PRODINE

Apoyados en la iluminación bíblica; doctrinal y antropológica que nos ha abierto perspectivas pastorales para el cumplimiento de la misión de la Iglesia, en la línea de la Nueva Evangelización y estimulados por el serio acercamiento a la realidad cultural, religiosa, social y del pueblo de Dios de nuestra diócesis, hemos optado por una estrategia pastoral que bus­ca responder a las siguientes necesidades fundamentales:

 

1.     Es necesario renovar la fe de nuestro pueblo ( sacerdotes, religiosos y laicos) para fortalecer el encuentro personal y comunitario con Cristo, mediante el anuncio kerigmatico de la salvación.

 

2.     Es necesario llevar el mensaje de la salvación a todo el Pueblo de Dios, mediante la participaci6n de toda la Iglesia diocesana.

 

3.     Es necesario crear un ambiente propicio para que cada cristiano viva su fe y a fortalezca en el seno de pequeñas comunidades eclesiales.

 

4.     Es necesario que cada parroquia llegue a ser una comuni­dad de comunidades evangelizadas y evangelizadoras, suscitando el deber apostólico de todo el Pueblo de Dios.

 

5.     Es necesario que esta estrategia evangelizadora Se apoye permanentemente en el dinamismo misionero de la Iglesia.

    DEFINICION

 

El Proceso Diocesano de Nueva Evangelización es una estrategia pastoral de toda la Iglesia particular de Pereira para anunciar sistemáticamente a todos los hombres y mujeres de hoy, con el poder del Espíritu Santo, a Jesucristo, revelaci6n plena del amor del Padre, quien nos ha salvado del pecado y para establecer de manera progresiva el Reino de Dios en cada persona, en la nueva cultura y en la vida social, formando comunidades evangelizadas y evangelizadoras.

 

*        Es una estrategia pastoral. La palabra estrategia significa el arte para dirigir Un asunto. En nuestro caso se trata de una táctica pastoral que nos lanza con decisión y confianza al reto de la Nueva Evangelizaci6n, con unidad de criterios y de orientación (cf SD 22).

 

* De toda la iglesia particular de Pereira. Significa que es un empeño de toda la comunidad eclesial: obispo, presbíteros, diáconos, religiosas, religiosos y laicos que peregrinan en esta porción de Iglesia (cf SD 25).

 

* Para anunciar a Jesucristo. Este es el objetivo de toda acción de la Iglesia, dar a conocer a “Jesucristo, Evangelio del Padre, que anunció con gestos y palabras que Dios es misericordioso con todas sus criaturas; que ama al hombre con un amor sin limites y que ha querido entrar en su historia por medio de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros, para liberarnos del pecado y de todas sus consecuencias y para hacernos participes de su vida divina”(SD 27)

Anunciar a Jesucristo es también el objetivo fundamental del PRODINE y lo asumimos con audacia y alegría, de modo que Jesucristo llegue a estar “en el coraz6n y en los labios”  de los hombres y mujeres de nuestra Diócesis.

 

* Y para establecer el Reino de Dios. El anuncio  de Jesucristo tiende y se orienta al establecimiento del Reino de Dios entre los hombres. Este Reino “es don del Padre (cf Lc 12,32 y Mt 20,23) y consiste en la comunión, gratuitamente ofrecida, del ser humano con Dios (cf Jn 14,23; EN 9), comenzando en esta vida y teniendo su realizaci6n plena en la eternidad (cf EN 27)»

(SD 5).

 

* De manera sistemática y progresiva. Esto quiere decir que el anuncio debe hacerse de manera ordenado y por etapas, de tal modo que se vaya creciendo en el conocimiento y en la acepta­ci6n de Jesucristo como único Señor y Salvador (cf. Mt 13,31 ss: Parábola el grano de mostaza). Por su parte, el establecimiento del Reino de Dios es paulatino pero dinámico en cuanto  que va involucrando a toda persona, dando “una respuesta integral, pronta, ágil, que fortalezca la fe cat6lica en sus verdades fundamentales, en sus dimensiones individuales, familiares y sociales” (Juan Pablo II, Discurso. Inaugural de SD 11).

 

* A todos los hombres y mujeres de boy. Nuestro Proceso “tiene Ia tarea de suscitar la adhesión personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos hombres y mujeres bautizados que viven sin energía el cristianismo, han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevan­do una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio” (SD 26). Esta tarea también se extiende a los. no bautizados e incluso a los miembros de otras confesiones (cf Jn 10,16; 1 Tim 2,4; AG 6; RMI 33).

 

*  Con el poder del Espíritu Santo. Significa que “gracias al apoyo del Espíritu Santo la Iglesia crece (Act 9,31).  El es el   alma de la Iglesia. El es quien explica a los fieles el sentido pro­fundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio. El es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evange­lizador que se deja poseer y conducir por El, y pone en los labios las palabras que por Si solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y aco­gedora de la Buena Nueva y del Reino anunciado” (EN 75).

