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Tres
acrílicos de Luís Infanzón
Omar
Ramírez Saavedra
I
Este es el color donde la mujer encuentra el orgasmo de
líneas
quebradas y puntos de silencio. Ella ocultó su agitado
espacio
al cruzar los muslos para desnudar solamente acontecimientos de la
espalda, osificada intención del pez con esqueleto violento
que
nos muestra cómo puede asesinar el aire pulmones vigorosos;
el
ojo permanecerá abierto para multiplicar la
desolación,
las escamas se desprenderán en cada incertidumbre y
será
posible hervir el aliento en el territorio de aquellas manos
necesariamente ciegas que gustan revolver la hojarasca de la tarde, al
término de la noche la luna mostrará lo
indispensable
para abrirte.
II
Me abraza la mirada de vegetales y descubro esta necesidad de los
párpados, recuerdo circunstancias que embozan pupilas
haciendo
refugio la ceguera: así se devoran aquellos que no
volverán a tocarse. Un ojo abierto y solitario es infinito,
puede olerse a lo lejos aún sin vientos favorables, no
permite
el olvido, exige encenderle hogueras con frecuencia y husmea en los
sueños como rémora. Aquí
están lo ojos de
peces desterrados, observan el vientre del gran coral arder en llamas
de clorofila ¡Océano que encalla en su aroma
clandestino!
Seudópodos del trópico, follaje submarino, hacia
mi
rostro acudieron las escamas con su brizna de sustancia, aquella tarde
fue un imán en los bolsillos.
III
La espuma oceánica se aleja sin arrastrar consigo rehenes,
avenencia del pescado que muestra su ojo harto de sol y las hojas
navegantes de esta jacaranda inexplicable a orilla de la
playa.
Cuántas veces todo aquello que naufraga en la mirada es
lastre
de sueños, las hojas abdican a sus ramas con la misma fuerza
de
aquellos que se balancean sostenidos de una soga al cuello en tardes
lluviosas ¿Quien no ha visto algo agonizante y percibe
aromas de
sal? La arena se repliega mostrando la madurez de la muerte, lo que
parece despojo sólo es máscara de incertidumbre.
La
próxima vez que camine aquí me
sostendré en la
mano de un ser mitológico pues me aterra pensar en mi
esqueleto
astillado por el juego de los vientos.
Nació en Lachigoló, Tlacolula, Oaxaca, en 1970.
Poeta,
narrador, médico cirujano. Ha publicado en las revistas
Cantera
Verde, Nuestra Tierra, Blanco Móvil; en diarios regionales;
en
revistas médicas nacionales e internacionales; en el libro
colectivo Una ventana a la literatura oaxaqueña, editorial
Almadía, 2005; y el poemario Mientras el hielo se deshace,
Instituto Oaxaqueño de las Culturas, 2004. Fue becario del
Fondo
Estatal para la Cultura y las Artes en 1996. Ha participado en los
talleres literarios de la Casa de la Cultura de Coyoacán,
México, y en el de la Biblioteca
Pública Central de
Oaxaca.
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