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La Flor
Héctor Anuar Mafud
El niño caminaba
por la superficie blanca, sus pies se hundían en la nieve. A
pocos metros vio un pequeño objeto amarillo y su
imaginación no fue suficiente para acertar qué era.
Pensó en varias cosas, nunca en una flor, hasta que la tuvo
frente a él. Se inclinó y la observó de cerca, su
nariz casi rozó la flor. Se incorporó y en voz baja se
preguntó:
−¿Qué hace aquí? ¡Una flor en la nieve, es imposible!
Acercó su mano derecha a la flor con la intención de retirarla y la flor dijo:
−Déjame aquí por favor.
El niño retrocedió con sorpresa al escuchar
la delgada voz de la flor. Volteó de inmediato, pensando que
otro niño, cerca de allí, le gastaba una broma.
Convencido que no había nadie más que él y la
flor, se atrevió a exponer:
−No te quiero hacer daño, por el contrario,
deseo ayudarte, salvarte del frío. Si te quedas aquí
morirás.
−Las flores vivimos poco tiempo -argumentó la
flor-. Para ustedes uno o dos días es poco, para nosotras es
todo, suficiente para dejar constancia de nuestra belleza y
función natural, como lo dispuso el Creador. Vivimos con
intensidad, con alegría. Nuestro tiempo de vida es un canto de
agradecimiento al sol, a la noche, al día, al hombre, a la luna
y estrellas, a nuestro Creador. Vale mucho. ¡Gracias, aquí
estoy bien!
El niño guardó silencio un instante, luego preguntó:
−¿Te puedo tocar?
−Sí, pero con cuidado -contestó la flor.
Su pequeña mano la tocó con mucho cuidado y suavidad.
−¿En qué te puedo ayudar? -preguntó el niño.
−En nada.
El niño, con desesperación, trató de explicar a la flor:
−Mira florecita, el frío te va a quemar, te
vas a morir más rápido de lo que crees. Mejor te llevo a
mi casa, allá te cuidará mi madre, estarás bien en
una maceta.
−No me entiendes -contestó la flor-. Hay
quienes tienen que nacer y sobrevivir en el desierto o en campo un
nevado para demostrar que la vida se da en plenitud. En caso contrario,
en estos lugares no habría nada extraordinario. Así es la
vida, constituida por hechos esplendorosos que muchos, por su
vacío espiritual, los observan como rutinarios. Tal vez el
Creador manda estos mensajes, como es mi caso, de haber nacido en la
nieve para llamar la atención, como una voz que espera ser
escuchada sobre el valor, alegría e intensidad de la vida.
El niño regresó a su casa. Su padre, frente a la chimenea, le decía a su madre:
−Soy una voz en el desierto. . .…
Nació en 1945 en
el puerto de Salina Cruz, Oaxaca. Narrador. Ha publicado en la revista
Cantera Verde, en su página electrónica
www.canteraverde.com.mx; y en la página electrónica
www.festivaldelmar-salinacruz.com. Es autor de los libros: de
cuento infantil ilustrado Cuando el mar se fue, editado por el Fondo
Editorial Cantera Verde, colección Sueños son, 2005; El
gato montés, Fondo Editorial Cantera Verde, colección
Sueños son, 2006; del volumen de cuentos El turno, Fondo
Editorial Cantera Verde, colección Cuadernos de Cantera, 2005; y
de la novela Fe de hechos, Fondo Editorial Cantera Verde,
colección Cuadernos de Cantera, 2006. Cuentos suyos se han
traducido al holandés y al francés.
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