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Alina regresó la lluvia
Omar Ramírez Saavedra
Alina, regresó la lluvia, había
estado fuera dos temporadas, llegó con sus recuerdos y el olor
que según estudiosos se debe a bacterias que se desprenden del
polvo. La lluvia reblandece armaduras, permite mirar dentro, navegar,
reconstruir todo a partir del feto, los objetos inútiles
sitiados en la memoria: la escafandra, plumas de ave, tinta china,
sacacorchos, navaja de suicida; los protagonistas sangrientos: asesino
en serie de madrugadas, ojo de ciclón; los síntomas
extraños: dolor en la boca del estómago, ardor del
tuétano y mujeres como tú, que enrollada en las
sábanas de la mañana, con el cuerpo estirándose
desde los sueños, imaginas que corro hacia ti hecho una sopa
bajo la lluvia, sopa amorosa, tengo una sombrilla de hojarasca y musgo,
en el lodo de mi calzado brotan pequeñas plantas que desconoces,
inventas nombres, marchita en el agua, planta de extraviados, hiedra de
los pies, inventas nombres tan fáciles como dejar de amar, te
olvidas de mí que llego a donde estabas dormida y dejaste
señales parecidas a las de un árbol derribado en el
bosque que desaparece misteriosamente al amanecer. Esta vez algo sucede
en el cielo, la lluvia incesante nos ha acompañado durante
días, es fría, los pájaros se ocultan, los gatos
no deambulan por la noche, los reptiles han emigrado y los venados del
parque fallecen de insomnio. Alguien construye barcos de papel
continuamente haciéndolos flotar en las cunetas, la ciudad es
ahora puerto fluvial y en las cafeterías se refugian
parroquianos silenciosos protegidos con abrigos que los cubren hasta
las narices. La lluvia dice: que todos se encierren en sus casas,
quiero estar a solas para platicar con mis calles, faros de la esquina,
puentes; desea escuchar a sus panteones, recorrer parques, lavar el
hollín del rostro de la ciudad y la sangre de los brazos. Algo
sucedió y tú fuiste lo único tibio alrededor, todo
lo lejano caminó hacia nosotros al caer la primera gota de agua,
los árboles se tornaron solemnes, tacones femeninos chapotearon
el deseo en las banquetas y la ciudad escuchó el relato de
vigías noctámbulos que preguntaban nombres como el tuyo a
las empapadas luces de neón. Todo esto ocurrió y
después la lluvia se alejó dejando hueco el aire.
Omar Ramírez Saavedra nació en Tlacolula,
Oaxaca, en 1970. Poeta. Médico de profesión. Ha publicado
en diarios oaxaqueños y en las revistas Cantera Verde y Blanco
Móvil; fue becario del FOESCA, en 1997. Participó en el
taller de poesía de Oscar Oliva, en el Distrito Federal. Y,
desde hace doce años, es integrante del taller literario de la
Biblioteca Pública Central de Oaxaca.
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