

   Resp. — "El aspecto positivo del modernismo está constituido por la llamada inmanencia vital".

   Preg. 31. — ¿Cómo pasan los modernistas del agnosticismo al inmanentismo?

   Resp. — "El tránsito de la primera a la segunda fase del sistema es como sigue: natural o sobrenatural, la religión, como todo hecho, exige una explicación. Ahora bien, una vez rechazada la teología natural, y cerrado en consecuencia, todo acceso a la revelación por quedar desechados los motivos de credibilidad, más aún abolida por completo toda revelación externa, resulta claro que no puede encontrarse fuera del hombre tal explicación y debe buscarse en el interior del hombre; pero como la religión es una forma de vida, la explicación ha de hallarse exclusivamente en la vida misma del hombre. Por tal procedimiento se llega a establecer el principio de la inmanencia religiosa".

   Preg. 32. — Comprendo que los modernistas, partidarios del agnosticismo, no puedan buscar sino en el hombre y en la vida misma del hombre la explicación de la religión. Y ahora para explicar esta inmanencia vital ¿qué señalan ellos como primer estimulante y primera manifestación de todo fenómeno vital, en particular, de la religión?

   Resp. — "Todo fenómeno vital —y ya queda dicho que tal es la religión— reconoce por primer estimulante cierto impulso o indigencia, y por primera manifestación ese movimiento del corazón que llamamos sentimiento".

   Preg. 33. — Según esos principios, ¿dónde reside el principio de la fe, y, por lo tanto, de la religión?

   Resp. — "Por esta razón, siendo Dios el objeto de la religión, síguese de lo expuesto que la fe, principio y fundamento de toda religión, reside en un cierto sentimiento íntimo engendrado por la indigencia de lo divino".

   Preg. 34. — Según los modernistas, esa necesidad de lo divino ¿pertenece, por lo menos, al ámbito de la conciencia?

   Resp. — "Como esa indigencia no se hace sentir sino bajo ciertas coyunturas determinadas y favorables, no puede pertenecer de suyo a la esfera de la conciencia".

   Preg. 35. — Según los modernistas, ¿dónde reside esa necesidad de lo divino?

   Resp. — "Ese principio yace escondido bajo la conciencia o, como dicen con un vocablo tomado de la filosofía moderna, en la "subconsciencia", donde también su raíz permanece escondida, e inaccesible". 

III
 
ORIGEN DE LA RELIGIÓN EN GENERAL

   Preg. 36. — Querríamos saber ahora en qué forma esa indigencia de lo divino, sentida por el hombre, se convierte en religión.

   Resp. — "Los modernistas dan la respuesta: La ciencia y la historia están encerradas entre dos límites: uno exterior, el mundo visible; otro interior, la conciencia. Llegadas a cualquiera de ellos, es imposible que pasen adelante: más allá de los límites está lo incognoscible. Frente a este incognoscible, lo mismo del que está fuera del hombre más allá de la naturaleza visible, como del que está en el hombre mismo, en las profundidades de la subconsciencia, la indigencia de lo divino, suscita en el alma, inclinada a la religión, sin juicio alguno previo, según los principios del fideísmo, un sentimiento de carácter especial. Este sentimiento lleva en sí envuelta la misma realidad de Dios tanto como objeto cuanto como causa íntima de sí, y además une en cierta manera al hombre con Dios. A este sentimiento los modernistas lo llaman fe, y es para ellos el principio de la religión". 

IV
 
NOCIÓN DE LA REVELACIÓN

   Preg. 37. — ¡Qué filosofía la de los modernistas! ¿Se limita a eso?

   Resp. — "Pero no se detiene aquí la filosofía, o por mejor decir, los delirios modernistas".

   Preg. 38. — ¿Qué pueden encontrar aún en su pretendido sentimiento de lo divino?

   Resp. — "Los modernistas encuentran en ese sentimiento no sólo la fe, sino también en la fe y con la misma fe, tal como ellos la entienden la revelación".

   Preg. 39. — ¿La revelación? Pero, ¿de qué manera?

   Resp. — "Y, en efecto, ¿qué más se pide para la revelación? ¿No tenemos ya una revelación, o al menos un principio de ella en ese sentimiento religioso que aparece en la conciencia; más aún, a Dios mismo, que en ese sentimiento religioso se manifiesta al alma aunque de un modo bastante confuso? Pero añaden aún: siendo Dios a un tiempo objeto y causa de la fe, esa revelación se refiere a Dios y de Dios procede; es decir, que tiene a Dios al mismo tiempo como revelador y revelado".

