18. Eclesiología. La eclesiología de los evangelios sinópticos.
18. Eclesiología  

LA ECLESIOLOGÍA DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS.

En los Evangelios Sinópticos, Jesucristo no predica la Iglesia, sino el Reino de Dios. La esperanza del AT parece que se cumple en la persona de Jesús, y el centro de su anuncio es el Reino. Incluso sabemos que las parábolas enseñadas por Jesucristo anuncian el Reino de Dios y su significado. Luego algunas de estas parábolas se alegorizan, pero inicialmente, si nos acercamos a la predicación originaria de Cristo, encontramos que proclama el Reino, que está cerca, que ha llegado, y que está vinculado a su persona.

El Reino es por tanto el resumen de toda la predicación de Jesús. Más que Reino como realidad estática, habría que hablar en un sentido dinámico, es preferentemente reinado, poder de Dios, llegada de la salvación para los hombres. La llegada del Reino es una nueva y buena noticia para los hombres. A partir de ese Reino se inaugurará una nueva época: los ciegos ven, los cojos andan y se anuncia la buena nueva a los pobres.

Jesús habla muy poco de Iglesia. Las únicas menciones de la palabra "ekklesia" en los Sinópticos corresponden a Mateo 16, 18 y 18, 17. En el primer texto estamos ante una asamblea de seguidores, de creyentes. Significaría literalmente asamblea o grupo de creyentes. En el segundo versículo estamos en el relato de "tu eres Pedro y sobre ti edificaré mi Iglesia", que hoy pensamos perteneciente a la fe pospascual, es un vaticinio "post eventum", cuándo la comunidad eclesial está realmente edificada desde Pedro, entonces se pone la sentencia en boca de Jesús.

Jesús predica el Reino, pero la comunidad eclesial predica a Jesús, ese es el cambio significativo, ni Jesús ni la Iglesia se anuncian a sí mismos. La Iglesia vincula a Jesús con el Reino, como identificado con Él y con la parusía. Es relevante señalar que no es lo mismo el Reino que la Iglesia, en ocasiones se ha identificado para mostrar que Jesús predica la Iglesia, nada más falso. Reino tiene un sentido escatológico, es el día del Señor. La Iglesia es una realidad terrena, es la asamblea de los creyentes, que construye el Reino con la ayuda del Señor, pero no es el Reino mismo.

¿Cuál es el origen de la Iglesia? Es sabido que Jesús reúne un grupo de seguidores en torno a su persona, no es probable que quisiera directamente fundar una comunidad, y su intención primera podría estar en la restauración del pueblo de Israel. Sus referencias son constantes en este sentido. En Mt 15, 24 habla de haber sido enviado para buscar las ovejas perdidas de la casa de Israel, escoge entre los principales a los Doce, simbolizando las doce tribus de Israel, ahora próximas a una restauración. Los mismos apóstoles están convencidos de una restauración mesiánica triunfal, son herederos de un nuevo gobierno.

Sólo la realidad supuso un cambio. Un cambio en la persona de Jesús, que ante el fracaso en la predicación decide subir a Jerusalén. Jesús mismo va comprobando la dificultad en la restauración pretendida, más bien comprueba la oposición, incluso pudo prever su propia muerte. Por esto da la impresión que la predicación de Jesús en los últimos días está más dirigida a sus más íntimos seguidores. Los discípulos se encuentran con el fracaso de frente. Su maestro ha muerto en la cruz. No esperaban de ninguna manera algo así, de hecho les costará asumir que el Mesías tenía que morir, como bien nos dice Lc 24, 13-35 en el camino de Emaús. Por consiguiente, Jesús no parece con intención de fundar una Iglesia, pero lo cierto es que ésta surgió de su predicación y de sus seguidores, que quedaron especialmente convocados en la resurrección, y más singularmente impulsados por la fuerza del Espíritu Santo.