 

Se trata pues, de “un nuevo Pentecostés” (Juan Pablo II, Discurso. Inaugural SD 30.31; SD 24) que genere en nuestra Diócesis una profunda renovación pastoral. Bajo la acción del Espíritu va­mos a emplear “la imaginaci6n y la creatividad para que de ma­nera pedagógica y convincente el Evangelio llegue a todos» (SD29).

 

* Formando comunidades evangelizadas y evangelizadoras. El anuncio del Evangelio suscita la fe (cf Rom 10,17) y hace comunidad. La vida de fe, alimentada por la Palabra, los sacra­mentos, la oraci6n y la caridad, se concretiza en la pequeña Co­munidad (cf Act 2,42ss). Así “quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participaci6n en la fe, Se reúnen pues en el nombre de Jesús para buscar juntos el Reino, construirlo y vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora” (EN 13).

 

Con el anuncio de Jesucristo y el establecimiento de Su Reino, confiamos hacer de nuestra Diócesis una Comunidad de comu­nidades evangelizada y evangelizadora.

 

 

3.2 CRITERIOS

 

Un criterio es una norma para discernir y juzgar la ver dad. En nuestro contexto se trata de las normas o principios directivos que encauzan la realizaci6n del Proceso.

 

La Di6cesis de Pereira en su nuevo empeño pastoral se orienta­rá por los siguientes criterios:

 

3.2.1         Fidelidad: * al mandato de Cristo,

*      a la acción del Espíritu Santo por la oraci6n y

*     a la Palabra de Dios.

 

3.2.2         Eclesialidad: Es Un criterio de comunión y partici­pación; es estar en comunión con el Papa y el Magisterio, con el Obispo y con el presbiterio. Esta eclesialidad comprende:

 

*responsabilidad de todos,

*unidad de criterios,

*vivencia de una liturgia sacramental,

*pastoral de conjunto y

*compromiso de formar pequeñas comunidades.

 

3.2.3         Misionariedad: Es la permanente preocupación que tiene la iglesia de llegar con el Evangelio a todos las personas y a todos los lugares. La misionariedad implica:

*que se tenga gran ardor apostólico y santidad de vida (cf. SD 28),

*que el anuncio sea para todos, con preferencia para los alejados,

*que los evangelizados Sean evangelizadores y

*que se viva en estado de misi6n per­manente.

3.2.4         Ministerialidad: El Espíritu Santo suscita en su Iglesia diversidad de ministerios y carismas para el bien espiri­tual de la misma comunidad (cf  1Cor 12).

Esto implica de una parte discernimiento (cf ChL 19) y apoyo a los dones y carismas del Espíritu en la comunidad para ponerlos al servicio de todo el pueblo de Dios, y de otra comprometer el mayor número posi­ble de laicos(SD 101).

 

3.2.5 Actividad perseverante: Es el acompañamiento dinámico y permanente que requiere este Proceso. Se debe te­ner un ritmo paciente y sostenido en el camino de la conversi6n, acompañando y animando constantemente a los agentes, para que se sientan estimulados desde la fe en aquellos momentos en que surja el desaliento (cf. Gal 6,9-10; 2Tes 3,15-17).

 

Para llevar a cabo este proceso es necesario arriesgarlo todo, aunque los obstáculos Sean tan grandes como en las comunida­des primitivas, tenemos la confianza puesta en el Señor quien nos dice, como a sus ap6stolos, “no temáis” (Mt 28,10; cf Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, Ed. Norma, p. 223).

 

Esta perseverancia acoge y respeta los valores presentes en la religiosidad popular para dirigirla hacia la conversi6n (SD 240).

 

3.2.6         Responsabilidad: Es la necesidad de que todos, a nivel diocesano y a nivel parroquial; asumamos la tarea ineludi­ble de hacer llegar el Evangelio a todos los ámbitos vitales dcl hombre (familia, colegio, fábrica; vereda, el deporte... ). La res­ponsabilidad lleva a favorecer entre los agentes de pastoral rela­ciones vivas, directas y comunitarias en el proceso de fe (cf Ef6,17).

3.2.7 Creatividad: El Prodine, bajo la acción del Espíritu Santo, debe “emplear la imaginaci6n para que, de manera pedagógica y convincente el Evangelio llegue a todos” (SD 29).

Debemos ser audaces y recursivos para utilizar los medios que la técnica y la ciencia nos proporcionan en una cultura domina­da por la imagen (cf. Idem).