   Preg. 40. — ¿Cuál es, pues, la doctrina absurda que se sigue de tal filosofía, o mejor dicho, de esas divagaciones modernistas?

   Resp. — "De allí esta doctrina absurdísima de los modernistas que toda religión es, a la vez, natural y sobrenatural, según el diverso punto de vista".

   Preg. 41. — ¿Qué se sigue además de esto?

   Resp. — "De allí, la promiscua equivalencia entre la conciencia y la Revelación".

   Preg. 42. — De allí, finalmente, ¿qué ley suprema y universal quieren imponer?

   Resp. — "De allí, la ley que erige a la conciencia religiosa en regla universal, totalmente equivalente a la Revelación, y a la cual todos deben someterse".

   Preg. 43. — ¿Todos deben someterse? ¿Incluso la autoridad suprema de la Iglesia?

   Resp. — Sí. "A esta regla universal deben someterse todos, incluso la autoridad suprema de la Iglesia ya sea que enseñe o que legisle sobre lo sagrado o lo disciplinar".

V
 "TRANSFIGURACIÓN" Y "DESFIGURACIÓN"
 
DE LOS FENÓMENOS POR LA FE

   Preg. 44. — ¿Qué más es necesario para dar una idea completa del origen de la fe y de la revelación, tal como lo entienden los modernistas?

   Resp. — "No se daría una idea completa del origen de la fe y de la revelación —según los modernistas— si no se prestara atención a una cosa de importancia no pequeña, vistas las consecuencias histórico-críticas que de ella sacan".

   Preg. 45. — ¿Cómo lo "incognoscible" de la filosofía modernista, como ya se ha explicado, se presenta a la fe?

   Resp. — "Lo Incognoscible, de que hablan, no se presenta a la fe como una cosa aislada y singular, sino al contrario, con íntima dependencia de algún fenómeno, que, aunque perteneciendo al campo de la ciencia o de la historia, de algún modo las desborda".

   Preg. 46. — ¿Qué será pues ese fenómeno?

   Resp. — "Ese fenómeno será: ya un hecho de la naturaleza que envuelve en sí algún misterio, ya un hombre cuyo carácter, acciones, palabras, parecen contrariar las comunes leyes de la historia".

   Preg. 47.— A raíz de esta conexión de lo "incognoscible" con un fenómeno ¿qué acontece con la fe?

   Resp. — "En este caso la fe, atraída por lo incognoscible, que va unido al fenómeno, abraza al fenómeno entero y lo penetra, en cierto modo, con su propia vida".

   Preg. 48. — ¿Qué consecuencias se derivan de la extensión de la fe al fenómeno y de esta penetración de su vida?

   Resp. — "Se derivan dos consecuencias".

   Preg. 49. — ¿Cuál es la primera consecuencia?

   Resp. — "Se produce, en primer lugar, una como transfiguración del fenómeno, levantado sobre su verdadera realidad, conque queda hecho materia más apta para recibir la forma de lo divino que la fe ha de dar".

   Preg. 50. — ¿Cuál es la segunda consecuencia?

   Resp. - "Se opera, en segundo lugar, una como desfiguración del mismo fenómeno, si es permitido usar este término, procedente de que la fe habiéndolo sustraído a las condiciones de lugar y de tiempo le atribuye lo que en realidad no tiene".

   Preg. 51. — Según los modernistas ¿sobre qué fenómeno se opera ese doble trabajo de transfiguración y desfiguración?

   Resp.— "Se opera especialmente en fenómenos del tiempo pasado y tanto más fácilmente cuanto más remotos".

   Preg. 52. — ¿Qué leyes deducen los modernistas de esta doble operación?

   Resp. — "De ambas cosas sacan los modernistas dos leyes que, junto con la ya proporcionada por el agnosticismo, forman las bases de su crítica histórica".

   Preg. 53. — Explicadnos estas tres leyes con un ejemplo.

   Resp. — "Un ejemplo lo aclarará y éste lo tomamos de la persona de Cristo. En la persona de Cristo, dicen, la ciencia y la historia ven sólo un hombre. Luego, en virtud de la primera ley, basada en el agnosticismo, es preciso borrar de su historia todo lo que aparezca como divino. Según la segunda ley, la persona histórica de Cristo fue transfigurada por la fe; es necesario entonces quitarle todo lo que la levanta sobre las condiciones históricas. Por último, por la tercera ley, la misma persona de Cristo fue desfigurada por la fe; luego, se ha de prescindir en ella de las palabras, de los actos, de cuanto en una palabra, no corresponda a su carácter, estado, educación, lugar y tiempo en que vivió".

