21. Antropología. El problema del pecado original hoy.
21. Antropología  

EL PROBLEMA DEL PECADO ORIGINAL HOY.

Algunos teólogos han intentado actualizar la doctrina del pecado original y de la gracia. La cuestión es ver hasta donde podemos darle un valor dogmático al "Decreto sobre el pecado original" aprobado en Trento, de forma que, por un lado, nos permita seguir avanzando en el diálogo ecuménico; y de otro, actualice el misterio del hombre y del pecado original para el hombre de hoy.

Algunos autores hablan de establecer una jerarquía de verdades en Trento, aunque a mi juicio habría que salvar siempre la verdad dogmática de Trento. En esa jerarquía estaría por encima de todo la cristología, es intocable el papel salvífico de Cristo, con sentido universal y para todo hombre y todo pecado. En otro nivel tendríamos que situar lo sacramental y eclesial del pecado original. Cristo nos trasmite hoy su gracia a través de los sacramentos, en la Iglesia que nos administra los sacramentos. En un tercer nivel estaría la naturaleza humana y las explicaciones sobre el paraíso y la descendencia.

Otros autores, como Sayes, indican que el Concilio quiso dar una visión global y completa sobre el pecado original, recogiendo lo básico aceptado en Cartago y Orange. El Concilio está mediatizado por la respuesta coherente y orgánica a los errores de los reformadores y de los pelagianos, por eso el texto del Concilio no debe ser banalizado. El Concilio ha puesto las bases de una antropología saneada con una concepción de la justificación correcta, donde no se elimina ni la gracia ni la libertad, la corrupción del hombre no es absoluta.

El profesor Ruiz de la Peña dice que el Concilio no cierra las cosas definitivamente. Lo central sería afirmar que el pecado original es la muerte del alma, afecta a todos, y sólo puede liberarnos la gracia. Se deja la puerta abierta a posteriores desarrollos. El bautismo borra el pecado, y aunque permanece la concupiscencia, no debemos identificar las dos cosas. La situación universal del pecado tiene como factor desencadenante la acción histórica de la libertad humana, por lo que muchas cuestiones no han sido cerradas todavía.

Otros autores como Flick y Alzseghy definen el pecado original como incapacidad para amar a Dios sobre todas las cosas, independientemente del pecado cometido al principio de la historia, es una alienación dialogal con Dios. El intercambio y el diálogo por parte del hombre hacia Dios está imposibilitado, hay un obstáculo. Para estos autores, el pecado original está subordinado al tema de la historia de la salvación y a la gracia. El pecado original lo interpretan desde una clave evolutiva del mundo. El hombre tuvo una oportunidad única de avanzar, pero se fosilizó, se detuvo su capacidad de progreso. Esa situación se podría explicar desde un monogenismo o un poligenismo, desde unos primeros hombres, o desde una colectividad. Flick y Alzseghy no niegan ninguna de las dos posibilidades. El paraíso no es algo que haya existido de hecho, sino que es una posibilidad que nunca llegó a completarse, la incapacidad de diálogo lo impide, lo cual puede llegar a construir una teología donde el pecado original no está tan alejado del pecado personal.

Otro teólogo, Rondet, dibuja la primacía, no del pecado, sino de la gracia. No es posible hablar de pecado sin referirse a la salvación. Cristo restaura la naturaleza del pecado desviada de su finalidad. El pecado de Adán se ve como una realidad colectiva y universal. El mismo primer hombre representa una personalidad colectiva, por eso el pecado es universal y colectivo. Cuando hablamos de pecados personales, Rondet lo relaciona con el pecado original, ante el cual nos adherimos. Los pecados personales dependen del pecado original, "originante" y colectivo.

Schoonenberg, elabora una tesis que podríamos denominar del pecado del mundo. Indica este autor, que hoy se necesita una tesis poligenista para explicar el pecado original, que parece más satisfactorio que el monogenismo. El hombre de hoy, que aspira al futuro y rehuye el pasado, está buscando unas claves que coincidan con la idea de libertad y responsabilidad que se da en el adulto, no en el niño. Schoonenberg diferencia entre pecado original y pecado personal. El primero sería la imposibilidad de hallar el camino de la libertad y de la gracia, y está originado en el hombre, es causado por el hombre. Cristo es el mediador de la gracia, es el trasmisor de la redención; sin embargo, los hombres son mediadores del pecado. La trasmisión del pecado se hace con la educación y con los influjos sociales que se trasmiten de generación en generación. El origen del pecado original está en todos los pecados de los hombres. Elabora, también este teólogo, una teología, que no podría tener sentido sin hablar de la contrapartida de la salvación y la gracia. No se debe exagerar el pecado, sino la gracia.

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