 

3.2.8 Integralidad: Dar todo a todos de una manera en­carnada, es decir, cumplir completamente el encargo dejaado por el Maestro a la comunidad eclesial (Mt 28,19-20). Esto supone

el respeto por la totalidad del mensaje y de la persona, o sea, tener cuidado de no mutilar el Evangelio imponiéndolo a las gentes desde intereses particulares descuidando la salvaci6n in­tegral del hombre.

 

 

3.3 FUERZAS

 

Para que el Proceso pueda realizarse de una manera inte­gral es necesario contar con las siguientes fuerzas:

 

3.3.1 La Palabra de Dios: El Santo Padre pide en el Dis­curso Inaugural de Santo Domingo (n. 9) «que las Sagradas Escrituras nutran cada vez mas la vida de los fieles, para lo cual Se hace imprescindible que los agentes de pastoral profundicen incansablemente en la Palabra de Dios, viviéndola y transmitiéndola a los demás con fidelidad, es decir, teniendo muy en cuenta la unidad de toda la Escritura, la Tradici6n viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe)) (cf. 2Tm 3,14-17; DV 12).

 

3.3.2 La Liturgia y los Sacramentos: “La liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza. Es especialmente por la liturgia como el Evangelio penetra en el corazón mismo de las culturas”  (SD 34.35; cf SC 10). Una de las expresiones culturales más genuinas del hombre y de la liturgia es la música; “la tradición musical de la Iglesia constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas” (SC 112), dándole fuerza evangelizadora a la liturgia

 

3.3.3 La oración animada por la Palabra de Dios: La comunidad eclesial “encuentra el sentido ultimo de su convocación en la vida de oración, alabanza y acción de gracias que cielo y tierra dirigen a Dios “por sus obras grandes y maravillosas” (Ap 15,3). La acción profética no se entiende ni es verda­dera y autentica Si no parte de un real y amoroso encuentro con Dios que atrae irresistiblemente (cf Am 3,8; Jr 20,7-9; Os 2,16s)

 

“La oraci6n, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El)) (CC 2560).

 

3.3.4        La Virgen Maria: Maria es “la Estrella de la Evangelizaci6n" (EN 82), a cuya protecci6n encomendamos el Proceso que se quiere realizar en nuestra Diócesis (cf I-c I ,39ss; (SD 303).

 

3.3.5 El Magisterio de la Iglesia: El Magisterio, es ante todo, un servicio querido por el Señor mismo para la propaga­ci6n y la conservación de la Palabra, bajo la especial asistencia dcl Espíritu Santo. El Magisterio está al Servicio de la Palabra de Dios, “la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad,(...) y la propone como verdad revelada por Dios para que sea creída” (DV10).

 

Así; el Magisterio es el lugar  donde “sana doctrina” (cf Tt 1,9; 2,1; 2Tm 4;2ss) es guardada y proclamada con fidelidad por aquellos que están revestidos de autoridad, ya que Jesucris­to ha confiado a los Apóstoles y a sus sucesores, es decir; al Papa y al colegio episcopal, la misión de enseñar la doctrina revelada. Gracias a

este Magisterio se genera “unidad de fe de comunión> (LG 18) en la Iglesia (cf 1Tm 6,3)

 

Es fundamental en la vida de la Iglesia el servicio que prestan los exegetas y te6logos para hacer más comprensible la verdad revelada. En efecto, ellos “deben trabajar, aunando diligente­mente sus fuerzas, para investigar y proponer la Escritura divi­na, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio, con los instrumen­tos oportunos(DV 23)

 

 

3.3.6 La Parroquia: Es la “comunidad de comunidades y movimientos, (ella) acoge las angustias y esperanzas de los hombres; anima y orienta a la comunión, participación y mi­sión... ella es la familia de Dios, como una fraternidad animada por el Espíritu de unidad» (SD 58; cf ChL 26).

 

3.3.7 Los Religiosos: Las religiosas y religiosos constitu­yen una fuerza fundamental en nuestro Proceso. En efecto, ellos, "por la vivencia fiel de los consejos evangélicos participan del misterio y de la misión de Cristo, irradian los valores del Reino, glorifican a Dios, animan la propia comunidad eclesial e interpelan a la sociedad" (SD 85).

 

“De singular fecundidad evangelizadora y misionera es la vida contemplativa; ella testimonia con toda su vida, la primacía de lo absoluto de Dios” (SD 86).

 

3.3.8 El testimonio personal y comunitario: El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de evangelización (cf RMi 42-43), es decir, la proclamaci6n del mensaje de salvaci6n mediante las obras y la coherencia de vida, llevando a cabo así su encarnación en la historia cotidiana de los hombres... Por eso la Nueva Evangelizaci6n exige coherencia de vida, testimonio compacto de la caridad, bajo el signo de la unidad, para que el mundo crea (Jn 17,23)” (cf Juan Pablo II, Discurso Inaugural. SD 29; SD 29, 33; Act 4,32-35). “Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir; mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y despego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra: de santidad” (EN 41).

