21. Antropología. La providencia en la tradición de la Iglesia.
21. Antropología  

LA PROVIDENCIA EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA.

La providencia de Dios, la conservación y mantenimiento de la creación, es un elemento que aparece también en la Sagrada Escritura, y que ha preocupado tanto a los filósofos como la creación misma. La providencia aparece en el AT en el Salmo 104; también encontramos a Dios dando la vida y la muerte en 1 Sam 2, 6. En el NT podríamos ver 1 Tim 1, 17, en el Himno de los Colosenses, o Jn 5, 17, "mi padre trabaja y yo también trabajo" refiriéndose al problema del sábado. La idea es constante, Dios no se ha desentendido del mundo sino que sigue preocupándose por el universo y el mundo.

El Magisterio ha afirmado esta idea con constancia: Dios no sólo ha creado el mundo, sino que lo conserva con infinito amor. No es la creación un mero gesto puntual, tiene su continuidad en la providencia, como una creación continua. Dios sigue amando a los hombres y a la naturaleza, sigue pronunciando las palabras de creación. Esto, además, nos indica el carácter temporal de la creación y de su conservación. La tarea providente de Dios podemos considerarla tanto colectiva como individual, Dios es señor de la historia y de los pueblos. En el NT damos algún paso más, porque la providencia en Cristo no significa que todo vaya a salir bien, sino que Cristo sufrió soledad y desprecio y muerte en la cruz. No todo es gloria en la providencia de Cristo.

La Escolástica intentó definir la providencia como el plan por el cual el mundo es conducido hacia su fin, la ejecución del plan de salvación que lleva los destinos hacia el final. Distinguían los hombres del Medievo entre una providencia ordinaria y una extraordinaria. La primera sería la actuación de Dios a través del cumplimiento normal de las leyes del mundo y de la creación. La extraordinaria sería la irrupción de la omnipotencia de Dios dentro de este mundo que sobrepasa y que va más allá, como por ejemplo los milagros. También diferencian entre una providencia general, para todo el universo, y una providencia particular, para cada individuo y persona.

Esta tesis de providencia, afirmada por el Magisterio Católico, tuvo con las reformas protestantes una fuerte contestación. El fatalismo, alumbrado algunos decenios antes de la reforma, indicaba que ante el drama del mundo y del hombre, se estaba abocado a un final trágico y oscuro. El predestinacionismo, afirmado por Calvino entre otros, concebía que los hombres tienen el destino escrito, se haga lo que haga todo está escrito. La reforma partía de una idea pesimista del hombre, de un destino que impedía al hombre ser libre frente al pecado.

En una perspectiva Católica no podemos hablar de destino, sino de providencia. La providencia no es fija ni preestablecida, sucederá lo que sea, pero el hombre está en posibilidad de escoger a Dios, y el Señor no está obligado por el fracaso o la infelicidad de los hombres. La realidad salvífica se abre al hombre con todas sus posibilidades, pero no le obliga, sino que respeta su ser. Por eso en el cristiano tiene sentido la oración de petición, se acepta la condición de criatura ante Dios creador, pero se dirige a Dios, que está abierto al hombre cuándo la confianza y la humildad lo hacen posible.

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