En esa preparación de la futura Iglesia Jesús hace gestos de restauración que adquirirán una impronta especial. Algunos de los discípulos de Jesús, que habían sido seguidores de Juan el bautista, habían recibido el bautismo, parece que incluso todos ellos se bautizan, según refleja Hechos de los Apóstoles. Jesús mismo fue bautizado por Juan el bautista, lo cual nos dice que el gesto del bautismo estaba sólidamente implantado en la primera comunidad cristiana, es el gesto más expresivo de la comunión y la conversión inicial. En los relatos de resurrección encontramos a Cristo enviando a los discípulos a bautizar, Mt 28, 19 "Id y bautizad a todas la naciones en el nombre, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

Esa comunidad primera, convocada por el Señor, está compuesta por un grupo especial que son los Doce, y resalta de ellos la figura de Pedro. Sabemos que hay otros seguidores, bastantes más, entre los que encontramos algunas mujeres, cuyo papel en la resurrección parece muy importante. Estos son además seguidores fijos, viven con Jesús durante el tiempo que dura su predicación, le acompañan en su caminar y aprenden de Él. Tras su muerte y resurrección serán los continuadores de su misma misión, que no era otra sino la restauración de Israel, por eso los años siguientes a la resurrección, los discípulos se dirigen preferentemente a los Judíos, y sólo ante su rechazo se abren y predican a los gentiles.

Hay otro gesto significativo para los discípulos: la cena pascual celebrada en la víspera de su muerte, la Última Cena que celebró Jesús con los Doce. Allí Cristo anunció una Nueva Alianza, el pan y el vino son ahora el cuerpo y la sangre. La realización de esa Nueva Alianza se sella con su cuerpo partido y su sangre derramada al día siguiente con su muerte en cruz. Esa celebración indicaba a los discípulos que estaban ante un cambio importante, Jesús es un nuevo cordero pascual, sacrificado por nuestros pecados, era el Mesías esperado desde antiguo. Pero esa fe no es aceptada por Israel, por lo que el gesto de la Última Cena, partir el pan y bendecir la copa, cuerpo y sangre del Señor, quedó como gesto único cristiano. En esta cena se inaugura una nueva fe, una nueva alianza, una distinta comunidad, no necesariamente identificada con la raza Judía, que lo había rechazado.

Para la Teología Católica en la Última Cena, Jesús no sólo celebra por primera vez la Eucaristía, sino que instituye el sacramento del Orden. Ya lo veremos cuando corresponda la explicación e implicación que tiene. La resurrección de Jesucristo supone el más importante punto de arranque de la Iglesia. La comunidad de seguidores se dispersa tras la muerte del maestro, el fracaso era evidente. Jesús habría sido para algunos un profeta más de los muchos que ha habido en la historia, pasando con más pena que gloria por la historia de Israel. Pero la resurrección se produce, las apariciones, la tumba vacía, provocan la fe en los discípulos que son convocados de nuevo por el Señor, ahí arranca el nacimiento de la comunidad cristiana.

La resurrección nos está indicando que era el Mesías, que era verdad lo que había dicho; pero además, que esa verdad no se había producido como era esperado por el pueblo Judío. El mesianismo político esperado no iba a ser posible. Jesús presenta un mesianismo distinto, un Reino no identificado con ninguno de este mundo. El cambio es teológico, no político, y por tanto más profundo. La resurrección cambia la teología de los discípulos que empiezan a comprender que con su muerte nos ha redimido del pecado, que ha muerto por nosotros, que nos ama, que es el Salvador y el Redentor. Los intentos por justificar este mesianismo, su anuncio en los profetas, lleva a los primeros cristianos al estudio del AT, ahí se indicaba que su mesianismo iba a ser distinto, tal como afirmaba el Salmo 22, los cánticos del siervo de Yahvé,... etc.

Al final del Evangelio de Marcos aparece en el envío final, Mc 16,15-20 la sentencia: "me ha sido dado todo poder". Es decir, la autoridad de Cristo es delegada a los discípulos. La predicación debe hacerse con el Bautismo. Hay finalmente un elemento divino que quedará constantemente en la Iglesia. "Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos". Es decir, la Iglesia es entendida para el creyente como un artículo de fe, se cree en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero también se cree que en la Iglesia sigue vivo el Señor, que Él permanece con nosotros. La Iglesia es sujeto de la fe, pero también es objeto de fe para el creyente.

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