 

3.3.9 La Religiosidad popular: Ella, “con sus extraordinarios valores de fe y de piedad, de sacrificio y solidaridad” (Juan Pablo II, Discurso Inaugural SD 12) Se constituye en una fuerza que garantiza y sostiene el sentido religioso del hombre predisponiéndolo al mensaje de la salvaci6n.

 

3.3.10        Los movimientos apost6licos: Estos “se constituyen en un buen medio para aprender a vivir la fe en estrecha comunión con la vida y con la proyección misionera” (SD 48), según su carisma. Algunos laicos, sedientos de Dios, sintiendo la necesidad de compartir su fe y ante el reto del secularismo, del ateismo e indiferentismo religioso, se agrupan en torno a la Palabra, a la oración, al servicio y a la mutua edificaci6n, convirtiéndose en una fuerza generadora de significativos fru­tos en la Iglesia (cf. SD 10)

 

3.3.11        La fe de los mayores: Los primeros evangelizadores "testimoniaron, con su vida y con su palabra, la humanidad que brota del encuentro con Cristo Por su testimonio y su predicación, el numero de hombres y mujeres que se abría a la gracia de Cristo se multiplicaron “como las estrellas del cielo, incontables como las arenas de las orillas del mar (fib 11,12)" (Juan Pablo II, Discurso Inaugural de SD, 3)

 

También es muy valioso el aporte que han legado a la evangelización y a la catequesis la fe vivida por nuestros abuelos, mu­chas veces con grandes sacrificios. Igual consideración mere­cen los testimonios de numerosas familias donde sus padres han sido y siguen siendo primeros educadores en la fe. Tampoco ha sido poca Ia labor de los maestros, quienes, desde la escuela y el colegio, abonaron el coraz6n del hombre para el Evangelio. Gracias a muchos de ellos hoy somos hijos de la Iglesia.

 

3.3.12         La homilía: Es un instrumento valido, apto y eficaz para la evangelización. Pero es necesario poner en practica todos los medios de que se disponga para hacer que ella cumpla realmente su cometido: anunciar la Palabra del Señor en el preciso momento histórico (cf EN 43).

 

3.3.13         Los Medios de Comunicaci6n Social: Son una importante ayuda para que el Evangelio llegue a todos los nive­les de la vida humana; por esto, Se debe “intensificar la presen­cia de la Iglesia en el mundo de la comunicación” (Discurso Inaugural de Santo Domingo, 23; cf SD 29; EN 45), siendo audaces en el uso de cuantos medios de comunicaci6n estén  a nuestro alcance (cf SD 29).

 

 

3.4 AGENTES

 

3.4.1 El Espíritu Santo: es el agente principal de la  evangelización (cf Act 2,17; 4,8; 9,31; EN 75).

3.4.2       La comunidad diocesana: Esta comprende: El Obispo diocesano y su presbiterio: “no hagáis cosa alguna sin contar con su Obispo; mas aun, someteos también al colegio de los presbíteros; como a los apóstoles de Jesucristo, en quien hemos de encontrarnos en toda nuestra conducta” (San Ignacio de Antioquia a los Tralianos, II,2; Cf Catecismo de la Iglesia Católica 1567-1568, SD 25,33) (Cf SD 67), los diáconos (Cf SD 25); las religiosas y los religiosos (Cf SD 85); los laicos, llamados a “ser protagonistas de Ia Nueva Evangelizaci6n, la Promoci6n humana y la Cultura Cristiana» (SD 97; Cf nn. 103 y 293). “Que nadie, sin contar con su Obispo, haga nada de cuan­to atañe a la Iglesia... donde quiera que aparezca el Obispo, allí esta la Iglesia» (San Ignacio a los Esmirniotas, VIII,2).

 

3.4.3 El Párroco: “El, bajo la autoridad del Obispo, san­tifica y rige la porción de la grey del Señor que se le ha confia­do” (LG 28). El es quien, como padre, engendra el nuevo rostro de la Iglesia. El párroco es el alma de la realización del PRODINE en su parroquia. El debe formar y asociar a los laicos en esta tarea.

 

3.4.4 El Arciprestazgo: Es un instrumento de comunión y participación por medio del cual las diferentes parroquias, en torno a un arcipreste, Se unen para la oraci6n, la programación pastoral y la revisión de vida.

 

3.4.5 El Seminario: Es allí donde el futuro pastor primeramente debe conocer y amar a Jesucristo en un espíritu comu­nitario, discerniendo cada día el llamado a ser pastores de la nueva evangelizaci6n, capaz de vivir en comunidad y de conformar pequeñas comunidades evangelizadas y evangelizadoras (Cf PDV 60)

               

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