CHERNOBIL. ACCIDENTE NUCLEAR

 

El 26 de abril de 1986, el cuarto reactor de la Central Nuclear de Chernóbil, explotó a la 01:23 am hora local. Básicamente se estaba experimentando con el reactor para observar cuanta energía se podía producir. Pero la máquina que controlaba el combustible (dióxido de Uranio y otros compuestos radiactivos) lo mantuvo dentro del reactor durante demasiado tiempo, y eventualmente explotó, creando un gran agujero en el techo de la planta y emitiendo una gigantesca nube radiactiva hacia toda Europa. Todos los residentes permanentes de la ciudad y aquellos que vivían en la zona de exclusión fueron evacuados debido a que los niveles de radiación sobrepasaron todos los estándares de seguridad.

 

El incendio declarado duró 9 días. En la extinción del fuego y otras tareas de urgencia en los días inmediatos al accidente, intervinieron cerca de 800.000 personas (los llamados "liquidadores"). Estos, trabajaron apenas sin protección y sin que se controlara las elevadas dosis de radiación que recibían. Muchos de ellos morirían. Las autoridades locales ocultaron en un principio a la población y al mundo las verdaderas dimensiones de la catástrofe y restaron importancia a sus consecuencias. Sin embargo, hoy en día se considera la mayor catástrofe nuclear de la historia de la Humanidad, superando en mucho los desagradables acontecimientos de Hiroshima y Nagasaki. En cifras generales, la energía nuclear es responsable de 15.000 víctimas mortales, más de 50.000 casos de cáncer y siete millones de afectados tras la fusión del núcleo del reactor de la central de Chernobil.

    Pero el peligro no había pasado: más de 100 toneladas de combustible nuclear y más de 400 kilos de plutonio continúan en el interior de las ruinas del reactor accidentado. Para confinarlo y evitar la liberación de más radiactividad se tuvo que realizar una construcción de acero y hormigón de 50 metros de altura: el sarcófago. Construido apresuradamente, en condiciones muy difíciles, y sin las estructuras necesarias para soportar su carga extra, el sarcófago está en condiciones lamentables. Está dejando escapar radiactividad de forma continuada por sus 200 m2 de grietas, pero este problema es insignificante si lo comparamos con la radiactividad que se liberaría si algunas secciones del sarcófago se derrumbaran.
 

CONSECUENCIAS DE LA CATÁSTROFE
 

    Los daños a la salud pública causados por la radiactividad que actualmente se conocen parece que sólo serán la punta del iceberg, puesto que muchas enfermedades pueden tardar décadas o incluso generaciones en manifestarse. La Organización Mundial de la Salud calcula que se producirán, sólo en territorio de la antigua Unión Soviética, más de 500.000 muertes en los próximos 10 a 15 años. En 1995, el Ministerio de Salud ucranio declaró que, desde 1989, se habían producido ya 125.000 víctimas mortales entre los afectados por Chernobil aunque no se aclaró suficientemente las causas de defunción. Según estas fuentes, en 1993 y 1994, entre el 60 y el 70% de las defunciones tuvieron que ver con los efectos de Chernobil.
 

    La combinación de vivir en una tierra contaminada (una superficie de unos 160.000 km2 ha quedado contaminada irreversiblemente con altísimos niveles de radiactividad; se estima que cuatro millones de personas viven en zonas contaminadas) y el consumo de alimentos afectados por dicha radiactividad está incrementando y agudizando los daños sobre la salud. Además de las víctimas mortales, ya mencionadas, y las malformaciones congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones, están apareciendo entre la  población nacida después del accidente (los “Niños de Chernobil”), los índices de diversas enfermedades están aumentando en todo el área afectada. Así, por ejemplo, el accidente nuclear ha causado una elevación aguda (en casi 100 veces) de cánceres de tiroides y está conectado con la leucemia entre los obreros que limpiaron el impacto radioactivo. Por otra parte, las mujeres bielorrusas en edad fértil tienen muchas dificultades de abandonar el país debido a posibles enfermedades que puedan sufrir ellas o su futura descendencia.

    Los costes económicos de la catástrofe de Chernobil son todavía incalculables, aunque algunas fuentes oficiales han hablado de cifras -50 BILLONES de pesetas- superiores por ejemplo a las del PIB del estado español. En cuanto a los países cercanos, Belarús por ejemplo, que recibió aproximadamente 70% del impacto de la explosión, está obligado hoy a usar el 25% de su presupuesto anual para tratar los efectos del desastre.

    En 1991 el gobierno prometió la clausura de toda la central de Chernobil, pero la demanda de energía retrasó su cierre. A mediados de 1994, los estados occidentales, alarmados por la falta de seguridad de la central, tomaron una serie de medidas para asegurar su cierre.

 

La ciudad de Chernóbil y los suburbios adyacentes son ahora hogar de científicos, oficiales de mantenimiento de la Central Nuclear, Liquidadores, doctores y físicos especializados en radiación. Aunque Pripyat (una ciudad vecina a Chernóbil y más cercana a la Central Nuclear que esta) permanece sin mantenimiento, Chernobyl ha sido renovada y es ahora hogar de más de 2000 personas, incluyendo a eventuales visitantes a la Zona de exclusión, quienes se hospedan en los sectores de la ciudad mas distantes a la Central Nuclear.

 

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