   Preg. 54. — ¿No es ésa una doctrina extraña?

   Resp. — "Extraña manera, sin duda, de raciocinar, pero tal es la crítica de los modernistas".

VI
ORIGEN DE LAS RELIGIONES EN PARTICULAR

   Preg. 55. — El sentimiento religioso ¿sería entonces, según los modernistas, el verdadero germen y la explicación total de toda religión?

   Resp. — "El sentimiento religioso, pues, que brota por inmanencia vital de las profundidades de la subconsciencia, es el germen de toda religión y la razón asimismo de todo lo que en cualquier religión hay o habrá".

   Preg. 56. — ¿Cómo evoluciona ese sentimiento religioso?

   Resp. — "Rudimentario y casi informe en un principio, tal sentimiento, poco a poco y bajo la influencia de aquel principio secreto que le dio el ser, se robusteció a la par del progreso de la vida humana, de la cual, como dijimos, es una de las formas".

   Preg. 57. — Según los modernistas ¿todas las religiones proceden del sentimiento religioso?

   Resp. — "Sí, todas las religiones se originan en ese sentimiento".

   Preg. 58. — ¿Incluso las religiones sobrenaturales ?

   Resp. — "Incluso las religiones sobrenaturales no son sino meros desenvolvimientos del sentimiento religioso".

   Preg. 59. — Pero, ¿no exceptuarán a la religión católica?

Resp. — "Y nadie piense que la católica está excluida, pues es una más entre tantas".

   Preg. 60. — ¿Qué conciencia fue la cuna de la religión católica?

   Resp. — "Su cuna (afirman los modernistas) fue la conciencia de Jesucristo, varón de naturaleza privilegiadísima cual jamás hubo ni habrá".

   Preg. 61. — ¿Y de qué principio se atreven a pretender haya surgido la religión católica en la conciencia de Jesucristo?

   Resp. — La religión católica ha surgido "en virtud del proceso de la inmanencia vital y no de otra forma".

   Preg. 62. — ¡Qué audacia! ¡Qué blasfemia!

   Resp. — "¡Estupor causa oír estas cosas, tan gran audacia en hacer afirmaciones, tamaño sacrilegio!".

   Preg. 63. — Pero, Santísimo Padre ¿tan sólo los incrédulos sostienen tales doctrinas?

   Resp. — "El Santo Padre responde con tristeza: y, sin embargo, Venerables Hermanos, no son los incrédulos solos los que dicen tales necedades: católicos hay, más aún, muchos entre los sacerdotes que claramente publican tales cosas".

   Preg. 64. — Pero ¿qué es lo que pretenden esos católicos y sacerdotes?

   Resp. — "Con tales delirios presumen restaurar la Iglesia".

   Preg. 65. — ¿No os parece que este modernismo es el antiguo error de Pelagio?

   Resp. — "No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha avanzado mucho más".

   Preg. 66. — ¿De qué manera?

   Resp. — "Se ha llegado a afirmar que nuestra santísima religión es en Cristo y en nosotros, un fruto espontáneo y propio de la naturaleza; nada, en verdad, es más propio para destruir todo el orden sobrenatural".

   Preg. 67. — En estas materias ¿cuál es la doctrina del Concilio Vaticano?

   Resp. — "Por ello, el CONCILIO VATICANO con muy perfecto derecho decretó:

Si alguno dijere que el hombre no puede ser elevado por Dios a un conocimiento y perfección que superen a la naturaleza, sino que puede y debe finalmente llegar por sí mismo, mediante un continuo progreso, a la posesión de toda verdad y bien, sea anatema"[7].

VII
 
ACCIÓN DE LA INTELIGENCIA EN LA FE

   Preg. 68. — Los modernistas, habéis dicho, encuentran la fe en el sentimiento. ¿La inteligencia humana no tiene en ello parte alguna?

   Resp. — "No hemos visto hasta aquí, Venerables Hermanos, dar cabida alguna a la inteligencia; cuando, según la doctrina de los modernistas, tiene también su parte en el acto de fe, y así conviene notar de qué modo".

   Preg. 69. — Pero el sentimiento, según los modernistas, ¿parecía bastar para darnos a Dios, el objeto y el autor de la fe?

   Resp. — "El sentimiento —de que repetidas veces hemos hablado— precisamente porque es sentimiento y no conocimiento, se presenta tan confusamente que si bien hace surgir a Dios, pero de tal modo que no se distingue entre el hombre y Dios o se distingue apenas".

   Preg. 70. — ¿Qué falta entonces a tal sentimiento?

   Resp. — "Es preciso que el sentimiento se ilumine con alguna luz para que Dios resalte y se distinga".

