si dadá 13-91 ha reivindicadO cOn su mOnOcrOmía la danza de la vigOrOsa rebeliÓn sanguínea de las ideas y lOs estadiOs absOlutos (estO ya huele a PEDANZA), también desea rendir un fluidO hOmenaje a la persOna de Yves Klein, espíritu mOnOcrOmáticO del arte por excelencia.
Klein, Yves (1928-1962).
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nacidO en Niza, planteó desde muy jOven una visión particularmente particular del mundo y conquistó, hace 50 años, el panOrama mundial del arte con el lema «Un mundo nuevo precisa un mundo nuevo». Se dio a conocer en 1956 cuando expuso sus primeros cuadros monocromos de propuesta radical basadas en actitudes fuertemente místicas y utópicas.

Yves Klein eligió el espacio etéreo sobre la tierra, «le vide». El vacío libre de materia. La amplia atmósfera del cielo siempre le sirvió de inspiración. Y el cielo y el vacío es parte de la vida. Y las emociones también se expresan con un color.

En 1958 presentó El vacío, que consistía en una enorme galería completamente vacía y pintada de blanco por la que circulaban espectadores a los que se les ofrecía un cóctel azul.

En 1960 patentó un color azul (IKB: International Klein Blue), cuya extensión en la tela, según él, traducía el infinito cósmico.

Su sueño de una obra inmaterial le condujo a diferentes concepciones artísticas que anticiparon lo que sería el arte conceptual.

Existe una pintura de él, hecha en 1949, totalmente roja, denominada M 26. Otra totalmente naranja de 1956 titulada M 6. Otra definitivamente amarilla titulada M12 en 1957. Pintura que fue rechazada por el jurado de una exposición oficial en París, el jurado del «Salon de Realites Nouvelles», quienes le recomendaron que por lo menos introdujera un segundo color, una línea o un punto. Pero el autor insistió en que el color representaba algo en sí mismo.

Un día de verano en el sur a la edad de 19 años - dijo en una monografía que le dedica la Taschen- estaba tumbado en la arena de la playa bajo el calor radiante, cuando emprendió, completamente consciente, un viaje realista e imaginario por el reino de ese cielo azul y afirmó: ¡Firmé con mi nombre al otro lado del cielo! Con este gesto simbólico de la firma del cielo que se haría famoso, habría vislumbrado el rumbo de su arte en una especie de ensueño.

sus cosmogonías y más tarde sus pinturas de fuego que sugieren la acción de los elementos naturales. O bien sus antropometrías que recuerdan a su vez el cuerpo humano cubierto de pintura. Grupos de mujeres desnudas llenas de color azul que se imprimen contra grandes lienzos dispuestos sobre el suelo o la pared. Todo en busca de su sueño de una obra inmaterial. Todo esto le condujo a diferentes concepciones artísticas que anticiparon lo que sería el arte conceptual.

 

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