20. Mariología. El dogma de María, Madre de Dios. Significado y formación.
20. Mariología  

EL DOGMA DE MARÍA, MADRE DE DIOS. SIGNIFICADO Y FORMACIÓN.

El acontecimiento central de la historia de salvación relacionado con María es su maternidad, que está indisolublemente unida a la encarnación del Hijo. Desde el momento de la Encarnación, Maria aparece entregada al plan salvífico de Dios, es su vocación y su servicio a la humanidad. Esa iniciativa de salvación procede de Dios, que ofrece a María la maternidad en la forma tan específica y peculiar que lo hace. María representa a toda la humanidad aceptando a Dios, confiando en la divinidad. María se solidariza así con todos los hombres y representa a toda la condición y la raza humana. Volvemos a la imagen de la Iglesia como un cuerpo, si Cristo es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia, María es madre de ese "todo", su maternidad es el centro de las demás afirmaciones mariológicas.

Cuando hablamos de María y de su maternidad divina estamos recogiendo dos elementos importantes: el primero tiene que ver con la maternidad física de Maria. La fecundidad es de la madre, hay una dependencia física de nueve meses de gestación. Esto nos recuerda la dependencia y necesidad del hombre. El bebé Jesús está indefenso ante la realidad, al igual que cualquier niño, es la criatura más débil de la naturaleza, la más dependiente y necesitada de progenitores. María ejerce de madre, educa, alimenta, es referente del niño. Hay otra dimensión de la maternidad que es la psicológica, Jesús depende como hijo de María, es su madre,... y madre no hay más que una. La educación sabemos que se realiza en gran parte en la imitación y el ejemplo, y María lo fue de manera inmejorable para Jesús. La maternidad de Maria le lleva al sufrimiento, al "nido vacío", a la pérdida de sentido y la crisis ante la vocación compleja del hijo, al miedo a lo desconocido, al dolor a los pies de la cruz. María es Madre, siempre de Jesús.

La acción salvadora de María parte de su propio "fiat", de su creencia y aceptación de la maternidad de Dios en ella. Esta opción la realiza en libertad y pone en marcha todo el proceso de redención, a través de la encarnación del hombre Jesús, hijo único de Dios. Dios desea que todo se inicie desde el amor, con toda la debilidad del hombre, desde dentro, desde la raíz humana. Por eso María es toda la humanidad, es representante de los hombres, escogida por Dios para decir "sí" en nombre de todos. En ningún caso hay una merma a la libertad de María ante Dios, siempre respetada en su naturaleza humana, y en todas sus dimensiones. María escoge a Dios diciendo que sí.

El dogma de "María Madre de Dios", lo que llamamos el "theotokos" sufrió, al igual que la historia de la cristología, de los problemas derivados de la naturaleza de Cristo y de la relación hipostática en su persona. El problema en concreto fue determinar hasta donde llegaba la maternidad de Maria. Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, pero para algunos posicionamientos, como el Nestorianismo, estas dos naturalezas no se relacionaban, sino que quedaban separadas y sin comunicación. Por eso surge el problema de si María es madre del hombre Jesús, o es madre de Dios, el Hijo de la Trinidad. Es como si fueran dos personas en una, una persona divina y otra humana, María sólo sería madre de lo humano, no de lo divino. Y la lógica no dejaba de invocarse, María concibió al hombre, sobre la naturaleza divina no podía intervenir.

Esta comprensión fue condenada en el Concilio de Efeso, Jesús es verdaderamente hombre y verdaderamente Dios, y la relación de las naturalezas se hace en unión hipostática, es decir, Jesús es realmente uno y el mismo, una sola persona, no dos, por lo que lo mejor para referirse a María es decir que era Madre de Dios, theotokos, englobando las dos naturalezas y su única persona. La grandeza original de María es única e irrepetible, con una especial relación con el Padre Dios. María no engendra la divinidad del Hijo, pero en ella se encarna el Hijo, la divinidad y toma de ella la humanidad.

Decir hoy que María es Madre de Dios es centrar la mariología, porque su especialidad deriva precisamente de este dogma importante, aprobado desde antiguo por la Tradición constitutiva de la Iglesia y que así ha permanecido entre nosotros. No estamos ante una simple sentencia pía, sino que ante un dogma de la Iglesia, un reconocimiento de la comunidad cristiana, de manera tácita en los primeros siglos, y expresamente desde el siglo II y III. Maria es verdaderamente la madre del salvador, su papel en la salvación es especial y peculiar, único pero firme, es el arranque que propicia la encarnación y la redención. No es María la redentora, pero mueve a la redención con su actitud de confianza en Dios.

La maternidad de María respecto de Dios se extiende a nosotros, se hace hermana en la fe, y verdaderamente Madre nuestra, al estilo de Jesús, hermano con nosotros de un mismo padre. María extiende su maternidad a todos los hombres, es madre de los hombres, de las familias, de la Iglesia, de los jóvenes, de los ancianos, de los niños, de los seminaristas, de los sacerdotes. Es decir, la particular maternidad de María, se extiende a todo el orbe humano, por eso María es madre de todo hombre y de cualquier hombre.

La devoción y gusto por esta especial titulación a María está presente en nuestra Iglesia contemporánea. En el Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática Lumen Gentium aparece en el título VIII dedicado a María con esta mención: "Madre de Dios", lo cual demuestra su constante devoción en la iglesia. También se menciona en el número 53, "es reconocida y venerada como madre de Dios", en el 54, "María es Madre de Dios, madre de Cristo y madre de los hombres especialmente de los fieles", en el número 56 se menciona la costumbre de los santos padres de llamar a Maria "Madre de Dios", o en el número 61 donde explícitamente y en todo el número habla de "Maria, Madre de Dios, cooperó en la obra de la gracia,... ".

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