   Preg. 71. — ¿Ésa será pues la función de la inteligencia en el acto de fe modernista?

   Resp. — Sí. "Ésa es la función de la inteligencia, cuyo papel es pensar y analizar, y que sirve al hombre para traducir primero en representaciones intelectuales y después en palabras, los fenómenos vitales que se producen en él. De aquí la expresión ya vulgar entre los modernistas de que el hombre religioso debe pensar su fe".

   Preg. 72. — Dadnos la comparación de la que se valen los modernistas para precisar el papel que atribuyen a la inteligencia con respecto al sentimiento en el acto de fe.

   Resp. — "La mente pues, aplicándose al sentimiento se inclina hacia él y lo elabora como un pintor que ilumina el viejo dibujo de un cuadro para que aparezca más nítidamente; porque, casi de este modo lo explica uno de los maestros modernistas".

   Preg. 73. — ¿Qué procedimiento emplea la inteligencia en este trabajo de la formación de la la fe?

   Resp. — "En este trabajo la inteligencia obra de dos modos".

   Preg. 74.— ¿Cuál es el primero?

   Resp. — "Primero, con un acto natural y espontáneo traduce las cosas en una aserción simple y vulgar".

   Preg. 75.— ¿Y el segundo?

   Resp. — "Después, de un modo reflejo y más profundo elaborando el pensamiento —como dicen— interpreta la fórmula primitiva empleando sentencias secundarias derivadas de aquélla otra simple, pero más trabajadas y distintas".

   Preg. 76. — ¿Cómo entonces esas fórmulas, fruto del trabajo de la inteligencia sobre su propio pensamiento se convertirán en dogmas?

   Resp. — "Estas sentencias secundarias, una vez sancionadas por el magisterio supremo de la Iglesia, constituirán el dogma".

VIII
  EL DOGMA

   Preg. 77. — Ya hemos llegado al dogma ¿no es éste el punto capital para los modernistas?

   Resp. — "El dogma, su origen y su naturaleza es el punto capital de la doctrina de los modernistas".

   Preg. 78. — ¿Cuál es pues el origen del dogma para los modernistas?

   Resp. — "Según la doctrina modernista, el dogma tiene su origen en esas primitivas fórmulas simples, necesarias en cierto modo a la fe, porque la revelación para existir, requiere en la conciencia alguna noticia manifiesta de Dios; pero del dogma mismo parecen afirmar que está contenido propiamente en las fórmulas secundarias".

   Preg. 79. — Y ahora ¿cómo podremos comprender cuál es la naturaleza del dogma, según los modernistas?

   Resp. — "Para entender su naturaleza es preciso, ante todo, inquirir qué relación existe entre las fórmulas religiosas y el sentimiento religioso del espíritu".

   Preg. 80. — ¿Cómo descubriremos esa relación?

   Resp. — "Eso lo alcanzará fácilmente el que atienda que el fin de tales fórmulas no es otro que proporcionar al creyente el modo de darse cuenta de su fe".

   Preg. 81. — ¿Qué constituyen estas fórmulas entre el creyente y su fe?

   Resp. — "Por eso, son intermediarias entre el creyente y su fe. Con relación a la fe son signos inadecuados del objeto, vulgarmente llamados símbolos; con relación al creyente son meros instrumentos".

   Preg. 82. — ¿Qué conclusiones podemos sacar con relación a la verdad contenida en dichas fórmulas?

   Resp. — "Por eso, no se puede decir de ningún modo que contienen la verdad absoluta".

   Preg. 83. — Según los modernistas ¿qué son esas fórmulas consideradas como símbolos?

   Resp. — "Como símbolos son imágenes de la verdad y, por lo tanto, han de ser acomodados al sentimiento religioso en cuanto éste se refiere al hombre".

   Preg. 84. — ¿Qué son esas fórmulas como instrumentos?

   Resp. — "Como instrumentos son vehículos de la verdad y por esto tendrán que acomodarse recíprocamente al hombre, en cuanto se relaciona con el sentimiento religioso".

IX
 
VARIABILIDAD DEL DOGMA

   Preg. 85. — Estas fórmulas dogmáticas, símbolos de la fe e instrumentos del creyente ¿serán, al menos, invariables?

   Resp. — "Dado que el objeto del sentimiento religioso está contenido en lo absoluto, tiene infinitos aspectos de los que, ya uno, ya otro pueden ir apareciendo. A su vez, el hombre al creer, puede estar en condiciones muy diversas. En consecuencia, también las fórmulas, que llamamos dogma se hallan expuestas a las mismas vicisitudes, por lo tanto, sujetas a variación".

