14. Teo. Revelación. La revelación en la teología medieval.
14. Teología de la Revelación  

LA REVELACIÓN EN LA TEOLOGÍA MEDIEVAL.

Cuando abordamos el medievo nos encontramos con una barrera. Su tratamiento siempre ha tenido un fondo despectivo, y su reconstrucción no siempre se ha hecho desde el rigor histórico. Tenemos que ir a estos siglos teniendo en cuenta que son muchos siglos, y que son muy distintos unos de otros. Segundo: los tópicos empleados para el medievo son tan dominantes que, si queremos ser rigurosos, debemos obligarnos a estudiar sin prejuicios, poniendo en duda mucho de lo sabido.

No nos vamos a detener en la Alta Edad Media, dado que el número de teólogos y su influencia posterior es menor, repetitiva de los Padres clásicos. Nos centramos en la Baja Edad Media. Estamos ante un mundo en cambio, nacen las Universidades y las Escuelas Catedralicias como foco de irradiación de la cultura, la ciudad crece y socialmente aparece un grupo distinto que llamamos burguesía, formado por comerciantes.

En lo filosófico encontramos dos escuelas. La primera es la agustiniana, son ciertamente seguidores de San Agustín, mantienen una filosofía algo más platónica, un buen representante de esta línea sería San Buenaventura, franciscano. San Buenaventura concibe la revelación de Dios como "cierta iluminación de la mente". Los profetas estaban iluminados en el AT, y ahora, en el NT la iluminación es Cristo. La iluminación de los profetas era la revelación natural, que surgía de la revelación de Dios, ahora, con Cristo la revelación es algo sobrenatural, es Cristo la explicitación plena y el culmen. Dios comunica la verdad de quién es Él en la persona de Cristo. Esta orientación es de tipo progresivo e historicista, porque está diferenciando el Antiguo del Nuevo Testamento. No se centra en lo conceptual, la revelación está en una progresiva experiencia de Dios.

La segunda escuela es la de San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, ambos son dominicos, están más cercanos a Aristóteles que a Platón. El máximo representante es Santo Tomás de Aquino, cuya teología ha sido estudiada en las escuelas de teología contemporáneas hasta hace pocas décadas. Santo Tomás reconstruye la teología gracias al conocimiento de las obras de Aristóteles, del que parte. Distingue varias modalidades en la revelación. La revelación sería la acción de Dios en orden a la salvación del género humano, se realiza iluminando la mente del hombre a través de diversos acontecimientos. Dios realiza esta manifestación a través de la historia, en distintos sucesos históricos, es la economía de salvación de la que hablaban los Padres. El gran mediador es por antonomasia Cristo, los demás son intermediarios.

La revelación es también una comunicación de doctrinas sobre quién es Dios, qué es el hombre, qué es el mundo ante Dios y ante los hombres. No se reduce su idea de revelación exclusivamente a una cuestión objetiva, pero también está ahí. Finalmente concibe la revelación como un progresivo conocimiento de Dios hasta llegar a la visión beatífica, en el último momento de la historia.

Esto nos permite comprobar como Santo Tomás fue fiel al texto bíblico, reproche que le dirigieron los protestantes, unos siglos después, que vieron en la teología medieval razones para el rechazo. Vieron en los escolásticos demasiada doctrina al referirse a la fe y revelación; también fueron criticados por su insistencia en las cuestiones de los sacramentos dejando a un lado la Palabra revelada. Acusaciones no ciertas del todo.

Es verdad que el medievo, y en general la Iglesia Católica ha pecado de subrayar demasiado los sacramentos y menos la palabra y la pastoral, pero no es el medievo el mejor momento para comprobarlo, porque no sucede así. Tampoco están tan centrados en lo doctrinal en el medievo, es posible que en algunas décadas posteriores si haya sido así, pero no podemos achacar a autores como San Buenaventura o Santo Tomás las ideas y reflexiones de sus seguidores, en siglos posteriores.

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