24. Teo. sacramentos del camino. Introducción a los sacramentos para el camino.
24. Teo. sacramentos del camino  

INTRODUCCIÓN A LOS SACRAMENTOS PARA EL CAMINO.

Los sacramentos que hemos denominado pastoralmente para el camino, concurren en la vida cristiana apoyando al hombre es su debilidad. Son sacramentos de la salud, que reestablecen la gracia perdida. Estos dos sacramentos, la Unción y la Penitencia, perdonan los pecados, a excepción del pecado original, supuestamente redimido en la pila bautismal. Penitencia y Unción de enfermos no inician el camino cristiano, sino que son expresión de que, ante nuestra debilidad, la misericordia del Señor actúa devolviéndonos al seguimiento. Si los sacramentos de iniciación nos situaban en la vida cristiana como en un proceso, creciente y encaminado a una mayor y profunda conversión al Señor, estos reestablecen el rumbo, ponen orden y centran la vida cristiana, propician la conversión permanente. Por eso colaboran con la iniciación cristiana, que ya sabemos que no es completada nunca.

La Unción de Enfermos nos sitúa ante la encrucijada de la muerte, por la pérdida de la salud. Igual que Jesús curó a los enfermos, como signo de que el Reino estaba entre ellos, así también la Iglesia atiende la enfermedad en la vida cristiana. El sacramento de la Unción de enfermos es indicativo de que el Reino ha llegado, y que los enfermos y pecadores son llamados a la salvación. Ante el sufrimiento y la enfermedad, en las puertas de la muerte, nos devuelve el sentido central de la vida cristiana. La Unción contiene un elemento salvífico ineludible de perdón y de fortaleza ante la debilidad de la enfermedad y el abismo de la muerte.

La Penitencia perdona los pecados del hombre, ayudando a la conversión y a la salvación del creyente. Es un sacramento que se recibe como consecuencia del pecado que esclaviza al hombre, alejándolo de Dios. Es una segunda oportunidad tras el Bautismo. Si por el Bautismo el hombre era perdonado radicalmente del pecado, ahora, desde el arrepentimiento y la penitencia, puede volverse a acercar al Señor, tras haber pecado gravemente. Siempre ha estado relacionado con la vida moral y la espiritual, y sin duda es decisivo para el creyente que quiera vivir con profundidad su fe.

Del pecado nos libra sólo el Señor, sólo Él puede perdonarnos, y lo hace con su muerte en la cruz y su triunfo sobre el pecado. Sin embargo, la aceptación de su gracia y su misericordia es una libertad que corresponde a los hombres tomar. El perdón está dado en la cruz, corresponde a los hombres su elección.

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