   Preg. 86. — Pero entonces ¿esto es la variación substancial en los dogmas?

   Resp. — "Así queda expedito el camino para una evolución íntima del dogma. ¡Cúmulo infinito de sofismas que echa abajo y destruye toda religión!".

   Preg. 87. — Pero ¿esta variación substancial del dogma no sólo es posible sino también necesaria?

   Resp. — "El dogma no sólo puede evolucionar y cambiar sino que debe; esto es lo que afirman rotundamente los modernistas y lo que, por otra parte, se sigue de sus principios".

   Preg. 88. — ¿Cuál es el principio fundamental del cual deducen los modernistas la necesidad de la variación substancial de los dogmas?

   Resp. — "Entre sus doctrinas principales, la más importante es ésta, que deducen del principio de la inmanencia vital: Las fórmulas religiosas —dicen— para que sean verdaderamente religiosas y no meras especulaciones del entendimiento, deben ser vitales y vivir de la vida misma del sentimiento religioso".

   Preg. 89. — Pero, puesto que estas fórmulas deben vivir de la vida misma del sentimiento religioso ¿será preciso pues elaborarlas con miras al sentimiento?

   Resp. — "No se ha de entender como si esas fórmulas, sobre todo, si son puramente imaginativas, debieran elaborarse con miras al mismo sentimiento religioso; ya que ni su origen, número y, hasta cierto punto, su cualidad, importan nada; sino que el sentimiento religioso, después de haberlas modificado, caso que lo necesiten, se las asimile vitalmente

   Preg. 90. — ¿Qué es esa asimilación vital por el sentimiento?

   Resp. — "Esto quiere decir, con otras palabras, que es preciso que el corazón acepte y sancione la fórmula primitiva y que, bajo la dirección del corazón se lleve a cabo el trabajo que engendra las fórmulas secundarias".

   Preg. 91. — ¿De qué manera la necesidad de esa asimilación vital lleva consigo la variación substancial de los dogmas?

   Resp. — "De donde proviene que estas fórmulas para ser vitales deben ser y conservarse adaptadas al creyente y a su fe. Y cesando por cualquier motivo esta adaptación, pierden su contenido primitivo y hay que cambiarlas".

   Preg. 92. — Pero entonces ¿en qué aprecio tienen los modernistas a las fórmulas dogmáticas?

   Resp. — "Como la fuerza y el carácter de las fórmulas dogmáticas es inestable, no hay que sorprenderse que los modernistas las menosprecien y las tengan por cosa de risa".

   Preg. 93. — ¿Qué es lo que ensalzan sin cesar?

   Resp. — "Por el contrario, no hacen sino hablar del sentimiento religioso y de la vida religiosa y ensalzarlos".

   Preg. 94. — ¿Cuál es la actitud de los modernistas ante la Iglesia, en lo tocante a las fórmulas dogmáticas?

   Resp. — "Por ello, censuran audazmente a la Iglesia como si equivocara el camino, ya que no distingue entre el impulso religioso y moral y el significado externo de las fórmulas y porque, adhiriendo inútil y tenazmente a fórmulas carentes de contenido permite que la religión misma desaparezca".

   Preg. 95. — ¿Qué juicio definitivo debemos emitir sobre los modernistas en lo concerniente a la verdad dogmática?

   Resp. — "Ciegos y conductores de ciegos que, inflados con el soberbio nombre de ciencia han venido a dar en la locura de pervertir el concepto eterno de la verdad y el genuino sentido de la religión. Han introducido un sistema «en el cual, bajo el impulso de un amor desenfrenado de novedades, no buscan la verdad allí donde verdaderamente está, y, despreciando las santas y apostólicas tradiciones, abrasan otras doctrinas vanas, fútiles, inciertas y no aprobadas por la Iglesia, sobre las cuales hombres vanísimos pretenden apuntalar y afirmar la verdad)[8].

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CAPÍTULO II
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Índice general


NOTAS
  •   * Se refiere al Concilio dogmático VATICANO I. (1869-1870). (N. del E.).

  • [4] De Revelatione, canon I. (D. 1806 - D.-S. 3026. (N. del E.).

  • [5] De Revelatione, canon II (D. 1807 - D.-S. 3027. (N. del E.).

  • [6] De Fide, canon III. (D. 1812 - D.-S. 3033. N. del E.).

  • [7] De Revelatione, canon 3. (D. 1808 - D.-S.3028. N del E.).

  • [8] Gregorio XVI Encíclica Singulari Nos 7 de julio de 1934.

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