21. Antropología. La teología contemporánea en el problema de la gracia.
21. Antropología  

LA TEOLOGÍA CONTEMPORÁNEA EN EL PROBLEMA DE LA GRACIA.

Examinadas las cuestiones relativas a la gracia, sólo nos quedaría entrar, para evitar repetirnos, en las dimensiones de la gracia, de ahí la brevedad de este apartado. Esta produce una regeneración en el hombre, y esto le debe llevar a lo que indica Ruiz de la Peña como divinización, filiación, praxis del amor, vida en esperanza escatológica, experiencia de Dios y gozo del Espíritu.

La divinización implica el intercambio con la naturaleza divina, Dios se hace hombre para que el hombre se divinice. Esto no significa que nos hagamos como Dios, una vetusta tentación de la humanidad, sino que nos hacemos partícipes en el ser divino del Hijo. Esa divinización es un don de Dios, no una autopromoción humana. Tampoco el hombre pierde su naturaleza humana en esa divinización, no es absorbido o sustraído mental o socialmente del mundo. Estamos ante una plenificación del propio ser realizada por Cristo. En la filiación, que es a lo que nos lleva la edificación, contemplamos que nos hacemos hijos en el Hijo, en terminología paulina, somos adoptados como Hijos de Dios, siendo Cristo el Unigénito. Esa filiación nos reviste de Cristo, en el que regeneramos nuestra naturaleza.

La vida en Cristo, la filiación, nos lleva a la vida en el amor, a vivir y servir a los hombres amando. El amor que hemos recibido de Dios se hace vida en nosotros, nos da la vida y nos lleva al compromiso concreto de amar a los demás hombres nuestros hermanos. Gratis lo habéis recibido, darlo gratis, es decir, la gracia abre el amor para el hombre, lo hace capaz de amar y de conocer el amor de Dios.

La dimensión escatológica también está presente en la cuestión de la gracia, el futuro se abre de manera esperanzadora. Hasta entonces vivimos en un crecimiento en gracia, haciendo vital y esencial de la vida cristiana lo que viene de Dios, y relativizando el resto.

Finalmente la dimensión experiencial en la gracia abre al hombre a todo un encuentro con Dios, a experimentar la gracia. La vida en la gracia se convierte en la vida en el Señor, en dialogo amoroso con Dios que puede llevar al cristiano a la afirmación de "todo es gracia", todo lo ha hecho Dios pensando en el hombre concreto y personal. Cualquier creyente es un místico en potencia, siendo el místico nada más que un creyente.

Finalmente hablamos del gozo en el Espíritu, es decir, que la gracia de Cristo sucede merced al Espíritu que vivifica. La difusión de la gracia produce los dones y frutos del Espíritu, en ocasiones oculto para nosotros, pero presentes en el gozo de la vida cristiana.

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